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Categoría: Maduras

Un pequeño encuentro

Eran de esos días de primavera en los cuales tu sangre hierve y te sientes capaz de todo, temerario ante el peligro y valiente ante las injusticias, amable con las ancianas y galante con las damas que te encuentras a tu paso.



Estaba feliz, la razón era muy sencilla, era ya todo un señor universitario, después de 3 intentos fallidos por ingresar, al fin lo había conseguido, a base de tesón y mucha fuerza de voluntad; privándome de asistir a fiestas y parrandas con la "MANCHA", el grupo de amigos que desde siempre conocí en el barrio, a los cuales por el estudio deje de ver y hasta cierto punto, deje de lado, ingrese a la universidad. Pero ellos si que me recordaban, el gran Perro, apodo dado por Juancho, uno de los mas locos en el grupo y el cual mantenía conmigo una especie de enemistad oculta; me decía así, pues aseguraba que era la única pose que me sabia... y talvez tenía algo de razón.



Mis clases estaban a tan solo 2 semanas de comenzar; me encontraba con la cabeza calva, CACHIMBO (por la tonta costumbre de dejar pelado a los que recién entran a la UNI), pero esto no me importaba mucho; me dirigía a casa de Juancho, pues los amigos de la MANCHA me estaban preparando algo así como un premio por mi ingreso(y no les importo para nada que fuese en el ultimo lugar), la cosa era celebrarlo y si era con licor y harto sexo... pues bienvenido sea.



La fiesta transcurría de lo mas normal, pasaban de las 12 de la noche y, como en toda fiesta, la cerveza, los tiros de coca y uno que otro pitillo de marihuana no se hacían extrañar; completamente ebrio mí interés fue canalizado en buscar a la pollita, de baja estatura, pero la chica con los senos mas grandes que me haya comido, antes de apartarme del grupo era mi hembrita, pero había pasado un año de esto y ahora estaba con Juancho; él muy maldito había aprovechado mí exilio en el estudio para meterle letra y agarrársela, el muy hijo de puta, era como su revancha, pues el también había postulado en 3 ocasiones y no había alcanzado plaza; cada vez que los veía, me miraba con una sonrisita burlona, como diciéndome: - "Te cagué perro, tu tendrás tu puta universidad, pero yo tengo a tu hembra".



Me sentí una mierda y quise largarme de aquel sitio, no tanto por haber perdido a la pollita, mi incomodidad radicaba en la aparente victoria de Juancho sobre mí; ya pasaban de las 3 de la mañana, al igual que muchas otras parejas, Juancho estaba que se la atoraba a la pollita en plena sala, como veía saltar los senos de la condenada pollita, que rico cuerpo tenia carajo... y no era mío, puta madre.



Me dirigí al baño, quería vomitar y largarme de aquel lugar, a la mierda con todo, al fin y al cabo soy universitario y todos esos (incluidos Juancho y la pollita) eran unas mierdas, de seguro acabarían limpiando casas o como simples empleaditos, trabajando por sueldos miserables.



Al salir del baño, por efectos del alcohol, me desvíe ingresando a la cocina, donde me tope de cara con la mamá de Juancho.



¡Sra. Dante!, - dije muy sorprendido de verla, pues según los planes, la madre de Juancho no debía aparecerse ahí al menos hasta el mediodía del día siguiente – ¡que sorpresa, la verdad yo...!



¡Hola Aldo!, - me dijo con una voz muy seria pero a la vez no denotaba demasiado enfado – sé que ingresaste a la universidad, supongo que esta fiesta es en tu honor.



Si Sra., discúlpeme si le causo problemas, lo ultimo que quisiera es incomodar...



Je,je,je, - rió de buen grado la Sra. Dante, al parecer mis modales no iban a tono con mi estado físico, pues la traza de borracho que arrastraba, no se ocultaba con nada. – no te preocupes muchacho, Juancho siempre organiza fiestas, esta vez la excusa fue tu ingreso, la semana que viene, cual razón me inventara.



Bueno Sra., no quiero incomodarla mas, me voy, estoy un poco ebrio. – y haciendo un ademán de irme, la mamá de Juancho me detuvo del brazo.



Donde vas pequeño, tu no puedes abandonar esta casa en el estado en el que te encuentras, ven un momento conmigo, vamos a hacer que se te pase la borrachera.



Y mientras me tomaba de la mano y me conducía al segundo piso, pude darme cuenta recién, que el camisón que traía dejaba traslucir su espléndida figura; a pesar de sus 4 décadas encima, de haber tenido 3 hijos y ser viuda hace ya un par de años; Doña Julia (que así se llama) se mantenía espléndida. Me llevo hasta su cama y haciéndome sentar en ella, me quito la camisa y los pantalones, dejándome solo en calzones y calcetas.



Sra. Dante – dije bastante extrañado – esto no es necesario, yo puedo dormir en una silla, no quiero que se moleste por mí



No es molestia hijo, – y sacándose el camisón y el sujetador, me dejo ver la redondees de sus mamas – como crees que no voy a cuidar de ti, si eres como un hijo para mí, vamos acuéstate, que para que no tengas miedo ni vergüenza, me voy a acostar a tu lado, solo te pido algo, no vuelvas a llamarme Sra. Dante, quiero que me llames Julia.



No se dijo mas nada, ella se echo a mi lado y empujándome con su cadera que fue a dar justo en mi pecho, se hizo campo, si que estaba buena la mamá de Juancho.



Dime Aldo, - y mientras me hablaba, la Sra. Julia acariciaba mi pecho - ¿Por qué te dicen perro?



La verdad no lo sé Sra. Julia, - me interrumpí un momento, pues la mano de la mamá de Juancho había bajado haciendo pequeños círculos, tratando de ondular el escaso bello que por ahí tenia; hasta que se vio tocando mi pene - ¡No lo sé! – dije muy excitado.



Ya te he dicho que no me digas señora, y quítate esos calzones, que deben ajustarte mucho, - y mientras me decía esto, ella se quitaba su ropa interior. – mírame a mí, sácatelos y ya.



Si Julia – y como un esclavo sumiso, obedecí a mi ama.



Así me gusta amor, creo que ya sé porque te dicen perro, ¡Buenas noches!



Julia giró la cabeza y antes de darme la espalda, me besó en la frente, dejándome ahí, casi sin poder respirar.



No podía creerlo, estaba en la misma cama con una mujer que pudiendo ser mi madre, estaba bastante apetecible, desde niños, cada vez que la Sra. Julia pasaba por nuestro delante, siempre con todos los de la MANCHA, le mandábamos besos y piropos, aunque Juancho se enojara por ello; ahora estaba a mi alcance, y dejándome de tanto respeto y cojudeces, me acerque a ella, tocando mi pecho a su espalda y empecé a frotarle el pene entre las nalgas mientras mis manos acariciaban su peluda vulva, si me grita o me llama pervertido, pues me voy y a la mierda con todo.



Tras unos minutos en los cuales no me dijo nada y, solo emitía algunos grititos de placer, alcanzó el orgasmo con tan solo frotar mi pene entre sus nalgas, pues se restregaba sobre mi chupete candente como un pez fuera del agua, de arriba abajo y viceversa, dándome pequeño empujones, no con la intención de que me alejara de ella, era mas bien que quería que entrara hasta sus entrañas, el frotar sus nalgas era tan rico sentir aquel calorcito que desprendían sus glúteos, que nos quedamos así por buen rato, para luego empezar a masajear sus pechos. Estaba con mi pieza mas armado que nunca y, como todavía estaba de espaldas a mí, le puse una mano en el culo para acomodarme mejor el juguete e introducírselo al fin.



Mientras hacía esto, deslicé mi otra mano acariciándole alrededor del clítoris, jugué un poco con su rosita, hasta que Julia empezó a tirar su cabeza hacía atrás, convulsionándose, moviendo cada vez mas rápido el culo, fue así que le separe los labios vaginales lo suficiente para meter la puntita de mi sexo, entonces (y aun desde atrás de ella) pasé a realizar suaves movimientos de vaivén, ella se ajusto al ritmo de mis caderas.



Doña Julia no decía nada, por lo cual decidí penetrarla de golpe; fue recién ahí que gimió ruidosamente, y paso su mano (hasta entonces inerte) por mis caderas y las fue a depositar en mi nalgas, acelerando mis arremetidas.



Deje de atraerla hacia mí, pues Julia lo hacia mecánicamente, cada vez mas rápido y con mayor fuerza, la tome de sus pechos, y con fuerza empecé a bombear hacia arriba, llegado un momento, la obligué a estar encima de mi cuerpo de forma que podía saborear todo su hermoso cuerpo, soportando su peso. Sujetándola por las caderas, la penetré con todo mi miembro, rebotando mis huevos en tremendos cachetes, con cada golpe ella dejaba escapar un jadeo mientras yo aumentaba cada vez más la velocidad.



Ella aun encima mío, era la lo máximo, con cada salto que daba para incrustarse mas en mi miembro, podía observar su hermoso culo, que por la posición mostraba toda la belleza que se puede suscitar cuando estos rebotan sobre el cuerpo de un hombre, es decir yo.



Con cada penetración vaginal y cada rebote, mas se me antojaba comerme el culito de Julia, no pudiéndome resistir mas, decidí atacar por ahí también.



Levantando un poco sus nalgas, salí de su vagina y coloque en su ano la punta de mi verga, y ayudándome con las manos, empujé hasta hacer mío ese agujero tan apetecible, y aunque Julia lanzó un grito de dolor, no dijo nada y yo no me detuve y seguí empujando y cachándome ese culo.



Con cada penetración Julia gritaba, pero a cada grito seguía un mutismo absoluto, mientras mas hondo se lo metía, mas me empujaba el culo, como queriendo que la parta en dos; como saltaba Doña Julia, como queriendo que la penetración fuera más profunda y mas placentera. Finalmente eyaculé en el culo de Doña Julia y sin sacármela de encima, me quede dormido.



Cuando desperté Doña Julia no estaba, yo me hallaba nuevamente vestido y en el medio de la sala de Juancho, rodeado de todos los de la MANCHA, tirados en el piso con los preservativos aun en los penes flacidos, y las chicas con semen seco en sus escasas ropas.



Me dirigí a la salida, estaba a punto de doblar la esquina para ir a mi casa, mas en el camino me encontré con Juancho y su madre, que venían de dejar a la pollita en su casa.



¡Hola Julia!,¿Cómo estas? – dije muy confiadamente.



Oye imbecil – dijo Juancho enfadado, por el exceso de confianza con su madre - ¿Qué te pasa?, porque le faltas el respeto a mi madre, dirígete a ella como Doña Julia, pedazo de basura.



Yo no le dije nada, después de todo Julia se encargaría de darle su lección.



Hay hijito – y acaricio a Juancho - ¿Qué clase de amigos te consigues?, tan confianzudos y encima atrevido, abrace visto.



Pero yo, - dije confundido – lo que paso anoche...



Claro, eso no se me olvida – dijo Juancho haciendo ademán de golpearme – ¡HIJO DE PUTA!, entrantes al cuarto de mi madre no sé con que fin haciéndote el borrachito, ¡QUERIAS APROVECHARTE DE ELLA, NO ES VERDAD HIJO DE PUTA!, ahora veraz.



Y lanzándome un gran puñete en el medio de los ojos, caí pesadamente en el suelo, sangrando abundantemente de la nariz.



Vamos hijito, no vale la pena que te pelees con este "IRRESPETUOSO" – y tomando de los hombros a Juancho, los dos se alejaron de mí.



Pero yo... – que había sido todo esto, es que acaso lo había soñado, o talvez lo había echo con otra chica y pensé que era la mamá de Juancho... estaba muy confundido.



Han pasado 3 años, y aunque estoy flojeando en algunos cursos de la universidad, al menos estoy en el camino de ser uno de los mas reconocidos abogados, o al menos esa es mi aspiración; de la vida de la MANCHA no se mucho, algunos se han casado, otros como Juancho se fueron a Norteamérica, la pollita es madre soltera y otros están en la cárcel.



La vida de los integrantes de la MANCHA me importa un carajo, pues todo cambio a partir de mi ingreso a la universidad, era otro ambiente, otra gente, otros amigos; lo único que aun no cambia son las noches en las que duermo en cama de Doña Julia, pues la primera vez fui a disculparme por el incidente, le demostré porque me decían perro, las siguientes veces fui a consolarla por la partida de Juancho, siempre demostrándole mi perruno estilo de amar. Nunca hablamos mientras hacemos el amor, nunca me da la cara, jamás me la a mamado, y siempre lo hacemos con ella dándome la espalda, y en cada mañana que la veo, siempre digo:



Bueno días Doña Julia. – Con mucho respeto.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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