UNA TARDE UN POCO LOCA
Hola, me llamo Marta, vivo en una ciudad de Galicia, tengo 44 años y estoy divorciada, esta historia me sucedió en el mes de abril del presente año, vivo en un piso muy pequeño, pues vivo sola, trabajo de enfermera en un hospital y tengo una vida un poco ordenada.
Cuando me encuentro en mi casa, suelo andar muy cómoda, o bien en camisón o bien en combinación, suelo usar ropa interior de color blanco, para que no se note debajo de mi uniforme de enfermera, y al llegar a casa me gusta andar muy cómoda.
Un vecino mío soltero, un chico de unos 23 años, vino una tarde a mi casa, pues quería ponerse una inyección, se había cortado pescando y quería que le inyectara una antitetánica.
Me encontraba con una mini combinación de color blanco y le abrí la puerta de esta guisa, me puse una bata por encima y le mande pasar, estuvimos hablando, y le inyecte el medicamento, al cabo de un rato se sentó a mi lado y sus manos comenzaron a tocar levemente mis pechos, no tuve fuerza para decirle que no, al poco tiempo me había quitado la bata, estaba tumbada en la alfombra con la piernas abiertas, y su lengua recorriendo el interior de mi vagina, cada movimiento de su lengua, me hacia aumentar la temperatura y la calentura, tenia la sensación de que iba a perder el sentido, pues el muy condenado sabia trabajar muy bien mi vagina con su preciosa lengua, al cabo de un rato se desnudo por completo y yo ya estaba sentada en un sofá, se coloco delante de mi y empozo a cascarse una paja, a escasos centímetros de mi nariz, su mano subía y bajaba por aquel pene de unos 16 centímetros con una velocidad asombrosa y gemía a cada movimiento, no lo pude resistir, lo tome por la caderas y me trague aquel pene totalmente, comencé de esta forma a aplicarle una suave mamada, sus manos me agarraron la cabeza y me apretaban contra el y de su boca salían una palabras muy delicadas y muy animosas. Me decía. “sigue así cariño, lo haces muy bien, sigue cariño,” así estuvimos un buen rato, quito sus pene de mi boca me cogió en el colo y me llevo a mi cama, no soy muy grande mido 160 centímetros y peso 55 kilos, me quito el sujetar y me chupo los senos todo lo que quiso al tiempo que mis dedos me acariciaba yo mismo mi vagina, después se coloco en posición y realizamos un 69 que duro aproximadamente unos 25 minutos, me inundo de placer con un orgasmo que me provoco y mi boca la lleno de mucho semen, salado y calentito.
Después de unos minutos de reposo se coloco encima de mi pobre cuerpo, me subió la combinación hasta la cintura y de dos golpes me penetro, sentí como una barra de hierro se apoderaba de mi interior, como se movía en mi interior aquella barra de carne que cada vez me producía mas y mas placer, se movía como un poseso, a toda velocidad, su juventud se hacia notar, mis manos en su culo hacían todo lo posible, para que en cada bajada la metiese mas adentro, así aproximadamente unos 20 minutos hasta que me volvió a invadir un fuerte orgasmo, que me dejo casi con una perdida del sentido y con la vagina inundada de un liquido blanquecino y calentito.
Después de unos quince minutos y dos cigarrillos el joven seguía empalmado y la verdad que yo con lo agradecida que estaba no quería que padeciese este efecto por mas tiempo, después de decirle que por el culito nada de nada, decidimos volver a echar otro polvete, me desnudo por completo, se coloco por debajo y me penetre yo misma. Hicimos el amor muy despacio, muy lentamente, con movimientos muy lentos, mordiendo lentamente sus lóbulos de las orejas y diciéndonos cosas muy agradables al oído, así de esta manera hemos estado mas de 30 minutos, sudamos a mares, pero controlamos nuestros movimientos de forma acompasada pero lentos, otro orgasmo, pero mas agrande que los anteriores, de estaba vez la cantidad de liquido que me eyaculo en mi interior fue mas pequeña, pero muy gustosa. Ni que decir tiene que aquella noche cuando el se fue, me quedo la vagina muy escocida, pero le perdone por lo bien que me lo hizo pasar.
Desde hace algún tiempo, no viene a ponerse inyecciones, un par de veces por la semana sube a mi casa a ponerme a mi sus sabrosas inyecciones, que cada vez me sienta mejor, y siempre lo recibo estrenado algo de lencería nueva, que a el le encanta y a mi me gusta que me inyecte con su jeringuilla todo el medicamento que tiene guardado.
Helena96@ozu.es
Esta bueno tu relato Helena, pero no niegues tu culito, que te estas perdiendo lo mejor.