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Categoría: Varios

¡Un sueño!

En un instante llegaste a mí. Me encontraste recostada sobre mi lecho, con los ojos cerrados y las manos descansando sobre mi cuerpo, mi respiración era suave y profunda.
Te acercaste a la orilla de la cama suavemente para no despertarme y fuiste subiendo a través de mi cuerpo, hasta llegar a mis labios que besaste dulcemente.
Lentamente abrí mis ojos y una sonrisa se dibujo en mí. Eras ¡tu! Mis brazos te estrecharon fuertemente gozosos de por fin tenerte cerca, después de haberlo deseado tantas veces.
Te acerque aun más y observe tu rostro tan apacible, mientras tus manos se posaban tiernamente sobre mi piel. Tu boca y la mía por fin se encontraron y sentí tus labios suaves y cálidos entreabrir los míos; tu boca húmeda calmo la sed en mí.
Nuestras bocas se colmaron de besos y comenzaron a recrearse más allá, tu cuello sabía a mar, mientras que tus caricias eran el cielo. El calor de tu cuerpo fue el sol, que al fundirse en mi océano, se consumía. Tu cuerpo descanso sobre el mío, entre tanto tus manos descubrían mi piel.
Caminaste desde mi tobillo hasta mi cadera, y mi cuerpo poco a poco fue despertando a la pasión que desde hace mucho has despertado en mí.
Cada tacto dejaba huella, y mi piel deseosa de estar marcada, danzaba frente a ti. Desnude tu cuerpo, y fui descubriendo poco a poco cada línea y curva de tu ser. Me arrodille ante ti y en un segundo la segunda piel que me cubría la deseche.
Me aproxime a tu rostro y como un niño hambriento tomaste mis pechos observando y besando sin saber cual escoger. Recorriste cada uno de ellos, mientras yo me embriagaba con tu piel.
Avivaste la llama en mí, provocando que me aproximara aun más y restregara mi piel en tu piel y mi boca como loca busco la tuya. Tus manos incitadas por mí invadieron mi cuerpo recorriéndolo todo.
La humedad de mi ser comenzó a desbordarse, y tú deseoso de inundarme, te adentraste en mi. Tu dureza me quemaba y el vaivén de tu cuerpo, creaba olas que poco a poco fueron convirtiéndose en tempestad.
Mi cuerpo encabritado clamo descanso mientras tus olas y las mías rompían con el mismo ímpetu estrellándose entre ellas; mas en un segundo llego la calma. Fundiéndonos en uno, mezclando nuestras aguas; la misma sal, la misma arena, el mismo sueño.


FIN


Alejandra Estrada
Sep/2002 México
Datos del Relato
  • Autor: Aymara68
  • Código: 8775
  • Fecha: 03-05-2004
  • Categoría: Varios
  • Media: 5.9
  • Votos: 60
  • Envios: 1
  • Lecturas: 1677
  • Valoración:
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