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Me llamo Carla, soy delgada, mido 1,58 cm, tez blanca, pelo color negro, un poco más largo que mis hombros. Ojos color azul. Me dicen que tengo muy buena cola y pechos normales
Todo comenzó cuando mi hermano, Martín, terminó el secundario y decidió que no estudiaría en la Universidad y quería hacerse mochilero por un año con un amigo de él. Esta decisión enfureció a nuestro padre y tuvieron una pelea muy fuerte, que terminó con mi hermano yéndose de la casa de mis padres.
Ese día tocaron el timbre de mi departamento y era mi hermano. Me pidió quedarse un par de semanas hasta que su amigo terminase de juntar algo de dinero para empezar la vida de mochilero. La verdad que disfrutaba mucho la vida de vivir sola. Solo unos meses que vivía sola, y me molestaba la idea de compartir mi departamento, pero no podía dejar a mi hermano sin techo. Puse mi mejor cara y le di la bienvenida, esperando que solo sea cosa de unos días y vuelva a la casa de mis padres.
Mi vida cambió bastante, una de las cosas que más disfrutaba de vivir sola era no estar vestida, solía andar en ropa interior y las mayorías de las veces solo con una tanga. Por culpa de mi hermano empecé a usar un camisón de seda blanco que me llegaba por la mitad de mis muslos, con una tanga debajo, corpiño trato de evitarlo siempre, a menos que sea necesario.
Los primeros días fueron tranquilos, tratamos de convivir lo mejor posible. Al cuarto día de que mi hermano llegó junté toda la ropa sucia y la llevé al lavarropa que tengo, mientras separaba las prendas, me di cuenta que una de mis tangas estaba pegoteada, al principio no me di cuenta, pero luego de olerla me di cuenta que mi hermano se había pajeado y se limpió con mi tanga. Por dentro pensaba, porque el tonto no usó papel higiénico, en vez de enchastrar mi tanga. Mientras seguí separando las prendas vi que todas mis tangas estaban sucias con el semen de mi hermano, y lo peor de todo era que el cesto de la ropa que estaba en el baño estaba lleno de prendas, pero solo usó mis tangas. Analizando mejor la situación entendí que no las usaba para limpiarse, si no que eyaculaba sobre mis tangas.
En ese momento solo pensaba que pajero es mi hermano, aunque me resultaba extraño que eyaculase sobre las tangas de su hermana.
No le dije nada y seguí como siempre con él, aunque empecé a prestar atención. Noté que Martín, me miraba mucho, en realidad siempre lo hizo, pero no pensaba que me miraba de esa forma. Por ejemplo, después de cenar mirábamos la televisión en un sillón, cuando me levantaba a buscar algo podía ver por el reflejo de la TV que me miraba el culo, o como aprovechaba para abrazarme cada vez que podía o apoyar su cabeza en mis muslos mientras mirábamos una película, antes creía que era algo normal pero sumada a otras situaciones entendí que mi hermano estaba caliente conmigo. Al principio me hizo sentir incomoda. No sabía cómo reaccionar, recuerdo que esa noche lo saludé distantemente y me fui a mi cuarto. No dormí en toda la noche. Cada vez que pensaba, recordaba situaciones en las que mi hermano me trataba, miraba o me tocaba de una formal sexual más que de hermanos que se quieren. Esa misma noche, escuche a Martín yendo al baño, estuvo un buen rato y salió sin tocar el botón de descarga del inodoro.
Cuando salió, esperé unos cuantos minutos y fui al baño, busqué en el cesto de ropa sucia y agarré una de las tangas y estaba limpia, la segunda que saqué estaba llena del semen de mi hermano. No sé cómo explicarlo, pero me produjo mucho morbo ver su leche fresca sobre mi tanga en ese momento, hasta el olor me parecía delicioso. Mi cabeza estaba muy confundida, pero por algún motivo estaba muy excitada con la situación. Me senté en el inodoro, pase los dedos del medio y el índice de mi mano derecha y saque la lechita de Martín y me penetre con mis dedos llenos de semen en mi conchita, en mi mano izquierda sostenía mi tanga sucia y me la acerqué a mi boca y lamí los restos de semen que mi hermano había dejado, el olor me enloquecía, nunca me gustó el olor a semen, ni siquiera el semen mismo pero creo que el morbo era más fuerte, me penetraba muy fuerte con mis dedos, sin parar, me metí la tanga en mi boca para atenuar mis gemidos.
Finalmente tuve uno de mis mejores orgasmos, mejor dicho, uno de los pocos que había tenido en mi vida. Me limpié y me recosté. Al rato tuve que masturbarme de nuevo pensando en mi hermano, pero esta vez en la cama. Pensé mucho sobre que me estaba pasando, y no lo entendía. Si bien mi hermano es un chico muy lindo, es delgado, ojos azules, pelo castaño oscuro, es alto, a las chicas les resulta muy atractivo, pero no es mi tipo de hombre, a mí me gustan con aspecto más masculino, o sea, más toscos, todo lo contrario de Martín. La única explicación que encontré que me daba morbo que sea mi hermano.
A la mañana siguiente mientras desayunamos con Martín, le pregunté si le molestaba si solo usaba ropa interior, le dije que solo usaba camisón por él, pero si no le incomodaba prefería estar así por comodidad. Se puso bordó de la vergüenza, pero me dijo que era mi casa y que haga lo que quiera, que a él no le molestaba. Le contesté gracias, me cambié y me fui a trabajar. Ese día tuve que masturbarme dos veces en el trabajo pensando en Martín, no veía la hora de llegar a casa y estar con él. Eran cerca de las 16.00 horas cuando volví a casa, mi hermano estaba en mi cuarto escuchando música. Le dije si me dejaba sola que quería ponerme cómoda y salió en seguida. Me desvestí toda y busqué mi ropa interior más pequeña, me la puse. Pobre Martín pensaba por dentro, me quedaba muy apretada, no tanto el corpiño, pero la tanga, la tenía bien adentro de mis nalgas y la parte de adelante parecía que mis labios vaginales estaban por explotar, y parte de ellos se asomaba fuera de la tanguita. Cuando salí de mi cuarto mi hermano no pudo disimularlo.
Me miró de arriba abajo y no podía sacarme la vista de encima, realmente lo superaba la situación. Su vista se centraba en mi concha, en culo y tetas, solo eso veía de mí y yo lo disfrutaba mucho, me daba mucho morbo lo que pasaba. Martín vivía con erecciones constantes, no veía la hora de ver su pija. En esos días las pajas se habían multiplicado, no solo mis tangas estaban con semen, si no corpiños, o las calzas del gimnasio, cada vez que metía la mano en el cesto todo estaba pegajoso. Pronto empezó a tomar confianza y se metía a mi cuarto a la mitad de la madrugada, y me destapaba y se pajeaba a mi lado viendo mi cuerpo completamente desnudo. Deseaba tanto que tomase el coraje y metiese su pija dentro mío, pero los días pasaban y no pasaba más que de una paja.
Una de las noches, Martín se puso a mi lado a pajearse como hacía todas las noches. Miré de reojo y lo vi pajeándose con todo y mirando fijo mi conchita. No pude contenerme más y me acomodé, Martín quedó paralizado, con la poca luz que entraba por la ventaba lo vi con una cara de espanto como si hubiese visto la peor de sus pesadillas. Ni siquiera pudo hablar. No perdí el tiempo y sin salir de la cama me acomodé de costado y agarré su pija con mi mano derecha, del susto estaba perdiendo su erección, me la puse en la boca y empecé a mamarle su pija como nunca lo había hecho nunca, me metí su pene hasta mi garganta, lo más profundo que pude y lo metía y sacaba una y otra vez, cada tanto me daba arcadas, no suelo dar sexo oral, pero la situación lo ameritaba, tiene una pija delgada pero de unos buenos 17, 18 cm. Solo pasaron unos minutos hasta que me acabó en mi boca, largo un chorro muy espeso y abundante dentro de mi boca que me hizo atragantar comencé a toser mientras él caí de rodillas al piso, aun gritando de placer.
Cuando pude recuperarme le extendí mi mano y lo hice subirse a la cama, le saqué el bóxer que tenía en sus tobillos y le saqué su remera, lo recosté en la cama boca arriba y me subí sobre él, sentándome sobre su cuerpo desnudo y comencé a besarle su pecho, cuello y finalmente su boca, nos besamos con la lengua muy apasionadamente. Sin parar de besarlo, tomé su pija que ya estaba a full nuevamente y me la metí en mi conchita depilada que estaba muy mojada, gritó de placer apenas su cabeza me penetró y me la metí toda hasta el fondo, temblaba del placer al sentir la pija de mi hermano dentro mío, era demasiado morbo estaba completamente excitada como nunca en mi vida, empecé a saltar sobre él, una y otra vez, su pija entraba y salía una y otra vez tuve dos orgasmos en esa posición, Martín no paraba de eyacular dentro mío, si bien eyaculaba muy rápido, se reponía enseguida y ya tenía su pija dura dentro mío.
Me descargó varias veces en mi vagina, amaba el olor a sexo que había, no sé qué pasó por mi cabeza, pero me puse en cuatro sobre la cama, y le dije que me haga la cola, por la cara de mi hermano me di cuenta que le gustó la idea y en segundos ya estaba tratando de meter su cabeza a través de mi ano. Costó mucho, fue mi primer anal, y fue brutalmente doloroso, jamás pensé que entregaría mi cola, nunca fue una opción para mí, pero el morbo que me producía mi hermano, me llevó a pedírselo. Tuvo que luchar bastante pero logro metérmela adentro de mi cola, mi hermano tampoco tenía experiencia en sexo anal y me lo hizo sentir, me daba con todo, como si fuese una mina que tenía sexo anal todos los días, pero no era mi caso, le estaba entregando mi culito bien estrechito y el me lo estaba reventando, gritaba más de dolor que de placer, no quiero ni pensar que dirán mis vecinos de mí, grité como nunca, me ardía tanto por dentro, pero sus manos fuertes apretando mis caderas hundiendo mi cola contra su cuerpo me calentaba mucho, sentir sus huevos estallar contra mis nalgas era muy excitante.
Fueron pocos minutos, pero fueron intensos, sentí que empezó a gemir más fuerte y finalmente estalló dentro mío, me dejé caer sobre el colchón bocabajo y mi hermano cayó sobre mí, sin sacar la pija de mi culito bien roto para ese entonces. No nos hablábamos, la verdad era que no sabía que decir y creo que él tampoco. Por dentro pensaba lo trola que había sido, estaba ahí con la cola llena de la leche de mi hermano, algo me decía que estaba tan mal lo que habíamos hecho, pero por el otro lado jamás había sentido tanto placer.
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