Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Relato
Ordenar por:
Mas reciente
Menos reciente
Título
Categoría:
Relato
Categoría: En el Trabajo

TREN DE SEIS

Toma el tren

Desde que era joven, hasta donde puedo recordar, me ha gustado tocarme. La sensación que produce es mejor que cualquier cosa que te hagan en la cama. A cierta edad comencé a preguntarme si esto era mas una obsesión que un gusto y hoy día todavía me pregunto lo mismo. El hecho de que me guste tanto implica mas que todo riesgo y peligro, ¡aunque yo mantengo todo bajo control.
Lo último a lo que me arriesgué fue algo muy divertido. Todo comenzó en un viaje hacia mi lugar de trabajo: la misma hora, el mismo tren, y por supuesto, las mismas conexiones, tan aburridas, en las estaciones. Venga, viaje conmigo por tren, y compartiré con usted estos momentos.

El tren de las 8:05 abrió sus puertas y todos nos metimos como locos, la mayor parte de la gente trataba de hacerlo a su manera, según sus propias reglas, para obtener el mismo asiento de siempre en el cual habían viajado durante los últimos 30 años de idas y venidas a su trabajo. Un hombre con un maletín sentado en el segundo asiento a la izquierda del baño, una mujer que obviamente tenía un solo color de blusa, sentada tres asientos mas adelante, tipos que levantaban pesas con una piel bronceada como aceite de oliva, que permanecían parados a pesar de que había sillas disponibles.

Cuando nos acercábamos al final del viaje y ya la ciudad estaba cerca, la gente se bajaba en las estaciones correspondientes y ya en el vagón no se veía como sardinas en lata: menos gente. Era un día con bastante soleado y algo caliente. Todo se veía muy alegre a través de las ventanas. El aire acondicionado era delicioso. Me levanté como un resorte y un brillo en los ojos que sólo yo sabía el significado. Me metí en la regadera, llegué hasta la cuca, con la falda levantada justo por encima de las rodillas y comencé a hacerme la paja hasta que me salieron los jugos. Luego cerré la puerta….. Ya sabía, inconscientemente, en que lío me estaba metiendo para levantarme del asiento antes de que llegáramos a la estación.

Me quedé parada por un momento en el vagón sonriéndome a mi misma con una sensación agradable que se me formaba en el estómago, porque yo sabía cuanto tiempo se tardaba el tren entre una estación y otra, y cuanto tiempo nos quedaba de viaje. Metí la mano en la cartera para revisar y me di cuenta de que lo que necesitaba estaba adentro. Me hice la que caminaba hacia los baños. Pensar en lo que estaba haciendo y el peligro de que me descubrieran hizo que respirara con dificultad.

El hombre con el maletín, frente al baño, me miró desde su asiento y luego volteó a mirar hacia otra parte por si acaso yo le sonreía, o si le hablaba. El corazón me latía mas rápido y la respiración se me aceleraba. Fue cuando agarré el consolador de la cartera y me subí la falda. Recostada contra la pared me bajé las pantaletas lentamente hasta las rodillas. Algo me ocurre cuando la correa del sostén y las pantaletas se me aflojan lentamente o me las bajo, que me hace dar vueltas y me vuelve loquita. Son momentos en que hay que controlarse!! Ya estaba mojada y bien caliente. Me separé los labios de la cuca y suavemente metí ese juguete adentro de mi. Lo tenía demasiado adentro y bien concentrada, intenté retener el flujo de corriente eléctrica que iba hacia la cuca.

Me subí las pantaletas para luego arreglarme la falda lista para volver a entrar al vagón. Creo que me salía un olor caliente y húmedo. Me daba la impresión de que tenía un avioso en la espalda que decía: SEXO!! Luego me dirigí a mi asiento, cada paso me hacía burlarme en silencio y la risa casi se me salía de la garganta. Me senté lo mas silenciosamente que pude. Frente a mi habían dos hombres. Uno de edad madura, que parecía muy caballero de ciudad, y el otro un tipo joven, como de casi treinta años. Juro que se dio cuenta del olor que yo tenía. Me recosté en el asiento como si contemplara el día y lentamente abrí las piernas, lo suficiente para darle una buena vista entre las piernas. En un momento dio resultados y no pudo quitar la vista lo que me excitó haciendo que mi respiración fuera difícil de controlar y me di cuenta de que no pasaría mucho tiempo sin que viera el show completo. El ritmo y velocidad del tren aumentó mi placer y mis pezones ya sobresalían para notarse a través de la blusa. Reposé mi barbilla en la mano para ver si en realidad yo tenía mal olor en la mano y lentamente, discretamente, me di vueltas para mirar hacia atrás. Sabía que el caballero de edad madura también se había dado cuenta, pero a diferencia del joven, era mas discreto simulando que leía el periódico matutino.

Se podía ver el bulto que se formaba en los pantalones del muchacho y eso me volvía loca. Ya no me importaba que me vieran los demás. Abrí las piernas mas y los labios de la cuca se hincharon de placer. Sentía que la babita se me salía y hasta hacía un sonido.

El señor no aguantó mas y se dirigió rápidamente al baño para buscar su propio alivio (masturbarse) pero el joven se quedó sentado, con los ojos pegados a mi caliente cuquita. Sentí el primer espasmo y contracción en todo el cuerpo y aflojé mas el cuerpo. Las bolas vibraban cuando restregaron el interior de la vagina. El segundo vino mas caliente y mas intenso todavía.

Sururré: “Mira nené”. Me metía la mano dentro de la blusa y me toqué con un dedo los duro pezones. Los jugos explotaron adentro de mi para salir rápidamente mientras yo temblaba sin control. Luego abrí los ojos y vi su mano que me tocaba toda la humedad entre las piernas mientras que con la otra se agarraba fuertemente el huevo.
El tren se detuvo cuando llegué a mi destino. Guiñé un ojo cuando me bajé y pasé caminado por la ventana con una sonrisa malvada preguntándome si este pasajero regresaría conmigo en el mismo tren de regreso.

Hellen Smith.



Take The Train
Submitted By Helen Smith. Colaboración de Helen Smith. Traducido por Marcos Urbina.

From as young as can remember I loved to touch myself, the feeling it gave was better than any comfort blanket. By a certain age I began to wonder if it was more of an obsession than a liking. And, to this day, I still wonder. The bit that I like more than anything now though is the risk, a controlled risk! I have control and I take the risks.
The last risk I took was a very enjoyable one. It started one the journey to work. The same time, same train and of course the same bored commuters. Come with me on the train and share my moment.
The 8.05 train opened it’s doors and we all shuffled on, most people trying in their institutionalised manner to get the same seat they had occupied for the last 30 years of their working life. Man with briefcase with rip in it sitting on the second seat to the left of the toilet, woman who obviously only owned one colour of blouse’s sitting three seats up from him, olive skinned builders mate standing even when there was available seats. As the journey got closer to the city people started leaving at their respective stations and the ‘tinned sardine’ effect lessened.
It was a warm sunny day and it even looked cheerful through the tinted windows. The air-cooling was a delight.
I had woken with a spring in my step and a glint in my eye that only I knew the meaning of. I jumped in the shower, slipped into my bland, just above the knee skirt and sheer as I was allowed blouse, stroked the cat, gulped some juice and shut the door. I knew, subconsciously, what mischief I was going to get up to before I’d even reached the station.
I stood for a while in the carriage smiling to myself, a warm feeling growing in my stomach. I knew the time between stations and how long I had left of the journey. I slid my hand into my bag to check and with a little clink I knew what I wanted was there. I walked casually to the toilets. The thought of what I was doing and the oblivion of the other people on the train turned me on enough to make me catch my breath.
Man with ripped briefcase looked up at me, then looked away in haste just in case I smiled, or god forbid, spoke to him! I shut the door behind me. My heart beating faster and breath quickening. I grabbed my [vibrator] eggs from my bag and pulled up my skirt. Leaning against the wall I slid my panties down slowly over my knees. There’s something about the feel of a bra strap or a pair of lacy panties being gently loosened or pulled off that sends me into a spin, one of those ‘hold your breath’ moments! I was already wet and so hot. I parted my lips and gently pushed the playthings deep inside me. It was nearly too much. With concentration I managed to hold back the rush of electrifying currents that headed for my pussy.
I pulled my panties up and rearranged my skirt ready to re-enter the carriage. I smelt so hot and musky; I must have had SEX written right across my back!
I walked back to my seat, every step making me moan silently in my throat, and sat down as gently as I could. Sitting opposite me were two men. One a city gent of middle age and a younger guy, maybe mid to late twenties. I swear he could smell me.
I leant back in my seat as if contemplating the day and slowly opened my legs, just enough to give him a peep of my inner thigh. It worked in an instant, he couldn’t look away. I was having trouble controlling my breathing now and knew it wouldn’t be long before he would get the full show.
The rhythm of the train increased my pleasure and my nipples protruded through my blouse. I leant my chin on my hand so that I could smell myself and began to slowly and very discreetly gyrate. I knew the middle-aged city gent was now entranced too, he unlike the younger one was more discreet pretending to read his morning paper.
The rhythm of the train increased my pleasure and my nipples protruded through my blouse. I leant my chin on my hand so that I could smell myself and began to slowly and very discreetly gyrate. I knew the middle-aged city gent was now entranced too, he unlike the younger one was more discreet pretending to read his morning paper.
I could see the bulge appearing in younger guy’s trousers and it was driving me crazy with want. I’d come too far now to even care who was watching, I opened my legs further and my pussy lips swelled with pleasure. I could feel the buzz growing and the juices beginning to flow.
City gent could take no more and hurried to the toilets to seek his own relief but younger guy stayed and sat, his eyes glued to my hot pussy. I felt the first spasm run through my body and wiggled a little more. The balls vibrated as they rubbed together deep inside me. The second came hotter and even more intense. I whispered hoarsely ‘watch baby’. Slipped a hand inside my blouse and pinched my hard nipples. I felt the juices exploded from inside me as I shuddered uncontrollably, I opened my eyes to see his hand reaching to touch the wetness on my thighs and the other hand wrapped tightly round his stiff dick.
The train pulled into my destination.
I winked as I got off and walked past his window with a wry smile wondering if he’d be on the same train home!
Helen Smith

Copyright Hellen Smith.
This article may be freely published on any website, as long as the links are live, and this notice is left intact.
Datos del Relato
  • Categoría: En el Trabajo
  • Media: 4.65
  • Votos: 37
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3193
  • Valoración:
  •  
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 52.14.6.41

0 comentarios. Página 1 de 0
Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Relatos: 38.468
»Autores Activos: 2.275
»Total Comentarios: 11.905
»Total Votos: 512.064
»Total Envios 21.926
»Total Lecturas 105.323.149