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Tenía dos entradas para un concierto. Iba a ir con mi novio pero al final tuvo que salir de viaje por trabajo justo el día anterior y no pudo venir. Para no perder la entrada llamó a un amigo suyo, Oscar, que aceptó encantado la invitación. Yo no lo conocía mucho, solo había coincidido con él un par de veces pero parecía simpático.
Me vestí y maquillé un poco. Llevaba unas mallas con un jersey largo de punto muy suave que simplemente me cubría el culo y unas botas negras altas con un tacón de 10 cm y un abrigo para la lluvia por encima. Mi conjunto de ropa interior era un tanga negro de hilo y un sujetador de media copa a juego.
Me encontré con Oscar en la entrada de la sala en la que era el concierto. Había mucha gente. Nos dimos dos besos, entramos y pedimos unas cervezas mientras esperábamos. No dejaba de entrar gente así que fuimos cogiendo sitio. Cuando salió el grupo estaba lleno y casi no podíamos ni movernos. Me puse delante de Oscar para protegerme con su cuerpo de unos que se movían demasiado y no paraban de chocar conmigo. Para poder comentar cosas del concierto me hablaba al oído por encima del hombro y su cuerpo quedaba totalmente pegado al mío. Cuando era yo la que quería decirle algo me giraba hacia él. Me daba cuenta que mis pechos se rozaban con su brazo y a veces con su pecho, igual que en más de una ocasión sentía su paquete contra mi culo cuando me hablaba al oído y en ningún momento rehuía los roces entre nuestros cuerpos como haría normalmente para evitar malos entendidos.
Oscar creo que se iba dando cuenta y cada vez me comentaba más cosas. Es un tío muy gracioso y me reía mucho con sus bromas y chistes. Empezó a cogerme también de la cintura cuando era yo la que me giraba para decirle algo. Nos fuimos moviendo hacia una esquina para evitar a los fans que no paraban de moverse y darnos pequeños empujones y nos quedamos en una zona más tranquila disfrutando del concierto. Noté en alguna ocasión sus dedos rozando mi culo y también como apretaba el brazo contra mis tetas.
El concierto acabó y nos quedamos ya que la sala también era un club. Me invitó a un vodka con naranja y seguimos charlando. Aunque ya no estaba tan lleno como durante el concierto seguíamos igual de pegados y con los mismos roces que me parecía que empezaban a hacer efecto en los dos. Fui al baño y a la vuelta me dijo que le gustaba mucho cómo iba vestida. Yo hice un giro riéndome para que viera bien mi modelito y animada por el piropo le pregunté si era por el tacto del jersey que lo tocaba tanto, guiñándole un ojo al mismo tiempo para que supiera que no me molestaba. Él se rio, confesando su falta, diciéndome que le gustaba mucho el tacto del jersey sobre mi cuerpo y la curva que hacía en mi cadera. Propuso un brindis por el tacto de mi jersey y porque pudiera seguir disfrutando de él y yo exclamé mientras chocaba nuestros vasos “que así sea”
Después de ese momento, bailamos un poco y seguimos charlando. En un momento me puso la mano en la cintura y noté cómo me apretaba un poco con los dedos. Ni dije ni hice nada pero no pude evitar reírme cuando él dijo que era una gozada aquel jersey, que le daba gustito disfrutar de su tacto. Empezó a acariciarme la espalda con toda la palma de la mano, desde los hombros hasta abajo. Comenté que debería ponerme más veces ese jersey porque su manera de disfrutar del tacto también me hacía a mí disfrutar. Sus dedos iban bajando casi hasta el nacimiento de mi culo. Me preguntó si el jersey era igual de suave por todos los sitios. Y su mano bajó hasta mi culo acariciándolo suavemente. Le dije que era un descarado. Él se rio y, en vez de parar, siguió pero acariciando solo con la punta de los dedos. Subía por la columna y al llegar a la nuca bajaba por un lado hasta el centro de una nalga, seguía hasta la raja, volvía a subir por la columna y bajaba por el otro lado. En realidad, acariciaba mi prenda más que mi cuerpo pero eso lo hacía más excitante para mí. Respetaba la inocencia del juego, como para mantener las formas, dándole un punto erótico al no detenerse al llegar al final de la espalda.
Tras unos minutos jugando de esa manera paró y me dijo que le sorprendía que fuera tan juguetona y que se preguntaba si me quedaba en el juego. Yo me reí, intentando evitar darle una respuesta que me comprometiera, para al final zafar con un “depende”. Me propuso cambiar de local y nos fuimos a otro pub, en la misma onda de ambiente, pero como más tranquilo. Nos pusimos en unos taburetes en una mesa alta que había en una esquina, repetimos el vodka con naranja y siguió haciéndome reír con sus bromas, sus chistes y sus comentarios sobre alguna gente que había en el local. Yo estaba sentada de frente a él cuando me preguntó si no quería ponerme de pie. Al ver la extrañeza dibujada en mi cara, se rio y me explicó que le habían entrado ganas de acariciar de nuevo mi jersey. Una carcajada me salió del fondo del alma y, sin pensar, le dije que por delante el tacto era el mismo guiñando un ojo al mismo tiempo. Oscar sonrió y apoyo una mano en mi muslo, justo al final del jersey. Con sus dedos cogió el borde y de su boca salió un mmmm. Yo tenía las piernas cruzadas. Su mano descansaba en mi muslo y sus dedos acariciaban el borde en el hueco entre mis dos piernas. Descrucé las piernas y sus dedos entraron un poco por debajo del jersey. En ese momento no hablaba, solo miraba mis piernas. Levantó su vista y me guiñó un ojo. Yo me reí nerviosa y di un pequeño sorbo a mi vodka. Su mano, con sus dedos como guía, iniciaron el ascenso por mi muslo, llegando enseguida a la cadera ya que el jersey casi no cubría más allá de mi entrepierna. Subió por el estómago y luego por el estrecho canalillo que el sujetador hacía. Inevitable el roce con mis pechos y sus dedos pero no se detuvo hasta llegar al cuello. En su descenso siguió el contorno de mi teta derecha primero y luego el de la izquierda, bajando de nuevo por el canalillo hasta el final del jersey. Yo daba pequeños sorbos a mi copa. Y mi móvil sonó. Mi novio me mandaba un whatsapp para preguntarme qué tal en el concierto? No sé por qué pero se lo mostré a Oscar y el me sugirió que le dijera que estaba tomando una copa con él. Mi novio, tan gentil como siempre, me respondió que me lo pasara bien y que disfrutara de la noche. Guardé el móvil en el bolso y le dije a Oscar que iba al baño. Subí por las escaleras, hice pis y al salir me encontré a Oscar meando enfrente en un urinario de pared.
Nuestras miradas se cruzaron y nos reímos. Dijo que el último en salir no había cerrado la puerta y que no mirara. No había nadie más en los baños así que no le hice caso y me quedé mirando. Oscar me retó diciendo que no le iba a dar vergüenza que le viese la polla y le respondí que a mí tampoco me daría vergüenza vérsela. Al acabar se separó del urinario que tapaba y, con toda la calma del mundo, se la guardó. La tenía totalmente descapullada y me dio la impresión que estaba algo más grande que en su estado de reposo. Contenta de verla? Me preguntó a lo que contesté con otra pregunta de si estaba contento porque se la había visto. Se carcajeó con mi respuesta, se lavó las manos y vino hacia mí. Eres muy, pero que muy traviesa y empiezas a jugar con fuego, me dijo sin que su sonrisa dejase de estar presente en su expresión, y vas a acabar quemándote. Yo le guiñé un ojo y me di la vuelta para regresar pero él me agarró por la cintura. Adónde vas? Me preguntó y le dije que afuera a fumar y para refrescarme un poco para no quemarme. Nos reímos y me dijo que salía conmigo pero que su sentido del tacto lo llamaba de nuevo. Le dije que ya conocía el jersey de sobra pero hábilmente dijo que no conocía el de mis mallas. No pude evitar la risa y sentir enseguida sus manos en mis piernas por la parte de atrás y como iban subiendo. Al acercarse a mi culo comentó, como quien no quiere la cosa, cómo sería sentir el tacto de las mallas y del jersey a la vez. Sin esperar respuesta sus manos se colaron por debajo del jersey, una en cada nalga, sin disimular por el tema del tacto, cada mano tocando y separando la una de la otra, haciendo que mi respiración se acelerase por lo excitante y morbosa que me estaba pareciendo la situación. Fueron unos segundos pero al quitar las manos se pegó a mí y me susurró al oído mientras notaba su paquete duro contra mi culo que había descubierto que no llevaba ropa interior. Riéndome le dije q se equivocaba y me aparté y me fui afuera confiando que el frio enfriase un poco el tema. Vino conmigo. Me maravillaba como era capaz de hablar de cualquier cosa para evitar silencios tensos debidos a lo que se estaba insinuando que podía pasar.
Yo nunca le había sido infiel a mi novio, salvo una vez que besé a un chico y dejé que metiera mano pero de algún modo había sido con su consentimiento. Pero esa noche un hormigueo me recorría el cuerpo. En el medio de esas reflexiones noto como Oscar me coge de la mano, se acerca más a mí y me pregunta al oído si yo no tengo ninguna curiosidad táctil. No puedo evitar reírme de nuevo ni tampoco que mi mano guiada por la suya se vaya acercando a su paquete. Le digo que el tacto de los vaqueros lo conozco muy bien pero responde rápido que esos vaqueros no son los tradicionales. Y efectivamente no lo son. Tienen una tela muy fina en la que noto a la perfección la dureza de su polla. La agarró con la mano y la masajeo un poco pero me entra el sentimiento de culpa y la quito y se lo digo. El me pasa un brazo por el hombre y me atrae hacia él y me dice q no sea tonta, que solo estamos jugando. Sus palabras me tranquilizan un poco y paso mi brazo por su cintura. Me dice que vaya a dormir a su piso que así no estaré sola. Le digo que no es buena idea, pero me insiste y me asegura que el dormirá en el salón y acabo aceptando la invitación.
Afortunadamente vive cerca y llegamos enseguida. Entramos y me dice si quiero tomar una última antes de dormir. Acepto y nos sentamos en el sofá y bebemos mientras lo sigo escuchando hablar sin parar. Acabamos las copas y me pide disculpas por si se ha pasado en algún momento. Yo, sintiéndome culpable ya que lo incité tanto como el buscó trucos, le digo que no se preocupe, que solo eran jueguecitos. Así que nos reímos una vez más y me enseña la habitación en la que voy a dormir. Le pregunto si tiene algo para dejarme y me dice que tiene un camisón de una antigua novia que tiene más o menos mi cuerpo. Abre un cajón de su armario y saca un camisón que enseguida me doy cuenta que es un picardías completamente transparente. Nos reímos los dos y me pregunta si prefiero una camiseta. La situación me parece de lo más divertida y le digo que no se preocupe, que sé que es de fiar. Me guiña un ojo y me deja sola en la habitación cerrando la puerta. Yo me desnudo, me pongo el camisón y me observo en el espejo. De color negro, es transparente por completo. Puedo ver mis tetas y mi tanga. La tela es muy suave y se pega a mi cuerpo excepto en la cadera que tiene un poco de vuelo hasta medio muslo. Me veo muy sensual con él y un cosquilleo me recorre de la cabeza a los pies pero, después de haberle frenado los pies, no puedo ahora volver a calentarlo.
Me despierto a media noche sin saber muy bien dónde estoy con unas ganas locas de ir al baño. Me levanto de la cama y me sitúo. Miro la hora en el móvil. Son las 5 de la mañana. Abro con cuidado la puerta y caminé hacia al baño. Hice pis y me entraron ganas de un vaso de agua y de fumar un pitillo así que continué hasta la cocina. Pasé por el salón de puntillas y allí estaba Oscar, durmiendo en calzoncillo, marcando un buen empalme.
Cerré la puerta de la cocina y bebí agua y me encendí un pitillo. Cuando me había fumado la mitad oigo ruidos y luego la cisterna. Habría ido al baño también. Pero me di cuenta que me había dejado la puerta abierta de la habitación, que se daría cuenta y que seguro que se acercaría a la cocina porque no podía estar en otro sitio ya que mi abrigo seguía en el salón. Y en efecto apareció. Me preguntó si estaba bien y le dije que me había despertado con ganas de mear, beber agua y fumar y que en eso estaba. Notaba como su mirada, aunque intentaba evitarlo, recorría mi cuerpo. Y me excitaba. Entró en la cocina, en calzoncillos y camiseta y se encendió un pitillo. Le pregunté si quería una copa y dijo que sí. Abrí la nevera para coger fanta naranja y al sentir el frío en mi cuerpo me di cuenta que con la luz tenía que transparentar todavía más. Pero no pensé más en ello y serví dos copas pequeñas. Hicimos un brindis. Su mirada era menos discreta.
En un momento se levantó y pude apreciar en sus boxers que mi modelito no dejaba de hacer efecto. Oscar notó mi mirada, me guiñó un ojo y me dijo: ya conoces lo que hay debajo. Yo me acordé de la escena del baño del pub pero me di cuenta que el también estaba conociendo lo que había debajo y así se lo dije, añadiendo, es más, creo que tu has visto más que yo. Pues sí que transparenta, dijo él riéndose. Pues por tu culpa, le contesté yo. Y por la tuya que yo esté así, me dijo a la vez que se tocaba su paquete. Se te va a poner más grande, dije riéndome pero Oscar dijo que más ya no podía ponerse y se la sacó. Mira me pidió y yo se la miré. Necesitas masturbarte, verdad? Le pregunté y y el empezó a masturbarse lentamente. Y yo, me olvidé de mi novio, lo cogí de la mano, lo llevé a la habitación, le dije que se desnudara y se tumbara en la cama, me puse de rodillas a su lado y empecé a masturbarlo muy despacio. Oscar me miraba con un deseo increíble en sus ojos y poco a poco me fui agachando hasta que mi boca se cerró sobre su glande y la paja pasó a ser mamada. Puso sus manos en mi cabeza y me fue marcando el ritmo hasta que me detuvo, se incorporó, me quitó el camisón y el tanga, se puso detrás, colocó su polla en la entrada de mi coño y me penetró suavamente aprovechando lo humeda que estaba. Me folló todo el tiempo muy suave y m excitación iba en aumento, tanto que alcancé un orgasmo increíble. Disminuyó el ritmo de su penetración para darme tiempo a disfrutar de mi orgasmo y luego volvió al ritmo de antes. Le pedí que no se corriera dentro y se salió para echarme toda su leche en mi culo
Se dejó caer a mi lado y me limpió con su camiseta. Nos quedamos dormidos hasta casi el mediodía del día siguiente. Cuando me desperté estaba sola en la cama. Tenía varios mensajes de mi novio preguntando si la noche había sido larga y le dije que sí, que me había quedado a dormir en casa de una amiga a la que envié un mensaje diciéndole que luego ya le contaría.
Me levanté, me puse el jersey y fui al baño a darme una ducha larga con agua muy caliente. Al salir olí café recién hecho y fui hasta la cocina. Allí estaba Oscar en vaqueros y camiseta. Desayunamos y al acabar le dije que mi novio nunca podía enterarse de eso. Me tranquilizó diciendo que no contaría nada pero me llevó de nuevo a la habitación y volvió a hacerme gozar follándome de nuevo con su ritmo que tan loca me volvía. Se corrió de nuevo en mi culo y me dijo, ahora ya me quedo tranquilo. Al final me quedé todo el día en su casa, follamos dos veces más y por la noche regresé a mi casa y dormí doce horas seguidas.
Ahora temo la hora en la que llegue mi novio por si se me nota.
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