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Habíamos salido en aquella noche de carnaval, siete chicos varones todos, me acuerdo...
Éramos siete chicos puro fuego erótico y como poseídos por una calentura como de mil demonios, me acuerdo...
Habíamos llegado hasta un multitudinario desfile carnavalero allá en una larga avenida contigua a un inmenso parque boscoso, y viendo aquella multitud de gente entre la cual abundaban las más hermosas mujeres y chicas de todas las edades, pronto en ese bullicio festivo, entramos en contacto con otro grupo que como nosotros, habían salido en busca de marcha y aventura. Eran, siete muchachas a cuál de todas más exultantes y dueñas de una despampanante hermosura y unos cuerpazos como de diosas.
Allá en un apretujamiento de esos que suelen producirse en las veredas cuando la multitud en los desfiles de carnaval provocan esas aglomeraciones incontenibles, allí fue que nos encontramos ambas pandillas -la nuestra y la de ellas, digamos-, y en ese apretujamiento comenzamos a meterles mano a lo desaforados manoseámdoles las piernazas gordas y las nalgas y el culo, en medio del gritar eufórico de todas ellas que sin pensarlo dos veces, tampoco se quedaron en saga comenzando ellas también a meternos manos entre las piernas agarrándonos las bolas y de inmediato, éramos nosotros los que comenzábamos a gritar como locos y ella a largarse las carcajadas.
La audacia y decisión de aquellas muchachas era cosa como increíble, y enseguida vimos que eran verdaderas diablas en la acción, y ya, desdes ese mismo momento, comenzamos con ellas una verdadera batalla donde el sexo y la lujuria, eran el ingrediente mayor.
Una de ellas había logrado meter su mano dentro mismo del short que llevaba puesto uno de nosotros, y capturándole los huevos y el chorizo no se los soltaba y en esa aglomeración que no se disolvía, lo tenía así atrapado mientras nuestro amigo aullaba como loco y todas reían a las carcajadas.
-"Aaaayyyy-aaayyyy, suéltame, putaaaaa!!!!!" Era el gritar suplicante de nuestro amigo, mientras el coro de carcajadas de todas ellas era estridencia total allí. La aglomeración apretujante por fin se disipa, y nuestro amigo logra escabullírsele y salimos corriendo y ellas a las carcajadas por tal cosa donde habían resultado mucho más audaces y ganadoras.
-"A estas cerdas putas hay que agarrarlas y darles una buena paliza de pijazos hasta dejarlas hecha papilla!!!"-dijimos indignados-.
Las muy cochinazas, ya estaban tras nosotros siguiéndonos a las risas ahí en la avenida...
Nos hacían morisquetas burlonas...se largaban las carcajadas...nos sacaban la lengua...en fin, nos acosaban endemoniadamente.
Nosotros éramos chicos varones, pero ellas, siendo mujeres, sabían desplegar toda una audacia poco común, y la delantera en todo el hacer avasallante, era de ellas. No podíamos con ellas! Ésa, era la pura verdad!
-"Estas cerdas cochinas nos están pasando por encima...no debemos permitir éso, hagamos algo!!!" -nos dijimos desesperados. Y tratando de ser inteligentes, nos dijimos también:
-"Vamos a fingir que queremos parlamentar con ellas, y ahí trataremos de suavizarlas para evitar que sigan arrollándonos como lo están haciendo, y luego veremos cómo las convencemos para cojerlas a todas juntas!" -dijimos-.
-"¡Chicas...queremos hablar con ustedes...vengan...hablemos..!" -les dijimos...
A las risas, y viniendo hacia nosotros aunque riéndose burlonamente siempre, las siete se acercaron a nosotros, y saludándonos como chicos buenos y civilizaditos nos dimos besitos de saludo con todas ellas, y comenzamos una plática en la cual tratábamos de imponer nuestros deseos.
Pero también ahí, ellas sabían ser mucho más avanzadas que nosotros, sabiendo siempre imponer ellas sus decisiones, y dejarnos siempre en desventajas y no saber cómo responderles. Ellas, se reían...
Entonces, fue cuando dos de ellas se apartaron y comenzaron a hablar rápidamente a solas y a manejar sus celulares y las demás a manejarlos también, lo que obviamente era que se estaban comunicando entre todas ellas ahí delante de nosotros mismos. Nosotros, ni idea de qué se trataría lo que hablaban.
Las dos chicas se apartan y van hasta una confitería inmensa que estaba allí cerca, y al rato aparecen con unas botellas de cerveza y refrescos, y nos dicen a todos:
-"Vamos a tomar algo fresco, y charlamos mejor ahí en el parque...vamos!"
ver las cervezas y los refrescos nos hizo alegrarnos maravillosamente a los siete, y contentos por la invitación, con ellas salimos hacia el parque ahí cerquita nomás de donde estábamos. Ellas, iban riéndose siempre, y algunas, hasta marchaban bailando con sus brazos en alto. Nosotros, obviamente atribuíamos esa felicidad en ellas, al bullicio carnavalero ahí reinante en general.
-"Estas son para ustedes, y éstas, para nosotras!" -nos dijeron, repartiendo las botellas. Y...comenzamos a beber como desaforados, y ellas, no paraban de reírse!
Pronto, una atróz excitación sexual comenzaba a invadirnos de una manera como extrañamente alocada...desmedida...imcontrolable...
Acompañada a ésta, una inmovilidad en nuestros miembros superiores nos iba dominando a tal punto que hasta se nos caín de las manos los vasitos con la cerveza, hasta que finalmente, ya no podíamos mover los brazos. Sin embargo, la excitación sexual...crecía como endemoniadamente haciéndonos hasta gemir y gritar y suspirar y bramar. Ellas, saltaban y se largaban las carcajadas!
Alos empujones nos llevaron hasta un lugar bien adentro de aquel parque en donde había un inmenso engramillado redondo rodeado de altas palmeras, y allí...comenzaron a arrancarnos toda la ropa hasta dejarnos completamente desnudos en ese estado de bestial calentura que nos dominaba mostrándonos a todos así poseídos por unas empaladuras que mostraban nuestros chorizos como enormes estacas al cielo apuntando, y nuestros huevos insólitamente hinchados y enormes.
Si: las muy cerdas nos habían drogado!!! Nos habían drogado con una de las más modernas drogas que existen, y que dejan al varón completamente excitado como un monstruoso animal caliente, pero completamente pasivo y sin poder hacer absolutamente nada teniendo la mujer toda la libertad de hacer lo que se le dé la gana con él.
Y así teniéndonos...comenzaron las muy puercas aquéllas, la orgía con nosotros así en ese estado.
Cosqillas atroces que las sentíamos centuplicadas por el efecto de la droga aquélla, manoseos de todo tipo y un continuo hacer y hacer sobre nosotros haciéndonos todo tipo de cosas cada una sobre cada uno así completamente a ellas sometiditos.
Nos hacían bramar de placer y aullábamos como perros entre el largarse las carcajadas de todas ellas ahí amasándonos como energúmenas a su máscompleto antojo todas ellas.
Los orgasmos que nos hacían ellas venir eran como sensaciones atrozmente desesperantes que se prolongaban en el tiempo mucho, muchísimo más que un orgasmo común, haciéndonos soltar interminables aullidos y gemidos y suspiros en medio del reír como cochinas de todas ellas disfrutandonos tan puercamente así.
Hacían lo que querían con todos nosotros todas ellas, y aquello era una loca orgía en la cual nosotros los siete varones éramos sus juguetitos calientes y ellas las más puercas nenas jugando desaforadamente lujuriosas.
Cualquier toquecito, cualquier roce por insignificante que fuese en cualquier parte de nuestro cuerpo, lo sentíamos como la más desesperante cosquilla monstruosa y atróz. Y los dedos y las manos de ellas, eran un constante enloquecernos deslizándose en nosotros en el hacer y hacer más cosquilleante y enloquecedor. ¡Cómo se largaban las carcajadas con nuestra desesperación y guturalismos ridículos en la desesperación que nos envolvía! ¡Cómo se reían!!!
Aquéllo era un coro por un lado de mil gemidos y gritos y aullidos desesperadamente enloquecidos de placer atrózde nosotros los siete varones, y el reírse a carcajadas estridente de todas ellas haciéndonos.
Deseábamos desesperadamente que aquéllo acabase, pero...¡seguía! Nuestros cuerpos estaban ya poseídos por un estado como volcánico en su funcionar, y hasta deseábamos que un ataque terminara con nuestras vidas para no seguir soportando aquéllo tan enloquecedoramente placentero a grado así tan bestial. Los orgasmos venían unos tras otros y cada vez más intensos y prolongados, y ya nuestros gritos y aullidos volvían a exclamar sus letanías, y ellas a irrumpir nuevamente en su reír y reír soltando aquellas carcajadas cochinas que más aún nos excitaban. Y cuando por fin parecía que aquel martirio comenzaba a desvanecerse y la promesa de un alivio nos alumbraba el deseo de poder por fin escapar de aquéllo, una de las chicas, riéndose continuamente en su manera de hablar, así comenzó a decir explicando:
-"Ahora viene el momento en que les parecerá que ésto se termina, pero es sólo un pequeño respiro que ya está bien calculado en esta droga que así funciona, y al ratito nomás vuelve otra vez a hacerles efecto, pero en esta segunda vuelta les vendrá todavía más fuerte la cosa!!!"
Todas soltaban las más puercas risitas mientras nosotros oíamos éso deseando con todo nuestro anhelo que mentira fuera, pero al ratito de un alivio que parecía darnos por fin la calma...¡ayyy! otra vez comenzaron aquellas cosquillas y excitaciones eróticas como infernaleshaciéndonos empinar otra vez como estacas nuestros inmensos chorizos hacia el cielo apuntando, y ya comenzamos otra vez a exclamar nuestros gemidos y guturalismos y chillidos y aullidos, y todas comenzaban a soltar otra vez aquéllas sus estridentes risotadas por demás grotescas en aquellas carcajadas que resonaban allí. Otra vez, sus manos volvían a capturar nuestras cosas más íntimas. Y otra vez volvían las mamadas y pajas, folladas y lo que fuese, y la orgía aquélla...continuaba su marcha.
Con nuestros brazos sin fuerza ninguna y paralizados por completo y el cuerpo como poseído en un estado de endemoniada calentura sexual atróz, estábamos los siete por completo entregados a ellas que se regodeaban triunfantemente lujuriosas disfrutándonos a su mñas completo antojo. Nos follaban brincando encima de nuestros cuerpos ahí en el pasto tendidos debajo de ellas meta y meta cabalgarnos como querían, y a cada rato los orgasmos nos hacían soltar aquellas mil exclamaciones que tanto las hacía reír gozosas.
Les lamíamos la concha y el culo y axilas y los pies y las tetas y cuánto nos ordenasen lamerles y chuparles, y aquello era una loca orgía en la cual disponían de nosotros como les venía a todas ellas en ganas.
Nos montaban desnudos paseando sobre nuestros hombros y el bullicio de la fiesta carnavalera llegaba desde la avenida como sonora música que matizaba lo que allí nos estaban ellas haciendo, y aquello era cosa como extraída de la más insólita aventura de ficción insólitamente erótica.
Amanecimos en aquel parque tendidos en agotamiento total así completamente desnudos, exaustos, sin saber qué día sería y con el amanecer ya apuntando. Nuestros desnudos cuerpos estaban completamente escritos con lápiz labial, y las sornas más burlonas, rezaban aquellas escrituras que íbamos leyendo en nuestras desnudeces.
No...jamás podremos olvidar, lo que nos pasó con aquellas mujeres..!
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