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Categoría: Maduras

Una compañera de profesión

Lo que les voy a relatar sucedió hace apenas un año, tengo 29 años y no estoy nada mal, es decir, me considero agradable a la vista.



Mi historia comienza hace unos tres años cuando conocí a una compañera de profesión de 1,60 m, delgadita, con unas tetas pequeñas, pero muy apetitosas y un culo precioso que por aquella época contaba con 45 años. Fue en una época en la que yo afortunadamente tenía mucho trabajo lo cual provocaba que anduviera mucho de acá para allá y como trabajamos en lo mismo, más o menos nos encontrábamos 2 ó 3 veces por semana, lo cual no les voy a negar, me agradaba muchísimo.



Se fue forjando una amistad entre ambos, en ocasiones quedábamos para comer juntos, otras veces para tomar algo después del trabajo, en fin una amistad normal sin ninguna otra intención lo que conllevaba a hablar de cualquier cosa sin problemas.



Teníamos tal grado de confianza que nos contábamos nuestras andanzas de fin de semana, bueno más bien yo le contaba mis andanzas porque ella todos los fines de semana se iba a casa de su hermana y su cuñado bien para salir de fiesta con ellos o bien para quedarse haciendo de canguro de sus sobrinas de 13 y 11 años quedándose ahí la cosa.



De repente un lunes todo cambió, como cualquier otro lunes, nos encontramos para comer y para contarnos lo ocurrido el fin de semana, para mí había sido un fin de semana normalito, unas copas por la noche, pero básicamente en casa todo el fin de semana así que no me extendí mucho en el tema, ella me contó que ese fin de semana no había ido a casa de su hermana porque las niñas tenían varicela, así que había llamado a unas amigas para salir, me siguió contando lo transcurrido esa noche, francamente bastante aburrido, hasta que me espetó “y cuando llegué a casa estaba tan caliente que la pasé masturbándome”, yo me quedé pálido porque aunque nos contábamos cosillas se quedaban en por ejemplo “conocí a una chica este fin de semana … una cosa nos llevó a otra y bueno que desayunamos juntos”, pero no cosas tan explícitas.



Como digo las cosas cambiaron, ella procuraba sacar temas calientes y me hacía preguntas como cual era mi postura preferida para follar, que si alguna vez había follado con alguien mayor que yo,… bueno preguntas que en 2 años y medio nunca había hecho y temas sobre los que nunca había hablado, como digo cambiaron mucho las cosas sobre todo porque nunca me había fijado en ella como mujer, pero a partir de ese momento no me la podía sacar de la cabeza, comencé a mirarla como una mujer a la que me quería follar y comerle el coño hasta que un buen día subió a buscarme a la oficina, cuando abrí la puerta nos saludamos como de costumbre con un beso, pero esta vez fue distinto, ella buscó mi boca y me dio un beso, le dije que en cuanto acabara una cosa nos íbamos, ella se sentó en el sofá y comenzó a leer una revista. Diez minutos después me acerqué a ella y le dije que cuando quisiera nos podíamos ir a lo que ella me contestó: – Siéntate, quiero hacerte una pregunta – a lo que yo le respondí- Dime – ¿Te gusto? No obtuvo respuesta porque en ese momento sentí una descarga en mi cuerpo y lo único que hice fue besarla, ella comenzó a besarme gimiendo, su lengua buscaba la mía, no sabía que parte de mi cuerpo quería tocar, yo sin embargo le tocaba las tetas mientras le quitaba la camisa y el sujetador, tenía unas tetas pequeñas, pero con unos pezones oscuros casi negros muy erectos a los que enseguida acerqué mi boca y comencé a morder y a chupar, ella no dejaba de gemir y de decirme que quería que la follara, mi polla ya no aguantaba más dentro de mis pantalones.



Nos fuimos quitando la ropa como pudimos hasta que quedamos desnudos encima del sofá, su coño estaba muy cuidado y depilado, tenía el pelo cortito por lo que pude ver como tenía su coño totalmente mojado lo que me excitó más, me dolía de lo dura que la tenía, seguimos besándonos por unos momentos mientras yo le pasaba mi mano por su rajita chorreante y en cuestión de un par de minutos sus gemidos se convirtieron en gritos diciéndome que se corría. No aguantaba más, tenía unas ganas locas de follármela, así que me senté en el sofá y le pedí que se pusiera encima de mí, ella con gran maestría se puso mi polla a la entrada de su coño y muy despacito fue bajando, al principio me cabalgaba despacito y diciéndome que llevaba mucho tiempo pensando en mí y que se masturbaba todas las noches pensando en lo que estaba ocurriendo en ese momento y comenzó a follarme más rápido yo la besaba y mordía los pezones mientras pensaba en el chocho tan estrecho que tenía y lo que estaba gozando en un momento comenzó a gritar diciéndome que se corría y tanto me excitó que me vacié dentro de ella.



Nos quedamos un rato en esa misma postura con mi polla dentro de su coño besándonos, hasta que fue perdiendo fuerza. Desde ese día follamos muchos días después del trabajo en mi oficina, me excita que sea una mujer madura y que llevase tanto tiempo sin follar, me he convertido en adicto a las mujeres maduras.



Agradezco todo tipo de comentarios y en especial los de mujeres maduras.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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