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Ella es una mujer increíblemente hermosa a pesar de sus 48 añitos encima, en aquel entonces yo tenía 25 años.
Carmen era rubia de piel muy clara, cutis muy cuidado y limpio, cuerpo perfecto de chichis grandes, como a mí me gustan, caderas anchas, cintura finísima y una cola espectacular!
Pues bien, yo de principio quedé impactado y comentaba con mis amigos lo bella que era; mis amigos concordaban con lo que decía.
Mi abuelo hizo su comida de cumpleaños y la invito a ir, ella se veía espectacular, yo no dejaba de mirarla, ella se dio cuenta por lo que todo estúpido hui a la cocina.
Justamente me encontraba en la cocina cuando ella entró y sorprendido sonreía y le dije “buenas noches”, ella me respondió con un “hola”.
T: ¿Tomo un ron, gustas?
C: ¡No gracias, mejor un vodka!
T: ¡Buena elección!
La noche pasaba y empezábamos a conversar, me presenté más formalmente y la saqué a bailar, cuando juntamos nuestros cuerpos, mezclados en pasos y piruetas, comencé a excitarme por la cercanía de su pecho y su pelvis, supongo que ella habría notado también el roce de mi verga que estaba a mil y quería salir a cualquier costo.
C: ¡Bailas muy bien!!
T: ¡Gracias!!
Seguimos tomando, bailando y cruzando miradas, además de toqueteos corporales.
Ya la fiesta entraba en declive y mis amigos estaban por irse, me preguntaron que si iba con ellos y les contesté que sí; pero ella inmediatamente me pidió que la acompañase y tuve que despedirme de ellos sin contar que además me convenía, ¡era noche de suerte!
Tomamos un taxi ya que la casa de mi abuelo esta por lomas y nosotros vivimos en Tlalpan así que buscamos el transporte, en el carro yo le acariciaba su sensual pierna cubierta de sus medias color carne, ella me sonreía, sabía que era mi momento de estar con ella.
Ella me frotaba la verga que aún era prisionera dentro de mi pantalón, nos detuvimos por un vodka y seguimos nuestra ruta, sobre ella había muchos rumores los cuales esa noche iba a comprobar
Subimos a su departamento y mientras yo descorchaba las botellas de vodka, ella “se ponía más cómoda”.
Me di la vuelta y mis ojos se posaron en esa figura magistral; mi pensamiento quedó bloqueado ante la despampanante visión: cabello mojado y peinado hacia atrás, ojos celestes que invitan a la locura, boca roja de pasión, y sobre su cuerpo un suave y delicado baby-doll que dejaba ver por su transparencia las más delicadas y finas formas que hasta entonces estaban ante mí.
T: ¡Guau!! ¡Que bien luces!
C: ¡Gracias!! ¿Te gusta?
T: ¡Como no tienes idea!
No me hice esperar más y cogiéndola del brazo la acerqué a mi boca para fundirnos en un desenfrenado beso, recorrí sus dientes, paladar, interior de los labios y lengua, ella me consentía con iguales movimientos y compartíamos caricias que se iniciaban en la cabeza y continuaban su recorrido por todas las zonas erógenas que nos involucraban.
Yo le tocaba todo el cuerpo y me detenía especialmente en sus senos, le pellizcaba los pezones, se los movía de arriba abajo, de izquierda a derecha, los empujaba; mi otra mano recorría sus nalgas y su hirviente pucha, jugamos un poco más y cuando ya empezábamos a desenfrenarnos, pasamos a su habitación.
Antes de dar rienda suelta a nuestros afectos, volví al living a recoger el vodka y la cajetilla de cigarros, también dos velas.
Llegué a la habitación y vi a Carmen recostada en la cama, con el lazo derecho del brasear caído, ella me instó a desvestirme y lentamente me iba quitando la camisa, me arrimé a la cama y bajé mis pantalones, me arrodillé, la besé y bajé completamente los lazos del brasear que cayó hasta el ombligo.
Ella me tumbó y comenzó a besarme, descendiendo de mi boca, pasando por mi pecho, abdomen, pelvis, terminando en mi cañón, yo estaba a full y quería someterla a mi juego, entonces bajó mis boxers y disparada como proyectil buscando blanco saltó mi herramienta, la sostuvo en su mano, hizo un movimiento de vaivén, la sacudió, la meneó de arriba abajo y se la tragó casi completamente.
T: ¡Por dios!!, agh!, uhm!!
C: ¡Uhm!! ¡Que rico sabe!!
No lo podía creer, sus labios hacían el efecto de sube y baja y su lengua me masajeaba internamente, algunos instantes sentía la profundidad de su garganta que colapsaba con su campanilla, me cachondeaba cada vez más y mis latidos se aceleraban, el pito se me hinchaba, dilataba y anunciaba el fin.
Llegó y sabiamente ella lo saboreó, lo hizo descender por sus montañas gemelas y se inundó el abdomen; yo contemplaba el espectáculo sin aún entender lo que ocurría, mi vista se mantenía en su cuerpo bañado por un jugo blanquecino que por cierto era de mi cosecha.
C: ¡Uhm!! Que rico
T: ¡Eres una fiera!
Me repuse e insinué que me lanzaba a la aventura, ella sonrió y se arqueó de espaldas; con una sonrisa más pícara me invitó a la cacería.
Comencé a besarle los pies, subí por sus piernas, esas piernas ricas que siempre me quise devorar, me fue directo de sus muslos a su concha peludita.
T: ¡Que rica concha uhm!!
C: ¡Ah!! ¡No pares, uf!!
La fascinante travesía produjo que mi vecina madura enardeciera y llegue a suplicar por ser penetrada, pero lo que ella desconocía es que me faltaba mucho camino por recorrer.
Reinicié la caminata y conduje a mi boca hasta la entrada principal de la afiebrada selva, caí entre peñascos y manantiales de placer, bebí sus fluidos y continúe devorando su veterana cuca.
Detuve mi marcha un instante para observar la actitud que Carmen ponía frente a todo esto, ella gemía y se tocaba los senos, sus ojos cerrados y sus labios pronunciaban "sigue, no te detengas".
Chorros de excitación se discurrían entre las sábanas y mi boca, tocando mi barbilla. Se produjo el primer clímax y agotada exhaló fuertemente;
C: ¡Ah!!! ¡Por dios, que rico!
Me supuse que estaba lista para la faena y terminando ya con mi exploración oral, deduje que era el turno de meterle mi gruesa y dura verga, así que lo preparé y mientras le colocaba el sombrerito, ella me detuvo y dijo que lo quería dentro y sin ningún forro alterno; me quité el condón y con calma toqué sus labios mayores, la vulva, el clítoris y sin dubitaciones ensarté a mi amiguito en lo más recóndito de aquella cueva, esto provocó que la madura comenzara a gemir, se aferró a mi espalda y empezamos el armonioso compás de una mecedora: mete y saca, mete y saca!
T: ¡Dios!! ¡Como deseaba cogerte!!
A: ¡La tienes riquísima!!
T: Esta buenísima, ¡eres mi fantasía madura!
A: ¡Métela amor, métela!!
Ella estaba echada y yo encima suyo, nuestras caderas y pelvis estaban unidas en una sola combinación, se sentía la lubricación que ella emanaba desde su fuente para permitir el gran desplazamiento de mi compañero, el mismo que afanado en el trabajo repartía estocadas que a ambos nos escalofriaban.
Estaba sujetado a ella ya que sus piernas enlazaban mi cuerpo cual llave de lucha libre y a cada movimiento de penetración, me empujaba con la fuerza de sus pies.
C: ¡Rico!! mas, mas!!
T: Tómala nena, uhm, ¡agh!
C: Que duro, uhm, ¡sabía que eras un semental!!
T: ¡Adoro tus nalgas, uhm, bebe!!
Jadeábamos, gritábamos y juntábamos nuestra piel para producir un sofocante calor corpóreo. Yo me sujetaba, cual niño de su juguete favorito, de sus tetas, las movía, las chupaba, las mordía, estrujaba, etc. y ella me pedía que la llenase con mi leche, que la partiera en mil, que la jodiese hasta el fondo y que clavase mi bandera en la cima del monte escudriñado.
A punto estaba de chorrearme cuando sentí el segundo orgasmo de ella, yo lo deseaba también, así que la puse en cuatro y comencé a embestirla salvajemente, sus grandes nalgas chocaban riquísimo en mi pelvis, le daba de nalgadas y me agachaba a besarle la espalda, ella gozaba y pedía más y más.
C: ¡Métela, agh, no pares, bebe, no pares!!
T: Me voy a venir nena uhm, ¡agh!!
Segundos después vacié el contenido de mi lecherito en la sedienta gruta de mi poseída, que por cierto lo sintió tanto que pensaba iba a inundarse, pero bien que me exprimió hasta la última gota.
Bajé mi cabeza junto a sus carnosas tetas, estaba sediento pues el esfuerzo me consumía, me separé notando la flacidez de mi pene y la extasiada mujer que reposaba en el lecho, serví el vodka, lo probé y volviendo a sentarme junto a su cuerpo derramé un chorro en su boca, en sus senos, en su abdomen, hasta su ingle.
Pasé a lamer y relamer todo ese néctar esparcido por su cuerpo, ella deliraba de excitación y empezaba a contagiarme pues sentía nuevamente el crecer de mi pene.
Decidí probar el oculto sitio de las mujeres y que tanto las hace enloquecer cuando las tocas, la preparé, le di una vuelta y empezando a jugar con mis dedos, empezaba a lubricar su ano.
Mientras besaba su cuello y espalda, mis manos ensayaban caricias muy íntimas, primero un dedo se sumergió en su vagina y hurgueteó todo lo profundo, después probé dos y llegué a introducirle tres; hice un doblete cuando metí uno en su vagina y otro en su ano, ese instante se balanceó muy desordenadamente y me suplicó que la penetrase por atrás.
C: ¡Ya!! Métemela, uhm!!
T: ¡Que caliente eres nena!
La posición fue de cuatro apoyos y sin mayores recaudos acerqué el instrumento para clavarlo como si fuese el clavo principal que atraviesa la madera de una importante construcción.
Le abrí las nalgas, y comencé a penetrarla suave, ella lanzaba gemidos y se contraía un poco, lo que resolví dándole un tremendo par de nalgadas.
C: ¡No tan fuerte!!
T: ¡Déjate llevar nena!
Mi verga entraba y entraba, su ano se abría y devoraba a mi amigo, comencé a moverme fuerte, apoyándome de sus carnosas caderas me empujaba dándole un mete y saca que la tenía en el cielo jadeando como toda una perra.
C: ¡Ah!! Me duele, pero no la saques, métela más, métela amor, cógeme, agh, que rica verga, ¡agh!!
T: Tómala toda, que rico culito, uhm, tómala nena, gózala, aquí está tu animal, abre su cueva, ¡recíbela enterita!!
Continúe penetrándole su rico culo, ese culo maduró que talvez en el pasado fue abierto muchas veces, pero ahora me pertenecía, mis embestidas eran tan fuertes que al tumbe boca abajo en la cama y mientras ella mordía su almohada yo continuaba perforando su divino tesoro anal.
C: ¡Tyson!!! ¡Que rico, agh, ah!!!
T: Por dios, ¡eres la mejor!!
Y llegó el momento de la rendición, entonces se escucharon los susurros y gritos de rendición, yo alcancé a vaciar todo mi veneno dentro de aquella trinchera y fui bajando la intensidad del meneo hasta tendernos extenuados sobre el lecho de amor.
T: ¡Dios!! ¡Me dejaste seco amor!
C: ¡Agh!! ¡Jamás me había entrado una como la tuya!!
Nos acomodamos de costado, ella delante de mí, sujetó mi pene y lo reposó entre sus nalgas, encendió dos cigarrillos, me pasó uno, bebimos el resto del vodka que quedaba, apagamos los puchos y abrazados dormimos.
Al promediar las ocho de la mañana me despertó para que me vaya pues sus hijas estaban por llegar; pero quedamos de hablar por teléfono para concertar otra cita.
C: ¡Muchas gracias por la noche!!
T: ¡Espero se repita más veces!!
C: Ojalá podamos, cuídate.
Me vestí, la besé y salí de su casa, cuando llegué a mi casa marqué su número de teléfono y decidimos volvernos a ver esa misma noche.
Me la anduve cogiendo un buen rato, Carmen era tan caliente y sabrosa que se volvió una adicción para mí, pero tristemente se mudó a otra ciudad por lo que hoy solo recuerdo mi verga en su rico culo.
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