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"Como un dia caluroso de playa terminó en el puerto pesquero."
Salí de la playa con apenas el pareo tapándome los pechos y mi braguita del bikini dorado sobre las 4 de la tarde, el sol era insoportable a esas horas. Mis gafas de sol y me dirigí para el apartamento apenas a 2 minutos andando de la playa.
Entre en el apartamento, me duché. Todos dormían la siesta a esas horas. Me relaje tras la ducha, dándome crema por el cuerpo, mis pezones estaban duros en parte por el frio de la crema, en parte por el propio hecho de rozar mis manos por ellos. ¿Por qué no?, llevaba varios días sin sexo y me apetecía, y empecé a ahora sí, a rozar mis pechos mientras me los masajeaba. Pasar mis dedos por ellos ya endurecidos, hacia que se pusieran aún más duros e hinchados. Al poco estaba acariciándome los pechos con una sola mano y con la otra separando mis labios muy mojados. Un pie en el taburete para separarlos aún más y poder introducir lentamente uno de mis dedos aun lubricados por la crema, hasta lo más hondo que pude, haciéndome lanzar un suspiro, que fue acallado al oír ruido fuera del baño. Alguien quería entrar. Me anudé una toalla en el cuerpo y salí. Mi madre quería entrar y me preguntó porque tan pronto en casa y yo me pregunté lo mismo.
Entré en mi habitación dispuesta a terminar, pero con mucho cuidado de no entrara nadie, y enseguida lo logré. Froté mi clítoris con dos dedos rápidamente, para conseguir un orgasmo que no apagó mis ganas de sexo en absoluto. ¡Vaya mierda! Pensé.
Que hacia yo en casa a las 5. Mi marido a 500km, mis padres se quedaban en la piscina con el niño. Me voy al puerto, compro unas gambas rojas a los pescadores para la cena y de paso me doy un paseo por garrucha. No era mal plan.
Me puse un pequeño short de tela de toalla, color rosa, y un top rosa claro, y aun no sé por qué, no me puse nada debajo. Sandalias, bolso y salí con el coche hasta garrucha, que está cerca pero aun hacía mucho calor para ir andando. Aparqué en la zona de la feria y me dirigí hacia la lonja. Los barcos estaban ya en puerto, con los marineros con sus tareas de limpieza. Al entrar en la lonja, me senté en la grada y pude desde esa posición, la poca gente que había. Apenas un par de turistas con sus chiquillos, un par de señoras del lugar seguramente esperando a algún marido, y abajo la faena propia de la lonja, con apenas movimiento pues era algo tarde cuando llegué. Alguna mirada se cruzó con mis piernas, algún cuchicheo entre los compradores, me dio una idea. Me levante y me puse en la barandilla, en la parte más baja del graderío, donde estoy casi segura, alguno desde abajo, podía ver la falta de ropa interior por mi parte. No había nada que pescar allí y me dirigí fuera del recinto. Es habitual comprar a los pescadores directamente para sacarse unos extras y me dirigí a la parte trasera. Algunos barcos estaban colocando cajas y en uno de ellos un señor de unos 60, me preguntó si buscaba algo, con un tono que me indicaba que preguntaba más allá de una posible compra.
- Busco unas gambas para esta noche.
- Para esta noche te daba yo otra cosa.- dijo con un cigarro en la boca
- Venga, ¿tiene algo para venderme? Insistí sin rechazar su juego.
- Pase señorita y buscamos que se puede llevar. Me sorprendió una voz desde la otra parte del barco.
Un chico marroquí de unos 30 apareció de la nada y enseguida se dirigió a la madera que servía de pasarela para estirar su mano e invitarme a subir. Nunca había subido, siempre las ventas se hacían a escondidas y no me sorprendió mucho. Agarré su mano y entre en el barco. Apenas unos pulpos en unas cajas de plástico.
- ¿No tienes más?
- quizá tenga alguna gamba abajo. Dijo
- eso es lo que busco.- dije
- si nos enseñas las tetas, te doy unas cuantas.- dio con ese acento
El viejo seguía atento las indicaciones que me daba el joven. Con su cigarro en la boca y colocando cosas, pero sin perder un segundo de nuestra conversación.
-venga ya. ¿Aquí con todos alrededor? Protesté, pero sin que sonará a negación.
-pues baja al almacén y nos las enseñas abajo. Si casi nos las estas enseñando._
Miré mi pecho y vi como efectivamente, se podía intuir todo bajo el top-
Solo un poco y me dais las gambas.- termine por decir.
Pasó el joven marroquí primero y me ayudo a bajar los tres escalones que llevaban al almacén, que olía terrible. Vi que había un par de cajas de gambas y al mirar hacia detrás, vi que el viejo estaba en la puerta con otro cigarro en la boca mirando. Me levanté desde abajo el top quitándolo de una vez y dejándolo agarrado en mi mano. NO quería que tocase nada de aquel lugar.
- ¿Está bien? Pregunté mientras colocaba el top indicando que había acabado
- Está muy bien.
Me di una última vuelta para mirar hacia la puerta bajo la cual se encontraba el viejo, mirando con sus ojos clavados en mis pechos, una mirada sucia, que me puso aún más excitada. Según estaba mirando a la puerta, note la mano que me pellizcaba el culo fuerte. Me hizo girar repentinamente y encontrarme con el joven pescador junto a mí, con su mano en mi culo, ahora acariciando y agarrándome las nalgas. Ningún gesto de desaprobación salió de mí. Eso hizo animar al chico de acercarse más a mí y darme un beso por sorpresa. Me besó con energía, agarrando mi culo para atraerme hacia él. Su beso en otro momento hubiese sido repugnante. Tabaco y vino mezclados, junto con el aroma a pescado que había en ese habitáculo, no fueron obstáculo para que mi lengua alcanzara la suya en el interior de su boca. Note como mi camiseta caía en el suelo, mojado, sucio. Al caer de mi mano, era como cerrar la puerta a querer irme. No sabía que pasaba por mi cabeza. Mientras las manos de mi joven marinero acariciaban mi trasero, noté como una mano más áspera se introducía por debajo de la cinturilla.
- No lleva bragas - dijo el viejo
Y metió su mano más dentro para confirmarlo, separando y bajando mi short un poco, dejando ver algo más que el inicio de mis nalgas. Su mano ahora agarraba con fuerza y menos delicadeza que el joven, que viendo que no había dicho aun nada sobre el pasatiempo que les estaba regalando, dejo de besarme. Sus labios y manos bajaron rápidamente a mis pezones. Se introdujo uno en la boca mientras agarraba mi pecho estirando para fuera, para que mi primer sonido en minutos allí dentro fuese un gemido profundo mientras miraba al techo de ese zulo.
El viejo ya tenía ambas manos en mi culo, con el pantaloncito casi por debajo del culo y masajeaba con poca fortuna. Pero sus manos ásperas, el humo de su cigarro en la nuca, mis pezones devorados por Said, hacían que mis flujos hubieran casi empapado en short, ayudado por la tirantez que provocaba los tirones del viejo en mi culo.
Said, devoraba uno tras otro ambos pechos con mucha práctica mientras mi culo ya estaba despojado y notaba como la lengua de aquel viejo, lamia mi culo.
El joven dejó mis tetas para volver a besarme mientras sus manos amasaban mis pechos. Me daba mucho placer, me encanta cuando saben masajear mis tetas, me encantaba y me hacía olvidar un poco la lengua babeante que se introducía entre mis labios. De un golpe rápido me dio media vuelta para agarrarme las tetas desde atrás, casi provocando que me cayera, pero lo que hizo fue dejar mi coño junto a la cara del viejo.
- Pareces una puta de las caras, no tienes ni un pelo en el chocho.- me dijo
Mis manos fueron buscando la entrepierna del joven Said, arrimada a mi culo desnudo, mientras sacaba con los pies los short de entre mis piernas. Al volver a ponerme bien, Said, se sacó su polla por la cremallera, que pude notar dura de verdad. El viejo, empezó a sacar su lengua para repasar mis labios con poca maestría, pero, la visión de aquel señor mayor, comiéndome, y mis pechos agarrados con manos expertas y una polla en mi mano era algo extraordinario.
Ahora me di la vuelta yo. Separando a Said de mí, desnuda, solo con mis sandalias, me apoyé un poco en unas cajas y me metí su polla en la boca. No era muy grande, ni muy gorda, pero si muy dura y cubierta de venas. Con los ojos cerrados podía notar sus pelos en mis labios cuando llegaba hasta la cremallera del pantalón con todo su miembro en mi boca. Maniobraba a ciegas su pantalón para poder desabrocharlo y bajarlos, cuando finalmente lo logré, los bajé hasta los tobillos.
La mano de Pedro, callosa, rozaba mi sexo enérgicamente. Sus dedos gruesos estaban abriéndome y humedeciéndome por momentos. Ahora si podía ver a Said en plenitud. Fuerte, sin pelo más allá de su pubis, esos pelos negros, finos que apartaba con la mano para introducirme hasta ellos con mis labios. Al salir de mi boca brillaba con mi saliva un glande prominente y amoratado, las venas muy marcadas. Sus brazos en jarra me indicaban que se dejaba hacer. Miré hacia detrás donde ya no notaba al viejo. Estaba quitándose los pantalones con alguna dificultad. Me quedé mirando, esperando ver que tenía Pedro escondido, mientras tocaba suavemente a Said con la palma de mi mano, como cuando acaricias a una mascota en el lomo. Al final los pantalones salieron y se incorporó. Solo los calcetines y una camisa de botones sucia y desabrochada hasta medio pecho le vestía. Aparecieron unos huevos gordos, cubierto de vello bastante blanco, sobre los que una polla flácida y larga reposaba. Me miró y empezó a estirarse el miembro y volviendo a descubrir su glande para mí. Deje la polla de Said, me incorporé y me acerque a Pedro que con una risa nerviosa dejo su mano quieta para que fuera yo quien la agarrara.
Así hice. La agarré, no estaba dura, apenas morcillona podría decir, pero Pedro estaba encantado y gimió al empezar a acariciar. Los sentidos se despiertan en esos momentos, el tacto, la vista, el olor fuerte que desprendía aquel miembro curtido en batallas. El sabor al introducírmela en la boca, distinto. No estaba dura, poco más que morcillona. Me la introduje entera y sin moverme empecé a jugar con mi lengua notando como cada palpitación la hacía más grande. Me retire ajustando bien mis labios a lo largo de su polla viendo como mis babas impregnaban todo. Volví a meterla en la boca totalmente, notando que sin estar dura, estaba firme. Ahí empecé a hacerle una mamada lenta, viendo como Said se había agachado a jugar con mi culo. Metiendo su dedo a la vez que se masturbaba. Cerré los ojos para disfrutar de sus deditos y de lo sexual de la escena. El barco apenas se movía pero de vez en cuando me recordaba donde estaba: En un barco amarrado en un puerto a las 6 de la tarde con gente paseando por la zona. Sin aviso alguno note como un chorro de semen caliente me golpeo la garganta y rápidamente me saque la polla de pedro de la boca. Su segundo chorro dio en mi barbilla cayendo en mis tetas y lo demás cayó al suelo. Apenas estaba dura y se había corrido como un jovencito. Se apartó de mi lado permitiéndome ver su polla flácida y chorreando, se encendió un cigarro y empezó a vestirse mientras Said, me cogía del brazo, para apoyarme en una caja de gambas que estaba sobre una tarima de madera, colocándome en posición, para follarme por detrás.
De un solo empellón la metió entera, soltando un gemido ahogado mirando a las cajas de despojos que había bajo mío. Abriendo mis nalgas para favorecer meterla aún más dentro, empezó a follarme con ritmo rápido, notaba como golpeaba contra mi culo desnudo. Mis tetas golpeaban las cajas a cada embestida. Pedro salió del habitáculo con su cigarro en la boca. Desde ahí, fijándome en su salida, vi cómo se podía ver a la gente paseado por el muelle e incluso por la puerta de la lonja. ¿Me podrían ver ellos a mí? Pero enseguida, cerré los ojos y note como me flojeaban las piernas y me recorría un orgasmo intenso, largo, mi espalda se contraía a la vez que Said intensificaba su ritmo haciéndome llegar casi de inmediato a un segundo orgasmo, aún más largo pero menos intenso que hizo casi me callera al suelo. Said me dejo recuperar para agacharme de forma brusca. Su glande amoratado, comprimido por su piel, completamente hinchado, me golpeó en la boca. Abrí mis labios para metérmelo en ella y durante unos segundos hacerle una mamada rápida y cuando note que se iba a correr, Salí para que su semen cayera en mi pecho, unas gotas densas cayeron en mis tetas y chorreaban hasta mi ombligo.
- Ufff. Muy bueno señorita – dijo said
- No ha estado nada mal chico. ¿Cómo te llamas?
- Said.
Recuperándome, con mi cuerpo sudado y manchado en semen, me di cuenta de lo que había a mi alrededor. Un cuchitril, sucio y viejo. Mi top estaba en el suelo, mientras said se limpiaba su polla con mis short.
No dije nada. Me los dio en la mano y me los puse.
Mi camiseta entre cajas de pescado volvió a cubrir mis pechos aun manchados, pues no había nada con que limpiarme. Me acicalé el pelo y Salí a la cubierta donde Pedro me dio una bolsa con unas gambas, lo que fui buscando.
Tenemos gambas todos los días. – me dijo Pedro mientras no soltaba de su mano la bolsa.
- Quizá vuelva a venir. Le sonreí-
- Que puta estas hecha.- me dijo.
Más serena, la sensación que todos en el muelle miraban hacia el barco, como si supieran el trato que acababa de cerrar, como juzgando con sus miradas un acto que acababan de presenciar, cuando todos paseaban a lo suyo. Bajé de aquel barco, con el top marcado por la humedad del semen en mis tetas y mi tripa. Las manchas del pantalón apenas se veían. Camine por el puerto contoneando mi culo hasta subir al coche. Deje la bolsa en la parte trasera, mire al retrovisor y me vi despeinada. Buen día de pesca bromee.
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