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Como les comenté en mi historia pasada con mi vecino, Marcelo y yo comenzamos nuestras “aventuras” hablando de sexo, así que ya sabe sobre mi colección de juguetitos je,je. Al parecer, para él es un asunto de novedad, porque su mujer no los usa y no tiene conocimiento de que algunas de las chicas con las que ha salido los tuviera, así que me ha hecho un montón de preguntas, los hombres y su morbosa curiosidad.
Cuando supo que tengo algunos consoladores con mando a distancia, tuvo una idea loca, jugar conmigo desde su casa utilizando el mando de alguno de mis juguetes. Tuvimos la duda de si el mando a distancia podría funcionar desde su casa, así que decidimos hacer una prueba. Nuestras casas están una al lado de la otra y separadas por un pequeño jardín, eso permite que podamos ver la casa del otro con solo salir a la terraza lateral, que viene siendo el punto más cercano entre ambas edificaciones. Así que fui a mi casa, y busqué uno de mis juguetes, una mariposa que contiene vibrador, le entregué el mando -un control pequeño que puede pasar por cualquier cosa, jamás sabrías para qué es si no te lo dicen- él se fue hasta su terraza atravesando el jardín y comenzamos a probar.
A objeto de no gritar -es obvio que no queremos que todos los demás se enteren- me envió un mensaje de texto, pidiéndome que le hiciera señas si el juguete comenzaba a funcionar, y si, para nuestra sorpresa la mariposita comenzó a vibrar en mis manos, por lo que levanté el dedo en señal de que todo iba ok. Fue ahí cuando me envió un mensaje diciendo: “Póntela”. Admito que me daba algo de temor, ya desde el jardín que nos conecta puede verse con claridad una caminería interna por donde los niños de la comunidad suelen pasar jugando, además de los conserjes que limpian las áreas comunes o cualquiera que pase, pero él insistió diciendo que nadie lo notaría.
Ya saben cómo es, a todos nos encanta el morbo de lo que no se debe hacer y el temor a ser descubiertos, así que di unos pasos y me oculté detrás de las puertas de la terraza, metí la mano entre mis pantalones y ajusté la mariposa entre los labios de mi cuca, luego salí como si nada y me senté en mi terraza. Ensguida Marcelo me envió un mensaje preguntándome si me la había puesto. Le hice señal positiva con la cabeza, entonces levantó la mano haciéndose el desentenido, dejando que viera el mando entre sus dedos para torturarme, luego presionó el botón y el vibrador comenzó a moverse.
Estaba tan excitada por el morbo de la situación, que en cuanto sentí la vibración me enderecé en la silla como de un salto y crucé las piernas muerta de risa. “Encendió o no?” me preguntó con otro texto, le respondí que si, pero por el morbo y los nervios no paraba de reirme así que pensaba que en realidad estaba fingiendo. “Si está encendido por qué te ríes?”, le respondí que estaba nerviosa y excitada. Como seguía pensando que estaba de broma, me incliné un poco en la silla y miré hacia ambos lados para asegurarme de que no había nadie, entonces bajé mi top y le mostré mis senos con los pezones pequeñitos y duros como piedras, señal de que en serio estaba caliente.
“Te das cuenta de lo que me estás haciendo, no?” me escribió en un mensaje, entonces estiró las piernas y abrió la cremallera de su pantalón, como seguía mirando su móvil, nadie que pasara se imaginaría que estaba hablando conmigo, cualquiera podía pensar que estaba recostado en su silla haciendo cualquier cosa, pero el soberano bulto que se le salía del pantalón decía todo lo contario. Seguimos escribiéndonos, yo le decía que estaba loca por cruzar el jardín, sacarle la verga del pantalón y comérmela ahí mismo, él seguía jugando con el control del vibrador y sobándose el bulto disimuladamente para tentarme. Disimular lo que estaba pasando era una batalla campal, a veces tenía que cerrar los ojos y morderme los dedos para no gemir, además tenía la respiración agitada y unas ganas terribles de quitarme la ropa y acariciarme el cuerpo, el morbo de Marcelo por verme así era mucho, estaba disfrutándo como loco mientras se sobaba la verga que se levantaba bajo el calzoncillo.
Hubo un momento en que una de las conserjes pasó y casi me da un infarto, él se tapó ensguida con un cojín y yo me hice la que revisaba el móvil, menos mal y la mujer no me habló, porque no se cómo iba a disimular los jadeos, parecía que estaba corriendo un maratón. Seguimos así un rato más, estaba tan caliente que no tenía fuerzas para entrar a la casa y tuve que correrme sentada en la silla disimulando como pude. Al final, abrí un poco las piernas dejando que Marcelo viera la gran mancha de humedad que tenía en los pantalones, parecía que me hubiese orinado jeje, entonces bajó el cojín y me mostró los calzconcillos que se asomaban por los pantalones totalmente mojados, él también se había corrido.
Entonces cada uno entró a su casa para asearse, me imagino que tuvo que lavar el calzoncillo delator… Le pregunté si me devolvería el control con un mensaje y me respondió que no, tiene la idea de que hagamos lo mismo una de estas noches mientras Aura está dormida. No quiero ni imaginarme el gran desastre que se armaría si esa mujer lo encuentra sentado en la terraza con una erección y casualmente yo estoy sentada en frente, pero admito que la idea me da morbo, ya les diré si nos atrevimos o no.
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