La otra noche, cuando regresaba del trabajo, al pasar por la puerta de los vecinos que viven en el piso inferior al mío, sentí como gritos y música a la vez, me detuve pensando que tal vez les hiciera falta ayuda y cuando fui a tocar a la puerta me percaté que no necesariamente precisaban de ayuda, mis vecinos se estaban dando una buena follada, ella gritaba de placer y le pedía le diese golpes en sus nalgas. Era obvio que se encontraban bastante cerca de la puerta, pues podía escuchar todo lo que hacían y hablaban, hasta cuando él le propinaba las nalgadas que ella pedía, estaba como loca, las voces, bastante diferentes a como diariamente las escuchaba me demostraban que estaban algo bebidos y daban riendas sueltas a sus placeres, lo que nunca imaginé que mi vecina fuese tan caliente.
Estuve parado frente aquella puerta más de 15 minutos sin perderme un solo detalle de lo que allí ocurría, me excité bastante y hasta saqué mi verga para acariciármela, sentí pasos de alguien que venía subiendo las escaleras y guardándome la verga continué hasta mi apartamento. Como de costumbre me recibió mi perra Susy y ella misma pagó las consecuencias de mi calentón. Arrodillándome en medio de la sala saqué mi verga y Susy comenzó a lamer mis primeros líquidos, aquella lengua medio carrasposa sobre la punta de mi verga me producía una sensación fenomenal, tan es así que terminé por bajarme los pantalones y acostarme en el piso junto a ella, abrí mis piernas y su lengua pasaba por mis huevos haciéndome cosquillas y dándome placer, tanto levanté las piernas sin darme de cuentas que la muy sinvergüenza terminó pasando su lengua por mi culo, con el calentón que yo tenía poco me importaba en ese momento lo que me hiciera, ya yo la había agarrado con mi mano y me la sobaba con fuerza, desesperado y con la verga tiesa como un pedazo de hierro halé la perra y comencé a pasársela por su chochita, a la muy cabrona le gustaba, pues se quedó de lo más tranquila mientras yo jugaba con ella. No pude aguantar más y se la fui metiendo poco a poco, al principio Susy dio un salto hacia delante pero como la tenía bien sujeta no pudo escapar, después aullaba al sentir aquello que le iba entrando hasta que finalmente quedó tranquila de nuevo, me costaba trabajo metérsela y sacársela, por lo que tuve que recurrir a un poco de saliva a fin de facilitar la penetración, terminé acostado con ella entre mis piernas y propinándole una follada que dudo perro alguno lo hubiese hecho mejor. Cuando logré venirme descargué dentro de ella toda mi leche hasta quedar satisfecho, se la tuve metida hasta que se me puso flácida y se salió por su propia voluntad.
Estando allí acostado reflexioné sobre lo bien que me había sentido follándome a Susy, pues nunca se me había ocurrido hacerlo, su chochito bien apretadito, casi justo para el tamaño de mi verga me dio un gran placer. Soltando leche todavía por su chochito que se había puesto bien coloradito e hinchado Susy me miraba y se lamía como para no desperdiciar ni una gota de mi semen.
Les confieso que desde aquel día Susy duerme tirada junto a mi al pie de la cama y cada noche me espera cuando entro para que le de caricias y su ración diaria de leche, se ha convertido en una viciosa de mi verga y yo de sus lengüetazos por todas partes. A veces hasta me echo alguna crema dulce y en lo que ella la saborea me corro hasta en más de una ocasión.