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Bueno, aquí estoy otra vez, dispuesto a contaros mis más profundas y oscuras intimidades, espero que os gusten.
Si os gustó "Una Tarde de Placer", creo que este relato os va a encantar.
Si recordáis el final del relato anterior, tenía pensado ir a comprar un consolador, pues bien, así lo hice. Compré uno ancho en la base, todo lleno de venas y con la punta del capullo rojizo. Vamos, que éste si parecía una auténtica polla y no el supositorio de plástico verde que mi culo había tenido el placer de acomodar en sus oscuros interiores. Además era blando, con un tacto muy parecido al de mi polla. Estaba encantado con el consolador, daba la sensación de que alguien le había cortado el rabo a un actor porno y lo había empaquetado para que yo lo chupara y me lo metiera en el culo.
Lo guardé en mi mochila y encima la mochila estuvo cerca de mi mujer casi toda la tarde, no veáis que nervios. La sensación era extraña ya que me daba mal rollo que mi mujer lo pillara y me preguntará. Naturalmente le hubiese respondido: "Es un regalo para ti". Y entonces tendría que tirarlo a la basura porque a ella no le gustan esos rollos y yo me habría gastado una pasta para nada y encima ella se cabrearía de tal modo que estaría sin follar todo el mes.
Total, que al final no lo encontró. Cuando llegué a casa lo saque con disimulo de mi mochila en mi despacho y lo escondí en uno de los cajones de mi escritorio, donde ella jamás miraría. Poco después mientras ella se duchaba, lo saque de la caja, con el corazón a mil por hora y no pude hacer otra cosa que chuparlo. Sabía un poco a plástico pero era increíble, se me puso el rabo tieso de golpe, así que cogí la punta del consolador lleno de saliva y lo acerqué a la palpitante punta de mi rabo.
Joder, fue delicioso, estuve unos segundo así e incluso estuve a punto de correrme de la exitación tan grande que estaba experimentando. Pensé en el fin de semana que me esperaba y lo volví a guardar en la caja. Aquella noche le mamé a mi mujer el coño como nunca. Le comí el conejo con todos su jugos, le chupé el agujerito del culo, que según ella, no le gusta, pero bien que lo disfruta la muy zorra. Ella por su parte también trabajó lo suyo y me mamó el rabo hasta que me corrí en su boca. Durante todo el polvo no paré de pensar en ese consolador venoso entrando y saliendo de mi culo.
El resto de la semana, me medio auto-castigué sin ver el consolador, aunque cada vez que me pasaba por delante de mi despacho me daba un vuelco el estómago y un respíngo la polla.
Por fin llegó el sábado.
Mi mujer me dejaba sólo toda la mañana pues había quedado con su madre y su hermana para ir de compras al centro comercial.
Benditas sean las suegras y las cuñadas.
Aquella mañana me había levantado contento. Era fin de sábado, el día estaba buenísimo y tenía un buen plan matutino, un auténtico estreno: "Peli porno, paja y cata de consolador". Para aquella mañama, eran casi las diez había escogido, tres piezas cortas como entremés, ya sabéis, para calentar y un plato fuerte. Las piezas cortas eran extractos de pelis aún mayores.
En el primer corto, un trans se masturbaba hasta que comenzaba a salir leche de su enorme polla negra. En el segundo, una chica blanca tragaba leche de la enorme polla de un negrazo, jamás había visto tanta leche salir de una polla, a la chica se le salía de la boca a borbotones, que lástima de leche, con la de hambre que hay en el mundo. En el tercer corto, otro trans se corría en la mano y se pasaba toda la lefa por las tetas y la boca. Me encantó ver como los grumos de su semen le colgaban de los pezones y de los labios. Por fin llegó el plato fuerte, una peli de trans pero esta peli era especial. Todos los trans estaba buenos, y al final de que el afortunado chico o chica de turno se los follaran se corrían y el otro lamía la leche. Vamos finales felices para todos.
Ya os podeis imaginar que hacía yo mientras veía los cortos. Me masturbaba lentamente mientras chupaba el enorme pollón de plástico. De vez en cuando lo sacaba de la boca para que tocara mi polla o me lo pasaba por la raja del culo y luego de nuevo a la boca.
Cuando ya no pude más, escupí mucha saliva en mi mano y acto seguido me lubriqué bien el agujero del culo. Era extraño, nunca había tenido el culo tan mojado excepto cuando me duchaba. Creo que si hubiera podido hacerlo me habría chupado el culo allí mismo.
Después vino lo bueno, cuando en la peli un chico moreno, que por cierto, tenía una buena tranca, enculó a una trans preciosa, rubia con unas tetas y una polla que eran toda una delicia yo hice lo propio y me enculé con el consolador venoso.
La sensación fue fantástica, la primera vez con aquel misil verde no estuvo mal, pero era liso y sin forma. Ahora tenía una auténtica polla penetrando mi ojete. Notaba como esas venas de latex se abrían paso por mi culo. Abríendolo cada vez más y desvirgándolo como si una polla auténtica me follara. Cuando estuvo bien adentró accioné el vibrador y comencé con la faena del "meteysaca" con la mano izquierda. Mientras, con la mano derecha me hacía una paja monumental. El orgasmo no tardó en llegar. Rápidamente me saque el consolador del culo y lo chupé para coger el sabor, luego lo acerque a la punta de mi polla y me corrí poniendo la mano para recoger toda la leche. Me faltaba algo que hacer con mi lechita, así que unté el consolador y me lo volvía a meter en el culo. "Oh! que placer" como diría Javier Gurruchaga. Fantástico, estaba calentito, pero aún me faltaba algo. Probar mi leche.
No lo pensé dos veces saqué, el consolador del culo, que ahora era zona de inundaciones y lo chupé con ansias. Era tal la exitación que me volví a correr, sin tocarme. Por supuesto también me tragué esa corrida. Después de eso quedé exhausto y con el estómago lleno, la verdad es que la lefa no me sienta muy bien pero es que la lujuría puede con mi gula. Estuve así tirado en el sofá un rato, observando como el travesti se corría sobre su estómago y el chico le mamaba la leche, bueno que le aprovechara pues yo ya había tenido lo mío.
Bueno, ha llegado la hora de despedirme pero, no desfallezcáis que volveré con más historias raras. Por cierto, me gustaría saber vuestra opinión sobre mis relatos o sobre lo que queráis, escribidme.
Ya sabéis que estoy abierto a todo.
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