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Categoría: Lésbicos

Un amor no correspondido

Cuando tenía veintiséis mi mundo parecía ser perfecto, Claudio parecía ser el hombre de mi vida, me sentía súper enamorada y estábamos haciendo planes para ir a vivir juntos, después de algunos tropiezos había conseguido un empleo estable y si bien la paga no era mucha al menos era suficiente para poder armar nuestro nidito de amor junto a mi prometido.



El club barrial ‘Libertad y Progreso’ estaba a unas cuadras de casa y tenía una cantidad considerable de socios que requería que dos personas llevaran adelante la gestión administrativa de cobranzas, atención, asesoramiento, archivos, y todas esas cosas propias de la vida diaria de un club social.



Así fue que conocí a mi casual compañera de trabajo, Anahí, una mujer que en ese momento ya rondaba los treinta, quien fue mi guía en los primeros pasos y quien me puso al tanto de todos los movimientos.



En poco tiempo nos hicimos buenas amigas, trabajábamos codo a codo y en los momentos en que no había que hacer compartíamos largas charlas, con alguna infusión de por medio. Anahí tenía una belleza fuera de lo común, impactaba a simple vista y solía observar con cierto recelo como los hombres la miraban, la halagaban y trataba de seducirla directa o indirectamente, pero ella siempre se mantenía ajena a cualquier proposición.



A medida que nos fuimos conociendo le fui contando todo acerca de mi entorno, de mi familia y de mi amor platónico con Claudio y todos mis proyectos a futuro. Estaba tan cegada por mi vida que jamás pude ver más allá de mis narices, hasta que el rumor me llegó por un tercero, y solo en ese momento, revisando todo lo vivido pude notar que efectivamente ella jamás me había hablado de algún hombre en particular, sus historias giraban en torno a sus padres, hermanas, su mascota, pero nunca en torno a un amor.



Y no pasaría demasiado tiempo, así que una tarde a solas, buscando no ser directa le pregunté



Anahí, quiero hacerte una pregunta, jamás me has contado de ningún hombre, acaso eres…



Ella no me dejó terminar, cortándome con un



Si…!



Bajó la mirada y con un sonrojo pronunciado en sus mejillas continuó en tono bajo



Si, amiga, soy lesbiana, no lo habías notado?



Si bien en primer momento me vi sorprendida y tonta por no haberlo notado, la verdad es que no me molestaron sus preferencias sexuales, por lo cual pudimos seguir siendo amigas, nunca había sido una mujer prejuiciosa y no comenzaría a serlo en ese momento. Tal vez, en el único punto en el que puse distancia fue solamente en su vida sexual, no me interesó entrar en detalles, saber qué hacía y con quien lo hacía, fuera de eso, ella se transformó en una de mis mejores amigas, alguien en que confiar.



Los días pasaron, dos años después las cosas con Claudio fueron cuesta abajo, estábamos a punto de formalizar cuando de casualidad descubrí que me engañaba, había una tercera en discordia, algo había notado en el en los últimos tiempos pero me negaba a ver la realidad engañándome a mí misma y repitiéndome una y otra vez que todo estaba bien.



El golpe fue muy duro, el no trató de ocultarlo, solo se excusó con un ‘lo siento’ y solo se limitó a cortar la relación, ya no me amaba, y como pasa en muchas ocasiones una de las partes sale lastimada, muy lastimada…



Anahí era la persona con la que más horas pasaba al día, fue mi refugio, mi descarga, mi contención y ese viernes tal vez no hubiera pedido que me acompañara a casa a hacerme compañía…



Me sentía muy sola, muy dolida, y ella se desvivía por levantarme el ánimo, estando con ella mitigaba mi dolor, mi despecho, así que no vi nada malo en estar a solas con mi amigas, aunque fuera lesbiana, éramos amigas…



Llegamos al anochecer, el sol ya se había ocultado, me di una ducha y ella improvisó unas hamburguesas con ensaladas y papas hervidas, cenamos y hablamos de muchas cosas, tomamos unas copa de vino, las palabras siguieron, unas cremas heladas que siempre guardo en el freezer para ocasiones especiales, miramos la tele, tomamos café, entre una cosa y otra se habían hecho las dos de la mañana, fue entonces cuando ella decidió pedir un taxi, era demasiado tarde, y fue entonces cuando por el mismo motivo le rogué que se quedara a dormir conmigo, su compañía me hacía demasiado bien y necesitaba de una amiga como ella.



Anahí tuvo algunos reparos, dio bastantes rodeos, seguramente sabiendo su condición y sabiendo mis gustos, tal vez le pedía demasiado, pero para mi suerte aceptó…



Solo me recosté de lado sobre el colchón haciéndome un pequeño ovillo, apenas si me saqué los zapatos, ella se pegó a mis espaldas, sentí su calor protector, su abrazo de amiga y su mano acariciando mis cabellos, como mi madre lo hacía cuando era pequeña, eso fue todo.



La luz del sol pegando directamente en mis ojos me trajo a la realidad, hacía rato que había amanecido, miré el reloj, marcaba casi las diez de la mañana, estaba sola, Anahí no estaba a mi lado.



Fui al baño a higienizarme, estaba lleno de vapor de la ducha, los espejos empañados y los cerámicos chorreados por el agua condensada, mi amiga se había bañado, me dirigí luego en silencio a la otra habitación, con sigilo, sin hacer ruido, me senté a en el comedor principal, la mesa estaba cubierta por uno de mis manteles, había tostadas, queso, dulces, dos tazas vacías, el aroma a pan tostado y café preparándose que inexorablemente abrieron mi apetito, Anahí estaba en la cocina terminando de preparar el desayuno, entendía que no había notado mi presencia, me quedé observándola en silencio, su cabello aun mojado dejaba caer gotas de agua por su espalda que se mostraba semi desnuda por el top que la cubría, mi vista bajó a su trasero, grande, ampuloso, de anchas caderas, una tanga atigrada se perdía entre sus glúteos, no era muy pequeña, pero en su trasero exagerado todo se veía pequeño, estaba descalza, parecía muy concentrada en sus tareas.



En ese momento sentí un dejo de rara vergüenza, nunca había mirado a una mujer así, con un deseo oculto, me sorprendí sentirme mojada y mi corazón palpitando con fuerza, Anahí rompió el silencio dejando en evidencia que sabía perfectamente que yo estaba observándola



Buen día remolona! tienes sueño profundo…



Buen día… - respondí sin mucho más por decir



Tomé una ducha, espero no te moleste…



No… para nada…



Tranquila mujer, no te he tocado un pelo…



Sabía que era así, solo lo dijo en confianza, giró y vino a mi lado, con las teteras en sus manos para servir café y leche, pude sentir claramente la fragancia de mi perfume en su piel, se sentó frente a mí y en silencio comenzamos a desayunar en un tenso silencio donde nuestras miradas cómplices decían más de lo necesario.



De pronto ella acercó una de sus manos a mi rostro diciendo con una sonrisa



Te quedó mermelada…



Sus delgados dedos acariciaron la comisura de mis labios, los sentí tan tiernos, me dejé llevar inclinando mi cabeza para que la palma de su mano acariciara mi mejilla en un silencio sepulcral.



La sonrisa se borró del rostro de Anahí, como estando pendiente de dar o no dar el siguiente paso, metí uno de mis dedos en el frasco de mermelada y lo pasé por mis labios y la provoqué



Mirá, tengo más mermelada…



Ella se acercó más todavía, para deslizar su tibia lengua sobre mis labios embardunados, la dejé hacer mientras una electricidad recorría mi cuerpo, al fin abrí mi boca permitiendo el ingreso de su lengua y metí la mía en la suya para comprobar la rareza de estar besando con pasión a alguien de mí mismo sexo, fue loco, fue raro, fue distinto, fue hermoso.



Los minutos pasaban lentamente y nuestros besos se fundían uno tras otro en forma interminable, mis manos por primera vez en la vida acariciaban excitadas curvas femeninas y sentí que me gustaba demasiado.



La separé un instante para desnudar mi torso y dejar desnudos mis pequeños pechos, mis pezones erectos lucían amenazantes, repetí el juego de la mermelada untándomelos para que ella luego se inclinara a lamerlos, Anahí se prendió con ternura a mis pezones, sus caricias invadieron mi cuerpo, levanté su top y comencé a acariciar la suavidad de los suyos, entonces ella tomando el control se acercó para aferrarme con fuerzas, para enredarme como un pulpo, frente a frente, boca a boca, pechos contra pachos, pezones contra pezones, apretujándonos, una contra la otra, mis manos acariciaron su espalda para bajar a sus generosos y calientes glúteos, colé una mano bajo su tanga y fui a su conchita para meter dos dedos en ella, estaba jugosa, los moví en su interior presionando su clítoris, mi amante comenzaba a gemir y a perderse cuando de pronto tomó distancia de donde estaba



Nena, vas demasiado rápido… te tengo una sorpresa que preparé mientras dormías, solo por si se daba…



Sorpresa? De que se trata?



Anahí corrió el mantel a un lado arrastrando todo lo que había sobre él, me tomó de la cintra y me hizo sentar sobre la mesa y me indicó que esperara, fue hasta el refrigerador, miré con intriga, volvió hacia mí, en su mano traía un enorme pepino el que le había colocado un preservativo, me miró con cara perversa y volvió a besarme, empezó a jugar con el vegetal en mis pezones, el frío me hizo estremecer, luego lo llevó a mi boca y se deleitó observando como lo lamía como si se tratara de una gran verga, impensadamente para mi empezó a masturbarse solo mirándome, volvió a mí, metió sus dedos impregnados en mi boca, me hizo probar su ácido sabor…



Bajó un poco, sacó el short y la bombacha que tenía desnudando mi sexo por completo, me hizo recostar y abrir mis piernas, la perdí de vista, pronto el enorme pepino comenzó a rozar mis piernas, mis labios, mis pubis, mi vientre, me hizo desearlo, al fin me lo metió suavemente hasta hacerlo topar en el fondo, moviendo lentamente combinando movimientos, metiendo y sacando, girando a un lado y a otro, cerré los ojos, gemí, la locura se apoderó de mí al sentir su lengua comiendo mi clítoris, no quería largarlo tan rápido pero no pude evitarlo, me acabé toda como una perra…



Anahí se incorporó para volver sobre mí, aún estaba con las piernas abiertas al borde de la mesa y el pepino casi por completo hundido en la vagina, apenas unos centímetros quedaban afuera, ella corrió el frente de su tanga a un costado desnudando su sexo, levantó una de sus piernas sobre la mesa como una bailarina clásica y buscó cruzar su concha con la mía, la tomé con fuerza por las nalgas, pegamos nuestras bocas en un beso eterno y se refregó rítmicamente, rozamos argolla contra argolla, clítoris contra clítoris, disfrutó solo en su entrada el vegetal que sobresalía de la mía, la sentí explotar, fue maravilloso…



Fue la primera vez que hice el amor con ella, fuimos al baño, sonriendo, cómplices, fuimos a ducharnos, juntas e hicimos el amor nuevamente, bajo el agua.



Nuestra relación duró dos años, encaramos las cosas en forma diferente…



Para mi Anahí era más que una buena amiga, ella me había enseñado todo sobre el amor entre mujeres y yo disfrutaba demasiado de su compañía y de estas ricas experiencias sexuales, pero para mí esta relación siempre fue clandestina, sucia, impura, no quería que nadie se enterara, ni mi familia, ni mis amistades, ni mis conocidos, siempre quise dejar mi lado lésbico bien oculto…



Pero ella sin embargo, se enamoró perdidamente de mí, quería hacer pública nuestra historia, me presionaba para que lo gritara a los cuatro vientos, comenzó a celarme demasiado, a cuestionarme todo y por todo.



Nuestra relación se fue fracturando poco a poco, fue un amor no correspondido, ella sufría demasiado porque se daba cuenta que nunca la amaría como ella se merecía, y yo no quería lastimarla…



Nicolás apareció en mi vida, un chico que crucé de casualidad en una biblioteca del barrio, como pasan estas cosas, el devolvía un libro que justo yo estaba buscando, una sonrisa, un diálogo, palabra va, palabra viene, un celular…



Anahí pasó a ser un bonito recuerdo, y así debimos dejarlo para que nuestra historia de encanto no se transforme en una triste pesadilla, volví a mi vida heterosexual y dejé en el pasado a la única mujer de mi vida, Anahí, un amor no correspondido…



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Datos del Relato
  • Categoría: Lésbicos
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