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Categoría: Incestos

Un trabajo duro

Aquella discusión con la novia de mi ex socio se estaba alargando más de la cuenta y estuve a punto de zanjarla diciéndole la verdad a la chica, pero pensé que a parte de mi socio también fue mi amigo desde la infancia y no quería que perdiese su parte de la empresa y a su novia en menos de una semana, así que me di media vuelta y agarre la manguera para seguir lavando la furgoneta pero ella, no conforme con mi indiferencia, se puso en medio y abrió las puertas del vehículo para impedir que yo siguiera con mi tarea. Ya me estaba calentando y pensé en enfriar el asunto así que sonreí y le dije:



-ese vestido rosa es muy cortito y te queda muy bien, va a ser una pena.



Ella se quedó pensando y pregunto:



- que va a ser una pena?



Y sin mediar palabra la empape con la manguera.



En un ataque de furia se lanzó hacia mí con los puños en alto y menos mal que pude sujetarla por las muñecas porque al mirar sus ojos daba miedo ver que rebosaban ira. Al ver que estaba en desventaja frente a mí, fue invadida por un ataque de impotencia y su furia se tornó en llanto. Yo intente consolarla abrazándola, pero todo dio un giro brusco e inesperado.



Ella giro la cabeza hacia mí y me beso, luego se quedó mirándome fijamente a los ojos y mordiéndose el labio. Yo pensé: ¿qué cojones está pasando? Hace diez segundos quería matarme y ahora... Ella, al no ver ninguna reacción en mí, se retiró un paso y empezó a estirarse el vestido intentando despegarlo de su cuerpo. Yo, queriendo quitarle importancia al tema, le dije que debiera quitarse esa ropa mojada. Ella miro pícaramente, como solo sabe hacer una mujer, y dijo:



-no es el vestido lo que más mojado tengo ahora.



Yo ya no sabía "por donde me venían los tiros" y analice rápidamente la situación: tenía delante de mí a un bomboncito de, más o menos, 1,70, cuerpo de 90 60 90, dispuesta a quitarse la ropa y que me había insinuado estar cachonda. No podía "mirar hacia otro lado".



Llegado ese momento mis instintos más primarios tiraban de mí y metiendo las manos bajo el vestido, le baje las bragas casi hasta los tobillos, ella aun sonriente se deshizo de ellas con dos patadas y tiro del vestido hacia arriba para quitárselo. Yo me había retirado unos pasos para deleitarme con las vistas y al verla frente a mí solo con los zapatos y el sujetador me lance avasallándola contra los asientos y los dos nos fundimos en un beso apasionado mientras que yo magreaba aquel culito tan prieto.



Cuando empecé a "arrimar cebolleta" me percaté de que no había sacado el aparato y me retire para poder hacerlo, pero ella, con toda su picardía, me guiño un ojo poniéndome aún más cachondo y dándome pie a meterle toda la polla hasta aplastar mis huevos contra sus nalgas, sus ojos se pusieron medio en blanco y yo mire como sus pechos temblaban dentro del sujetador a cada embestida que yo le propinaba, me estaba poniendo más cachondo a cada gemido que su garganta exhalaba.



Yo estaba actuando despacito para alargar el momento, para disfrutar cuando mi polla entraba tan suave y salía chorreando, cuando me abrazaba con las piernas para intentar sujetarle allí dentro, cuando sus gemidos se metían en mi cabeza y me daban poder... poder hacerla disfrutar, poder disfrutar yo del momento, poder...saber lo que era estar en la gloria. Ella dejo de gemir y empezó a lamerse los labios y a decirme que le diera más caña, que lo necesitaba, que la hiciera mía...y yo que "soy un caballero" hice caso a la señorita.



Acelere la marcha y la fuerza de mis envites consiguiendo que volviera a gemir cada vez más fuerte, que abrazase como si no quisiera terminar, que me arañase la espalda hasta llegar a doler, que me mordiera el pecho para hacerme saber que había terminado. Al percatarme de que ella había culminado y ya chorreaba excesivamente le propuse parar, pero se negó dijo que yo también merecía terminar, así que seguimos al lío. Creo que al no verla disfrutar me sentí inútil y decidí intentar que volviera a disfrutar y aumenté el ritmo, pero cuando yo ya estaba a punto de caramelo ella se puso seria y dijo:



- no tienes cordón!!! ¡No termines dentro!!!



Yo ya no miraba nada, solo tenía un objetivo. Al ver que empezaba a resistirse la sujeté por los brazos y continué. Ella solo decía:



- no seas cabrón!!! ¡No seas cabrón!!!



Pero antes de que pudiera decirlo por tercera vez yo gemí largo y fuerte al tiempo que disminuía el ritmo y daba los últimos empujones para dejarle todo dentro.



Ya habiéndose vestido otra vez le dije:



- si Rober se entera nos mata a los dos.



Ella solo respondió:



- no se va a enterar y casi mejor que ya no sea tu socio, ahora voy a coger yo su puesto, le he cogido el gusto a "trabajar" contigo.



Me dio un beso en la mejilla y se fue sin más.


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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