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Soy Pedro de Valencia y tengo 28 años. Este relato lo publiqué hace años aquí. Pero posteriormente lo quité y por eso vuelvo a publicarlo.
Voy a contar la cita que tuve ayer… Fue con Maite una chica de 20 años guapísima, una chica encantadora, con la que volví a recordar mis mejores tiempos. Yo soy Pedro y tengo 28 años, de Valencia (España).
Maite es una chica especial. La conocí hace un par de años, gracias a mis relatos publicados aquí, con ella tuve varios encuentros sexuales (los primeros para ella y los mejores que yo he tenido) que fueron espectaculares. Una chica llena de sensualidad, dulzura, cariñosa. Las circunstancias de la vida hicieron que esos encuentros dejasen de producirse. Pero tras tanto tiempo hemos vuelto a hablar y ayer tuvimos un nuevo encuentro en el que revivimos e hicimos las mismas cosas que hicimos en nuestros primeros encuentros. En nuestros encuentros había sexo pero sin penetración, ella era virgen. Pero había mucha pasión, dulzura y buenos momentos.
Fue todo como en los mejores tiempos, tal y como lo recordaba, tal y como era hace dos años. Fui a su pueblo y la recogí dónde siempre venía con su dulzura, su elegancia y su estilo. Al subir nos miramos furtivamente disimulando, en las calles del pueblo toca disimular por miradas indiscretas. En el coche mi mano se posa sobre su pierna y se dirige a su regazo. Mientras conducía simplemente mi mano estaba por encima notando su calor, aumentando su excitación con ganas de llegar al destino.
Por fin llegamos al sitio, a nuestro sitio, al sitio de siempre. Un sitio en mitad de la huerta valenciana, al final del camino de campos una pequeña explanada rodeada de naranjos, un sitio escondido pero bonito y con el morbo y el miedo del y si… y si viene alguien, y si alguien nos ve.
Nada más llegar bajamos del coche y cómo en los viejos tiempos abrí el maletero del coche y me senté ahí, ella cara a mí, nos miramos a los ojos. Esa mirada tierna suya se cruzó con la mirada mías de “te tengo ganas”, ella se iba acercando a mí poco a poco hasta que nos besamos. Nuestros labios tras tanto tiempo se unieron el primer beso fue un simple roce de labios, un simple hola, un simple te echaba de menos. El segundo ya fue más intenso, el segundo ya fue con más ganas, nuestras lenguas se unían se buscaban se tocaban. Mis manos se situaron en su culito, ese que en nuestras citas tanto me gustaba tocar.
Pese al tiempo sin vernos, era como si todo fuera igual. La misma ternura, la misma complicidad, apoyado en el maletero besándonos. Nos abrazábamos y seguíamos besándonos, parándo de vez en cuando para una mirada cómplice, para un gesto de dulzura. Mis manos empezaron a recorrer su cuerpo, a acariciar su pecho, momento en el que le despojé de su ropa de cintura hacia arriba ante mi volvían a aparecer esos bonitos pechos, no pude hacer más que besar, que morder, que lamer, volver a meterme su pezón en mi boca.
Cada vez estábamos más excitados, mis manos mientras nos besábamos recorrían todo su cuerpo. Mis manos desabrocharon los botones de su pantalón y mientras le besaba, mi mano entro en contacto con su conejito, un dedo entro en ella mientras mordía muy suave su labio. Empecé a follarla con el dedo mientras seguíamos besándonos. Entonces paré ella totalmente desnuda, saqué mi dedo, yo vestido la acerque a mí y me quité ropa hasta quedarme en calzoncillos.
Hice que ella pegase su cuerpo al mío, que cerca de su agujero sintiese mi polla, que tan solo les separase la tela de mi calzoncillo. Empezamos a mover nuestros cuerpos como si folláramos, mientras nos besábamos. Cada vez movíamos más intenso y más rápido. Esa excitación le llevó a quitarse de encima me quitó el calzoncillo y su mano se apoderó de mi polla.
Años después volvía a tocármela, con su suavidad, su mirada de buena niña y mirándome a los ojos, mientras con su mano subía y bajaba, rodeando mi polla, cada vez más intenso. Se agachó y primero me besó en la punta de la polla, la acarició con la lengua, le dio una par de lengüetazos y pasó a metérsela en la boca. Y acompañando los movimientos de su boca, con los movimientos de su mano. Sin dejar de mirarme a los ojos, me devoraba la polla, lleva tiempo deseándolo, con pasión, con energía con ternura. Se metía y sacaba la polla de su boca. La acariciaba por completo con la lengua. Seguía así sin parar cada vez más fuerte hasta que consiguió hacer que me corriera. Nada más lo consiguió nos volvimos a abrazar y nos besamos.
Entonces era mi momento de darle placer, la cogí y la tumbé sobre al capó de coche. Y empecé besándole la boca mientras mi mano directamente estaba en su agujero y empezaba a penetrarla directamente con dos dedos la follaba. Mi boca empezó a bajar besándole por el cuello, los hombros hasta llegar a sus pechos dónde le hacía círculos con mi lengua en la base de su pecho cada vez más pequeños hasta llegar a morder su pezón.
Seguí bajando mi boca mientras no dejaba de follarle con mis dedos, seguí besando su tripita hasta llegar a su entrepierna. Sin dejar de meterle los dedos a los cuáles ahora añadí un tercer dedo empecé a comerle. Mi lengua le recorría, le lamía, hacía círculos, mordía su conejo, 3 dedos la follaban cada vez con más intensidad. Así seguimos hasta que llegó a tener un gran orgasmo.
Una vez acabado volvimos al maletero ésta vez totalmente desnudos ésta vez ella se sitúo de espaldas a mí, su culito apoyado en mi polla en calma. Mirando a los naranjos, empezamos a hablar de manera suave. Mientras de vez en cuando nos dábamos algún beso en la boca, y seguía con besos por el cuello el hombro. Hasta que del contacto de la piel, tenerla desnuda y estar así mi miembro empezó a recobrar fuerza.
Entonces cómo en los viejos tiempos hicimos algo que le encantaba. Le dije cierra los ojos mientras le besaba en el cuello, los hombros, mientras sentía mi polla detrás de ella. Y dos dedos volvieron a penetrarla. Le empecé a contar que imaginase la situación que le iba contando con frases cortas mientras no dejaba de follarla con mis dedos. Entonces le empecé a contar una historia como si estuviera viviendo y cumpliendo una de sus fantasías. Ella con sus ojos cerrados sintiendo mi polla detrás de ella. Empezamos a movernos como follando mientras le follaba con mis dedos, le contaba la historia de su fantasía a su oído sin dejar de besarle por el cuello, mordiéndole los hombros ella sentía mi polla detrás de su culito moviéndonos simulando un polvo.
Cada vez tanto la historia como los movimientos iban cobrando un tono más ardiente y caliente. Aumentamos el ritmo tanto de la historia hasta que llegamos al final ambos tanto ella con un gran orgasmo como yo. Tras lo cual nos volvimos a dar un gran beso de ternura, abrazados.
Decidimos ir a la playa era de noche, empezamos a pasear por la playa, estábamos solos, era bonito ver el agua en calma, algún barco en lo hondo y todo bajo la luz de la luna, decidimos tumbarnos en la arena y empezamos a besarnos.
Volvía a saltar la chispa de las ganas, de la pasión. En un sitio idílico y muy bonito en la playa. Nos desnudamos. Ambos sabíamos que era el momento de dar un paso más, de hacer algo más. De que ella sintiera lo que quería y lo que yo tanto deseaba hacerlo. Seguimos besándonos, acariciándonos. Le comí su conejo ella tumbada en la arena viendo en lo alto la luna.
Entonces subí poco a poco sitúe mi polla en su entrada tan sólo introduje la punta mientras le daba un beso en la boca y poco a poco iba enterrando mi polla dentro de ella, poco a poco y muy suave iba entrando. Ya estaba dentro de ella. Nos dimos un beso y empecé un movimiento suave mientras no dejaba de acariciarle su cuerpo, a besarle, a decirle susurrando cosas bonitas. Estaba siendo todo bonito, con la luna como testigo. De nuestros besos de nuestros movimientos suaves y lentos, de nuestro polvo y de éste momento lleno de sexo, pasión y dulzura hasta que ambos llegamos al final y lo acabamos de un tierno beso abrazados en la arena de la playa.
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