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Categoría: Masturbación

Un Baño Especial

Anoche entré al baño y me desnudé. Abrí la pluma para llenar la bañera y me metí. Me puse de rodillas mientras me pegaba mas a la pluma de donde salía un chorro de agua fuerte y tibia. Me apoyé en mis manos y levanté mi culo mientras abría mis piernas hasta donde me dejaba la bañera.



El chorro de agua empezo a acariciar mi ansioso hoyito. La bañera se iba llenando y ya sentía como el agua empezaba a rosarme los pezones. Esto me volvía loca porque me imaginaba que eran pequeños besos húmedos. El chorro de agua que caía en mi culo me iba poniendo cada vez más caliente. Me hubiera gustado que el agua tomara forma y consistencia para que se volviera una verga y me penetrara hasta el final y sin descanso.



Casi sin pensarlo, una de mis manos se dirigió hacia ese sitio donde estaba sintiendo tanto placer y empezó a acariciar mi arrugadito culo. En ese momento me hubiera gustado tenerte sentado frente a mi (sí, a ti mismo) para mamar tu verga con delirio.



Cuando el agua cubrió por completo mis tetas, tuve que darme la vuelta porque me arriesgaba a ahorgarme si me quedaba en esa posición, aunque lo resentí pues estaba gozando como nunca. Puse gel de baño en el agua para que se pusiera resbalosa y meto mis manos bajo el agua para acariciar mis tetas pasándoles la palma de mi mano, rozando alternativamente uno y otro de mis pezones. En ese momento, quité el tapón del agua y dejé que se fuera escurriendo... la sentía como bajaba por mi cuello, mis tetas sensibles ya, mi estomago, y como escurría entre mis caderas y mis muslos.



Mientras el agua bajaba, mis manos la seguían, acariciando todo lo que el agua iba dejando al descubierto. Muy suavemente... Luego, ya con la bañera vacía abrí de nuevo el agua y esta vez dejé que un chorro de agua fría me bañara. Esto hizo que todos mis sentidos, que habían estado un poco adormecidos por el agua tibia, despertaran... Mis pezones se pusieron como roca, mi respiración se agitó al máximo y mi corazón quería salirse del pecho...



Tomé aceite de bebé y con las dos manos, lo unté por todo mi cuerpo. El aceite atrapó todas las sensaciones que estaba sintiendo y las encerró contra mi cuerpo. Esa mezcla de calor y frío, que me estaba llevando al límite, se quedó dentro de mí y mis pezones se endurecieron aun más...



Entonces pensé en ti... en tus labios sensuales, tus manos grandes recorriendo mi cuerpo mientras me besas. No me tocas, solo me besas y acaricias mis mejillas mientras yo acaricio mi cuerpo y bajo despacio hasta mi chochita. Allí, con la mano lubricada por el aceite, me acaricio por encima sin entrar ni separar los labios, llegando en los movimientos hasta mi ano. Donde me abro por completa a los placeres de mi propia mano. Acaricio mi hoyito sin meter mis dedos dejando que se deslicen de un extremo a otro...



Y espero el momento justo en que metes uno de mis pezones en tu boca, para con el mismo amor que me tocarías tu, empiezar a rosar mi clítoris hasta que llego en el más hermoso de los orgasmos.


Datos del Relato
  • Categoría: Masturbación
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