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EL DESPERFECTO MECANICO
El viaje salió con demora de unos veinte minutos. El ómnibus iba casi repleto con destino a Capital.
Iba en un asiento solo. Se escuchaba un rumor lejano de voces que hablaban entre si. Luego se fueron agotando al caer la tarde.
Aun el sol estaba arriba. De pronto el bus se detiene abruptamente. Nadie sabe que pasa. Bajan los choferes. Uno de ellos enciende un cigarrillo y hablan entre ellos. No se escuchan sus voces, solo se ven además.
__¿Qué habrá pasado?___ pregunta el hombre que estaba dos asientos adelante del mío. Es un hombre maduro entrado en canas. Alto.
__¡Tal vez se rompió algo!__ digo por decir algo.
Al momento sube un chofer y nos comunica que deberemos acercarnos a la ciudad mas próxima, unos cinco kilo0metros. Allí deberemos espera otro bus.
__¡Roguemos llegar!!__ comenta una mujer rubia entrada en años.
Llegamos a la ciudad, que por otra parte no conocía. Siempre había pasado por la ruta, pero nunca había entrado. Bajamos en una especie de hostería.
Fuimos entrando de a uno por la puerta no demasiado ancha.
__¡Por favor señores!_- grito uno de los choferes
__¡Señores!__ dijo el otro un poco mas suave__ Nos informan de la central que ya han puesto en marcha el plan para que esperemos lo menos posible…__ todos nos mirábamos sorprendidos. Nunca me había pasado eso en los años, pocos, que tenia en la ruta.
Llame por teléfono a la empresa para decirle que estaría demorado y no sabía cuanto. Me acerque a la barra de la posada.
__¿Para comer?¿Algún lugar?
__Tenemos un pequeño comedor. En unas horas servimos a muy buen precio
__Bueno gracias__ dije resignado.
__Bueno a ver, a ver, escuchen, los asientos …__ empezó a enumerar el chofer. Era para designarnos una habitación de la que se haría cargo la empresa de ómnibus por supuesto.
Me toco con el maduro y un chico jovencito. Entramos a la habitación confortable. Cómoda.
__Yo me quedo en la cama grande…__ dijo sonriente el maduro
__Me quedo en la chica__ dije yo
__Parece que tendré que acostarme en la de doble plaza__ resignado sonó el joven. Todos nos reímos contentos. Nada me preocupaba en realidad. Parecía gente buena. Sin mucha historia. Como diría de cabeza abierta.
El maduro se presentó como Jacinto y el joven como Richard. Nos dimos la mano como caballeros. Busqué un whiskycito del refrigerador y comencé a beberlo. Jacinto dijo que se iba a duchar, estaba cansado. Richard salió del cuarto para hablar por teléfono y daría una vuelta.
Encendí el televisor y me puse a ver un partido. Jacinto salió envuelto en una toalla grande. Se notaban sus músculos aún duros y firmes. Yo miraba de reojo. Así como estaba se metió en la cama. Desnudo.
__Me gusta dormir así…__ dijo como aclarando
__Por mi está bien…hay que ver que opina Richard…
__Nada, que va a opinar…__ me levante de la cama y coloque el biombo que había en un rincón
__¡Ah! eres tímido__ sentenció Jacinto
__No es eso, quiero un poco de intimidad si no te molesta…
__Claro que no, es un país libre
__Al menos eso dicen
__Aunque a veces no te lo hagan sentir__ dijo y soltó una carcajada que acompañe porque pensaba lo mismo. En eso entró al cuarto Richard. Se dirigió al baño. Estuvo un rato allí.
Al rato nos fuimos a comer algo. Cuando nos avisaron que la comida estaba lista. Luego de comer me fui un cigarro tranquilo. Jacinto y Richard quedaron charlando y bebiendo en la mesa. Luego de eso, aún no había ninguna novedad del otro coche que debía llegar. Supuse que pasaríamos la noche allí, en aquel lugar.
Las primeras luces de la noche aparecían a través del enorme ventanal del cuarto. La luz pequeña y tenue del velador de la mesita de Jacinto, apenas alumbraba un poco mas. Salió Richard con un pijama colocado. Un pijama colorido. Me hundí en la cama. estaba un poco cansado por todo el trajín.
__¿No hubo novedad del ómnibus?__ preguntó Jacinto
__Nada que yo sepa…__ le contesté entre dormido ya. Luego el silencio y la oscuridad.
No sé la hora que era. Escuché como si viniera de otro lugar unos gemidos, susurros, ruidos de sábanas. Movimientos. Observé. Mis ojos se acostumbraron a la luz nocturna. Había una luna llena tan grande que al rato veía las figuras, claramente.
Jacinto de espaldas. El mástil erguido. Richard agachándose sobre ella y metiéndola en la boca. Jacinto gemía.
__¡Oh, pequeño glotón, te gusta comerla, ahhh si si, come, come!!!__ susurraba desatado el hombre maduro. Mis ojos se agrandaban y mi pija también empezó a tomar dureza. Tanta como la de Jacinto.
La boquita de Richard se regodeaba con las bolas del hombre que se retorcía de placer.
Agudizaba mi mirada. Podía ver las figuras. Las palpaba. Aquellos dos eran unos desvergonzados. Calentones. Alzados. Lo peor es que sacaban lo peor de mi. Mi calentura hacía que aferrara mi verga al compás de las chupadas ruidosas ahora de Richard sobre aquella poronga. El joven acariciaba y meneaba con sus manos aquella estaca. Se notaba dura. Fibrosa. Jugosa. Fuerte. El joven engullía la víbora. Jacinto meneaba la cabeza de un lado a otro. Yo apenas me movía y guardaba mi respiración, para que no se notara que estaba tan caliente como ellos.
La lengua de Richard pasaba a lo largo de aquella poronga. Le daba besitos a la cabeza brillante. Volvía a comerla sin saciarse. Mis huevos iban a explotar de aquella loca calentura que me envolvía.
Comencé a pensar seriamente en intervenir. Dudaba.
__¡Hummmm que rica verga papi!!__ recitaba despacio, pero claramente, Richard.
__¡Es toda tuya!__ le replica Jacinto y mi calentura está a tope. Hundo mi dedo en mi hoyito. Mi verga se tensa un poco más. Veo que las caricias de Richard se topan con el pecho de el hombre maduro. Pellizca las tetillas. Jacinto rebuzna. Mueve sus piernas, como pataleando. Sacudiéndose como rama. La boca del muchacho se va corriendo. Sus manos siguen en el garrote firme del macho. Ahora y luego, alternativamente, estruja las bolas, vuelve al mástil. Mete su lengua en el ombligo y ya llega a las tetillas. Mueve la lengua. La electricidad sacude los nervios del hombre. Muerde el cuello. Pasa la lengua y llega a la boca. Se trenzan fundiéndose. Las bocas juegan, la saliva fluye por las comisuras. Se chupan descaradamente. Se lamen. Se muerden calientes. Deseosos. Alcanzo a ver que una mano de Jacinto se posa y aprieta las nalgas del joven Richard. Luego unos dedos buscan y buscan el ojete. Entran, pasean por el lugar que se abre, como mi anillo en el que pierdo dos dedos. Me abro, como se abre Richard.
La mano de Richard no suelta la espada firme del hombre. La masajea suavemente.
__¡Oh cachorro, quieres verga!!!
__¡Si papito quiero que me penetres…!!!__ no aguanto mas. Aparezco en el lugar de los hechos.
__¿Ustedes creen que uno es de fierro?__ pregunto sacado
__¡Tardaste demasiado!__ dice entre gemidos Jacinto. Me agacho sobre la vergota del hombre y la meto en mi boca. Chupo. Richard besa la boca del hombre que suspira ardiente y enloquecido.
__¡Ahhh querido que boca ahhh!!!__ dice entre gemidos el hombre, vuelve a besarse con el joven. Luego de un momento giro mi cuerpo desnudo y coloco mi culo sobre la cara de Jacinto. La lengua de este me horada el ojete. Lo llena de caricias y saliva. Se abre un poco más. Richard mete un dedos y luego otro jugando allí y haciéndome retorcer de placer.
Me coloco a horcajadas de Jacinto. Richard tendrá que esperar a gozar de aquella poronga que entra despacio en mi culito. Me muevo apenas. Penetra. Taladra. Lloriqueo un poco de gozo. Richard mete su lengua en mi boca y ahora acaricia mi verga tensa y rocosa. El macho se regodea con mi culito. Lo ensarta por completo. Lo llena de carne sabrosa. Cabalgo. Muevo mis caderas. Enloquece Jacinto. Muerdo sus labios agachándome hasta el.
__¡Que perra eres!!
__¿Te gusta?
__¡¡Si ustedes dos son hermosos cachorros!!__ alcanza a decir antes de que Richard meta la verga en su boca. Jacinto chupa. Mama. El joven se retuerce. Con mi mano alcanzo sus bolas y juego con ellas. El chico está a punto de explotar. Las acarició.
__¡Ohh no aguanto, no aguanto!!
__¡Lárgala, déjala ir anda, si si!!__ lo alienta Jacinto. Mama duramente, la verga se inflama. Richard detiene un instante su respiración y a borbotones su semen comienza a saltar. La lengua de Jacinto la recoge. Yo salto casi sobre aquel macho que sigue tragando y cogiendo mi culito. Muerdo los labios de Richard que vuelve a tomar aire y a cobrar vida.
Luego le hago una seña para que ponga su arito en la boca del hombre que acaba de tomar su leche. Se abre de piernas y Jacinto devora con la lengua el culito joven. Lo lame pacientemente. Richard se retuerce sobre esa lengua. Lo besa. Brama de placer. La verga del chico no decae por completo. Estamos enfrentados y nos confundimos en abrazador beso.
__¡Ahhh me van a matar de placer, mancebos alzados, putitas!!!__ vuelve a chupar el ojete de Richard que explota de pasión. Gruñe Jacinto y yo salgo de la cabalgata, quiero verlo cogerse a Richard, dirijo al chico al borde de la cama.
__¡Ponte de pie, machote!!__ le pido al hombre y su vergaza salta de un lado a otro húmeda y babeante. Richard pone el culo en pompa.
__¡Eso es cariño, levanta un poco tu colita!!
__¡Oh este bebe quiere verga!!__ se relame Jacinto. Le acaricio la pijota. La guió a la entrada. Jacinto me besa como señal de agradecimiento. Acaricio su vientre un poco saltón.
Apoya la vergota en la entrada de Richard que suspira largamente. Empuja. El chico se mueve bien. Empuja un poco más. En tanto esto sucede acarició las nalgas del hombre. Entra en el culito. Gime el chico sabrosamente. Pierdo un dedo en el esfínter de Jacinto. Muerde mi dedo. Lo muevo dentro en círculos. El macho lo come. Se sacude. Vibra, en tanto taladra el ojete del joven Richard que muerde la almohada sacando cada vez más el culito hacia atrás. Empinado y enculado. Con el agujero rebosando carne.
__¡Ahh que lindo, mételo, Ohhh, eres un perverso muchacho!!__ gime Jacinto moviéndose y clavándose un poco más los dedos que tiene dentro. Resopla muy caliente. Bufando. El joven enculado también gruñe y lloriquea sintiendo dentro la poronga del gentil macho que lo posee.
Ahora me coloco delante del chico y le meto hasta el fondo de su garganta mi pija deseosa de boca. La traga sin reparos. En tanto se come con su culito la poronga del macho Jacinto. Que va y viene dentro del canal, lo goza. Siente inflamar su vergota.
Se aferra a los hombros del joven para atraerlo hacia el y darle verga sin detenerse. Se hamaca con el sable entero, golpeando los huevos re gordos con las nalgas del joven.
__¡Ahh que linda cuevita tienes Richard!!!¡Eres una muy linda putita!!
__ ¡¡Te gusta papi!! ¡A mi encanta tener tu verga dentro!!
__¡Sabes que me calienta oírte gemir y pedir pija, eres insaciable como tu compañerito!!!
__¡¡Hablas de mi machito, siente mi lengua en tu boquita abierta!!!__ digo yo metiendo mi lengua en tan acuosa profundidad. Siento que las chupadas de Richard me harán acabar en cualquier momento. Contorsiono mi cuerpo desarmado, hiervo. Me quemo en mi propio placer mundano.
Comienzo a largar los escupitajos que recibe el joven sin sacar su boca. Tragando hasta que se rebalsa y cubre sus labios gruesos y rojos de tanto usarlos en mamarme la verga.
Jacinto apuro las embestidas al joven que gritaba de placer. Sintiendo que el perno atravesaba su ojete. Lloriqueaba pidiendo mas y mas. Jacinto se aferraba a sus caderas firmes, frescas. La mandíbula a punto de quebrarse, gime, mientras va llenando el culito del joven con su leche sabrosa. Richard siente que rebalsa su cola. Chorrea semen. Jacinto cae sobra la espalda del chico. Queda ensartado. Los miro. Los observo retozar, aún con la poronga enterrada. Jacinto muerde el cuello del joven que gime y suspira.
Agitado el macho maduro no sale de allí. Esta muy cómodo. Su miembro inflamado, late en el culito del chico que lo sigue recibiendo. Que sigue largando hilos de líquido. Jacinto muerde los hombros del joven quieto. Relajado. Siente como le corren los chorritos por sus nalgas, siente el pegote.
Jacinto finalmente se corre y su bamboleante poronga salta al aire rozando sábanas y carne. Queda a lo largo de la cama entre medio de Richard y yo. Miramos el techo. El joven acaricia el pecho del hombre. Le da besitos suaves, los pezones de Jacinto se ponen duros. Le gusta la sensación.
__¡Eres una putita increíble!!!__ dice acariciándole el pelo al joven mancebo
__¡Y tu eres un macho tremendo Jacinto!!__ le susurro al oído al hombre mientras acarició desvergonzado su tronco semi relajado.
__¡Ven dame tu boca!!__ requiere de mi y nos besamos un tiempo. Luego encuentra los labios ardientes del joven. sus lenguas se cruzan y salen chispas de ardiente pasión y descontrol.
Suena el teléfono de la habitación cortando un poco el clima erótico del momento. Atiendo. Escucho lo que me dice la voz del otro lado de la línea. Muevo la cabeza. Los otros dos se siguen tocando y lamiendo. Despreocupados. Cuelgo.
__¡Parece que en unos minutos llega el otro ómnibus!
__¿De veras?__ pregunta Richard
__¡Estábamos pasándola tan lindo!¿No?__ dice risueño Jacinto que ya tenía un dedo clavado el ojete del joven.
__¡Bueno sabíamos que nos tenemos que ir!__ dije yo.
__Ya casi amanece…__ comenta Jacinto con la vergota levantada.
__¡Mira como te has puesto!!__ comenté
__Debemos ducharnos__ nos levantamos y fuimos entrando al baño. Era amplio.
El agua empezó a correr por nuestros cuerpos. El jabón perfumado nos frotaba la piel que ardía. Los sexos se empezaban a endurecer. A ponerse rígidos. Las manos iban y venían por todas partes. Las bocas se llenaban con las lenguas de los otros. Los pechos eran acariciados. Los brazos. Las piernas. Espaldas. Nalgas. Agujeros poseídos. Dedos llenando. Penetrando. Sacudiéndose de un lado a otro. Las bolas llenas de espuma y de pronto una boca comiendo la poronga del macho. De rodillas ambos esclavos de la lujuria.
Se sienta Jacinto al borde de la bañera. Su mástil duro apuntando hacia arriba. Tan rocoso. Tan marmóreo. Las venas marcadas. Brilla la cabeza limpia. La piel se le corre. Nuestras bocas lo invaden. Atrapan la presa. Una boca se encarga de las bolas. Come aquí y allá. Los gemidos del macho retumban en la habitación. Un dedo mío se clava en el culito primoroso de Richard y un dedo de el se mete en mi ojete rebosante de calor. Perfumado. Ahora ya son dos. Pequeños mordiscos en el tronco que chorrea saliva abundante.
__¡Ohh, son lobos, me están comiendo, ahh putitas, perras, ahhh!!__ gime el macho enloquecido de gozo.
__¡Queremos saciarnos contigo!!__ dice el joven
__¡Eres tan hombre, tan macho animal, ahh tu olor, ahh!!__ gemía yo sacado y fuera de mi. Descontrolados. Así sonábamos en el baño mientras el agua caía y corría por todas partes.
La poronga de Jacinto era sacudida y mordida indiscriminadamente. Nuestros culitos eran atacados por nuestros propios dedos insaciables. Lloriqueábamos. Gozando. susurrando. Eso lo ponía loco al maduro que tensaba sus músculos fibrosos y nos daba de mamar su virilidad alzada al máximo de su potencia.
__¡Quiero hundirles mi espada!!__ dijo en un momento. Nosotros apoyamos las manos contra la blanca bañera. sacamos nuestros culos hacia atrás. El se agacho un poco. Los toco. Los palpo. Hundió sus dedos ensalivados. Claco sin piedad un dedo y luego otro. Abriéndonos a placer. Jugando con nuestras calenturas.
Se acerco con su mástil a mi entrada. Rozo un poco la piel. Restregó con su pedazo rimbombante hasta acertar en mi anillo. Empujo y se metió de un golpe. Grite de placer. Se hundió en mi túnel y empezó a ir y venir. Paseando por mis entrañas salvajes. Explotaba de lujuria. Yo acompañaba sus embates. El se aferraba mas y mas a mis caderas huesudas.
__¡Que culo tienes perra, eres un demonio, como aprietas mi verga, ahhhhh!!!__ recitaba alzado completamente Jacinto. Richard nos miraba chorreando de baba y deseo. Reía histérico, esperando su turno.
Al tiempo Jacinto le enterró la batata al joven. Suspiro alterado y sacó más su culito. Las bolas del macho chocaron con su carne. El taladra penetro hondamente. Jacinto se hamacaba dentro de aquel hueco gozando, bramando como toro salvaje.
__¡Ohhh papi así entra en mi, hazlo, más, más, así papi!!__ le gemía Richard. El hombre sacudía las nalgas de aquel muchacho tan caliente como yo. En un momento me corrí detrás del macho y con mi lengua jugaba con sus huevos gordos, fantásticos. Su perno seguía hincándose en la carne del chico que mordía sus labios y balbuceaba palabras sin sentido. Yo de vez en cuando besaba al joven sediento de sexo. Acariciaba su pija. Besaba sus tetillas, las lamía y volvía a chupar las bolas de Jacinto que bombeaba y bombeaba a Richard.
__¡No acabes papi todavía!!__ le decía al hombre. Hice que se sentara al borde de la bañera nuevamente. Indiqué al chico que suave y despacio se fuera sentando sobre el ariete erguido.
Así lo hizo. Quedó de frente a mi cuerpo. Me apoderé de su pija totalmente enrojecida y dura. La metí en mi boca. Chupé en tanto el joven ensartado y con las nalgas abiertas de par en par gemía. Saltaba arriba del tronco del macho que lo poseía. Ahora lamía las bolas de ambos. Gritaban y gruñían sacados.
Luego fue mi turno de sentarme en aquella vara que nos enloquecía a Richard y a mi.
__¡Ohh papi como me culeas, ábreme mas el orto, ahh, si, si, si__ rogaba yo agrandes vociferadas.
__¡Te encanta la pija chiquillo, eres una putita, quieres mi lechita, no, las dos, putas, abran sus culos que se las voy a dar, ahhh!!__ eran los gritos de Jacinto.
Richard de rodillas me comía la verga. La besaba y le prodigaba caricias.
__¡¡Richard me vas a sacar la miel!!Ahh, ahhh!!
__¡Dámela es tan rica, dámela otra vez!!!__ pedía el joven mientras se comía mis huevos inflados. Los metía en su bocota. Le entraban enteros, mientras el macho me clavaba su ariete potente, llenándome de carne gruesa y sabrosa. Apretaba mis tetillas y pellizcaba los pezones, poniendo mi temperatura a mil.
Jacinto me saca de la moldura. Saca su garrote del interior húmedo y chorreante. Se coloca nuevamente entre nosotros, meneando la tremenda poronga en sus manos y nos larga escupitajos de salobre leche. Nos rocía las mejilla y los labios, en tanto mi leche salta descontrolada, tan o más que la de Richard. Es un baño de líquidos por todas las paredes y el piso del baño aquel. Limpiamos hasta la última gota del biberón que nos ofrece el hombre. La chupamos hasta dejarla seca. La espada de aquel macho sigue dura. No cae. Nosotros seguimos agasajándola. No la largamos, nos aferramos a ella con gusto.
Nos bañamos nuevamente para quitarnos los restos de leche que tenemos en todos los cuerpos.
En la cama nos esperaba nuestro hombre con la vergota mirando al cielo raso. Firme. Caliente. Como si nunca nos hubiese tocado. El teléfono empezó a sonar nuevamente. La boca de Richard se prendió a la mamadera. Los ojos en blanco de Jacinto anunciaban que le gustaba aquello. Me acerqué a ellos y del otro lado metí en la boca la serpiente vibrante. Jacinto tensaba su cuerpo. Bramaba de locura. estaba listo para darnos mas verga.
El teléfono dejo de sonar. De costado ya estaba ensartando al joven Richard que gemía como putita. Yo acariciaba la espalda del macho. Besaba su cuello y mordía las orejas, esperando pacientemente mi turno de ser poseído por aquel amante insaciable y perverso. Metía un par de dedos en su culo. El gemía y gritaba. Masajeaba la verga del joven que ya estaba entregado totalmente.
El teléfono volvió a sonar. respondí. Conteste que nos quedaríamos allí. Hasta el próximo ómnibus. pero señor llega hasta el fin de semana. Quedaban cinco días para aquello.
En fin nos quedamos todos esos días. Cuando volvimos a la ciudad de pertenencia, nos seguimos viendo durante mucho tiempo. Todo aquello gracias al desperfecto mecánico aquel que sufrimos en una tarde cualquiera.-
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