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Una cita perfecta

Una cita perfecta



Viña del mar, 9 y media de la noche.



Veo como te acercas, caminando por la avenida envuelta por la noche. Tus piernas cubiertas con un ajustado jeans negro, tu cuerpo envuelto en una chaqueta de terciopelo.



Tu cabello ondeando al viento, brillando con los reflejos de la noche.



Te acercas al auto, en donde te estoy esperando. Llegas sonriendo, sabiendo lo que la noche te depara. Te detienes frente a mí, acercas tu rostro al mío, acerco mis labios a los tuyos, nuestros labios se rozan, se acarician, no puedo evitar tomar tu cabello, tu cuello, y al hacerlo, estrechamos nuestro beso, nuestras bocas se entreabren y nuestras lenguas juegan entre si. Nos abrazamos, nos acariciamos, nos separamos los dos riendo, los dos con deseo.



Abro la puerta del auto y te sientas. Me subo, enciendo el motor y te miro. A pesar de que aun no puedo creer que estés ahí, a mi lado, mirándome de la misma forma en que te miro yo, me repongo.



Donde quieres ir – te pregunto



Solo quiero estar contigo – me respondes.



Reímos, nos volvemos a besar, y en la intimidad del auto, nuestra pasión crece.



Hoy tengo algo especial pensado para ti – te digo



¿Si? ¿me gustará? – me lo dices con una cara coqueta, con el conocimiento de que sabes que lo disfrutarás



Haré de esta noche, una noche inolvidable – y diciendo esto partimos.



Nos dirigimos a una cabaña a la orilla del mar. La cabaña, en lo alto de un risco, está sola a varios metros a la redonda.



Al abrir la puerta ves un ventanal al fondo de la habitación. Te diriges a él, aun sin encender la luz. El ventanal se abre hacia el mar, las olas golpeando 20 metros más abajo, y todo lo que ves es cielo y agua.



Te das vuelta, y estoy detrás de ti. Te abrazo suavemente y comenzamos a besarnos. Tu chaqueta cae, al igual que tu blusa y el resto de tu ropa. La mía sigue a la tuya, mi ropa cae aún más rápidamente. Te recuestas en el alfeizar de la ventana, mirando la luz de la luna sintiendo mi boca recorrer la tuya, tu cuello, tus pechos. Tu cabeza se hecha para atrás, contemplando la luz de la luna en el mismo momento que mis manos separan tus piernas. Mi boca comienza a besar tu sexo. Suspiras, entrecierras los ojos, sin dejar de mirar el hermoso paisaje, mientras mi lengua recorre tu interior, mientras oleadas de satisfacción suben hasta tu corazón. Mi boca se mueve lentamente, mi lengua acaricia y recorre tus labios con ternura. Tu primer quejido brota de tu boca cuando uno de mis dedos entra en ti. Luego, ya no callas, uno, dos, tres de mis dedos dentro de ti, mi lengua recorriendo tu centro de placer, tus propias manos aprietan tus pechos y tus ojos se cierran por primera vez al sentir el primer orgasmo de la noche. No me detengo, y sigo, hasta que loca por disfrutar aun mas comienzas a pedirme que te haga mía.



Me detengo, te sonrío y digo: La noche es joven.



Te tomo la mano y caminos al interior de la cabaña. El suelo de madera cruje ante nuestros pies. Sirves dos copas, mientras me encierro en el baño, para darte una sorpresa.



En el dormitorio, puedes ver una cama muy grande, con cuatro postes, y cortinas cubriendo los cuatro bordes de la cama. Salgo del baño cerrando la puerta. Te tomo de la mano y apago todas las luces de la casa. Nos acercamos a la puerta del baño y abro la puerta. Dentro, una enorme bañera redonda llena de agua caliente, rodeada por más de 100 velas, esparcidas por toda la habitación. Tomo tu mano, y entramos al agua, motas de espuma se empiezan a ver en el agua, comenzamos a jugar y abrazarnos, a besarnos y lanzarnos espuma. Me recuesto en la bañera, y te montas sobre mí.



No puedes evitar cerrar los ojos y soltar un quejido al sentir mi sexo dentro del tuyo. El agua rodeándonos, salpicando a medida que te mueves, cada vez más y más rápido. Te abrazo y me acerco a tu oído, "aún no" te susurro, y me libero de tus piernas. Me pongo detrás de ti, de rodillas, y tomo tus piernas separándolas.



"Esto no lo olvidarás nunca" te digo, y con eso acciono un control de la bañera, y un chorro de burbujas brota de las paredes dirigiéndose dentro de tu sexo. Orgasmo instantáneo.



El jacuzzi no disminuye su intensidad, y orgasmo tras orgasmo tu cuerpo reacciona con espasmos y de tu boca un solo grito me indica que lo estas disfrutando, disfrutando tanto que casi te desmayas de tanto gozar.



Despiertas. Estás seca y recostada en la cama. Al abrir los ojos me ves, y sonríes. "¿Estas lista?" te digo yo. Y tu, que piensas que nada podrá igualar lo que acabas de sentir, me dices que si, solo para hacerme sentir bien.



Comienzo a besarte nuevamente. Al sentir mi abrazo sientes además la dureza de mi sexo contra tu pierna. Cierras los ojos. Mis manos recorren tus pechos, y luego tus hombros, tus brazos. Comienzo a estirarlos, separándolos de tu cuerpo. Sientes un "clic"



En el momento que una de las esposas se cierra sobre tu mano. Antes que puedas reaccionar, un segundo clic te hace saber que estas atrapada.



Me miras, con un poco de desconfianza, aunque sabes que nada malo te pasará.



Con un poco más de trabajotes piernas se separan y quedan también atrapadas, cada una a uno de los postes de la cama.



Te ves hermosa, una X sobre la cama.



Luego, para completar, un antifaz. Tus ojos se cierran contra la venda, y eres mía, puedo poseerte de la forma que sea, puedo dejarte así el tiempo que sea.



No puedes saber que cosas te hice, sientes crema en tu cuerpo, y luego mi lengua limpiándola. Sientes el aroma a frutillas, que acarician tu cuerpo, tu sexo, algunas me las como yo, otras, las comes tu. Siente un hielo que deja tus pezones duros como rocas. Sientes mi boca besándote, lamiéndote, entrando y saliendo de tu sexo, de tus pechos, de tus piernas. Sientes una pluma que te hace cosquillas, que te hace reír tanto que lloras desesperada. Sientes mis manos reconociendo cada rincón, cada pliegue, cada lunar, cada centímetro de tu cuerpo. Eres mía.



Sientes mis piernas al arrodillarme frente a ti. Sientes mis manos al soltar las esposas de tus piernas, y levantarlas. Sientes mi sexo, al hacer contacto con el tuyo, sientes mi aliento, al acercarme a tu rostro, sientes mis labios al besarte, y luego, me sientes dentro de ti.



Sientes el vaivén con que nos movemos, sientes la fuerza al entrar y salir de ti, sientes el calor que se junta dentro de ti, a punto de explotar, sientes las ganas de gemir, de gritar, sientes la necesidad de decir que necesitas más y más, y yo te doy más y más, cada vez más fuerte. Sientes mis caderas al golpear tus nalgas, sientes mis manos al atrapar tus pechos, sientes mi boca al succionarlos. Todo se junta, una explosión de placer dentro de ti que te hace terminar con un grito, justo en el momento que yo mismo estallo dentro de ti.



Sin dejar de movernos, orgasmo tras orgasmo, gemido tras gemido, nos apretamos más y más sin querer dejar que el amor que queda entre nosotros se nos escape.



Abro las esposas de tus manos. Y nos estrechamos en un abrazo sin fin, en un baile sin movernos, en un tiempo que deseamos que no termine.



Al bajar del auto, y darnos un último beso, te acercas a mi oído y me dices: "tenías razón, esta noche nunca la olvidaré"


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