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-‘...ese color está perfecto, muchas gracias’-. En el momento en que la chica guarda el vestido que le pedí yo trato de no mostrar mi nerviosismo, así que evito estar volteando para todos lados y respiro profundamente para controlar el temblor de mi voz. Me encuentro en un local en el que venden ropa sexy para mujeres y estoy terminando de comprar lo que voy a usar en mi transformación minutos más tarde. El local por obvias razones está muy concurrido. Hay chicas que van solas y parejas, jóvenes y maduras. Trato de no mirar a ninguna de estas personas a los ojos porque sé que inmediatamente van a preguntarse qué hace un hombre solitario comprando ropa de mujer. -‘Listo Sr., aquí tiene su cambio’- Recibo el dinero e inmediatamente me apresuro a salir del local siempre con la mirada al frente. Cuando siento que ya estoy retirada del lugar me atrevo a voltear y a caminar con paso más lento.
Listo. Me siento contenta porque encontré todas las prendas que me agradan para convertirme en la nena más sexy del planeta. En mi mochila llevo mis zapatos de tacón alto con correa y aprovecho una banquita que encontré para sentarme, abro esta mochila y guardo la ropa apenas comprada. Es entonces cuando me dirijo a tomar el transporte que me ha de dejar frente al hotel en el que acostumbro instalarme para dar rienda suelta a la mujer que llevo dentro.
Pago en la administración y tomando las llaves me dirijo a la habitación asignada y que se ubica en el segundo piso. -‘221, 222...y 223’- Inserto la llave y cruzo la puerta adentrándome a la habitación cuyos muebles serán testigos de mi transformación en nena. Había sentido la acostumbrada angustia de no poder hacerlo durante varios días. Ahora ya dentro de esta pequeña habitación me siento contenta, relajada y dispuesta a disfrutar mi travestismo al 100%.
Me desnudo de manera completa, acomodo toda mi ropa de hombre en un lugar alejado de la habitación. Tomo la toalla que está sobre la cama y me dirijo al baño llevando también la pequeña bolsa con todos los elementos necesarios para el mismo (shampoo, jabón de tocador y un rastrillo de mujer).
Después de enjabonar por segunda vez todo mi cuerpo tomo el rastrillo y comienzo a pasarlo por todas las zonas en las que considero tengo existencia de vello corporal. Termino mi baño, tomo la toalla y salgo con rumbo a la cama. En ella está depositada toda la ropa que he comprado para la ocasión: Una linda tanga de hilo dental, un liguero, un par de medias con elástico y mi brassier todo en color negro. También está un vestido, corto y que se ajusta al cuerpo, de likra mojada( así me dijeron que se llamaba la tela ) en color rosa. Al pie de la cama está mi par de zapatos de tacón alto.
Termino de aplicar la crema en todo mi cuerpo, me aplico el desodorante en ambas axilas y por último rocío todo mi cuerpo con la loción refrescante...¡cláro! Todo con aroma de mujer...
Con las manos, y mientras un sentimiento de emoción recorre todo mi cuerpo, tomo la tanga y colocándola casi en el piso, meto ambas piernas. Me fascina ver como brillan por causa de la crema y ver que no hay rastros de vello, me siento agradecida por ser lampiña. Comienzo a subirla lentamente, disfrutando cada centímetro que recorre la tela. Llego al final y procedo a acomodar el hilo de la parte trasera, veo con delicia como se esconde entre mis nalgas, como me enloquece sentir la tela que cubre mi ano. Enseguida hago lo mismo con las medias. Primero la pierna derecha, luego la izquierda. Se siente un ligerísimo calor en ambas piernas. Veo en el espejo la mujer que está surgiendo gracias a estas prendas tan deliciosas. Tomo el liguero y me lo pongo. Acomodo cada uno de los broches en ambas piernas. Miro una vez más al espejo: ¡Qué deliciosa mujer es la que estoy viendo en él!. Coloco el brassier y acomodo mis pequeños pechos en el espacio reservado para ellos. Tomo el vestido, meto ambas piernas y comienzo a subirlo a través de las mismas. ¡Qué delicia! La tela es fresca y suave. Llego a los hombros y al acomodarlo en los mismos veo mi imagen en el espejo. Aún sin tener puestos los zapatos, el vestido dibuja mi figura como el de una mujer biológica. Me apresuro y pongo los zapatos en ambos pies. Nuevamente veo mi imagen y me enamoro de lo que allí veo: Una mujer sensual entallada en un vestido corto. Una mujer que provoca mi erección y la secreción de líquido seminal dentro de la tanga nueva.
Por un rato me quedo frente al espejo modelando, tomando todas las poses posibles. Las que más me agradan son aquellas en las que el vestido muestra un trasero enorme y redondo. Finalmente procedo a maquillarme. Aplico base en todo mis rostro. Delineo mis ojos, aplico sombras en color rosa, aplico rimel negro, lápiz labial en color rosa y por último coloco la peluca de color negro.
De verdad que si pudiera salir de mi mismo, como hombre, amaría a la mujer en la que me he convertido de una manera tan especial y sublime. Me siento dichosa de la imagen que proyecto. Sigo modelando pero ahora estoy tomando una foto por cada pose que considero sensual y atractiva. Soy una MUJER. Romántica, soñadora, limpia, discreta, sensual. ¡Que no termine el día por favor!
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