Como en relatos anteriores, antes de empezar presentarme:

Hola soy Pilar, como ya sabéis escribo relatos eróticos desde hace relativamente poco tiempo y espero que os gusten. 

Todo comenzaba ayer por la mañana, mi hijo, Raúl estaba en casa porque le habían dado unos días libres en el trabajo, como siempre, me suelo levantar en ropa interior o últimamente, con camisones transparente que se transparenta la ropa interior, cuando llevo, ya que muchas veces, cuando estoy en casa llevo los pechos al aire, es decir, que voy sin sujetador por casa. 

Ayer no iba a ser diferente, me levanté sobre las nueve de la mañana, como cada día, desayuné e hice la cama, mientras que mi hijo se levantaba y ventilaba la habitación, fue a desayunar, cuando terminó de hacer su cama, coincidió por casualidad que me iba a duchar y me vio desnuda, enseguida se excitó, así que esta vez, ya estaba un poquito cansada, y se me fue de las manos:

Pilar: ¡Raúl, ven ahora mismo! Me tienes un poquito cansada, siempre que me ves desnuda se te empalma la polla, que pasa, que nunca me has visto desnuda a estas alturas o qué. Estoy un poquito harta. Quítate de mí vista. 

Mi hijo, salió de su habitación sin ni siquiera mirarme y salió de casa, acto seguido pensé que me había pasado con él y que era una idiota ya que es algo totalmente normal y natural que mi hijo me viese desnuda, al igual que yo también le había visto a él, no paraba de pensar que era culpa mía por la forma en la que le había hablado, le llamé por teléfono pero no me lo cogió, así que seguí insistiendo varias veces durante todo el día hasta que al final de la tarde, me lo cogió. 

Pilar: Hola cariño, siento mucho lo que ha pasado, me he pasado tres pueblos contigo, mi amor, no era mi intención, reaccioné mal, lo siento mucho mi amor. 

En ese momento, mi hijo entró por la puerta, así que fui a recibirlo y le cogí de la mano y lo llevé al salón para hablar del tema. Le dije que esperara un momento, fui a la habitación y me puse el camisón transparente que me había puesto para dormir con el que se excitaba cada vez que me lo veía puesto, me quité el sujetador y me quedé con el diminuto tanga azul que me había puesto por la mañana a ver si así le levantaba la moral, pero nada, mientras estábamos en el sofá del salón, le expliqué que había sido culpa mía porque le había contestado de malas maneras, él me dijo que también le había provocado por lo que había hecho, finalmente nos dimos un abrazo y todo quedó solucionado, poniéndonos a hablar de otro tema, mi hijo se había puesto cachondo, tenía la polla erecta a punto de salirse del pantalón, así que me acerqué a él, y se la saqué mientras me metía mano por debajo del vestido, hasta que me quitó el vestido, quedándome únicamente con el tanga, le hice una mamada, mientras me palpaba los pechos, lamiéndome los pezones, enseguida, me puso de pie y me quitó el tanga, con la mano izquierda me agarró de la cintura mientras que con la derecha me masturbaba, haciéndome dedos por el coño, gimiendo ferozmente de placer, me había puesto cachondísima, así que me empujó hacia el sofá y me hizo una mamada, lamiéndome el coño, soltando fuertes gemidos del placer que me daba que me hicieran eso, poco después, me penetró, me la metió por el coño hasta que por fin culminó con una corrida de las que hacen época, soltando toda la leche sobre mis pechos, sentándome en el sofá, metiéndome los dedos húmedos por el coño, una vez más haciendo así que me corriera en el sofá, lo cual luego me tocó lavar por la gracia de mi hijo.