La otra noche busqué en Internet el número de una prostituta y la invité a mi departamento. La elejí porque, en la foto, su físico era espectacular, especialmente la parte delantera, sus senos, que eran realmente grandes.
Cuando llegó y la llevé a mi habitación, la senté sobre uno de los muebles y besé todo su pecho derecho. Luego mordisquié sus pezones, que eran extremadamente grandes. Llegué con mi boca al lado del ombligo, pero no me atreví a practicar sexo oral por miedo a un contagio.
Me empujó con violencia hacia la cama, me quitó los zapatos, el pantalón y la ropa interior. Me lo chupó con ganas. Luego, yo metí mis dedos en su abertura, lo que le provocó una serie de orgasmos. Ya con ganas de penetrarla y hacerla gozar, introduje el pene de una en su vagina. Gimió de placer. Allí disfruté hasta que eyaculé.