En la siguiente historia cuento como, siendo una mujer felizmente casada, comencé a ser acosada por el morboso y pervertido de Don Ramiro, llego a tanto su deseo por mí, que un día me tomo un video cuando me estaba bañando para manipularme, todo esto con un objetivo, conseguir estar entre mis piernas
Me llamo Fernanda soy una chica de 25 años, felizmente casada, mi esposo se llama Paco, y tengo un niño de 6 años; soy de tez blanca, estatura mediana, nariz recta, boca pequeña, mis senos son copa c es decir tengo un cuerpo curvilíneo, pero lo que más llama la atención de mí, son mis piernas, ya que siempre me ha gustado hacer bicicleta y por ello tengo unas piernas bien torneadas.
Mi esposo no es nada celoso y por ello a mí me gusta vestirme con shorts, vestidos cortitos y minifaldas, mi matrimonio era muy feliz, he de contar que jamás me paso por la mente ser infiel, yo me negaba a pensar que otro hombre pudiera verme desnuda, que otro hombre me acariciara.
Sin embargo en mi vida apareció Don Ramiro, un hombre ya mayor de 60 años casi de 70, es un hombre que está casi calvo, el poco pelo que le rodea a las orillas de la cabeza son puras canas, ya no tiene algunos dientes de enfrente, de bigote prominente, y es robusto, vive con su esposa ya una mujer que se ve bastante mayor, es por ello que ella ya casi no sale de su casa. El, ya es un hombre jubilado, pero para distraerse, se convirtió en el plomero de la colonia, y fue así como logro acercarse a mí; tiene afuera de su casa un pequeño localito, y es ahí donde comenzó a acosarme.
Cada que pasaba por su local sentía su mirada penetrante, cuando me atrevía a voltear a verlo, me daba cuenta como se regocijaba viéndome las piernas; pero lo peor fue cuando comenzó a lanzarme comentarios subidos de tono como chiquita que rica estas, mamacita estas deliciosa, lo que daría por acariciarte tus piernas mmmmhhh. Eso comenzó a molestarme y a asustarme, y más aún cuando un día con todo atrevimiento Don Ramiro se me acerco y me dijo, mmhhhh que rico siento de tenerte cerquita, yo le decía, ya señor, respéteme por favor, pero el ya excitado me decía, no puedo evitarlo, desde hace tiempo que te deseo, quiero hacerte el amor.
Yo no sabía qué hacer, si le decía a Paco, era capaz de golpearlo y hasta matarlo, y yo no quería que él se metiera en problemas, así que lo único que se me ocurrió fue ignorar a Don Ramiro. Pero el hombre ya se había obsesionado conmigo, y no sé cómo consiguió mi número de celular y comenzó a mandarme mensajes obscenos como, ya, acepta darme las nalgas, o, tú tienes la culpa de esto por estar tan buena, o ya sé que tu marido no está todo el día, así que dime en que hotel nos vemos y así mientras Paco trabaja tu y yo estaremos en la cama revolcándonos.
Pero lo peor estaba por venir, un día tuvimos problemas con la regadera y Paco de inmediato llamo a Don Ramiro, el viejo llego encantado, y para quedarse solo conmigo mando a mi esposo por unos materiales a la tlapalería; ya estando a solas el, acaricio el azulejo del baño y se lamio la mano diciendo que rico, pensar que aquí te bañas, dime cuando se me va a hacer verte bañándote, mi amor, nunca le grite y me salí de ahí, mientras el viejo se quedó con una sonrisa burlona.
Lo malo de todo esto, fue que eso era precisamente lo que Don Ramiro quería, estar solo, y hacer de las suyas, mi esposo regreso con los materiales y el viejo cumplió con su trabajo, sin embargo dos días después el viejo regreso y le dijo a mi esposo que la había faltado un detallito muy simple y entró de nuevo a mi casa.
A mí se me hizo extraño, porque todo había estado funcionando muy bien, sin embargo días después Don Ramiro mando a mi celular un video y un mensaje, el mensaje decía, mira chiquita, con esto me masturbo todas las noches, que rico, y es que lo el viejo tenia era un video reciente mío donde me estaba bañando. Don Ramiro había aprovechado que darse solo en el cuarto de baño, para instalar una pequeña cámara y grabarme mientras me bañaba, y cuando regreso dos días después, fue solo para recoger su cámara.
Lo peor, fue que unos días después, Don Ramiro se me apareció afuera de mi casa y me dijo, que te pareció el video mi amor, es increíble pero por la obsesión y deseo que siento por ti ya hasta aprendí a a usar la tecnología; que tal si engaño a tu maridito y le digo que mientras él no está yo vine a tu casa y me dejaste que te grabara mientras te bañabas solo para excitarme.
Yo le respondí que no se atreviera, pero él me respondió, pues esta todo en tus manos chiquita, yo lo único que quiero es acostarme contigo, si me lo cumples, este video desparece, decídete. Yo no sabía qué hacer en ese momento, lo único cierto es que Don Ramiro no se detendría ante nada, estaba decidido a meterse en mi cama y por fin conseguir estar entre mis piernas.
Pasaron algunos días y Don Ramiro no dio señales de vida, para ese tiempo mi esposo y mi hijo asistirían al campamento anual de padres e hijos que organizaban en la empresa donde el trabajaba, era pasar todo un fin de semana en el bosque; yo para no quedarme sola me iba a casa de mi mama, yo estaba encantada, así me alejaría un poco de mi acosador, todo estaba organizado, pero hubo algo que cambiaría todo mi destino.
El día en que mi familia ya se había marchado, me llamo mi mama de último momento para decirme que no estaría en casa, ya que mi hermano que vivía en provincia había tenido un problema con su mujer y ella iría a apoyarlo, yo me quede atónita, me tendría que quedar sola en casa, si, completamente a merced de Don Ramiro.
Lo peor para mí fue en la noche, ya que nunca me ha gustado quedarme solita, estaba muy temerosa y a la vez nerviosa; ya tarde decidí ir a dormir, mi pijama es un conjunto que me compro mi esposo, que consta de un top y un short cortito, parecido al uniforme que usan las chicas del voleibol de playa, Paco dice que así solo el goza de ver y acariciar mi curvilíneo cuerpo.
Ya lista para dormir, fui a la cocina por un vaso de agua, pero fue ahí que comencé a oír unos ruidos extraños, pensando que era mi imaginación me fui directo a mi cuarto, pero grande fue mi sorpresa al ver que ahí sentado en mi cama, se encontraba esperándome Don Ramiro.
Yo totalmente sorprendida trate de cubrir mi casi desnudez, Don Ramiro se mordió el labio inferior y empezó a jadear de placer, verme así vestida en top y micro short lo había excitado; fue entonces que el viejo comenzó a frotarse el pene por encima de su pantalón, se bajó el cierre y saco su miembro y comenzó a masturbarse, su excitación por verme casi desnuda iba en aumento.
Yo baje la vista a su bragueta y note su creciente bulto, él se lo froto con toda la intención de enaltecerlo, por instinto trate de salir de ahí, pero el viejo corrió de inmediato, cerró la puerta de la habitación y jalándome se colocó detrás de mí, y sin perder más tiempo lo sentí acariciarme la espalda hasta llegar a mi top y me lo arranco de un solo jalón, mis senos rebotaron al instante, el los miro sonriendo, como un hambriento mira un bufet.
Sus manos acariciaban mis pezones, su boca estaba susurrándome al oído cosas morbosas y depravadas, como las posiciones en que deseaba cogerme, y también que imaginara como se verían sus piernas al estar entre las mías y vislumbre su paquete poniéndosele cada vez más duro, porque me decía con lujo de detalle lo que quería hacerme. Yo trataba de poner un poco de resistencia y le suplicaba, Don Ramiro, por favor déjeme, ya, váyase por favor, déjeme; pero el continuo susurrándome, quiero cogerte duro, que rico imaginar cómo te pongo bien empinadita y tus tetas chocan contra la cama mientras yo te doy con todo.
Pude imaginármelo completo e increíblemente empecé a humedecerme, sus grandes manos masajeaban mis senos de manera lenta, pero firme. No lo podía creer, pero empecé a mojarme, escuchando esa voz que me decía las maneras en las que podía cogerme.
Mis últimas suplicas fueron, por favor Don Ramiro, deténgase, yo no quiero fallarle a mi esposo, por favor váyase a su casa, pero el totalmente fuera de si decía, ni madres, yo de aquí no me voy hasta no saciarme contigo, te deseo, quiero estar entre tus piernas, mamacita, estas deliciosa.
Yo ya estaba a su merced, mientras Don Ramiro me seguía tocando, su respiración se aceleraba conforme iba llegando a mi centro; las caricias subieron de tono, el viejo no aguanto más y termino desnudándome.
Sin perder más tiempo, Don Ramiro se desnudó por completo, su pene listo como un soldado apuntaba hacia mi amenazante, pero lo que más me estremeció, fue darme cuenta de que Don Ramiro se estaba chaqueteando mientras me veía desnuda, los gruñidos que salían de su pecho y sus manos frenéticas jalando su miembro exclamando ahhhhh Fernanda estaaaaaaas bien buenaaaaa, que ganas te tengo mmmhhhh, no podía creerlo, pero todo eso me encendió las piernas.
Ya totalmente fuera de sí Don Ramiro me dijo, abre la boca, con la voz ronca por la excitación, y yo con lo caliente que estaba, no vacile un instante más en obedecerle; con una mano el viejo me bajo la cabeza hasta el punto exacto donde me quería; su miembro estaba erecto y gemí contra su piel caliente mientras mi boca lo acogía entero hasta el fondo.
Don Ramiro me tenía como quería, con la boquita abierta justo debajo de su erección; lo grueso y grande de su miembro me daba una ideas de lo que me esperaba al tenerlo dentro y sobre todo por las embestidas que el viejo me iba a dar, pensar en ello me produjo un calor indescriptible en todo mi cuerpo. El de pie, frente a mi rostro, parecía haberse dado cuenta de mi agitación, comenzó a masturbarse justo encima de mis labios, abrió las piernas lo justo para darse espacio y avanzar un paso en mi dirección y con ello me apoyo un testículo en la lengua; entonces hizo que yo se lo mamara.
Mientras lo chupaba me retorcía de placer, Don Ramiro sin perder el tiempo comenzó a recorrer con sus manos inquietas las curvas de mi cuerpo; todo el calor que emanaba de él y de mi me tenía abochornada, sudando y caliente. De pronto solté un gemido que quedo a medias, porque Don Ramiro se agarró el miembro por el tronco y me lo metió en la boca con una embestida, jadeo, y la habitación se nos llenos de ruiditos de mis arcadas cuando su pene grueso me rozaba la garganta, mezclados deliciosamente con los gruñidos que él, soltaba al aire.
A Don Ramiro le gustaba sacarla entera y volvérmela a meter de un solo golpe, mientras yo me apuraba en recorrerla con la lengua; perdida en el momento cerré los ojos un instante y me arquee, entregándole mis tetas cuando el estiro los brazos para acariciarlas.
Don Ramiro, se detuvo un instante y dijo, ahora me toca a mí darte lengua, el bajo entonces a chupones por la línea de mi ombligo, yo gemí, me eche hacia atrás y apoye la cabeza contra la cama. La menee de lado a lado mientras Don Ramiro recorría mi vagina a punta de besos húmedos; el viejo se llevó a la boca todo mi clítoris con un chupón largo, que me obligo a retorcerme de placer, y termine de abrirle más mis piernas como para invitarlo a quedarse en ese rincón al que tanto le hacía falta una boca caliente y deseosa como la de Don Ramiro.
Don Ramiro me estaba haciendo el amor con la boca, su lengua penetrándome, el ritmo fue de suave a intenso, tomo mis piernas sujetándolas por los tobillos mientras su lengua y labios atacaban deliciosamente mi sexo. La cercanía de su respiración en mi entrepierna me provocaba escalofríos; el viejo con toda destreza succionaba con su lengua mi sexo, tanteado la intensidad de mis gemidos.
Yo ya había hundido los dedos en su cabello, estrujando suavemente sus canas para decirle sin palabras lo bien que me la estaba pasando. Mientras Don Ramiro me comía, con sus dos dedos me masturbaba uno de mis senos; yo, inmersa en el placer, susurraba para mis adentros, cógeme, cógeme ya; fue un oral tan rico, que me hizo perder la razón, solo quería ya ser poseída por ese hombre morboso, depravado, era increíble pero ya deseaba que ese viejo repulsivo me cogiera.
Yo ya estaba muy caliente, pensaba para mí, sin atreverme a decirlo, por favor, ya métemelo, mi primer instinto fue alzar el culo para tentarlo y pedirle con el cuerpo que ya me cogiera, fue entonces que Don Ramiro vino hacia mí con sus ojos encendidos, y jadeando con la lengua de fuera se colocó encima de mí, me abrió las piernas y me penetro, su miembro me atravesó hasta el fondo, nos apretamos mutuamente y comenzamos a dar vueltas por la cama, revolcándonos como salvajes, creando un torbellino de sabanas, piernas caricias y gemidos.
Don Ramiro me embestía con fuerza, descargando toda la lujuria y deseo que sentía por mí. nuestros cuerpos se retorcían de placer, sentía mis piernas encendidas de puro calor; mientras me cogía, me quede mirándolo de frente, pude ver como tenía sus ojos complete en blanco, exhalaba enormes gemidos de placer teniendo la boca totalmente abierta, el viejo estaba gozando como nunca el placer de estar entre mis piernas, de repente, me quedo mirando y sin contenerse abalanzo su cara sobre la mía y comenzó a besarme, devorándome la boca, yo rodee con mis brazos su cuello para abrazarlo y fue así que nuestros cuerpos se fundieron en uno solo.
Yo estaba que me quemaba al ver la concentración con la que Don Ramiro vigilaba la manera en la que mi vagina se estaba comiendo todo su miembro rígido; Don Ramiro me seguía cogiendo estando encima de mí y es que en esa posición la cabeza de su miembro quedaba adentro de mí, lo que me erizaba la espalda y luego de un rato mientras nos revolcábamos se me fue el aire, estaba tan mojada que Don Ramiro se adentraba en mi fácilmente, de repente de un solo empujón, me inserto su pene hasta el fondo, a mí se me separaron los labios con un grito ahogado, luego vinieron los gemidos ahhhhhhhhhh siiiii asiiiiiii ahhhhhhh y él se los bebió todos a punta de besos, cogiéndome lentamente.
Totalmente dominador, Don Ramiro me empujó hacia atrás, fue rápido en acomodarme de piernas abiertas arriba suyo, mi espalda contra su pecho, y ahora que lo oía jadear en mi oído, los escalofríos me ascendían. ¡Vamos¡ me dijo con su voz grave y rasposa y yo le respondí con un gemido ahhhhhhhh incapaz de hablar ahora que el viejo comenzaba a penetrarme de nuevo, cuando me tuvo retorcida y al borde del orgasmo, clavo los talones en el colchón y se empujó con todo adentro de mí. Estaba tan mojada que se enterró hasta el fondo con embestidas cortas y rápidas, me levantaba con fuerza en cada empuje, entre las paredes de la habitación quedo encerrado el eco del choque de sus testículos contra mí.
De pronto, sin poder evitarlo, la lujuria se apodero de mi cuerpo y me encontraba brincando arriba suyo con fuerza, mi ritmo fue cambiando a medida que la necesidad me iba venciendo toda resistencia; Don Ramiro y yo gemíamos como desesperados, ahhhhhh, yaaaaaaah ahhhhhh.
De pronto Don Ramiro cerró los ojos y se tragó sus gruñidos, lo sentí vaciarse en mí, lo sentí venirse a chorros y no se detuvo hasta exprimir todo su semen sobre mi desnudo cuerpo.
Pasada la calentura, me vinieron los remordimientos, me sentí muy culpable, viéndome ahí, desnuda acostada en la cama con ese viejo morboso, acababa de serle infiel al hombre que amaba, mientras Paco dormía al lado de nuestro hijo, yo su mujer, estaba revolcándome con ese viejo depravado.
Me levante y llore sobre el buro, la culpa me mataba, Paco no se lo merecía, solo que mientras me desahogaba, Don Ramiro se me acerco y metiendo su mano entre mis piernas desnudas, comenzó nuevamente a masturbarme, me susurraba, no te arrepientas, chiquita, nuestros cuerpos se necesitaban, a mí me excitan las jovencitas y más si están tan buenas como tú, eres mucha hembra para el zonzo de tu marido.
Y siguió, dejémonos de cursilerías, cada quien que siga con su matrimonio, nuestra relación será únicamente sexual, cuando nos veamos dejaremos que sean nuestros cuerpos los que hablen, pero en la cama, quiero revolcarme contigo hasta saciar la lujuria y deseo que tenemos reprimidos, yo gimiendo solo decía ahhhh Don Ramiro, mmhhh por favor ahhhh, espere, y continuo masturbándome.
Yaaaaah Don Ramiro mmmhhh por favor ahhhh espere mmmmhhh, no puedo, ahhhh sin embargo, mi cuerpo estaba cediendo otra vez, sabía que no podía resistirme a sus deseos y mientras el nuevamente me conducía a la cama, yo exclame, ahhhh si Don Ramiro ahhhh si quiero ser suya otra vez, ahhh si quiero seguir revolcándome con usted, ahhhhh acepto que sea mi amante ouuhh; y como prueba de ello, volví a meterme a la cama con él nos enredamos en las sabanas y lo deje que disfrutara el placer supremo de estar toda la noche entre mis piernas….