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Me llamo Laura y soy una mujer normal o eso he pensado siempre.
En la adolescencia, yo hablaba con mis compañeras de clase sobre la masturbación. Ellas me decían lo bien que se lo pasaban jugueteando con su clítoris o introduciéndose los dedos. Pero a mí no me pasaba eso. Sí. Me sentía algo excitada pero no hasta el punto de subir hasta alcanzar un clímax. Sin embargo si tenía una sensación de ansiedad. Hasta que descubrí algo dándome un baño. Se me ocurrió pulsar el orificio de mi ano con un dedo. Eso me hizo suspirar. Entonces metí mi dedo índice. En las primeras ocasiones poco; luego hasta la mitad; y finalmente todo el dedo. Con él dentro lo agitaba, mientras me toqueteaba la vagina y así sí conseguía explotar.
Conocí al que sería mi marido cuando yo tenía tan sólo 19 años. Nos casamos 3 años después, estando muy enamorados.
Haciendo el amor me pasaba exactamente igual que cuando me masturbaba. Por eso le decía a Ricardo que me tocase el culo, o que metiese un dedo por mi ano. Y así efectivamente sí me estimulaba.
Sin embargo la penetración anal no me gustaba. Probamos hasta tres veces pero sólo conseguía dolerme.
Todo parecía transcurrir con normalidad.
Vino la boda de un familiar y mi marido me presentó a toda su familia, incluida una tía suya, una mujer de uno 40 años.
Primero tengo que decir que no soy lesbiana, ni he tenido jamás interés por personas de mi mismo sexo. Esta señora llamada Marta, pues parecía una mujer normal, quiero decir físicamente, no era deslumbrante pero tampoco fea.
Creo que la culpa de lo que paso la tuvo en parte Ricardo que es muy indiscreto. Estoy casi segura de que algo le contó a alguien sobre nuestras relaciones sexuales.
Y así empezó todo.
Estando de pie. Noté que alguien me rozaba por detrás; o mejor dicho me tocaba. Era tía Marta. Puse su mano sobre mi trasero con todo el descaro del mundo. Al principio me pareció sólo un accidente. Pero luego volvió a hacerlo palpando sobre la tela de mi falda el orificio de mi ano. Seguí creyendo que era una casualidad. Pero aquel toque me gusto. Me atrevo a reconocerlo.
Nos tocó sentarnos en la mesa y que coincidencia yo al lado de tía Marta.
Hubo un momento que me levanté para servirme el agua y al sentarme, lo hice sobre su mano. Mi corazón se aceleró y me puse colorada. Mi tía era lesbiana y sabía mis ,digamos, gustos eróticos. En cuanto pude me volví a levantar y retiró su mano.
La bebida me animó bastante y cuando nos levantamos para brindar por los novios, ella metió su mano por debajo de mi falda, separo las braga y metió directamente todo su dedo en mi culo. Iba a protestar pero la bebida y la situación tan embarazosa hizo que por lo menos pensase en callarme en ese momento. Pero dudaba. Momento que aprovechó ella para sacar su dedo. Entonces me di cuenta de lo mucho que me había gustado aquello. Nunca había sentido nada parecido: como si pudiese correrme directamente así sin necesidad de nada más. No hacía falta que metiese una polla o dedos en mi coño.
Como había tomado algunas copas se me ocurrió reírme, aprovechando cualquier momento, pensando en lo sucia que era tía Marta. Cuando Ricardo me toca el culo tomo antes las medidas higiénicas pertinentes, pero lógicamente en aquella ocasión no estaba preparada.
Me puse seria. Eso me ponía más cachonda. Me volví a levantar con mi embriagada locura esperando que lo volviese a hacer. Pero no se atrevía, así que me volví a sentar. Al hacerlo tenía un dedo metido totalmente en mi culo. "Sí, por favor". Era tía Marta. Resoplé. Comencé a menearme. Ella se dio cuenta de que la situación era peligrosa y me dijo: "levántate"..."vamos al baño"...
Me fuí al baño. No soy capaz de resistirme. Es la única oportunidad que tengo de gozar.
Me metí en el urinario puesta de espaldas. Yo no quería verla. No me gustan las mujeres; pero sí lo que me iba a hacer.
Llegó Marta. Me bajó la cremallera de la falda. Y luego las bragas casi hasta el suelo. Me metió el dedo y luego lo meneaba dentro de mí. Me encantaba. Miré un poco hacia atrás y vi que me había metido dos de sus dedos, el índice y el corazón. Pero muy bien; sin dolor. Era una experta, Casi me parecía oír los latidos de mi corazón. Y ella lo notaba. Ella sentía en la yema de sus dedos mis pulsaciones. Y me decía.
-Ahora yo también me bajo mi falda, ...y me meto los dedos de mi mano derecha en mi vagina....
Y así lo hizo.
-Espera – me dijo- tiene que ser al mismo ritmo...espera...espera...estoy nerviosa.
La mujer jadeaba y yo estaba a punto de soltar un orgasmo.
-Estoy sucia- le dije. Ella no contestó.
Entonces me acariciaba con el pulgar el comienzo de la abertura de mi ano, con sus dos
dedos metidos, como si me estuviera acariciando el clítoris. Que es lo que se estaba haciendo ella. Pero se detenía y paraba.
-Nuestros corazones tienen que latir al mismo tiempo- decía-. Sólo una mujer sabe como hacer gozar a otra mujer...
-¡Es ahora!,- dijo apasionada, y las dos jadeábamos salvajemente. Pero en ese momento entró alguien.
-Joder- gritamos las dos.
Ella se paro.
Salió la persona del servicio tras tirar de la cadena, pero Marta encontró el ritmo en seguida
con mi culo y su vagina.
Lo pienso después. Hice el ridículo. Ella jadeaba como una loba loca pero yo gritaba y tenía espasmos.
Marta se corrió y se golpeaba en el clítoris.
Yo también y ella me azotaba con su mano derecha, dejando su masturbación. Se daba cuenta de lo estimulada que estaba y de la perdida de mi autocontrol.
-Es normal, es normal, es normal...- me decía con su voz ronca.
Cada vez más rápido hasta llegar a un climax que hasta aquel momento nunca había tenido.
Nunca había saboreado el sexo. Grite. Me podían haber oído. Ricardo.
Ella se levantó la falda. Yo me subí mi ropa también. Sin darme la vuelta.
Nos volvimos a ver más veces. Consoladores, enemas...ya lo contaré en otra ocasión. Y por supuesto que sigo amando a Ricardo. Ella no significa nada. Bueno, exagero. Pero sigo sin permitirle que yo la vea. Si fuese así dejaríamos la experiencia en el acto. Ella no me gusta, por eso cuando nos vemos llevo un antifaz. Pero se lo sabe hacer muy bien....exagero...sí...La dejo que me vea. Nos miramos. ¡Que buena está!. ¡Hombres...mujeres....mi culo es lo que importa!.
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