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UNA CABAÑA ... Y UN MILKY WAY

Ese día, él la busca , y antes le avisó de que iba a buscarla para el fin de semana, y que hiciera el equipaje para zona de frío.

Ella siente un escalofrió ante la perspectiva de lo que podría ser ese fin de semana en zona de frío, con ese hombre que le gusta hasta mas allá de los sentidos.

Durante el camino, su forma de seducirla la va llevando mas allá de si misma.

Es la forma de acariciar su rodilla, cuando cambia la velocidad, es su forma de buscar rozarle un seno, cuando se para en un semáforo, es su sutileza que le gusta y la tiene prendada de él.

Su dulzura en estar pendiente de ella en lo mas mínimo, y que la hace sentir importante para él. Y él le dice que es importante.

Después de dos horas, llegan a la cabaña que él ya había alquilado, la cual es acogedora, es como un nido para los dos. Llegan en horas de la tarde, y el frío ya se comienza a sentir. La neblina ya cubría mas de la mitad de la montaña.

Él baja el equipaje , con una sonrisa de misterio en sus labios y en sus ojos una mirada de picardía y de complicidad.

Después de acomodadas las cosas, de revisar el agua, la leña para la chimenea, la luz y todo lo demás, él le dice que quiere ir a pasear por el pueblo.

Así hicieron y se fueron a caminar por el pueblo en el anochecer de ese viernes, abrazados a veces, otras de manos agarradas, como colegiales. El mundo no existe para ellos, ese es su momento, solo están ellos dos. Después de caminar y curiosear en las tiendas locales, se van a cenar.

Él escoge un lugar especial, pues todo lo quiere especial, ella logra ese efecto en él, y todo lo que él puede hacer para ella, no lo llena. Quiere siempre mas.

Con su sonrisa de dulzura que jamás la abandona, y que para él es como un oasis de paz de la cual tanto necesita y a la cual tanto se resistió antes de entregarse a ella, se sientan a disfrutar de una cena temprano en el final de esa tarde.

Sin prisas, disfrutan de una excelente copa de vino, sus dedos entrelazados, y sus miradas no se cansan de acariciarse el uno al otro. Hay algo especial en ellos dos, es un mundo especial, que solo ellos dos pueden conocer, donde no hay espacio para mas nada. Ellos lo llenan.

La comida, servida de forma exquisita y llena de detalles, como les gusta a los dos poco a poco la van comiendo entre sonrisas y un beso robado entre bocado y bocado.

Ella, con su pié descalzo, le acaricia la pierna, una primero, luego la otra y lo hace sobresaltar ya que no lo espera. Luego, mas osada, su pié tantea su entrepierna y luego baja hasta el tobillo, para meterse debajo de la tela del pantalón y subir por la pierna, acariciándolo con la piel de su pié. El mantel es cómplice de ellos , no deja que los demás comensales se den cuenta de lo que está pasando.

Ella, le dice :

- Ven conmigo
- Donde vamos - le pregunta él
- Ven, hagamos algo que rompa las reglas. Te espero en el baño - le dice ella.

Así, ella sale primero del comedor y al rato la sigue él, algo nervioso pero poniendo cara de que no pasa nada. Cuando llega al área de los baños, ella lo agarra por un brazo y se encierran los dos en un cubículo. Con verdadero frenesí se besan y acarician como hambrientos y como si desde hace meses no se venían. Ella , ese día llevaba una falda amplia y larga hasta los píes, y no llevaba ropa íntima y cuando él la tocó, supo que ella estaba así para él.

Aunque nervioso, él responde como a ella le gusta, en todo su potencial de dureza y virilidad, y la penetra ahí mismo de forma abrupta , algo violenta que solo hace que para los dos el placer sea mas intenso. La pasión los envuelve, el deseo se adueña de los dos y lo disfrutan a plenitud. Es intenso, él se siente mas duro y ella lo disfruta plenamente, es algo demasiado intenso, es deseo , es pasión es lujuria en la forma mas pura.

Como saben que no pueden estar mucho tiempo, para no llamar la atención y además la cena aún espera, logran controlarse un poco, después de que él vierta en ella su esencia, y uno a la vez, con cuidado, regresan a la mesa. Como si nada hubiera pasado.

Él, solo espera que terminen la cena, pues esa imagen de lo que ahí termina de suceder, solo hace que su virilidad clame por mas de su hembra, y él sabe que ella es suya. Una hembra a la cual, estuvo mucho tiempo sin permitirse tocar, pero que ahora no quiere dejar.

Ella, le dice que no tiene prisa, es parte de su juego erótico y sensual, ya que la sensualidad de esta mujer esta a flor de piel, y eso a él le fascina.

Lo lleva a que sienta mas ganas de ella, de estar dentro de ella, lo mas que pueda y una vez mas el mantel cubre la evidencia de lo que él está sintiendo.

Traen el helado que ella quiso de postre y ella con la cucharilla, le da el postre en su boca, no sin antes probar primera ella el helado con la punta de la lengua, dejando que la misma juguetee con el helado . Esa seducción de ella, es lo que a él le fascina, es una mezcla de erotismo sutil que a los dos les gusta.

Poco a poco, sin prisas, haciendo que el deseo de los dos siga latiente, terminan de comer el helado entre los dos y ella no deja de seducirlo , su sutil tentación , es parte de su esencia de hembra .

Terminada la cena, se regresan despacio a la cabaña y hay mucha neblina en esa noche y hace mucho frío. Él la abraza fuerte y la protege del frío, con el calor de su cuerpo, en cuanto caminan hacía su refugio. Poco después llegan y cuando entran, ya el fuego brilla en la chimenea, precaución que él tomó al hablar con el cuidador de la zona, para que encendiera el fuego a determinada hora y las velas que él llevó y que ella no sabía. Habían también velas aromáticas y el perfume que envolvía el ambiente de la cabaña era mágico.

A ella se le humedecen sus ojos al ver los detalles de que es capaz este hombre y lo quiere aún mas. Es hermoso saberse importante para ese hombre y la hace sentir querer dar mas de si misma.

Entran a la cabaña y cierran la puerta tras de si, y el resto del mundo queda afuera. De ahí en adelante, las horas de esa noche cómplice es de ellos, tienen la noche, y tienen los días para ellos solos.

Ella se dirige al baño para su pulcritud, del cual él conoce y está acostumbrado. Cuando ella sale del baño, recién bañada y aún húmeda su piel, como ella le gusta que él la vea, viene vestida con un salto de cama, de encaje color verde , un color exquisito que resalta la blancura de su piel y permite que él la quede viendo, adivinando mas allá de lo que el encaje le permite ver de su cuerpo desnudo por debajo... y un toque de perfume, nada mas.

Él le ofrece una copa de vino, servido en hermosas copas de cristal, que él tuvo la precaución de llevar y tomándola de la mano , la sienta en una alfombra gruesa, tendida enfrente al fuego de la chimenea. Hace que ella, se recueste en su pecho y que él sabe que a ella le gusta, recostar su espalda de su pecho. Es algo especial para los dos, como todo lo que sucede entre ellos.

Con sus brazos, él la acuna, en cuanto se toman su copa de vino, hablando de cosas o quedando en silencio, escuchando el crepitar del fuego en esa cabaña en la noche fría de allá afuera.

Él le dice , abrazándola mas fuerte, hacía su pecho :

- Mujer, eres especial para mi. Me gusta la libertad que tenemos, me gusta como me seduces, me gusta estar contigo. Me gusta que seas mi amante, nunca pensé que esto podría ser así.

- Sabes que te quiero- le contesta ella - y sabes también que mi vida es enfocada a ti, lo he esperado durante muchos meses. Cada día que estoy contigo, compensa mi espera. Solo permite que te ame, solo permite que te consienta. Nada más.

- Mujer, me encanta que me consientas, hazlo, eso me deleita. Tu forma de hacerlo, es exquisita, me gusta. Consiénteme todo lo que tu quieras, solo espero que no te canses, pues me gusta mucho que me consientas.

- No podré cansarme nunca de hacerlo , eres parte de esa forma que tengo de consentirte, es algo que nace dentro de mi, para ti . Jamás podré cansarme de ello.

Él, la recuesta suavemente en la alfombra suave y espesa, cuidando de que ella esté cómoda , para besarla con ternura, en la comisura de sus labios, despacio y rozando la piel de su rostro con la punta de sus dedos y que a ella tanto le gusta. Así, dibuja la forma redonda de su rostro, sigue el dibujo de sus cejas, de su pequeña nariz, el contorno de sus orejas y es como si pintara su rostro en un lienzo, en el lienzo de su memoria, para recordarla cuando esté lejos de ella.

Ella, con sus dulces ojos castaño claro cerrados, se entrega a su pintor, permitiendo que dibuje su rostro, su cuello, sus hombros, sus brazos y sus largas manos. Él sigue pintando el contorno de sus senos grandes y pesados y se demora detallando la aureola de los mismos de suave color rosado, apenas dos tonos mas oscuros que su piel. Dibuja el contorno de sus pezones ya erectos y que él ha aprendido a sacar de su escondite, y que aún siguen debajo del encaje...

Él, la deja ahí acostada y se retira unos instantes a ponerse pulcro, ya que es un hombre muy cuidadoso consigo mismo, como debe ser y como a ella le gusta. Regresa al poco rato, recién duchado con sus cabellos aún mojados y su piel recién bañada. Usó un toque de su colonia, que a ella le gusta, él sabe cuidar los detalles para ella.

Llega solo ataviado con una toalla blanca alrededor de su cintura, y con los vellos de su pecho aún brillantes y húmedos de la reciente ducha. Él sabe que a ella eso le gusta, le gusta secar el vello de su pecho con sus labios y sus besos.

Se arrodilla a su lado, ella tendida en la alfombra, calmada con sus ojos aún cerrados, y le acaricia su rostro de nuevo, y ella abre sus dulces ojos para él, donde reflejan ese querer muy antiguo y que siempre ha estado ahí para él. En ese momento, sus almas, se encuentran una vez mas, en un encuentro antiguo como el tiempo.

Ella, le quita la toalla y lo deja desnudo para ella, con su cuerpo apenas iluminado con el resplandor del fuego y de las muchas velas que aún arden por toda la cabaña. Es un momento mágico, pues él sabia que esa era una de sus fantasías sexuales y le había prometido que lo haría realidad, así como las demás fantasías sexuales, no solo de ella, sino de los dos.

Ellos son adultos y tienen esa confianza el uno en el otro, para decirse cuales son sus fantasías sexuales, y que les gustaría hacer y vivir en algún momento de sus vidas. La comodidad lograda y la confianza que sienten, los hace estar mas cerca aún el uno del otro. Es afinidad de gustos, es complicidad, es cosa de gente madura, como debe ser.

Se envuelven en un profundo abrazo de entrega total, como el preludio de lo que harán en los brazos el uno del otro. Cada vez que están juntos, siempre es especial, han crecido los dos sexualmente y ya no hay barreras entre los dos.

Ella lo besa como a él le gusta, y a como ella lo ha acostumbrado, haciendo que él se sienta el centro de su mundo, ese hombre que ella ha esperado desde siempre. Hunde sus largos dedos en los vellos de su pecho y le acaricia tus tetillas. A él le gusta. Él le enseño como y donde le gusta ser acariciado. Así debe de ser, decirse que les gusta, como ... y donde. Si mucho o poco, con fuerza o con suavidad, rápido o lento.

El recuerdo de lo que paso en el baño del restaurante se hace presente, haciendo que a él eso lo excite aún mas si cabe, logrando así que la sensación urgente de la necesidad de ella, lo ponga demasiado inquieto, porque aún tiene algo pendiente para hacer.

Se acarician, reconociéndose como siempre, con ternura y deleite, existiendo solos ellos dos y su deseo mutuo e insaciable.


En eso él, busca un chocolate, una barra de chocolate de marca Milky Way, el favorito de esa mujer que tiene ahí a su lado , a estas alturas completamente desnuda de telas, y solo cubierta por él. En eso, él quita el envoltorio del Milky Way y se lo guarda en el medio de si misma, diciéndole que mas tarde él se lo va a comer, el cual hace que ella se ría de su picardía. De eso se trata en ellos dos, la picardía de la sutileza de lo erótico.

Se siguen besando, ella a él, disfrutando de su virilidad en su máximo esplendor, erecto ya para ella, con las venas henchidas de deseo, y ella las besa una por una, con dulzura. Pero él está pendiente del Milky Way, y le dice :

- Mujer, voy a comer mi chocolate, servido en la bandeja mas hermosa que he visto en mi vida.

Así, él se desliza hacía el centro de ella, de su corazón de hembra y ahí en esa bandeja , él saborea el chocolate relleno de caramelo y maní, comiéndolo poco a poco y dándole a ella para que a su vez lo coma, entre los sabores dulces del chocolate y los de ella de hembra.

En verdad una forma especial de comer un Milky Way entre los dos... una vez terminado el chocolate, sus energías son intensas, permitiendo que se hundan el uno en el otro con verdadera locura y lujuria, haciendo de ese encuentro algo especial.

El aroma da mujer en la cabaña, junto al del fuego, al de las velas aromáticas, hace que los sentidos de ellos dos simplemente vayan mas allá de ellos mismos, permitiendo que una vez mas, se consuma el acto mas antiguo de la historia, donde cada movimiento es lleno de ternura, y es un reconocimiento a la vida.

Honey
25.10.2003
Los Teques, Venezuela
Datos del Relato
  • Categoría: Parejas
  • Media: 5.68
  • Votos: 53
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