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UN YERNO PARA MI
El chico llegó a mi casa cuando tenía veinte años. Novio de mi hija menor Isabel, una rubia hermosa, muy parecida a mí, que soy su madre.
Fede llegó con su sonrisa de machito ganador. Bastante extrovertido. Con un cuerpo de atleta, se cuidaba como si fuera un deportista.
Mis hijas, las dos vivían conmigo, yo estaba separada hacía años. Mi ex ya tenía otra familia, yo no había tenido tiempo para eso, porque me había dedicado a mi trabajo, un trabajo muy bueno que hoy en día me daba muchos réditos.
Por eso decidía como hacer mi trabajo, cuando, donde, en realidad me manejaba a placer, ya que los dueños de la empresa estaban muy cómodos con mis formas, yo decidía cómo y cuándo hacer.
Tenía y tengo un buen pasar. Pero eso en esta historia no importa demasiado. La cuestión es que Fede llegó a mi vida.
Siempre me habían gustado los tipos más jóvenes que yo y eso reconozco que fue siempre un problema. No tanto cuando mis hijas eran más chicas, pero conforme fue pasando el tiempo, ellas se dieron cuenta que a su madre le gustaban los pibes jóvenes y a ellas eso les daba cosa. Tal vez angustia o vergüenza o que se yo. Fue un problema que nunca superé. Al contrario se fue agravando, hasta terminar en la cama con uno de mis yernos.
Como dije Fede era extrovertido, mi otro yerno no, era más callado y más grande de edad, más maduro. En realidad nunca me había atraído como hombre.
sí las cosas de vez en cuando nos tomábamos unos días en familia para descansar, más que nada yo de todo el ajetreo que tenía. De las responsabilidades y compromisos que debía soportar en el año laboral. A veces, por más que manejara yo mis horarios, me encontraba desbordada, pero bueno la compensación a ello era irme a la casa de campo que pude comprar por el fruto del esfuerzo y el trabajo.
Por supuesto que iban mis hijas y sus novios o parejas. Eso era desde hacía años así. Era la segunda vez que Fede iba con nosotros.
Llegamos y nos distribuimos en cada habitación que ya era la nuestra. Por supuesto yo estaba sola. Mi hija mayor con su pareja, y la menor de mis hijas con Fede.
Me tire descansar un rato y cuando por fin me levante escuche un enorme silencio en la casa. Me levante extrañada. No había ruidos y la noche ya había caído.
Qué raro pensé que nadie me llamo o me despertó. Recorrí las habitaciones en silencio. No quise entrar a ninguna suponiendo que tal vez en todas estuvieran durmiendo.
Fui hasta la cocina para preparar algo de comer, me había dado mucha hambre. No lo había notado pero andaba en bikini. No hacía eso seguido y sobretodo cundo había gente en la casa.
Estaba en eso cuando apareció mi hija menor por la cocina.
__¡Veo que se ha quedado todo el mundo durmiendo!__ dije
__¡Es que Fede está con fiebre!
__¡No me digas!¿Llamaron al médico?
__¡No, se ha tomado unos analgésico creo que pronto estará bien!
__¡Iba a hacerme unos sándwiches le llevo alguno!
__¡Fíjate, voy al baño, no aguanto más, fíjate si quiere!__ termine de preparar y fui hasta el cuarto. Entre estaba a semi oscuras.
Lo vi a Fede revolverse en la cama. Su torso ancho y lampiño desnudo. Sus pezones erectos, tal vez por la misma fiebre. Rocé su frente suavemente y una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo. Me sentí una puta calentona, porque mi entrepierna se lleno de jugos a punto de explotar.
Ardía. Sudaba. Me derretí al instante, si algo me faltaba. Sentí mi vagina chorreando aguas.
Rocé su pecho con mis dedos y el gimió. Supongo que creía que era mi hija. Se contorsionó y sentí que su verga estaba alzada al máximo. Agucé el oído, no se escuchaba nada. Metí la mano por debajo de las sábanas livianas y claras. Estaba desnudo. Toqué sus muslos. Fuertes y fibrosos. Llegué a su pedazo morcillón y grueso. Lo tanteé. Lo amasé, lo abracé con mi mano y lo sentí crecer duro y erguido. Mi calentura iba en aumento. Lo masajeé, lo sentía palpitar en mi mano. Lo sacudía. No podía creer lo que estaba ocurriendo. No podía pensar con claridad. Solo deseaba más y más ese pedazo.
Fede gemía balbuceando palabras que no se entendían. Con la otra mano agarré los huevos gordos e inflados. Los apreté y desee como nunca meterlos en mi boca. Su cuerpo se estiraba y se tensaba de forma salvaje y caliente, sumándole a eso la fiebre.
La verga de mi yerno, inflada, endurecida, apuré los masajes quería hacerle saltar la leche con mi mano. De pronto toda mi mano se salpico de líquidos, de semen de aquel muchacho joven y ardiente que era mi yerno y que me tenía loca y que me lo hubiera cogido ahí mismo.
En eso sentí ruidos y pasos. Saqué veloz mi mano. Me limpié con un trapo que encontré por allí y salí rápidamente. Me crucé con mi hija.
__¿Y cómo lo viste?__ preguntó
__¡Está que arde!¡Duerme, hay que dejarlo tranquilo, tal vez ponerle un paño!
__¡Tenés razón!__ desaparecí de la escena.
Al día siguiente Fede andaba por la cocina desayunando tranquilamente.
__¿Como estas Fede?
__¡Oh muy bien suegrita!
__¡Me alegra!__ dije sonriendo.
__¡A mí me alegra más!__ dijo acercándose por detrás
__¿Porque?
__¡Ohh por muchas cosas, entre ellas, tu mano!
__¿Que dices?
__¡Vamos suegrita haces unas pajas maravillosas!!__ dijo acariciando mis nalgas con total desparpajo
__¿Que haces, que nos pueden ver?
__¡Tranquila que no hay nadie en la casa!
__¿Adónde fueron?
__¡Van a tardar un buen rato, así que no perdamos tiempo y aquí tienes!__ diciendo eso bajo su short y apareció su pedazo casi levantado. Mis ojos se abrieron un poco, un brillo en mi boca apareció, y no pude resistir la tentación, me acerqué un poco más y lo tome con mi mano, acariciando todo el largo, mientras el chico gemía de placer.
__¡Ahh suegrita eres realmente muy puta!
__¡Y a ti te gusta esta puta no!!__ dije alzada y caliente mordiendo sus labios. El paso la lengua por mi cara, por mis mejillas, mi nariz, lamió mis orejas y el cuello. Debo decir que a esa altura mi almeja largaba fluidos intensos sin parar.
De la mano nos fuimos a mi cuarto. Cerré con llave y en unos instantes estuve desnuda y tirada en la cama con las piernas abiertas. Fede metido en medio de ellas dándome lengua a más no poder. Saboreando mis contornos, los pliegues de mi concha húmeda y depilada hasta el culito. Le daba a todo lengua, Fede era muy atrevido y lo hacía muy bien. Iba hasta abajo, bien abajo, mordía dulcemente el clítoris y luego hundía en la cueva la lengua y me arrancaba deliciosos orgasmos que contuve cuando estaba a su lado .
__¡Ohhh así pendejo, ohh, me encanta!!
__¡Te gusta que el novio de tu hija te chupe!¡Zorra!
__¡Sí dame lengua…ahhh. no sabes cuánto hace que deseo esto…ahhh. siii!!!
__¡Putita mía…tu hija tenía a quien salir, ohhh, ñam, ñam, ñam pero tú eres mucho más putona!!!__ decía aquel muchacho y me comía la almeja de manera genial. Supuse que mi hija disfrutaría de lo lindo de aquella lengua salvaje.
Tuve tantos orgasmos con aquellas chupadas que me olvide el numero. En un momento empezó a dolerme el cuerpo de tanta lengua que me daba aquel joven, mi yerno.
__¡Quiero que te montes en mi verga, ven, mami, suegrita querida, zorrita, putita mía, quieres mi verga, ahhh, si, te daré mi verga, ven, sube aquí, no te hagas rogar, ven!!!__ a horcajadas sin pensarlo dos veces abrí mis piernas y me ensarté aquel pedazo de carne que me fascinaba y que ya había sostenido en mis manos.
La vara no tardó en hundirse sin mas remedio en mi cuevita que estaba por demás de sensible y abierta para él. Su carne me poseía bombeándome y yo gemía gritando y gozando de aquella barra de carne dura y deliciosa.
__¡No creo que aguante mucho mamita, te voy a llenar de leche!!__ mientras decía esto yo me movía de un lado a otro. Su palo enhiesto me atravesaba. Lo cabalgaba y el ya no resistiría.
Sentía que de un momento a otro me llenaría de leche y no me importaba, es más, quería que me diera su néctar, quería sentirlo dentro de mí. Ya había tenido su esperma en mis manos, ahora la quería dentro de mi ser. Me volvía loca y cabalgaba con total desparpajo.
Sus manos se prendieron a mis tetas pellizcándolas y mientras se vaciaba dentro de mi pellizcaba mis pezones grandes y duros. Me llenó de forma salvaje con su leche joven y fuerte y abundante, yo chorreaba leche por doquier y excitada dejaba escurrir entre mis piernas las cataratas de abundantes líquidos, mezclados con mis propios flujos.
Nos besamos ardientemente con el pedazo clavado hasta el fondo y aún latiendo dentro de mí. Fede con una exquisita perversión metía un dedo en mi ojete y lo abría y jugaba con él, escarbándolo, jugando con él, no dejando que mi libido cayera. Estaba alzada al máximo.
Por supuesto seguimos cogiendo ese día y muchos otros que siguieron. Mi conciencia jamás me traicionó, ni me hizo sentir mal, porque creo que mi hija la pasaba tan bien como yo.
Un día Fede se fue, y no lo volvimos a ver jamás, pero durante todo el tiempo que estuvimos juntos nos la pasamos muy bien.-
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