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"Aquella mañana me encaminaba a la zapatería donde trabajaba, nada hacía sospechar que sería un día diferente a los demás..."
UN DIA INESPERADO:
Nada hacia pensar que fuera a ser una mañana diferente de las demás, lucía el sol, yo estaba cansado de la fiesta de la noche anterior, y no tenía ganas de ir al trabajo.....por otra parte, como de costumbre, así que sin ganas me encaminé a la zapatería donde llevaba seis meses prestando mis servicios. Era una zapatería de señora, con clase, solo se vendían grandes marcas, con lo que toda persona que entraba allí iba con el pensamiento de emplear como mínimo 100 euros, esto tenía sus ventajas, no tenía que aguantar a mucha gente, ya que no todo el mundo tiene este poder adquisitivo, pero por contra, muchas damas aburridas se dejaban caer por allí, y su aburrimiento no se entretenía de ningún otro modo más q haciéndome enseñarles docenas de zapatos, pidiendo consejo a mí q no tenía ni idea, para después no hacerme caso y comprar el que querían. Mi jefa y dueña del comercio era una mujer algo madura, de unos 43 años, bien conservada, elegante, con clase, a la par q distante, en el trato era muy correcta y no dejaba tomar ningún tipo de confianza, se hacia respetar, era atractiva, con un buen cuerpo, rubia y casi siempre llevaba un simple y elegante moño en la nuca, lo q dejaba ver un hermoso y delicado cuello. Estos pensamientos ocupaban mi mente cuando llegué a la puerta del comercio, abrí como cualquier otro día, tenía llaves de la tienda, la dueña había confiado en mí, ella solía aparecer casi al medio día, miraba la caja que se había hecho, hacia unas llamadas confirmando pedidos y volvía a marcharse. Era un trabajo cómodo, no tenia apenas q aguantar jefes, y ella confiaba en mi criterio para realizar mi trabajo. Una vez en el interior me puse a ordenar los últimos pedidos aún sin colocar, tenía una pequeña trastienda, donde había un mostrador, una pequeña oficina con una mesa de despacho, un sillón, y a continuación en un lado otra puerta q daba a un baño. Al poco de ponerme a colocar los primeros pares, oí q alguien llamaba en la tienda.
-¿Hay alguien?
Salí para ver quien era, una mujer joven de unos veinticinco años, pelirroja, con unos grandes ojos azules, rodeados de unas largas pestañas, acababa de entrar. Era esbelta, bien torneada, con clase, llevaba un vestido vaporoso de primavera, estampado, la parte del pecho ajustada, y entreabierto el primer botón, lo q dejaba asomar una delicada lencería de color malva, al igual q el vestido. Llevaba unos zapatos de tacón blanco, a juego con el bolso, el cabello ondulado, una larga y espesa cabellera, brillante y roja.
-Hola buenos días, ¿qué desea?
-Si me hace esa pregunta....tendré q contestarla., respondió ella, y muy coqueta se acomodó en uno de los sillones de la tienda. - Quería q me enseñara algunos de los pares q he visto en el escaparate.
-En seguida, dígame cuales son los q le han gustado.
Ella describió los zapatos q quería, a continuación dijo.- En el nº 37 por favor.
- De acuerdo, voy a buscar su número, enseguida se los muestro. Acto seguido se encaminó a la trastienda.
Ella, lo miró de arriba a abajo, era un hombre atractivo, con el pelo negro, rizado y brillante, de ojos azules, mediría 1.84, de unos 32 años, era corpulento, pero sin llegar a extremo, era bien proporcionado, se le veía pulcro, cuidado, sus manos eran delicadas, se había fijado en un anillo de oro blanco q llevaba en un dedo, pero no era de compromiso, al observar esto ella se dio cuenta de q su piel era suave, delicada. Se sintió atraída por él de inmediato y decidió llevar a cabo un juego con él, a veces en sus fantasías lo había pensado detenidamente, pero nunca se le había ocurrido hacerlo, así q sin pensarlo muy disimuladamente y antes de que el dependiente saliera se levantó y detrás del mostrador de la tienda se bajó las braguitas q llevaba y las guardó en el bolso, a continuación muy rápida se sentó de nuevo en el sillón. No había hecho más q sentarse cuando el dependiente salió.
- Aquí los tengo, dejé que la ayude- tomó un taburete q había para ese uso, ayudar a las clientas a probarse algún calzado, abrochar algún cierre, un cordón. Era cómodo, ancho y un poco más bajo q la silla, para q el trabajo fuera más fácil, y lo arrimó hacia donde ella estaba sentada.
Al acercarse se dio cuenta de que ella no perdía de vista ninguno de esos movimientos, ella se había agachado con intención de desabrocharse unos de los zapatos q llevaba, eso dio oportunidad a él para ver el comienzo de su pecho, era terso, sonrosado, con un ligero bronceado muy suave. La detuvo y le dijo.- ¡No, déjeme a mi, yo la ayudo.
Ella asintió con la cabeza y le ofreció el pie, era pequeño delicado, con unas uñas pintadas en color porcelana, muy cuidadas. Él la miró mientras la descalzaba, y en ese momento sus miradas se cruzaron, ella se humedeció los labios, y dejó q el dominara la situación.
De repente se acordó de lo que había hecho antes de que él saliera de la trastienda y muy disimuladamente abrió adrede su otra pierna, él tenía el otro tobillo de ella apoyado en medio del taburete donde estaba sentado. Él se quedó atónito, miró y vio con sorpresa que ella le estaba mostrando todo su sexo, tenía el pubis depilado, con una ligera hilera de bello al comienzo.
Ella miró divertida la expresión de él, y abrió más sus piernas, él se detuvo, y siguió observando, no sabía q hacer, allí estaba ella, preciosa, exuberante, con esa larga cabellera ondulada, roja y brillante, que echaba de vez en cuando hacia atrás con un ademán gracioso. Se subió un poco la falda, para que él no perdiera detalle, de repente el pie desnudo de ella, el que tenía apoyado en medio del taburete, entre las piernas de él, empezó a jugar traviesa, él la dejó hacer, la miraba embobado, ella divertida abría y cerraba sus piernas, dejando todo su sexo al descubierto, absolutamente todo, se podía percibir incluso su humedad entre las piernas, y esos labios frescos y rojos que le estaban retando allí.
Él notó como tenía una tremenda erección, cuando ella pasó el pie por encima de su miembro, esto hizo que ella se mordiera el labio inferior, y siguiera mirándolo con descaro, y sobre todo ....con deseo. Él comenzó a acariciar sus piernas, sus manos se deslizaban arriba y abajo sin dejar de mirarla, ella cerró los ojos, y disfrutó del instante.
Seguidamente él, sin avisar, se levantó, ella quedó sorprendida, ¿que iba a hacer?
Le tomó la mano a ella y la encaminó a la trastienda.
Ella le acompañó sin decir nada. Nada más entrar allí él la besó, y empezó a acariciar su cuerpo, ella le devolvió el beso, tomó su nuca y la encaminó hacia su pecho, él empezó a besar su escote, desabrochó su vestido y lo dejó caer al suelo. Ella con prisas y ansiosa desabrochó su camisa, y besó sus pezones, lamió su pecho, el cerró los ojos, mientras ponía sus manos en los pechos de ella, acariciándolos, dibujando su contorno., siguió desabrochando su hebilla y su pantalón, estaban los dos ansiosos por explorar el cuerpo del otro. Él terminó de desnudarla mientras seguía recorriendo su cuerpo con sus labios, suavemente, ella gemía, acto seguido se quitó él sus slíps. Por fin, la tenía allí, esperándole, y quería no tener prisa, disfrutar el momento, así que la tomó y la subió al mostrador, a lo largo, de manera que poniéndose él al extremo del mostrador tenía una vista increíble, todo su sexo estaba allí húmedo, fresco, esperándole. Abrió sus muslos con las manos y se sumergió allí, ella empezó a gemir fuerte, se retorcía, él lamía cada rincón, sus ingles, sus labios, su clítoris por fin, ella gimió aun más. Introdujo su dedo en su vagina, y empezó a moverlo, arriba, abajo, alternándolo con los círculos, mientras seguía lamiendo aquella maravilla, sabía a mujer, sabía a deseo, a entrega, él disfrutaba mirándola, se movía como una anguila, no podía estarse quieta, se acariciaba los pechos, se mordía el labio, y exclamaba.- Así, sigue, sigue, cómetelo todo, es tuyo, todo es para ti. De pronto tanto apretaba sus muslos contra su cara para notar que le tenía allí, lamiéndola toda, para saber que su cabeza estaba sumergida en ella, para rozar sus muslos contra las mejillas de él y seguir experimentando aquel maravilloso placer que él le estaba dando, como de repente abría totalmente sus piernas y las dejaba caer a cada lado del mostrador, con abandono, con entrega total, como una manera de decir.- ¡ Aquí me tienes, toda tuya, hasta que tu quieras, hártate, sáciate de mi. Empezó a convulsionarse, y a gemir, él siguió lamiendo su clítoris, al mismo tiempo q movía su dedo en el interior de su vagina, estaba mojada, muy mojada, y gemía cada vez con la respiración entrecortada, cuando empezó a notar esa ola, ese vértigo, notaba que el orgasmo había empezado, gritó más fuerte, se retorció, él la obligó a mantener las piernas abiertas, quería succionar aquella fuente q iba a manar, no quería perdérselo, quería saborearla bien. Ella siguió gimiendo con más fuerza y alcanzó el orgasmo, un orgasmo intenso, ella apretó la cabeza de él con sus manos, apretándola contra su sexo.
En todo esto estaban, cuando notaron un ruido, los dos movieron la cabeza sorprendidos y vieron a una mujer rubia, alta, con un moño en la nuca, era la dueña, no sabían cuanto tiempo llevaba allí observándolos. Con la excitación se habían olvidado de todo, no habían cerrado la tienda, y posiblemente habría contemplado la mayoría de la escena. La dueña de repente se acercó hacia ellos, sin decir nada, y fue desnudándose, entre botón y botón acariciaba un pecho de la pelirroja. Él estaba embobado viendo aquella escena, y comenzó a acariciar a la dueña, subió su mano por su trasero mientras ella terminaba de desnudarse. Mientras él la acariciaba, las dos mujeres empezaron a prodigarse caricias, se besaban, la pelirroja introdujo una mano en el pubis de la otra, la rubia gimió. De repente las dos se miraron, y a continuación lo miraron a él. Hicieron ademán de tumbarlo en el mostrador, él se dejo llevar. Una vez allí tumbado, las dos mujeres empezaron a acariciarle, su pene estaba duro, erecto, llevaba mucho tiempo excitado, pero la ocasión merecía la pena, y podía aguantar más, la rubia se acercó a su pene, lo cogió entre sus manos, y empezó a lamerlo, él gimió de placer, la pelirroja se acercó también, y empezó a lamerlo también, las dos querían lamerlo y chuparlo al mismo tiempo, las dos juntaban sus bocas al final del pene, y volvían a chuparlo, se lamían sus lenguas y volvían a chupar el pene de él, mientras la rubia abrió las piernas de él, y se dedicó a chupar sus testículos, mientras la pelirroja se quedaba lamiendo todo el glande, introducía ahora todo el pene en su boca, hasta q notaba q llegaba al final de su garganta, con sus manos acariciaba mientras todo el cuerpo de él, éste no paraba de gemir, las dos mujeres no paraban de lamerlo, chuparlo, acariciarlo, y él se sentía morir de placer, nunca había soñado algo así, bueno si, lo había soñado muchas veces, pero pensaba q nunca sucedería. La rubia seguía lamiendo sus testículos y se dirigió hacia su culo, empezó a lamerlo también, mientras acariciaba sus testículos ahora con la mano, él gemía, gemía sin cesar, las dos mujeres se miraban complacidas.
De repente la rubia se subió encima de él, e introdujo su pene en ella, la pelirroja se subió también y se colocó detrás de la rubia, mientras esta llevaba el ritmo, la pelirroja también lo llevaba, solo q se dedicaba a acariciar a la rubia, los pechos, lamerle el cuello, pasear sus manos por el abdomen, acariciar su culo, y con la otra mano, dirigiéndola hacia atrás, acariciaba los testículos de él. Era asombroso, como llevaban las dos el compás, La rubia cabalgaba con ganas, primero despacio, pero con un ritmo firme, sin perder el paso, él las miraba extasiado, ellas le sonreían, y seguían cabalgando. La rubia se levantó, y dejó a la otra ocupar su lugar, para colocarse ella a la altura de la cara de él, le había visto hacer con la pelirroja, y no pensaba perdérselo. Por otra parte él, tampoco quería dejar de probar el sabor de ella, a veces había tenido alguna fantasía con su jefa, pero nunca había soñado con hacerla realidad, la veía tan distante q pensaba q nunca se le presentaría aquella oportunidad.
Así que la recibió con ganas, ummmh era exquisita, madura pero exquisita y la saboreo con ansiedad. Mientras la pelirroja, había empezado a cabalgar más deprisa, con ritmo acelerado, él alzo sus brazos y agarró las piernas de la rubia para chupar mejor todo su sexo, la rubia empezó a gemir , cada vez más fuerte, hasta que empezó a notar como todo su cuerpo vibraba, se estremecía en un clímax total, él chupó con intensidad, lo quería todo, quería succionar toda aquella esencia, y lo hizo. Mientras la pelirroja había acelerado su ritmo, y él notaba que no podía más, la pelirroja apretaba con fuerza sus muslos a sus costados, y se movía vehementemente, él notaba como su pene se hinchaba dentro de ella, y ella también lo notó, descabalgó y justo cuando el gemía más fuerte que nunca, ella metió el pene en su boca, esto hizo que él no pudiera aguantar más y concluyera con un tremendo orgasmo, se le aflojaron de repente todos los músculos, se sentía levitar con aquellas dos increíbles mujeres, jamás había tenido un orgasmo como aquel, empezó a sosegarse. De repente escuchó un ruido, empezó a frotarse los ojos, miró a su alrededor desorientado, estaba sentado en el sillón de la pequeña oficina de la trastienda, se espabiló como pudo y salió a ver que era, en la tienda había entrado alguien por lo visto mientras él se había quedado dormido, era una clienta, una mujer, de unos 25 años, esbelta, con clase, con una hermosa cabellera ondulada, roja, brillante, y unos hermosos ojos azules................... ella le miró humedeciéndose los labios.
-¿Que desea?
-Ella respondió.- Si me hace esa pregunta.....me veré obligada a contestarle.
El día prometía ser interesante..........muy interesante.
Fdo......Una mujer que le gusta escribir......
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