Charles era un joven londinense de 18 años que provenía de una familia acomodada. Su padre era un eminente abogado y su madre, una linda azafata de congresos.

Su gran pasión era el baloncesto, jugaba en el equipo del London y aquella tarde iba a suceder algo maravilloso en su vida. Habían ganado una bonita final contra el Liverpool (los nombres de los equipos no importan)

Charles, era un niño especialmente tímido, reservado de piel clara y muy sensible. Y, aunque un poco cansado, aceptó festejar el triunfo de su deporte favorito.

Decidieron celebrarlo en el Hart's, (un bar donde frecuentaba todo tipo de gente, desde heterosexuales, gays, mujeres solas, etc), ya que era un tipo de bar de esos módicos de precio y buen ambiente musical.

Hay que decir que todo el equipo estaba bastante contento, y se tomaban sus cubalibres, cuando sonaba en el salón una música lenta y muy bailable. Una mano suave tocó la espalda de Charles, invitándole a bailar. Era un joven, moreno de ojos marrones, muy apuesto. Charles se quedó petrificado al principio. Pero los amigos le insinuaron que no se atrevía y entre burlas casi le obligaron a bailar con él.

Charles, por morbo, quizás porque no le llamaran cobarde, o por razones que ni él mismo imaginaba, aceptó ese baile. Y los dos se dirigieron hacia el rincón más oscuro del saloncito. El otro chico dijo llamarse Silvio y tener 21 años, mientras acariciaba la espalda de Charles, y éste en vez de apartarse, se pegó más a su nuevo amigo. De los dos salían besos y zalamerías, que nunca hubiera podido haber hecho Charles, estando en su estado consciente.

Se excusaron y subieron al piso de arriba, a los privados. Allí, era donde parejas de todo tipo se entregaban al amor entre butacas o especies de divanes.

Silvio y Charles pidieron una llave y entraron en un pequeño cuarto, en el medio había un sofá cama de terciopelo azul claro.

Charles estaba muy alterado y se abandonó a los brazos de su "amante". Éste le besaba y le acariciaba, y poco a poco le fue desnudando y se fue desnudándose él. Se sentó en aquel diván y con el pene erecto consiguió que Charles se sentara en el suelo y puso su miembro en la boca de su amigo. Le acariciaba el pelo y la cara, y de un movimiento le puso a cuatro patas sobre el diván. Acariciándole metió su miembro bien erecto en el culo a Charles. Al principio salió un gemido de placer y de dolor.

Nadie le había introducido nada ahí, y menos aquel miembro frondoso de 22 cms., Charles se desmayó casi de gusto y los dos acabaron encima el uno del otro, postura perro.

Aquella noche fue la primera noche en que Charles comprendió el porqué cuando le hablaban de alguna chica subida de tono, o cuando veía alguna, no parecía darle mucha importancia.

Y también aquella noche fue el principio de un amor, aunque distinto para la sociedad, de un amor maravilloso y respetable. Y de una convivencia entre él y su ya amante Silvio.