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Categoría: Confesiones

Tres viejas y un sátiro (final)

-Sí, Jorgito… Sí, así… -me alentaba y las tres viejas seguían mi trabajo alrededor de la cama…



La pija se le iba poniendo cada vez más dura, hasta que por fin estuvo a punto y yo, excitadísimo, me incliné y me la metí en la boca… ¡Ay que dura la sentí!...



-¡Bueno, basta de chupar, nene! ¡Ahora le toca a tu culito!... ¡Vamos, ponete en cuatro patas!... –me ordenó Petra y yo obedecí ardiendo de calentura… Me excita sobremanera que me dominen, que me den órdenes, que dispongan de mí… ¡que me humillen! ¡que me usen!... Antes de ponerme en posición miré la pija del señor Rogelio… ¡Tan dura y bien parada!...



-Tomá, Rogelio… -dijo Herondina y le alcanzó el pote de vaselina…



Rogelio me lo pasó a mí y me dijo: -Tomá, putito, lubrícame bien la pija…



-S… sí, señor… -y me volví hacia él para cumplir con la orden… ¡Es tan excitante envaselinar una pija bien dura!...



-¡Vamos! ¡vamos! –me apuraban las tres viejas…



Por fin la pija estuvo lista, hermosamente dura y brillando de vaselina…



-Por favor, señor… por favor, métamela… supliqué incapaz de controlarme y las viejas estallaron en carcajadas…



-¡Qué tremendamente putito sos, Jorgito!... –dijo Lola y Petra agregó:



-¡Muuuuuuy putito!...



-Decilo, Jorgito… -intervino Herondina… -Si querés que mi hermano te culee decinos todo lo putito que sos…



-Sí… Sí, señora, soy… soy muy… muy putito… ¡Muuuuy!... –me sentía muy humillado y temblaba entero de tan caliente que estaba mientras los cuatro se reían de mí…



De pronto el señor Rogelio dijo:



-Bueno, basta, nene… Ponete en cuatro patas que te la voy a meter…



-¡Ay, sí, señor!...-me entusiasmé…



Mientras Lola y Petra entreabrían mis nalgas, sentí la punta de la pija presionando en mi agujerito… -¡Ese momento es sublime! Aunque de pronto recordé lo gorda que es esa pija y me dio miedo… Mientras la pija me entraba sentí un dolor muy intenso que me hizo gritar:



-¡Tapale la boca, Lola! ¡A ver si lo escuchan los vecinos!... –pidió Herondina y con la boca tapada mis gritos se transformaron en ahogados y débiles gemidos… Más fuertes sonaban los jadeos del señor Rogelio, cuyas manos aferraban mis caderas… El dolor se fue reduciendo bastante y empecé a gozar hasta que por fin mi violador me soltó varios chorros de leche caliente…



Cuando me cogen mi pito no se para, permanece inerte y todo el placer se concentra intenso y vibrante en mi culo… Sin embargo sí se para cuando con el permiso de las viejas y del señor Rogelio corro al baño a masturbarme… Lo sobo un poco y reacciona…



Tal cual me lo ordenaron esa primera noche, voy siempre después de cenar a casa de Herondina, donde me encuentro con las tres viejas y el señor Rogelio… Cuando él tarda un poco en llegar las viejas me violan con el consolador, que va pasando de mano en mano entra risas y frases obscenas…



Las divierte obligarme a decir todo lo putito que soy…


Datos del Relato
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