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Volvía de la universidad distraído por el camino de piedra que lleva a mi casa. Mi casa está situada a las afueras de la ciudad y no tenemos vecinos cercanos. Cuando entré fui a la cocina y encontré a mi madre preparando la comida. Dejé la mochila en el suelo y me senté en uno de los taburetes que hay junto a la encimera. Al girarse y ver mi cara de tristeza me pregunto:
—Álvaro ¿Qué te pasa corazón?
Siempre he tenido confianza con mi madre y se lo contaba todo:
—Me ha dejado Beatriz -la tristeza iba inundando mis ojos de lágrimas y cortando mi voz- dice que no soy lo que busca.
—Oh cielo lo siento mucho -dijo dándome un abrazo. Los abrazos de mi madre son muy calientes y reconfortantes- ¿te sientes mejor?
—Si, ya está. Es solo que nunca consigo que mis relaciones cuajen. Quiero tener un amor tan bonito como el tuyo con papá.
—Algún día encontraras a alguien que realmente te quiera y no sea una guarra como Beatriz.
—Ojalá -me doy cuenta de que no hay nadie más en la cocina- ¿dónde está el resto?
—Tu padre no vendrá a comer por el trabajo. Roció ha salido con sus amigas, Nico se está duchando y Mery no tardara en llegar.
—Vale -recojo la mochila del suelo y le doy un beso en la mejilla a mi madre que vuelve a ocuparse de la comida- voy a mi cuarto.
Salgo de la cocina y subo las escaleras. En medio, colgado de la pared, hay un retrato familiar de los seis. En casa vivimos mis padres, Mi hermana mayor de 24 años, mi hermano pequeño de 18, mi hermana melliza y yo, ambos con 20 años. Los seis salimos sonrientes en esa foto que siempre me gusta mirar cuando estoy triste.
Dejo la mochila en mi cuarto y me tiro en la cama. Al rato oigo como se cierra la puerta de la calle y dos minutos más tarde unos pasos que van corriendo suben las escaleras e irrumpen en mi habitación. Levanto la cabeza y en la puerta veo a Mery, mi hermana melliza, con cara de preocupación y furia. Se acerca y se sienta en la silla de mi escritorio sin decirme ni una palabra. Sé que mi madre se lo ha contado y está esperando que yo se lo cuente. Cojo aire y empiezo. Mientras se lo voy contando ella no dice ni una palabra, solo veo como su expresión va cambiando a la furia amas extrema. A parte de mi madre, la otra persona con la que tengo más confianza es con Mery. Desde que nacimos siempre hemos estado juntos, lo hacíamos todo juntos, estudiábamos juntos, salíamos de fiesta juntos, jugábamos juntos, etc.
Al acabar noto sus ojos fijos en mí. Antes de que pueda reaccionar se abalanza sobre mí y me rodea fuertemente con sus brazos:
—Que pedazo de puta -dice gritando- la próxima vez que la vea le pienso arrancar el pelo.
—Ya no importa -le digo para intentar tranquilizarla- lo superare.
—Es que me da mucha rabia. Bueno lo importante es que tu estés bien.
—Gracias.
Al mirarnos ambos nos empezamos a reír:
—Bueno por lo menos la has follado, eso que ganas.
—Que va, era una estrecha, a lo máximo que llego fue al sexo oral, y lo hacía fatal. Casi ni me corrí.
—Yo ya hace casi un año que no follo -dice mi hermana levantándose de la cama.
—Lo sé -digo pícaramente- oigo los gemidos de tu habitación cuando te masturbas.
—Idiota -me da un golpe en el hombro- yo no me masturbo. Los gemidos son de nuestro hermano pequeño, que el pobre sigue virgen.
—Bueno, acaba de cumplir 18, yo a esa edad perdí la virginidad -le digo también levantándome.
—Y yo -me responde- y creo que nuestra hermana también.
—Que va. La perdió antes. Ella siempre ha sido más liberal que nosotros.
Nuestra madre empezó a llamarnos para que fuésemos a comer. Cuando pasamos por la puerta del baño oímos unos pequeños gemidos y nos reímos. Mientras bajaba las escaleras notaba como mi polla, a causa de la conversación con mi hermana y los gemidos de mi hermano, había empezado a crecer. Durante la comida intenté disimular mi erección lo mejor que pude y luego me hice una paja en mi habitación.
Por la tarde mis padres nos reunieron a todos en el salón. Nos dijeron que iban a salir esa noche y que no volverían hasta el día siguiente. Roció dijo que se iba a pasar la noche en casa de su amiga para terminar un trabajo y Nico se iba a casa de su amigo a jugar al nuevo videojuego y no volvería hasta por la mañana. Por lo tanto, solo nos quedaríamos Mery y yo.
Todos se fueron y le dije a mi hermana que iría a dar una vuelta con Javi, mi mejor amigo, y que volvería por la noche. Cuando estaba a punto de coger el autobús me suena el móvil:
—¿Alvaro? ¿Estas viniendo ya? -me pregunta mi amigo.
—Estoy en la parada del autobús a punto de cogerlo.
—Pues no lo cojas. Es que he ligado con una chica en la biblioteca y me la llevo a casa para…que me enseñe, ya me entiendes. Lo siento ya te lo compensare.
Antes de que pudiese contestarle me cuelga. Mi amigo Javi siempre ha ligado un montón desde que le conocí en el instituto. Ahora, al igual que yo tiene 20 años, y se ha follado por lo menos a 16 mujeres distintas que yo sepa.
Mientras regreso a casa empieza a llover. Voy corriendo todo lo rápido que puedo, cuando meto el pie en un bache y me caigo. Me hago unas pequeñas heridas en las palmas de las manos y en las rodillas. Llego a casa y veo las luces apagadas. Supuse que mi hermana también habría salido. Subo las escaleras para darme una ducha y quitarme el barro. Cuando abro la puerta del baño me encuentro a mi melliza desnuda. Durante unos segundos ambos nos quedamos petrificados. Mi hermana coge la toalla y se envuelve con ella:
—No sabes llamar -dice furiosa.
—Lo… lo siento, pensé que estaba solo.
—¿Qué te ha pasado?
—Me he caído.
Se acerca a mí y me examina las heridas de las manos y ve repara en que estoy empapado y lleno de barro.
—Bueno dejo que te duches tranquila.
—Espera -dice mientras me coge la mano para que no salga- puedes ducharte conmigo.
—No es necesario.
—Que si, a ver si te vas a constipar.
Se quita la toalla y se mete en la ducha. Mientras me voy desvistiendo me fijo en el cuerpo de mi hermana. No nos duchábamos juntos desde que entramos en el instituto. Ambos tenemos el cuerpo alto y delgado, los ojos los tenemos verdes y el pelo moreno. Yo siempre lo llevo corto y a ella le llega por los hombros. Sus pechos son medianos y con los pezones rosados. Mi hermana mayor y mi madre tienen los pechos más grandes y sé que eso siempre le ha molestado a mi melliza. Finalmente me fijo en su coño, con una fina línea de pelos.
Se gira y ve que no me quito los calzoncillos así que se me acerca y en un acto de sorpresa me los quita ella antes de que pueda detenerla. Mi polla salta erecta de mis calzoncillos. Mi hermana sorprendida retrocede un paso. Yo me la intento ocultar, pero es imposible, la tengo dura como una roca:
—No pasa nada -me dice- es normal que te pongas cachondo al ver este cuerpazo.
—Perdona no sé lo que me pasa.
—Déjalo. Vamos a ducharnos.
Se mete en la ducha y enciende el agua. Empieza a correr por todo su cuerpo y eso hace que me excite más aún:
—Vamos -me dice mientras coge la esponja- te vas a enfriar.
Le hago caso y me meto con ella en la ducha. Nuestra ducha en amplia y tenemos un banco al fondo. Mientras mi hermana se enjabona yo me meto bajo la ducha e intento pensar en otra cosa; pero ver como se pasa la esponja por sus pechos, por su coño, por sus piernas no me ayuda.
—Alvaro, me enjabonas la espalda que no llego.
Me tiende la esponja y empiezo a enjabonarla lentamente, recorriendo cada centímetro de piel, pero alejado un poco de ella. Le recorro la espalda bajando y subiendo hasta llegar a la parte que se junta con su culo. Cuando ya voy a terminar da un paso para atrás y la cabeza de mi polla toca sus nalgas. Eso hace que se me caiga la esponja. Se gira y ambos miramos hacia abajo sin saber cómo reaccionar. Al final es ella la que se agacha y la recoge. Veo como su mirada se posa en mi polla, erecta de 18 cm y con pelo coronándola. Se incorpora lentamente con la esponja en la mano y se acerca a mí. Nuestros cuerpos acaban juntos. Sus tetas están pegadas a mi pecho, su vientre roza el mío y mi polla se ha colado entre las piernas de mi hermana mientras noto el calor que sale de su coño. Tira la esponja al suelo mientras me mira a los ojos y, lentamente posa sus labios sobre los míos. Me sorprendí en un primer momento, pero deje que mi cuerpo tomase el control y respondí a ese beso. Nuestras lenguas empezaron a juguetear mientras la saliva fluía de nuestras bocas. Fue el beso más excitante que me había dado.
Cuando nos separamos recupere el aliento:
—A sido fantástico –le dije apoyándome en la pared.
—¿Te ha gustado?
—Sí, pero, esto es incesto, no podemos hacerlo.
—Ya. Pero no puedo aguantarme las ganas que tengo de follarte. Mira mi coño esta mojado y no es por la ducha -pasa su mano por su coño y lame sus dedos- y veo que tu polla dice lo mismo
Se vuelve a acercar y me muerde el labio lascivamente, luego baja por mi cuello, por mi pecho parando en mis pezones, recorre con su lengua mis abdominales no muy marcados y al final llega al premio. Con su mano empieza a masajeármela lentamente. Siento como una electricidad recorre mi cuerpo. Empieza a chuparme la cabeza de mi palpitante polla y, poco a poco, se la va metiendo en la boca. Su cabeza va moviéndose a un ritmo suave mientras sus manos masajean mis huevos menos peludos. Su ritmo va aumentando a medida que mis gemidos también lo hacen. Estoy a punto de explotar:
—Mery ahh estoy a punto de venirme -digo entre jadeos- ya se acerca.
Mi hermana en lugar de sacársela de la boca veo que aumenta más el ritmo. Ya no aguanto más, la agarro por la nuca y me empiezo a correr en su boca.
Mis piernas me fallan y caído exhausto de rodillas en la ducha junto a mi hermana. La miro recuperándome como se traga mi fuerte corrida mientras unos hilillos de semen se le escapan por la comisura de su boca:
—A sido…fascinante.
—Gracias -se limpia y se sienta en el banco- ahora es mi turno ¿no crees?
Cuando se sienta abre las piernas y puedo ver su precioso coño húmedo. No puedo resistir la tentación y gateo hasta él. Un olor sale de él que me atare más. Le lanzo una mirada deseosa a mi hermana y empiezo a lamer su coño. Mi lengua va recorriendo sus labios vaginales mientras absorbo sus fluidos deleitándome con su sabor. También empiezo a juguetear con su clítoris. Sus piernas se convulsionan. Su mano estruja uno de sus pechos y con la otra sujetaba mi cabeza. introduje mi lengua en la entrada de su vagina y estuve un buen rato chupando y succionando, luego me centre en su clítoris y lo estuve acariciando con mi lengua. Está en éxtasis. Mi polla volvió a alcanzar su máxima excitación y notaba como palpitaba contra mi estómago. Con los jugos que iban derramándose unte uno de mis dedos. Cuando ya estaba bien lubricado lo fui metiendo lentamente. Me rodeo el cuello con sus muslos. Mi hermana no paraba de jadear y de gritar mientras mi dedo recorría su coño. A continuación, le metí dos dedos y mi lengua jugaba con su clítoris. Así estuve un buen rato. de vez en cuando dejaba de frotar su clítoris con mi lengua y me metía los dedos en la boca para saborear los fluidos vaginales. Aumente la velocidad de mi lengua y de mis dedos:
—Dios hermano ahh ¿dónde has aprendido todo esto? -me agarra más fuerte del pelo- me voy a correr.
No me dio tiempo a reaccionar y con un fuerte orgasmo mi hermana se corrió en mi cara. Ambos nos sentamos en el suelo de la ducha mientras nos caía el agua. Estábamos sudorosos, cansados. Nos miramos y nos besamos más apasionadamente que antes. Su beso tenía un sabor más salado, pero me seguía gustando:
—Quiero hacerlo contigo hermana -le dije al oído mientras pasaba mi lengua por su oreja.
—Yo también lo deseo. Ahora mismo.
La tumbe boca arriba en el suelo y volví a abrirle las piernas. Veía como su coño me imploraba que metiese la polla, algo que mi polla también deseaba:
—¿Debería coger un condón?
—No, quiero disfrutar al máximo de mi hermano mellizo -me dijo sonriendo.
—Y lo harás.
Con todo lo mojada que estaba fue fácil penetrarla. Quería disfrutar de ese momento. Lo iba metiendo poco a poco. Primero el glande y a continuación cada uno de los centímetros de mi miembro hasta que entro por completo en el coño de mi hermana. Nos quedamos unos segundos sin movernos, mirándonos con lujuria. Cuando note que estaba preparada inicie el movimiento de caderas. Veía como lentamente salía mi polla y volvía a meterse mientras mi hermana gemía del placer. Con cada uno de sus gemidos iba aumentando mi ritmo. Sus piernas rodearon mis cinturas para que, con cada embestida la metiese más adentro. Mis huevos chocaban con su culo y sus pechos se agitaban por el frenesí del sexo. Estaba en una nube.
Mis rodillas empezaron a dolerme por estar en el suelo así que, con toda la fuerza que pude reunir, la rodeé con mis brazos, la levante sin sacársela y me senté en el banco. Como premio a mi esfuerzo me dio un beso con lengua. Ahora era ella la que llevaba el ritmo. Empezó a cabalgarme la polla como si fuese su adicción. Mientras tanto jugueteaba con sus pezones mordiéndolos delicadamente mientras sus dedos se clavaban en mi espalda. Nuestros gemidos eran incontrolables. Es una suerte de que no tengamos vecinos cerca.
Cuando estaba a punto de correrme hice que parara, nos levantamos los dos y la empotre contra la mampara de cristal, ahora cubierta por el vaho del agua caliente y de nuestro ímpetu sexual. Sus pechos rozaban el cristal. La agarré por la cintura y seguí penetrándola ahora con más fuerza. Quería que esta follada no acabase nunca pero no podía aguantar más:
—Mery, se acerca ahh -le dije mientras la acercaba a mí y le besaba el cuello- me voy a correr.
—Yo tampoco aguanto -coge una de mis manos y lo lleva a su coño- haz que tenga el mejor orgasmo de mi vida.
Con mi mano empecé a estimularle el clítoris a toda velocidad mientras mi polla entraba y salía de su coño y mi lengua buscaba la suya desesperadamente. Mientras ella apoyaba una mano en la mampara para no caernos y con la otra recorría todo su cuerpo parando especialmente en sus pezones:
—Mery ahhh me corrooooo
—Yo tambieeeeen ahhh. Dámelo todooo.
—Ya salee
—Llena mi coño con tu leche hermanooo
—Hermanaaa
Todos nuestros músculos se convulsionaron en fuertes espasmos mientras mi semen salía disparado llenando su coño con grandes descargas. Ambos caímos al suelo derrotados por el cansancio. Me tumbe boca arriba y deje que el agua caliente que aun salía de la ducha cállese por mi cuerpo. Mery estaba a mi lado igual que yo. De pronto oímos un ruido que nos puso nerviosos. Mi hermana se levantó, salió por la puerta al pasillo desnuda y en dos minutos regreso negando con la cabeza. Al parecer se habría cerrado alguna puerta con la corriente, pero la casa seguía vacía a excepción de nosotros dos.
Volvió a entrar en la ducha y se dirigió al banco. Veía como mi semen iba goteando de su coño y caía al suelo.
—A sido -dijo recuperando el aliento- el mejor polvo de mi vida.
—El mío también.
El silencio recorría el baño a excepción del ruido del agua cayendo. Al final tome aire y le pregunte:
—Somos hermanos y no podemos follar. Pero no quiero dejar de hacerlo.
—Yo también quiero seguir follando contigo.
—Tendremos que mantener esta relación en secreto. Como se enteren papa y mama nos mataran.
—Si, tendremos que tener cuidado. Me fastidia mucho que por el hecho de ser familia no podamos tener una relación; como si fuese menos sana que otro tipo de relaciones.
—Eso suena a lo que diría nuestra hermana mayor si le gustase el incesto.
—Es verdad. Bueno, todavía tenemos toda la noche para…disfrutar antes de que vuelvan a casa.
—Eso estaba pensando, pero esta vez lo hacemos en una cama, tengo todo el cuerpo destrozado y estoy arrugado.
Nos empezamos a reír. Luego la miro a los ojos:
—Te quiero Mery
—Yo también te quiero Alvaro.
Nos dimos otro beso. Un beso que significaba el inicio de una nueva vida para nosotros y que ocultaba un gran secreto.
Continuará…
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