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UNA NOCHE DE CUMPLEAÑOS

10 de junio por la tarde, Saúl, el esposo de Cecilia, mi amiga, me ha llamado para invitarme a una fiesta sorpresa para su mujer…



 



Hola-, le contesto, - ¿cómo has estado?... -, él me comenta que ha estado muy bien y me dice que la reunión o fiesta será en casa de su prima Elena y que ha invitado a tres o cuatro parejas de amigos para celebrar el cumpleaños de su esposa (ella tiene 29 años, 6 de casada y dos niños).



 



Yo me disculpé ya que en ese momento estaba con una gripa bárbara y una infección en la garganta. Le dije que lo sentía y de pasada le pregunté que si a él le parecía buena idea que la fiesta fuera en casa de Elena, me respondió con un simple si; le advertí sobre las amistades de Elena que de repente se dejaban caer por su casa y me contestó que esa noche no estaban invitados, yo solo dije:



 



¡Ah!... -, y Saúl muy serio solo me respondió:



Habíamos invitado un amiguito para que lo conocieras pero le voy a tener que cancelar… -



 



Colgamos y no supe que pasó sino hasta ocho días después cuando Cecy me invitó a tomar un café y me contó lo siguiente, lo narraré en primera persona como ella me lo dijo:



 



El jueves por la noche, cuando Saúl volvió del trabajo, llegó muy cariñoso y me comento que Elena, nos había invitado a cenar a su casa el viernes por la noche, me dijo:



 



Sé que mañana es tu cumpleaños y deseo festejártelo… Vamos a cenar con tu prima y luego nos escapamos y te llevo al cine y luego a cenar ¿te agrada la idea, chiquita?... –



 



Yo complacida le dije que si, nos besamos largamente y luego, empecé a acariciarlo, pero súbitamente me dijo:



 



Tengo que ir al baño-, y me dejó a media sala.



 



Se metió a bañar y yo me desnudé y me recosté en la cama. No sé cuánto tiempo pasó, el caso es que me quedé dormida. Cuando desperté como a las tres de la mañana, me levanté y no lo vi a mi lado, me encontraba apenada por haberme dormido. Me fui a la sala y ¡oh desencanto, lo encontré borrachísimo!, con la botella de tequila entre las piernas, viendo una película porno. Como me había quedado dormida el pobre no tuvo de otra. Me dirigí al baño y cuando me senté a orinar vi bajo la regadera otra botella de tequila de a medio litro vacía y un vaso; el muy cabrón había vuelto a las andadas. De repente le da por tomar hasta cuatro días sin parar, la culpa se me quitó y comprendí que se había puesto bien jarra en el baño y de ahí a la sala a ver sus películas pornográficas.



 



Molesta me dirigí a la recámara y me quedé profundamente dormida. Por la mañana cuando me levanté, él ya no estaba, pero había una nota con un "TE QUIERO" en la almohada. Me levanté, me bañé y me dirigí a la cocina. Flotaba un aroma delicioso, mi marido había tenido la delicadeza de hacer el desayuno y sobre la mesa unas flores y unos apetitosísimos chilaquiles, todavía calientes.



 



Desayuné riquísimo y me pasé el día pensando en que ponerme para la noche, cierto que íbamos a una cena, pero de ahí iríamos al cine o a algún bar y luego a cenar. Los últimos días había estado lloviendo pero por las noches, hacia calor. Me decidí por una minifalda no muy corta, color negro, medias negras de red, un liguero cortito, una tanga de seda, un brasier negro y una blusa no muy escotada color cereza; completaba mi atuendo un saquito color negro y zapatillas de tacón alto.



 



Saúl quedó de pasar por mí a las 9:00 pero a las 8:00 de la noche, justo cuando acababa de vestirme, llegó; venía entonado pero no borracho como acostumbra, jovial y de muy buen humor. Me dio mi abrazo, mi regalo (un bellísimo vestido color lila, y una blusa negra) y enseguida, estuvo sobre de mí. Me besó apasionadamente y empezó a acariciarme, yo, todavía con ganas del día anterior, le correspondí y empecé a acariciarlo y a besarlo. Empezó a tocarme los senos y enseguida los pezones se me endurecieron; me besó el cuello, los oídos, la garganta, y eso me encendió… Empecé a acariciarlo entre las piernas para sentir su sexo y lo sentí duro. Me desabroché la blusa mientras él me bajaba el brasier y succionaba mis pezones.



 



Me había puesto las pantaletas encima del liguero, por lo que no le costo ningún trabajo quitármelas, las dejó en el piso y empezó a acariciarme la pucha con fuerza, yo mientras tanto, le bajé el cierre y le saqué su verga. Estaba dura y la sentí caliente en mi mano, lo empecé a masturbar mientras él me acariciaba mi húmeda rajita con sus dedos. En el espejo del tocador me podía ver con las pompas al aire y una de sus manos sobándomelas, mientras que también podía ver mi mano subir y bajar de su tranca. Esa fue la primera vez que pude verme haciéndolo con alguien, ya que acostados en la cama, el espejo queda demasiado arriba, hasta pensé en ese momento llamar al carpintero para que bajara el espejo, definitivamente estaba cachonda…



 



Me senté de espaldas al tocador, abrí mis piernas y esperé a que mi esposo se colocara en medio y me penetrara. Justo en ese momento, sonó el teléfono. Era Elena…



¿Ya están listos?... Los estamos esperando, no se tarden… -



 



Una vez roto el encanto, me agaché para recoger mis calzones y vestirme, mi esposo también se levantó y cuando bajé, lo encontré con medio de vaso de tequila en la mano y las llaves del carro en la otra.



¿Nos vamos?... –



 



Excitada como estaba le contesté que si y tomando mi bolsa y mi saquito, me dirigí al coche. Caballerosamente me abrió la puerta y esperó a que yo me acomodara; yo con ganas de excitarlo, deliberadamente me senté de tal manera que él pudiera verme el liguero y las pantaletas, pues con lo piernuda que estoy sabía que le podía encender de deseo; pero no sé si se dio cuenta pues cerró la puerta y le dio la vuelta al carro para subirse. Me levanté la falda hasta el límite de mis calzoncitos y me hice la desentendida, quería excitarlo tanto como yo estaba, pero el muy infeliz seguía con su vaso de tequila, que se trajo al coche.



 



De nuestra casa (en la zona sur de la ciudad de México) a casa de la mi prima en la colonia Roma son como 10 minutos en coche de noche. Llegamos, nos bajamos del carro y Saúl tocó el timbre. La puerta se abrió y salió Elena con una sonrisota de oreja a oreja.



 



Pasen, pasen, la cena ya casi esta lista y las bebidas están bien frías… -



 



Apenas franqueamos la puerta, Heriberto, mi primo político y esposo de Elena, nos entregó a cada quien, sendos vasos, me imaginé que serían cubas libres, ya que es aficionado al ron. Nos acompañaron a la sala, y ¡oh, sorpresa!, ahí estaba también mi prima con sus esposo y mi sobrino con su novia (mi sobrino es tres años menor que yo, y su novia es una mujer de mi edad, que es representante médico), la verdad es que dio muchisísimo gusto poder verlos y me sentí encantada, de verdad la sorpresa había sido excelente y me sentía en casa…



 



Me alegraba ver a mis primas con las que siempre me he llevado bien hasta que se casaron, ya que sus esposos, eran hermanos y uno de ellos en alguna ocasión, ya andando con Elena mi prima, me hizo proposiciones indecorosas, lo que hizo que yo me alejara un poco de ellas; pero hoy, me sentía encantada, estaba la gente a quien más yo estimaba y estaba con mi marido.



 



Las bebidas empezaron a circular a raudales, y ya todos estábamos achispados. Si bien mi marido un poco más debido al alcohol ingerido anteriormente, pero la estábamos pasando súper bien, todo era risas y bromas en buenísima onda. Hasta que a eso de las 11:00pm sonó el timbre. Mi prima Sofía se levantó del sillón y corrió a ver quien era, al cabo de unos minutos regresó eufórica a la sala acompañada de dos hombres jóvenes (de unos 27 años) de aspecto atlético, quedándose los tres en medio de la sala.



 



Mi prima viéndome directamente, anunció:



Señores y señoritas, llegó la variedad y el regalo para Cecy… -



 



Solo sentí como el color y el calor subía por mi cuerpo, me moría de pena y no quería ni levantar la mirada para ver a los demás. Miré en dirección a mi esposo y él solamente me sonrió abiertamente, y levantando su vaso hacía mí me dijo:



 



Vamos, disfruta la sorpresota que tu prima te preparó… -



 



Aquí voy a hacer una pausa para describir más o menos la reunión: Mi prima Elena tiene actualmente unos 27 años, es delgada, de piernas largas y grandes senos; trae el cabello largo y lo tiene de color negro. Vestía una mini no muy corta de color rojo, medias rojas y zapatos del mismo color, es la esposa de Heriberto, un tipo corpulento, muy tomador y mujeriego… Mi otra prima, Sofía, es el erotismo andante. Es morena, de cabello rizado, ojos verdes. Cuida mucho su apariencia y viste hasta cierto punto provocativa, (falda amarilla muy abierta, blusa sin sostén, zapatillas muy altas); está casada con Pedro, un tipo bastante vulgar, pero simpático, igual de borracho que mi esposo, y muy mañoso… Irene, la novia de mi hermano tiene 29, es bastante esbelta pero muy chichona, y siempre le ha gustado lucir sus encantos… Mi sobrino Joaquín es mas bien gordito y es tal vez el más tomador de todos los aquí presentes…



 



En fin, todos seguían tomando y riéndose de mi desconcierto momentáneo, pero no soy tonta. Me fijé que Elena ya estaba más entonada y retándola le dije:



 



Te ríes, cabrona pero tú no te atreverías a bailar con ellos enfrente de Heriberto… -



 



Solo me miró y por respuesta, se levantó del sillón y poniéndose enfrente de Sofía, tomó a los dos chicos de la mano y se colocó entre ellos. Los demás solo veíamos y reíamos ante la escena, pero para Elena era cuestión de orgullo; ya tomada, herí su susceptibilidad con lo que le dije… Estando en medio de ellos dijo:



 



Muchachas, los strippers van a estar aquí una hora, así que hay que aprovechar… -, y diciendo esto, tomó a ambos por la cintura y los apretó, ellos siguiéndole la corriente y consientes de los maridos, solo se le acercaron un poquito.



 



Mi prima comenzó a papacharlos, primero la espalda de uno, luego el pecho del otro, y ellos solo la tomaban de la cintura, y es que la verdad la cara de Heriberto era de pocos amigos. Ella para diluir la situación, soltó a los dos muchachos y se dirigió al bar, ahí preparó otra ronda de copas para todos (sobra decir que mi esposo, mi sobrino y Pedro ya nos llevaban más de 6 copas de ventaja y aún así pidieron otra pero cargada)…



 



Los dos muchachos mientras tanto, se habían sentado en el sillón que quedaba enfrente de Sofía y Pedro, su marido; él tenía sus ojos puestos en el vaso y ellos en las piernas de mi prima. Sofy más coqueta que nada, se dejaba ver; cruzaba y descruzaba las piernas, mientras los dos chamacos quedaban con los ojos desorbitados, y si se vale decirlo, con la temperatura más alta. Elena, desde la barra veía la situación y se notaba que estaba algo molesta. Su esposo se levantó, se dirigió a la barra y le pidió otra copa, ella a disgusto se la servía mientras no le quitaba el ojo a su prima hermana que de verdad se estaba divirtiendo a costa de estos dos chavos.



Cuando Pedro se levantó para ir al bar, Sofía aprovechó para entreabrir los muslos y permitir que el par de strippers tuvieran una buena panorámica de sus encantos bajo la falda. Desde donde yo estaba sentada, pude ver que traía unas pantaletas de color rojo y que no traía liguero, usaba medias ajustadas y de teflón, lo cual permitía ver su piel natural a la altura de los muslos. Los dos chamacos a pesar de estar acostumbrados a estas lides, ya se notaban excitados, y tanto mis primas como yo, éramos consientes de los bultos entre sus piernas.



 



En la barra, Elena se veía ahora más interesada que molesta, volteaba el rostro de Sofía a mí, y se sonreía de manera peculiar. Acabó de servir las rondas de bebidas y fue a sentarse al lado de Sofía quedando enfrente de los muchachotes. Nuestros maridos, se encontraban en torno a la barra, discutiendo de fútbol, cuando a uno de ellos, Pedro, se le iluminó el rostro y gritando como loco exclamó:



 



¡Hoy juegan Las Águilas!… -



¿Ahorita?... –



Si, la repetición de la Copa Libertadores… -



 



No faltó que mi marido le hiciera segunda y exclamara:



 



Ponte la tele de volada… -



 



Tal parece que esa era la señal para que mi sobrino Joaquín que se encontraba sentado en un puffindividual con su novia sentada en sus piernas, se levantara cómo de rayo para encender el televisor y conectar bocinas… Las chicas abucheamos y les preguntamos que qué con la reunión, qué habíamos venido para platicar y tomar unas copas y no para tomar a lo tarugo y acabar viendo fútbol…



 



Sofía se levantó al baño pero aprovechó para pasar a la barra a servirse una copa. Cuando pasó junto a los muchachos, les acarició los brazos y les guiñó un ojo, luego se dirigió al baño, situación que aprovechó Elena para disfrutar de los chicos. Se acomodó en el sillón de tal forma, que desde la barra era imposible que cualquiera de nuestros tres borrachos se diera cuenta, pero para el chico frente a ella, tenía todo un espectáculo. Se alcanzaba a ver la orilla de sus medias, su muslo bronceado y apenas el filito de sus pantaletas de color blanco. Levantando la mirada, le sonrío a ambos chicos y bebió de su copa.



 



Me sentía algo nerviosa, viendo el comportamiento de mis primas. Miré en dirección a Irene, la novia de mi hermano, pero ésta se encontraba con la mirada clavada en el bulto del pantalón de uno de losstrippers. Por otro lado, nuestros maridos ya estaban bastante tomados y clavados en el partido.



 



Con ánimo de aligerar las cosas, me levanté y fui hacia la barra. Saúl se encontraba en el extremo y cariñosamente me acerqué a él, le di un beso y me paré a su lado, con la intención de jalarlo y traerlo a la sala. Él me abrazó por la cintura, apuro un trago, y ahí mismo empezó a acariciarme las pompas por sobre la falda. Yo volteé a todos lados y las únicas personas que podían verme eran mi prima Elena, sentada casi enfrente de mí, y mi prima Sofía si es que salía del baño, así que me tranquilicé y lo deje hacer…



 



Mi esposo entre jugada y jugada, apuraba un trago y otro, mientras su mano seguía recorriendo mi abultado trasero. Cuando Sofía salió del baño y nos vio, únicamente me guiñó un ojo y siguió hacia la sala. Como mi marido estaba clavado en la tele, me volteé hacía la pantalla, quedando de espaldas a la sala, me serví una copa e intenté entender el juego para poder comentar algo. Fue aquí donde se inició todo…



 



Saúl bajó su mano y empezó a acariciarme las piernas. Al principio no era más que un roce, pero siguió… Luego su mano ascendió bajo mi falda y empezó a sobarme las pompas y acariciarme el valle entre ellas por encima de mis pantaletas. A mí no me hacía falta mucho para estar totalmente excitada, sabiendo que únicamente mis dos primas me podían ver, me relajé y dejé que siguiera con esas caricias. Como mi calzón le estorbaba, subió mi falda, dejando mi trasero al aire e introdujo su mano por el borde de mis pantaletas, deslizó su mano hacia abajo, hasta encontrar mi húmeda raja y empezó a acariciarme.



 



Sintiéndome muy mojada, algo en su cabeza lo hizo voltear a verme y darme un beso. Mientras me besaba, sus dedos se hundieron en mi cueva y sentí riquísimo, le devolví el beso con ganas, esperando acaparar su atención, pero casi enseguida, su mirada volvió a la pantalla de televisión, pero su mano siguió acariciándome. Sacó la mano de mis calzones y empezó nuevamente a sobarme las pompas. Como la falda le estorbaba, simplemente la subió, y cuando se cansó de acariciar mi trasero, simplemente acomodó la mano entre mi pantaleta.



 



Tomé un largo trago y volteé hacía la sala a ver como la estaban pasando, y ¡SORPRESA!, mi prima Elena se encontraba sentada de frente a mí y a su lado estaba uno de los strippers; los dos lo habían visto todo lo que habíamos estado haciendo… Justo a su lado, Irene, había corrido el puff, por lo cual, ella también fue testigo de todo. En ese momento me encontraba con la falda hasta arriba, mi pantaleta hacia abajo y la mano de mi marido entre las piernas… Todo el color se me subió, pues me estaban viendo el culo, pero no podía reaccionar bruscamente ya que los otros dos, al lado de mi esposo, podrían darse cuenta de lo que estaba ocurriendo en la sala.



 



Mi prima me sonrío y bajando su mano, la acomodó sobre de el bulto del chico, luego me guiñó un ojo y yo, muerta de pena y muy sorprendida, no sabía que hacer. Intenté decirle a Saúl que iba al baño, pero él, o muy metido en el juego o de capricho, simplemente empezó a acariciarme más fuerte.



 



Volteé hacia mi izquierda y me di cuenta de que Pedro ya estaba bien servido, tenía la cabeza apoyada en el brazo y babeaba, mientras que Heriberto aún despierto, tenía la mirada perdida en el televisor. Mi esposo no era la excepción, pude darme cuenta de que si le sumaba las cuatro copas que llevaba antes de salir, más las tres botellas de ¾ de ron que se habían consumido en la reunión, el muy cabrón llevaba al menos 14 copas encima. Si bien es cierto que siempre ha aguantado mucho, todavía no había comido nada y eso le restaba resistencia.



 



Volví a voltear, Elena estaba sobándole la entrepierna al stripper, y este lucía feliz, pues tampoco perdía detalle de lo que mi esposo me estaba haciendo. Me sentí más excitada, sabiendo que el muchacho me veía las pompas y que le atraía mi redondo trasero.



 



Súbitamente dejé de sentir la mano de mi marido, el desgraciado la había sacado para volverse a servir. Se sirvió un doble y continúo en el juego. Creo que iban cinco minutos del segundo tiempo, y aún faltaba el resumen final del partido. Sin embargo no me separé de él, pero ya no me abrazó ni acarició. Así que me dirigí a la sala, me senté a la derecha de Elena. Sofía se encontraba sentada frente a nosotras con el vestido levantado, ya sin calzones y su muchachito estaba acariciándole la pucha… Volteé hacía la barra y me percaté que los dos mocosos habían podido verme las pompas y la mano de mi marido entre ellas.



 



Por qué no decirlo, sí, estaba excitada, muy excitada, y ver a mis dos primas loqueando y manoseando a estos muchachos me había excitado más… Uno de ellos, (el que estaba con Elena), se levantó y dirigiéndose a mí me dijo:



 



¿Por qué no te quitas la pantaleta como lo hicieron tus amigas?... -, fue cuando me di cuenta de que ni Elena ni tampoco Irene traían calzones, ¿se los habrían quitado en la sala?...



 



Volteé a verlo y él simplemente me rozó una teta con sus manos… No sé que me pasó, pero deseé ser una prostituta y que me lo hiciera en ese momento. Mi raja se inundó y mi respiración se aceleró a mil por horas. Cuidando de que los de la barra no voltearan, puso su mano sobre de uno de mis senos y lo acarició, para mi sorpresa, lo dejé hacer, mientras cerraba los ojos. El muchacho continuó un momento y luego se dirigió al baño.



 



Me encontré con las insistentes miradas de mis primas, miradas cómplices, miradas excitadas. Las cuatro volteamos hacía la barra y ahí seguían los cuatro alegres compadres, bien jarras, perdidos por un partido de fútbol mientras sus viejas le daban vuelo a la hilacha.



 



Elena e Irene se dirigieron a la cocina para preparar algo de botana, y yo aproveché para sentarme frente a Sofy. Entreabrí las piernas y dejé que mientras el stripper la acariciaba a ella, pudiera tener un buen paisaje de mis muslos entreabiertos.



 



El solo hecho de poderle enseñar mis calzones me tenía excitadísima, notaba como a medida que él me observaba, mi pantaleta se iba humedeciendo cada vez más. Mi prima de plano se descaró, y bajándole levemente el cierre, introdujo su mano por la bragueta recién abierta, me miró a los ojos, se relamió los labios, yo asentí aprobando su iniciativa, mientras yo continuaba enseñándole mis encantos, ella le pelaba la reata.



 



Encendida y súper caliente, quise desahogarme en solitario, me levanté pero el baño estaba ocupado, me dirigí al vestíbulo y en ese lugar, me quité las pantaletas, pensando que ese chamaco se iba a llevar la sorpresa de su vida. Me dirigí de nuevo a la sala muy despacio. Me senté y el chico al ver entre mis muslos, quedó sacado de onda; me miró y yo le sonreí. Mi primita sencillamente le apretó el fierro por debajo del pantalón y volvió su atención a ella.



 



El otro muchacho salió del baño y al dirigirse a la sala tuvo una excelente panorámica de mi puchita, me sonrió y fue a sentarse a mi lado. Yo, de frente a la barra veía a los dos borrachos que ya apenas veían el partido. ¿Dos?... ¿quienes faltaban?, mi maridito y mi sobrino… ¿Me habrían descubierto? ¿Se habría ido Saúl al baño de arriba?... ¿Habría visto algo?... Intrigada le hice un guiño al muchacho, quien me dijo su nombre: César. Fui al vestíbulo y nada, al patio y nada; iba a subir cuando pensé en preguntarle a Elena que preparaba las botanas. Al entrar a la cocina solo alcancé a escuchar:



 



¡Así, jódeme!... -, escondiéndome lo más que pude, me asomé, y el cuadro me dejó pendeja…



 



Elena se encontraba hincada frente a mi sobrino y le estaba lamiendo la verga como si fuera un caramelo. A su lado, Irene hacía lo mismo con mi marido… La sangre se me subió a la cabeza y mi primera reacción fue de enojo, hubiera querido entrar a la cocina y armarles un numerito, pero pensé en Heriberto y lo borracho que estaba y deseché la idea, ya que la situación se hubiera podido poner muy violenta. Me quedé ahí, en el quicio de la puerta viendo como mi primita devoraba la verga de mi sobrino… En ese momento sentí unas manos que acariciaban mis pompas y una voz que dijo:



 



¡Están de fotografía, ¿no?!... –



 



« ¡La cámara!», pensé. La traía en mi bolso, así que decidí ir por ella y tomarle unas bonitas fotos al cabrón de mi esposo antes de confrontarlo.



 



Caminé al vestíbulo con César pegado detrás de mí y extraje de mi bolso una preciosa cámara digital de las que tienen visor direccional y me encaminé a la cocina. Justo frente a la cocina, había una pequeña mesita. Estirando el brazo y cuidando de no ser vista, coloqué la cámara en video y me escondí detrás de la puerta, ya no tenía que ver hacía la cocina, la maravilla tecnológica me permitía verlos bien desde donde estaba… Súbitamente, César que estaba detrás de mí, tomó una de mis manos e inmediatamente sentí su falo; estaba duro y caliente. Lo sentía con el dorso de mi mano, pero estaba indecisa, tomarlo o no tomarlo. Ya había permitido que me viera, también había acariciado mis pompas y TOTAL, chingue su madre, que más da… Volteando mi mano, la cerré en torno a ese pene erguido.



Mientras mi esposo le había sacado las tetonas a Irene y se las estrujaba, ella continuaba con su labor bucal. Hizo una pausa y empezó a lamerle solo el glande. En ese momento, mi marido eyaculó y la muy puta abrió la boca lo más que pudo para recibir la descarga. Lamió toda la leche y mientras él echaba la cabeza para atrás y cerraba los ojos, ella cerró su blusa y se pegó al lado de Elena; juntas continuaron mamándole el aparato a mi sobrino hasta que se vino en sus caras. Las dos se levantaron se limpiaron.



 



En ese instante pensé que verían la cámara, pero César, quitándome la mano de su pene, se lo guardó y dirigiéndose a la cocina, aventó su pañuelo sobre la cámara que quedo oculta. Entró a la cocina y solo les preguntó que si ya estaba la botana. Las muy cabronas solo habían cortado cuadritos de queso, así que tomando un plato los cuatro salieron de la cocina y se dirigieron hacía la sala. Yo me escurrí entre la sala y el baño y no me vieron. Ellos se dirigieron a los sillones y quedaron sentados enfrente de Sofía y Rogelio, el otro stripper.



 



Mi esposo estaba bien servido, pero eso no le había impedido venirse en la boca de Irene, estaba más bien, entablado y por lo que vi, muy caliente. Al sentarse frente a Sofía, los ojos se le abrieron como platos; me imaginé que ella le había abierto levemente las piernas, y el bulto que apareció en su pantalón me lo confirmó.



 



Haciéndome la desentendida, regresé a la sala y me senté junto a mi marido al otro lado de Elena, y ya que Saúl no le quitaba los ojos de las piernas a Sofía, decidí darle un show a Rogelio, ya que de momento lo único que podía hacer era ver, y eso lo iba poder hacer a gusto. Le guiñé un ojo y despacio abrí mis muslos solo un poquito, luego otro poquito… Si mi esposo hubiera estado sobrio lo hubiera notado, pero ocupado como estaba viendo los encantos de la piruja de mi prima, ni caso me hizo, así es que finalmente acabé espatarrada, con los muslos separados, más que suficiente para que ese muchacho que ya estaba bien excitado, pudiera verme a su antojo.



 



En un instante, esa situación se tensó. Sofía se levantó y al hacerlo, eliminó la distracción de Saúl, tuve que cerrar las piernas rápidamente y Rogelio fingió demencia. Mi esposo solo cambió de perspectiva, ya que fue siguiendo el contoneo de Sofía hacia la barra. Ella se quedó entre los dos borrachos y sacó un sobre de su blusa, lo agregó en sus copas y les dijo:



 



Salud por la festejada… -



Los dos sorbieron un trago y luego otro, y atrayendo a Sofía, le dijeron algo al oído, ella asintió y los tres se encaminaron a la cocina. Imaginé que mi prima les había dado coca y querían más. César desde la cocina, gritó:



 



¿Más botana?... -, en eso entraron ellos y César salió.



 



Me vio sentada al lado de mi esposo y se dirigió a la barra. Decidí que iba a dejar que mi marido disfrutara un poco más a Irene y también me dirigí a la barra. No me senté en los banquitos, si no que tomé el puesto del barman. Rogelio se ofreció a llenar la hielera y también se dirigió a la barra; así que César quedaba frente a mí y Rogelio justo a mi lado, detrás de la barra.



 



Lo primero que hizo Roge fue agacharse al servibar y sacar los hielos, pero al mismo tiempo, una de sus manos se introdujo entre mis piernas. De pie como estaba frente a César, le sonreí e inicié una platica trivial, mientras su amigo jugaba con mis pompas y mi cueva; yo intentaba ver a la sala a través de César, y lo único que alcancé a distinguir en ese momento, fue a mi maridito, acariciándole las piernas a Irene, mientras Elena le sobaba el fierro sobre el pantalón.



 



Rogelio, se volvió más audaz y levantándose con las hieleras se pegó junto de mí, sentí algo duro en mi muslo, me di cuenta que se había sacado la verga; la tenía dura y me rozaba las caderas. Su amigo se imaginó lo que acontecía y poniéndose un poco ladeado con respecto a mí, me permitió una mayor visión de la sala. Aprovechando que mi esposo ya no estaba de frente a mí, bajé una mano y comencé a masturbar lentamente a Rogelio mientras veía como mi prima le sobaba el bulto a Saúl y él le acariciaba las piernas, mientras Irene había pasado a sentarse directamente frente a mi marido.



 



Sentía que la situación se estaba yendo al bote de la basura, eran mis primas, mi marido, mi familia… Yo sabía que no estaba nada bien lo que estaba sucediendo, pero entre el alcohol y las situaciones dadas, estaba inmersa y además, lo estaba disfrutando, así que deseché todos mis temores y me deje llevar.



 



Viendo a César volteado, Rogelio empezó a acariciarme los senos por sobre la blusa, y empezó a decirme que si me gustaba que mi marido me pusiera los cuernos, que si me gustaba hacerlo enfrente de mi marido, que si quería que me mamara las tetras, que si quería que me la metiera por el culo… Todas estas palabras me calentaban más y aceleré mi mano para que se viniera, pero él tenía otras ideas. Se acercó a César y le dijo:



 



Me echas aguas, me la voy a coger… -, y colocándose detrás de mí, colocó su verga en la entrada de mi raja y me preguntó:



¿La quieres?... –, por respuesta solo me incliné hacía él y le permití que introdujera su pene en mi vagina…



 



Es asombroso lo excitante que puede ser una situación así, casi al momento de metérmela, experimenté un orgasmo como pocos. Intenté jalar aire, pero las piernas no me respondían, quedé de pie solo porque él estaba dentro de mí y me detuvo.



 



Procuré enfocar la vista hacía la sala y logré ver que tanto mi marido como Elena, ya estaban muy metidos como para detenerse. Ella se encontraba hincada entre sus piernas y sostenía la tranca ante su cara, él solamente se dejaba hacer pero ella, empezó a acariciarse el rostro con la verga; se la pasaba sobre sus mejillas y por la nariz, lo levantó y le lamió los testículos. Volteaba de vez en vez a la barra y con esa tranca en su cara, le sonreía a César.



 



César echó su mano para atrás y atrapo mi otra teta, me pellizcaba el pezón mientras Rogelio seguía bombeándome. Sentí como Rogelio aceleraba sus embestidas y esperé a sentir su semen dentro de mí, pero se salió y colocando su verga sobre mis pompas, eyaculó en la parte baja de mi espalda. Sentí la leche caliente y en ese momento tuve otro delicioso orgasmo; me recargué en la barra y lo disfruté al máximo. Tenía los pezones duros como piedras seguía excitadísima, y ver al ver a mi marido con el aparato entre los senos de Elena, me excité mucho más.



 



Vi que Rogelio se dirigía baño cuando sentí que César me agarraba por detrás y me colocaba su reata entre las piernas, su mano acariciaba mi ano y me lamía detrás de los oídos; parecía un pulpo, lo sentía por todos lados.



 



Mi mirada se cruzó con la de Elena y ella sonriéndome, se introdujo el pene de mi esposo en la boca… César me abrió la blusa y sacó mis tetas, empezando a apretármelas. Yo estaba como poseída, y cuando me levanté la falda, le pedí que me lamiera el ano. Siempre fue algo que de solo pensarlo me excitaba, pero ni yo, ni mi marido lo intentamos nunca; ahora quería, deseaba que me lo hicieran, quería sentir una lengua en mi entrada trasera, y si fuera posible, algo más.



 



Cuando César se agachó, murmuró lo nalgona que estoy; yo volteé a la sala, vigilando a mi marido. Mi primita se había levantado el vestido y se estaba sentado sobre la verga de mi marido, quien le sobaba las tetas y le lamía el cuello. Al parecer estaba tan enfrascado y tan alcoholizado que no se había dado cuenta que a su mujercita se la estaban cogiendo muy rico. Su mirada estaba totalmente enfocada en una Irene, quien con las piernas bien abiertas y la falda a la cintura, se clavaba en esa verga.



 



César todavía hincado, empezó a acariciarme el culo con la lengua mientras me introducía dos dedos en la pucha, luego sentí como mi ano se iba dilatando poco a poco y mi esfínter cedía ante sus dedos. La sensación era deliciosa, yo que siempre lo había visto como algo sucio, ahora estaba encantada; es más, podría asegurarles que esa sensación es muy placentera.



 



Mi prima, ahora estaba subiendo y bajando en el pene de mi esposo, mientras que César tenía dentro de mi ano dos dedos, los que metía y sacaba y la sensación me estaba volviendo loca. Los retiró y empezó a introducir su lengua en mi trasero mientras me acariciaba el clítoris. Con mis manos abrí mis nalgas (creo que ya no podré seguirles nombrando pompas ya que esté relato me está poneindo muy caliente), para permitirle la entrada en mi hoyito.



 



Roge se acerco a la pareja en la sala y sin decir nada, se colocó detrás de Elena y empezó a masajearle las colgantes tetas; mi esposo ni se inmutó, la agarró de las caderas y continuaron con su sube y baja. Elena se volteó y le dio un beso francés a Rogelio que le correspondió; ahí estaba mi prima entre dos cabrones que se la iban a coger hasta por las orejas.



 



En eso estábamos cuando de la cocina salieron abrazados Sofía, Heriberto y Pedro. Sofía, ya no traía medias y venía toda desarreglada, Heriberto estaba cerrándose la bragueta y Pedro de plano traía la verga de fuera del pantalón. Al vernos, exclamaron:



 



Con qué divirtiéndose sin nosotros, ¿eh?... -, y acto seguido, ambos hombres se dirigieron hacía la barra.



 



Yo estaba súper excitada y justo en el momento que ellos hicieron su aparición, César acababa de clavarme la cabeza de su aparato en mi culo. La sorpresa me hizo apretar las nalgas, cosa que elstripper agradeció, ya que solo alcancé a escuchar:



 



¡Ah, mamita, otra, otra vez!, hazlo de nuevo… -



 



Pensé que Heriberto se la haría de jamón a mi marido, por estarse cogiendo a su vieja, pero dirigiéndose a Saúl le gritó:



 



¿Cuántas veces le haz dado hoy por el culo a tu mujer?... -, Saúl atónito respondió:



Nunca… -



 



Entonces Heriberto, viendo como subía y bajaba su esposa del pene de mi esposo mientras que el chico le sobaba las tetotas, le dijo:



 



Entonces deberías de ver como ahoríta se la están enculando… -



 



Vulgar como él solo, y mi marido sin decir agua va, se zafó de Elena y dirigiéndose a la barra se quedo viendo como la verga de César se hundía entre mis nalgotas, entrando y saliendo de mi culo. Atónito, empezó a masturbarse a mi lado mientras le decía a Heriberto que me acariciara las tetas.



 



En ese instante, César saco su verga de ni ano y mi marido aprovechó para meterme dos dedos en mi hoyito recién desflorado. Viéndome a la cara me preguntó:



 



Te gustó como te ha culeado este cabrón, ¿eh?... -, sintiendo sus dedos dentro de mi recto, solo atiné a suspirar y mover las nalgas, queriendo sentir un mayor contacto.



 



Algo me iba a decir cuando cayó, Sofía acababa de meterse su verga en la boca y él simplemente cerró los ojos y me dijo:



 



Eres una puta, una perra, una golfa… -



Heriberto sin inmutarse, empezó a cuestionar a mi marido:



 



¿Te gusta como le dan por el culo a tu vieja?... ¿Ya te fijaste como goza la muy puta?... -, mi marido solo atinaba a bajar la mirada hacía mí, pero tal parece que Sofía se la estaba mamando deliciosamente.



 



Heriberto que siempre me había traído ganas, se colocó de tal forma que su bragueta quedara junto a mi cara, y mientras César volvía a penetrarme analmente, él se contentó con acariciarme las tetas. Entonces acerqué mi rostro al bulto de su bragueta y empecé a sobarle la verga pero por sobre el pantalón, usando mis mejillas únicamente. La sentía muy dura, y él, sencillamente empezó a pellizcarme los pezones.



 



¿La quieres, putita?... ¡También quieres gozar esta verga?... Sácamela, puta-



 



Volteé hacía Saúl que seguía en lo suyo y estirando mi mano, le bajé el cierre, e introduje mi mano por la abertura. Heriberto se soltó el cinturón y frente a mi brincó un bicho ESTUPENDO… No es que me importe el tamaño, pero si me apantalló bastante, la tenía larga y muy gorda, estaba totalmente depilado, lo cual fue para mí toda una novedad.



 



La acción en la barra continuaba. César seguía aferrado a mi trasero mientras yo mamaba la verga del esposo de Elena, y Sofía devoraba la reata de mi marido. Parecía que estábamos todos ocupados, pero aún faltaba Elena, la anfitriona. Ella sin ningún reparo se encontraba hincada al centro de la sala masturbando a Pedro y a Rogelio; mientras Heriberto desde la barra le gritaba:



 



Vamos puta, haznos un show… Quiero un show, perra… -



 



Nunca mi esposo me había hablado de tal forma, pero hoy lo había hecho y por lo visto todos ellos se trataban así, es algo que he leído o platicado; me disgustaba, pero viviéndolo, la cosa cambia. Te excita, te enciende; deseas ser bien putona y darle las nalgas a cualquiera que te las pida… Cuando mi maridito me llamó perra, al oírlo, sentí un revuelo y un calor que se anidó en mi chocha; ¡vaya noche de sorpresas!...



 



Sentía como la verga de César me llenaba el culo, el dolor inicial había desaparecido completamente y la sensación era sencillamente rica… Sentí como aceleraba sus embestidas y me imaginé que iba a eyacular dentro de mí, yo casi terminaba. Intenté decirle algo, pero la verga que tenía en la boca me lo impidió, así que sencillamente eche atrás un brazo y le sujeté el muslo, dándole a entender que todavía no… El stripper que me estaba enculando deliciosamente aguantó y yo pude venirme deliciosamente.



 



Casi muerdo del gusto la verga de Heriberto, pero él, anticipando mi reacción, me la sacó casi al mismo tiempo que yo gritaba… Pensé que me la iba a volver a dar, pero se la agarró y le dio vuelta a la barra. Saúl se encontraba sentado en el banco de la barra y Sofía se le había montado. Heriberto se acercó por atrás de ellos y empezó lamer el ano de mi prima, ella solo jadeaba y pedía más. Mi esposo la agarró de las caderas y la subía y bajaba con brusquedad sobre su verga, pero ella parecía cada vez más complacida.



 



Heriberto le pidió a César que le pasara el aceite de oliva, que era para las botanas, y embarrándose los dedos empezó a introducirlos en el culo de Sofía. Cuando juzgó que estaba lo suficientemente abierta, les preguntó a los dos:



 



¿Hacemos un sándwich?... –



¡Métemela, que ya no aguanto!... -, bromó Sofía.



 



La única vez que yo había visto eso, fue en una foto de una revista porno, pero siempre pensé que era trucada, pero ahora los veía en directo. El mástil de Heriberto empezó a abrirse paso entre las nalgas de la deliciosa hembra, que reculaba una y otra vez intentando sacar más el culo para recibirla toda, mientras mi marido la taladraba por la vagina… Esta visión me puso súper caliente, solamente alcancé a acariciarme el ano recién desflorado y recordé la deliciosa sensación.



 



En la sala la situación era bastante parecida, solo que Elena se había sentado sobre el tronco de Rogelio pero de frente a Pedro. Los dos la penetraban salvajemente pero ella estaba feliz… Busqué a Cesar ya que yo también estaba echando chispas y lo vi sentado en un banquito viendo una cámara de video. Me acerque y me puse roja de vergüenza y a la vez totalmente desconcertada… Ahí estaba yo en la pantalla de la cámara vista desde un lado, siendo penetrada analmente mientras le mamaba el aparato a Heriberto.



 



Creí morir de vergüenza pero la verga de César totalmente erguida me dio a entender que lo que estaba viendo lo tenía más caliente que los dos tríos a nuestro lado. Esto de alguna manera me puso -si se puede decir-, más cachonda y sin pensarlo le agarré la verga y empecé a masturbarlo. Él me tomó de la cintura, me sentó sobre la barra, abrió mis piernas y viéndome a los ojos me preguntó:



 



¿Quieres que te vuelva a culear?... -, sin apartar la mirada de sus lindos ojos le respondí con un asentimiento de cabeza...



 



Pero él me habló más fuerte:



 



¡Pídemelo, cabrona!... ¡Quiero oírlo, puta!... -, bajé la cabeza y nuevamente me inquirió… - ¿Quieres mi verga?... -, volví a asentir y cuando lo hice solo me respondió: - Si no te atreves a pedírmelo es que no lo deseas… -, bajé la mirada y vi esa durísima ñonga tan parada como fierro, y lo deseé con todas mis fuerzas.



 



Así que sin poder contenerme le grité:



 



¡Quiero que me metas la verga por el culo, papito!... ¡Vuélveme a encular como hace un rato!... ¡Y si soy bien puta!... –



 



Sin hacerse del rogar, me abrió más las piernas, me empinó un poco de manera que mi redondo y suculento trasero quedara a su alcance. Empezó a frotarme la verga embarrada de aceite, entre las pompas y luego me introdujo no sé cuantos dedos y viéndome nuevamente a los ojos sentí como la cabeza de la verga acariciaba la entrada de mi culito. Siguió viéndome mientras me la iba enterrando:



 



En un instante, estaba totalmente dentro de mí. Me la metía y sacaba y lo estaba disfrutando horrores; casi instantáneamente me vine pero él no se detuvo, continuaba duro y siguió bombeándome, más o menos dos minuto; luego la sacó de mi recto y moviéndose rápidamente, colocó su aparato en la comisura de la boca de Sofía, ella simplemente abrió la boca y lo engulló por completo, la muy perra le valió que la haya tenido en mi hoyito posterior, pues se la mamaba con ganas, hasta que el semen estalló en su boca y salían gruesos chorretones que le bañaban los labios.



 



Una hora más tarde, tanto Elena como Irene y Sofía habían realizado dobles penetraciones con los cinco machos presentes. Sofy incluso había sido doblemente penetrada por el ano, yo había sido empalada por Heriberto, César, Rogelio y mi marido, pero de a uno por vez, excepto cuando le mamé la verga a Heriberto mientras César me enculaba, fue lo que prendió la mecha.



 



A estas alturas mi maridito querido ya estaba jetón, totalmente encuerado. Heriberto y Sofía, su cuñada, estaban dormidos también, uno sobre otro en un sofá. Elena estaba recostada sobre la verga de César, y Rogelio estaba recostado sobre sus nalgas. El único que continuaba despierto era Pedro y también era el único que no me había hecho nada.



 



Yo estaba espatarrada y desnuda en un sillón individual y mi sobrino se encontraba descargando la video cerca del televisor al lado de la sala; estaba desnudo e hincado. Intenté ver su aparato pero o el ángulo era muy malo o lo tenía encogido. Yo seguía empapada recordando las locuras realizadas y seguía con los pezones bien parados. Pedro encendió la tele y empezaron a desfilar las imágenes…



 



Primero me di cuenta de que por lo visto había cámaras en toda la casa. Las primeras escenas eran primeros planos del show de piernas y sexos de la sala… Una duda enorme me invadió e instintivamente me tapé los senos y el pubis, cerré las piernas instintivamente y empecé a mirar las escenas. Si todos estábamos en la grabación al mismo tiempo, ¿quién había estado grabando?...



 



Calmé un poco mis temores pensando que tal vez tendrían las cámaras programadas, un poco de tiempo aquí, otro tanto allá… Mientras pensaba esto, me vi en la tele. Se veía en primer plano, mi sexo desnudo bajo mi falda, luego abrí y cerré las piernas y poco a poco, algo empezó a estorbar mi visión. Era un pene grande, muy grande que se iba enderezando conforme veía lo que yo había estado haciendo. Desde donde estaba parecía enorme, cubría casi media pantalla, luego supe que fue la perspectiva, pero el primer impacto fue de telenovela.



 



Mi cuevita empezó a humedecerse solo de ver esa imagen, alguien excitándose tanto solo por verte en un video, está cañón… Totalmente fuera de mí, empecé a masturbarme y a gemir mientras veía como esa asta se iba levantando. Mi sobrino volteó a verme y agarrándose la verga me sonrío. Se levantó y con paso firme se dirigió a mí.



 



Apenas llegó a mi lado, sin dejar de masturbarme, me tragué esa deliciosa verga, no era tan grande como parecía, pero en ese momento, era la única… Abrí las piernas lo más que pude y continué con mi labor. Se la lamía, la mordía, le acariciaba la punta con mi lengua, y todo lo que se me ocurría. Estaba yo totalmente desinhibida y excitada como nunca en la vida lo había estado, vamos, como una auténtica puta…



 



Tan excitada estaba que empecé a levantar la pelvis, esperando algún contacto de su parte, pero, no, eso no pasaba. Se limitaba a sobarme las tetas y a meter y sacar su aparato de mi boca. Fue cuando sentí algo entre las piernas… Abriendo los ojos encontré una enorme ñonga entre mis piernas, y detrás, un hermoso muñeco de unos 24 años, totalmente excitado y dispuesto a penetrarme, «el camarógrafo», pensé.



 



Solo abrí más las piernas y le dejé hacer; mientras tanto, mi sobrino seguía bombeando mi boca. El sabor de su macana era un tanto ácida, pero a mí me excitaba demasiado. El chico (David) le preguntó a Joaquín:



 



¿Y el estuche de Elena para el show?... -, Pedro únicamente le lanzó un bolso como la mía y el chamaco se le encendió la cara.



 



Sin dejar de acariciarme la vulva con la cabeza de su verga, extrajo de la bolsa un dildo rojo de unos 20cm y algo grueso, y empezó a juguetear con él en la entrada de mi papaya. Cerré los ojos y me dejé ir. Sentí como él me iba introduciendo esa cosa en mi panocha y la movía de una manera deliciosa; pero cuando accionó el vibrador, prácticamente me oriné. Jamás había experimentado eso, mi pelvis golpeaba contra el juguetito y absorbía todas mis sensaciones.



 



Miré hacía mi sobrino y me encontré el lente de otra cámara apuntando primero a mi raja, para luego ir subiendo hasta mi rostro (he de haber tenido una cara de puta, como pocas veces).



 



Finalmente les diré que aquel día no hice la doble penetración. Me dijeron de todo: Puta, perra, cabrona, hija de la verga, hija de la chingada, putona, mamadora, golosa, etc., palabras que nunca me habían dicho y que ahora me excitan cuando me las dicen. Me cogieron seis hombres, cuatro de ellos analmente; probé dos nuevos juguetes y me di cuenta de que por mis prejuicios y mojigatería había estado a punto de perder a mi esposo y de no poder disfrutar nunca todo lo que he seguido disfrutando hasta ahora… Dormimos todos ahí, y al otro día como a las 12 nos levantamos y fuimos a desayunar. Nadie tocó el tema y fue como si nada hubiera pasado. Pero el siguiente fin de semana, toda la historia cambió…



 



 



Dafne


Datos del Relato
  • Categoría: Orgías
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