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Trabajo veraniego en las islas afortunadas - II

Después de la noche tan intensa y sorprendente llegue al trabajo con los ojos pegados del sueño que llevaba. Las primeras personas en aparecer como cada mañana eran los extranjeros, que bajaban a desayunar muy temprano. Encontrándome con las dos alemanas que estaban siempre detrás de mí. Para que me dejaran en paz y no atendiendo mucho a lo que me decían, conteste que sí. Ellas se fueron con una enorme sonrisa, lo que me hizo pensar que no sabía en qué, pero acababa de meter la pata.



Debería estar más atento para no meter la pata nuevamente. Estando en estos pensamientos Dña. Marta apareció diciéndome que en cinco minutos en su despacho que tenía que hablar conmigo. Pero me sonrió la fortuna hicieron acto de presencia Alonso y Alicia, que sin preguntarme a mi dijeron… “¿Marta, te importa que Carlos nos acompañe en el desayuno?, contestando ella como me va a importar, Carlos tomate el tiempo que sea necesario”



Me vino bien porque podría estar sentado un rato, que llevaba ya casi tres horas de pie y sin parar. El tonteo de Alicia era descarado, pensaba que estos también querían “mambo”, pero era imaginación mía. Estábamos a punto de acabar cuando llegaron Sergio y Anabel. Seria momento de ver el después, como digo yo.



El saludo de Sergio fue muy amigable y agradable, el de Anabel dentro de la normalidad, volvía a ser la mujer calladita y lo mismo arrepentida. Hasta que Sergio me comento, que como sabía que entendía de ordenadores, que uno de sus portátiles le fallaba, por si después de comer podía darle un vistazo. En ese momento me quede como con dudas, hasta notar la mano de Anabel tocarme el muslo suavemente, a lo que conteste que sin problemas.



Me levante diciéndoles que tenía que seguir trabajando. Según me alejaba pensaba en el mundo que se habían metido, de quien había tenido más dudas era de ella, pero por lo que veía, ella ya le daba igual.



Me dirigí al despacho de la jefa. Como la que tenia de secretaria no estaba, llame a la puerta, oí que preguntaban quién era, entonces abrí la puerta y asomándome un poco la vi a ella. Tenía dos botones de la camisa desabotonados, fue en lo primero que me fije porque el canalillo era de película, menudo par de tetas tenía esa bruja.



-Doña Marta, ¿Puedo pasar?



-Si Carlos pasa. (Se puso de pie y me señalo que me sentase en una de las dos sillas que había delante de su mesa y ella se sentó en la otra, como para darme más confianza)



-Bueno Doña Marta usted me dirá que desea.



-Mira Carlos, cuando estemos solos llámame Marta simplemente. Pero sobre todo háblame con franqueza y sinceridad. (Con tono muy suave)



Ella no me dio tiempo a decir nada. Se puso a darme una charla de lo bien que yo le caía. De lo majo que se me veía, etc. Yo iba alucinando en colores, la bruja esta, que me había estado puteando un día sí y otro también, a todas horas, dándome las peores tareas. Ahora resultaba que me adoraba. Lógicamente yo sabía por lo que era, el miedo no, pánico que tenía a que yo largara sobre ella. Yo no decía nada, solo escuchaba y pensaba.



Yo según la iba oyendo de peor humor me estaba poniendo, porque era una falsa. La estaba dejando seguir sin interrumpirla, para luego decirla lo que yo pensaba. Pero la conversación se cortó de golpe, en el momento que se abrió la puerta, entro de golpe sin llamar, mi compañera de trabajo y de alojamiento Pepi, que entro diciendo… Oye marta necesito… cuando me vio se quedó cortada rectificando y diciendo Doña marta… Doña Marta la corto diciéndola no vuelva a entrar sin llamar y espérese fuera, con tono fuerte.



Se debían de creer que yo era tonto. Pepi, era la chivatilla de la bruja o ella sabía algo de la “amable” Doña Marta y por eso tanta familiaridad.



-Bueno Carlos, como te decía antes de que nos interrumpieran. Espero que seamos buenos amigos. Ya le he dicho a mi marido, que por cierto le caes muy bien, que un día te tenías que venir a casa a comer. ¿Qué te parece?



-Me parece increíble. Pero como antes me pediste que fuera franco y sincero lo seré. Me has puteado desde el minuto uno. Me has dado las peores tareas. Me has atosigado, presionado… hasta cotas inimaginables. Y ahora quieres que vaya a comer contigo y con tu marido.



-Las personas podemos cambiar, darnos cuenta de nuestros errores.



-Parece que no me has entendido. Así que seré más claro. Tú no has cambiado, has visto el trato que tengo con ciertas personas, has oído que hemos estado de vacaciones juntos, que son íntimos amigos de mis padres. Eso es lo que te hace cambiar. Te ha entrado el pánico de que pueda contar algo. Porque tú en el fondo estas acostumbrada a mandar, a dominar. Tu marido ni me dice buenos días, como puedo caerle bien. Que él sea un manso, no quiere decir que los demás lo seamos.



-Es que no sabes lo difícil que es este trabajo y más siendo mujer. (Estaba muy nerviosa y colorada)



-Puedes ser una jefa dura, pero justa y no mala persona. No le caes bien a nadie y si supieras lo que dicen… que por cierto yo estoy de acuerdo.



-¿Qué dicen si se puede saber?



-Sí, que te hace falta un buen polvazo y cuatro azotes bien dados.



-No son justos y si tú piensas lo mismo tampoco lo eres.



-A lo mejor Pepi no está de acuerdo, pero es verdad. Además te debes de creer que por ser joven soy tonto. Siempre llevas la prenda superior bien abrochada y hoy casualmente llevas dos botones sueltos, para que se te vea el canalillo. Por cierto se intuyen unas buenas tetas. Te has sentado aquí delante para que vea también las piernas, que también se ven de categoría. Todo esto solo me hace pensar una cosa. Pero que sepas que yo no soy como tú. Yo una vez que acaba aquí me volveré a mis estudios y no diré nada, no juego con el pan de nadie.



Ella se quedó muda con los ojos vidriosos, a punto de llorar. La agarre una mano con delicadeza y la di ánimos. El silencio inundo el despacho, se notaba que quería decir algo, pero le costaba o no le salían las palabras.



-Te prometo que tratare de cambiar, nadie jamás, me había hablado así, ni su marido.



-Normal. Si tu marido te guste o no te guste es muy… digamos flojito.



-Es como es (Lo dijo medio sonriendo)



-Está claro que todos tienen razón. Te hace falta lo que te hace falta, te guste reconocerlo o no. Sé que no te va a gustar lo que te voy a decir a continuación. Eres una zorra de categoría y que no te den “marcha” te tiene descompuesta. (Acariciándola la cara y ella dejándose, estaba deseosa de que continuase)



-Es tu opinión. (Dijo con voz muy bajita)



Ella estaba rendida, la conversación seguro que no fue por donde esperaba. Yo además jugaba con ventaja. En esos momentos hubiera podido hacer lo que quisiera con ella, pero además de estar cansado quería tirar un poco más de la cuerda y decidí tirarme un farol, diciéndola que si Pepi estuviera allí con nosotros, seguro que lo pasaríamos muy bien. Su cara fue un poema. Pero no logre saber si había acertado o no. Sin darle tiempo a reaccionar, me levante diciendo que tenía que seguir trabajando. Ella no dijo absolutamente nada. Cuando sali estaba Pepi esperando, al verme puso media sonrisa.



Me fui a la zona de personal y le dije a un compañero que me cubriera, que necesitaba dar un cabezazo. Pudiendo dormir un par de horitas que me vinieron muy bien. Estando yo despejándome me vinieron a avisar de que el director me estaba buscando. Fui rápidamente, nada más entrar en su despacho me dijo, que me podía ir a descansar, que a partir de esta misma noche sustituirás a Walter.



Walter era el que llevaba todo el tema de la discoteca del hotel. Por lo que se ve se había tenido un accidente con la moto, rompiéndose la pierna. No tenía ni idea de mis funciones, pero rápidamente apareció Marta explicándome todo. Que no parecía muy difícil. Una vez entendido todo, me marche a descansar antes de lo que era mi horario habitual.



Cuando llegue al apartamento estaba Jaime, que iba acelerado porque tenía que ir a un sitio, que decía que ya llegaba tarde y luego a trabajar. Ni me pregunto qué hacía a esas horas por ahí. Me fui directo a mi habitación dispuesto a descansar. Fue tumbarme en la cama y quedarme dormido.



Me desperté de pronto, me pareció oír ruidos y voces. Mire el reloj marcaba las 17,19, se me paso hasta la comida, pero lo que era peor, se me paso lo de Sergio y Anabel. Las voces que oía eran de Pepi, que no era hora de estar ahí. Por lo que pude escuchar hablaba con su marido. Seguí tumbado en la cama un ratito y me levante a comer algo, porque la verdad tenía bastante hambre.



Cuando entre en el salón, pensé que Pepi se iría a hablar a su habitación, pero no, se quedó allí, mirándome como me preparaba un sándwich. Cogí un refresco y me senté a comer. Ella se despidió de su marido, diciéndole que tenía que seguir trabajando, cosa que me llamo la atención.



Una vez termino de hablar con su marido, empezó a hablar conmigo, de cosas banales, yo seguía a lo mío y esperaba que me dijese lo que me quería decir, porque se le notaba que algo me quería decir.



-Mira Carlos, me he escapado porque me imagine que estarías aquí, donde podríamos hablar tranquilamente.



-¿De qué se supone que tenemos que hablar?



-Como  te darías cuenta tuteo a Marta, para que no te lleves una imagen equivocada, a Marta la conocí el año anterior, luego casualmente nos encontramos en la península y resulta que tenemos unos amigos en común, por eso lo del tuteo. (Se notaba por su nerviosismo que mentía o así me lo parecía a mí)



-Ah, ya. ¿Y…?



-Pues que prefería que no se supiese, para que en el trabajo exista buen ambiente conmigo.



-¿Y para soltarme todo este rollo, Marta te ha mandado aquí?



-No es ningún rollo y Marta no me ha dejado salir, me he escapado yo. (Dijo con total indignación)



-Me imagino que marta te contaría lo que la he dicho. Pero por si no lo hizo te lo diré a ti. La dije que vuestra confianza era porque o estabais liadas o porque tu sabias algún secreto inconfesable de ella, pero ahora añado otro, o las dos cosas. Y si tenía alguna duda me la habéis quitado viniendo tú aquí.



-Estoy casada y te has pasado mucho. (Mas indignada todavía)



-Vale pues me he equivocado y me he pasado.



Acto seguido, cogí mi teléfono y llame al hotel, pedí que me pasaran con Dña. Marta y al momento oía su voz. La dije… Mira Marta disculpa que te moleste pero si no te importa, Pepi se retrasara un poquito más, que estamos hablando de todo lo que ha pasado. Ella solo me contesto que no nos preocupáramos.



Pepi se puso toda nerviosa y su mirada era de vergüenza total. La hice sentarse a mi lado, la consolé diciéndola que todo eso era de lo más normal, que no se preocupara que por mi parte no se sabría nada. Ella se fue tranquilizando y me puso una mano en mi pierna subiéndola hasta mi polla, por encima del pantalón, intentando besarme.



Quite su mano y evite el beso. Diciéndola que así no. Que si en algún momento y sin obligación, la apetecía, no habría ningún problema, exceptuando que tendría que estar Marta también. Pero la volví a insistir que solamente en caso de querer pasarlo bien, sin obligaciones por ninguna parte. Que decidiese lo que decidiese yo sería una tumba.



Ella se quedó flipada, no se lo esperaba. Lo cierto es que estaba muy bien y de buena gana me la hubiera follado, pero…



Me fui a ducharme y a vestirme de sport, como me dijo Marta. Llegue a la discoteca mucho antes de mi hora, para hacerme a ella. Aproveche para llamar a Sergio y Anabel, pidiéndoles disculpa y contándoles lo que me había pasado. Ellos lo entendieron y me invitaron a cenar nuevamente con ellos. Diciéndoles que sí, pero que yo cenaría rápido para estar a mi hora. Sergio me dijo que no me preocupase.



Efectivamente la cena fue temprano, a mitad de la cena Sergio me dijo que cuidase bien de las mujeres, ya que ellos se iban a jugar al póker a un casino. Yo me levante diciendo que ya me tenía que marchar y tanto Anabel como Alicia, me dijeron que las reservara un sitio tranquilo, donde se estuviera bien.



La discoteca se llenaba por momentos, los pequeños problemas que se producían los iba resolviendo sin ningún problema. Estando en la entrada aparecieron las dos alemanas de siempre con sus respectivos maridos. Nada más verme y antes de acercarse, dijeron algo en alemán a sus maridos, supongo que era que cogieran sitio, se acercaron y me saludaron muy efusivamente, una de ellas hasta no se cortó y me toco el culo.



Ya estaba todo en pleno apogeo cuando llegaron Alicia y Anabel, se habían cambiado de ropa y era lo peor que pudieron hacer, porque ya estaba yo bastante excitado, como para verlas de esa manera. Las lleve a su sitio que estaba próximo a la puerta del despacho de la discoteca.



Mientras estaba sentada Alicia, Anabel se acercó a mí y me metió mano por todos los lados, por lo que deduzco que se quedó con ganas esta tarde. Aparecieron de pronto y no sé de donde, las dos alemanas, que se pusieron a contonearse de manera más que descarada. Me hizo gracia, pero pronto se me quito la sonrisa de la cara, al ver como se levantó Alicia, las hizo una peineta y se agarró a mí, como si yo fuera su posesión, cosa que no me hizo ninguna gracia.



Las alemanas con tono de poco amigas dijeron varias cosas y se marcharon. Le hice saber a Alicia que no me hizo gracia lo sucedido, ella me pidió disculpas, las deje allí a las dos y me fui a buscar a las dos alemanas, cuando las encontré les explique como pude que no había sido cosa mía, ellas se rieron y si me descuido un poco, me acorralan en una esquina, cuanto peligro tenían.



Me fui directo para el despacho, ya que cada cierto tiempo había que chequear la recaudación de las distintas cajas y ordenar el retiro de efectivo cuando se llegaba a una cantidad en concreto. Todo esto se hacía desde un ordenador que había en el despacho.



Estando comprobando todo, entro Anabel, cosa que no me esperaba, además no había puesto el cierre, algo que me repitieron con insistencia cuando me explicaron las cosas. No dije nada y mientras estaba con el ordenador se colocó detrás de mí. Jugaba con mi cuello y con mis orejas, me acariciaba, me estaba poniendo cardiaco y me costaba concentrarme.



Una vez acabe, cogí el teléfono para dar las instrucciones pertinentes, lo que aprovecho Anabel, para desabrocharme el pantalón y tocar mi polla directamente, me empujo un poco moviéndose el sillón que tenía ruedas y sin pensárselo se metió mi polla en su boca. La comía con salvajismo como si fuera el fin del mundo. Hasta arcadas le daban.



Acariciaba su cabeza, era encantadora, vivía lo que hacía, era muy morbosa. Estando los dos en plena faena se abrió la puerta y entro Alicia. Que ella no podía ver a Anabel, la tapaba la mesa. A mí me daba ya igual todo, no dije nada se fue acercando y vio a su amiga dale que te pego. Diciendo… “Menuda zorra”. Anabel paro se quedó un poco sorprendida y se sacó la polla de la boca. Alicia solo miraba y no dijo nada más. Anabel agarro bien mi polla y la dio unos lengüetazos recorriéndola toda y le hizo señas a Alicia como invitándola.



Alicia dejo el vaso que llevaba en la mesa y se agacho, al principio con timidez saco su lengua y lamio un poco. Anabel se la metió hasta el fondo, para sacarla luego de su boca y mordisqueándola por el tronco. Alicia volvió a lamer pero ya con más decisión. Al momento estaban las dos haciéndolo a la vez, intercambiándose la mamada, estaban las dos fuera de sí.



Si seguían así me correría y todavía no quería. Me levante y levante a Anabel, Alicia se quedó chupándomela y yo mientras me morreaba con Anabel, aprovechando para desnudarla, quedándose solo con un tanguita. Hice levantar a Alicia y la bese a ella también, pasaba de una a otra, hasta que forcé besarnos los tres, les costó un poco al principio, pero luego como fieras. Se notaba que nunca habían estado con mujeres.



Mientras las metía mano entre las piernas, que estaban mojadísimas, poco a poco hice que se besaran ellas solas y se comieran las tetas. Cuando creía que todo estaba como yo quería, senté en la mesa a Alicia con las piernas bien abiertas y su coñito todo expuesto. Puse a Anabel de frente con Alicia y ellas se besaban y se tocaban las tetas mutuamente, pero de ahí no pasaban.



Me puse detrás de Anabel y fui pasando mi polla entre sus piernas, rozando todo su coñito, ella se colocaba de tal manera que era una invitación a clavársela, fue lo que hice, ella dio un gemido fuerte al notar como se la metía de un tirón. Agarre sus caderas para retirarla un poco de Alicia y con la misma la empujaba ahora para que se agachara y le comiera el coñito a Alicia. Ella se resistía más que antes y la dos buenos azotes, advirtiéndola que si no, dejaría de follarla.



Se le quitaron las dudas y vi como metía su cara entre las piernas de Alicia que cambio su cara, ahora era de lascivia total. Tenía los ojos medio cerrados y la boca medio abierta. Ya Anabel no hacía falta decirla nada, además de comerla bien la follaba con los dedos. Yo creía que se correría antes Alicia, pero me equivoque fue Anabel quien se corrió antes y de una manera muy fuerte.



Alicia dio un salto de la mesa y dijo que ella quería probar ese pollón también, que nunca probo algo así. Anabel dijo pues prepárate que te vas a enterar. Yo no tuve que decir nada, Anabel se puso en la mesa con las piernas abiertas y Alicia antes de que yo hiciera nada ya la estaba comiendo el coñito. Yo hice igual que con Anabel, no me anduve con miramientos y se la clave de una vez, paro de hacer lo que estaba haciendo y dijo… “Que bruto, me ha llenado hasta el fondo, pero no pares, sigue…”



Se volvió a correr Anabel la primera y Alicia prácticamente detrás. Las hice agacharse y las dije que me correría en sus bocas y al momento me estaba corriendo en sus bocas que las llene bien llenadas, manchándose sus caras y pelo también.



Después de reponernos un poco yo dije que tenía que salir sin falta, pero que ellas lo hicieran sin prisas. Dejándolas solas en el despacho. Di una vuelta por la discoteca y estando en la entrada aparecieron Anabel y Alicia, que se marchaban ya a descansar. Las acompañe un poco y nos despedimos. Las dos sonriendo me dijeron que esperaban que sus maridos tuvieran que hacer algún viaje para… “charlar”, yo me reí también y se marcharon.



No sé si por la alegría de la bebida, la gente que quedaba dentro de la sala, estaban bastante desinhibidos y muchas de esas desinhibiciones se  volcaron conmigo, incluido la dos alemanas. Pero logre capotear las circunstancias de la noche. Eso sí, hice muchas amigas. Una vez finalizada la noche me marche a dormir. Por la mañana me levante y me fui a correr por la playa y a darme un baño. El primero desde que estaba allí.



Eran como las doce de la mañana y corría por una zona de la playa que llaman las dunas. Me quede sorprendido, era una zona nudista y por lo que veía muy liberal. Una vez que acabe de correr, me busque un sitio para descansar y bañarme. Deje la mochila pequeña que llevaba y saque la toalla poniéndola en la arena. Había bastante gente, principalmente de gente mayor de 40 años. Algunas de las personas me sonaban del hotel.



Me desnude y fui directamente al agua, estuve nadando bastante. Estando en el agua relajándome un poco vi a dos parejas de treinta y tantos años, me daba la sensación que tonteaban entre ellos, me quede observando, hablaban francés. Los dos hombres estaban fuertes, se notaba el gimnasio. Ellas eran guapas y de vez en cuando las olas permitían ver sus tetas, que tenían buen tamaño.



Se dieron cuenta de que estaba mirando, tampoco hice nada por evitarlo, una de ellas le dijo algo a la otra y sonrieron. Yo les respondí con otra sonrisa. Luego los cuatro hablaron y uno de ellos, que estaba rapado total me pregunto si hablaba francés. Le conteste que no, pero le dije que con el inglés me defendía bien. De pronto me pregunto si era español, le dije que sí, se rio, me dijo que su mujer y él eran españoles de Canarias, que vivían en Francia pero estaban de vacaciones.



También me dijo que la otra pareja si era francesa, que la conocieron esa mañana. Para conocerse desde esa misma mañana se les veía mucha complicidad. Se salieron del agua y se fueron a donde tenían sus toallas, que no estaban muy distanciados de donde yo tenía mi mochila y mi toalla.



Una vez que yo me sali del agua y cuando me dirigía a mi sitio, vi como el español me hacía señas y me invitaba a sentarme junto a ellos. Sin dudarlo acepte la invitación, o mucho me equivocaba o ambas parejas eran swinger, lo que me atraía profundamente.



Una vez sentados todos juntos el hizo las presentaciones, la pareja francesa eran ella Janelle y el Elliot. Los españoles eran Naira y Rodrigo. Como me llamo la atención el nombre de ella, pregunte de donde venía y ella me dijo que quiere decir ojos grandes. Desde luego hacia honor al nombre, por lo que se ve era un nombre muy canario.



Pero el de Rodrigo no le pegaba ya que era muy castellano. Me explico que su padre fue en su día a trabajar allí y se quedó, casándose con una canaria.



Al rato de estar ahí, parecía que nos conocíamos de siempre. Entre lo que ellos traducían a los franceses, Janelle que hablaba un poco de inglés, nos entendíamos perfectamente. Hablábamos de lo que hacíamos allí, yo conté en que y donde trabajaba. Ellos hicieron lo mismo. Las miradas de ellas, bueno y de todos, hacían que hubiera una “carga” sexual en el ambiente.



La conversación poco a poco y como quien no quiere la cosa fue desviándose al sexo. Rodrigo explicaba como lo mejor era ser una pareja abierta, así se evitaba la monotonía y el hartazgo. Todos estábamos de acuerdo. Cada vez el tema iba entrando en mayores profundidades, lo que hacía que la excitación de todos fuera en aumento, por lo menos la mía.



La gente pasaba por ahí, sobre todo tíos, miraban y se iban. Algo que me extraño un poco. Rodrigo y Elliot me explicaron que eran por ver a las parejas que se enrollaban. Lo que era muy frecuente allí. Elliot se puso de pie, se subió a un sitio más alto de donde estábamos nosotros y nos hizo señas.



Miramos adonde nos indicó y se veía muchos corrillos de gente. Dijo de acercarnos allí. Recogimos nuestras cosas y nos acercamos. Se veía de todo, había bastantes parejas desinhibidas totalmente, les daba igual lo que pasaba a su alrededor. Mientras miramos me di cuenta de cómo ellos a sus mujeres (cada uno con la suya), las metían mano muy discretamente y de cómo ellas se dejaban.



Seguimos caminando y nos fuimos a un sitio apartado bastante escondido. Nos colocamos allí y ellos hablaban de Cap d'Agde, una playa en Francia que es por lo que contaban algo exagerado. Algo ya había oído pero no tanto como contaban ellos y por lo que se ve ambas parejas ya habían ido varias veces, eso sí sin coincidir nunca.



Yo estaba ya caliente total y no lo podía ocultar, algo que a ellas les hacía gracia porque cuchicheaban entre ellas y me miraban con cara de salidas, la misma cara que debía de tener yo. Las dos parejas se toqueteaban pero cada una con su pareja. Yo estaba un poco cortado, porque no sabía exactamente qué hacer y porque pensaba que alguien podía tomar alguna imagen como vi que hacían con alguna pareja de las que habíamos visto, lo que no me hacía mucha gracia.



Pero una cosa es lo que uno piensa y otra muy distinta lo que sucede. Porque estando con esos pensamientos, se me acerco Naira y sin mediar ni una palabra me empezó a besar de una manera muy excitante, respondiendo yo al beso. Ella agarro mi polla y empezó a acariciarla sin dejar de besarme. Después de estar un rato así, se agacho, empezó a besarla y chuparla, lo hacía muy bien.



Cuando abrí los ojos vi como Janelle le chupaba la polla a Rodrigo y Elliot le comía a ella su coñito. Estábamos los cinco enfrascado en lo que hacíamos. Naira de lo tranquila que la había visto todo el tiempo, estaba tan caliente como yo, cuando me quise dar cuenta estaba intentando sentarse sobre mi polla, me mordía la oreja y poco a poco se sentaba sobre mi polla, solo se oía algún gemido que otro, la respiración muy fuerte y que me decía… “Que buena herramienta tienes”



Ella prácticamente era la que hacia todo, porque yo estaba bastante pendiente de que no hubiera nadie fotografiándonos. Lo que hacía que no disfrutara como quisiera. Se acercó Rodrigo y la otra pareja. Él hablaba en francés y no entendía nada. Naira me lo tradujo, le decía que buena polla se estaba follando.



Una vez que nos corrimos Naira y yo, les dije que no me sentía allí cómodo explicándoles el motivo. Pero que si querían que quedásemos en un sitio más privado, que por mi encantado. Naira fue la primera en responder que le parecía normal, que nos veríamos en otro sitio más discreto. La francesita también dijo que sí. Nos dimos los teléfonos para quedar al día siguiente para comer y… ya que les dije que por la noche yo trabajaba.



Me fui a descansar un poco ya que la noche seria larga. Luego de hacerlo me dirigí tranquilamente hacia el hotel. Nada más poner el primer pie en el hotel, un compañero me dijo que me esperaban en dirección que fuera sin falta. Pero antes de llegar a dirección tres compañeros más me dieron el mismo recado. Que enigmático era todo.



Pensé encontrarme con Marta, pero no, era el director. Que sin preámbulos y nada más verme me dijo, que mis servicios ya no serían necesarios en el hotel. Poniéndome unos documentos para firmar. Me pagaban toda la temporada por la que había sido contratado, una pequeña gratificación y un billete de avión para primera hora del día siguiente.



No sabía que decir, había sido un jarro de agua fría. Pregunte y la única respuesta que encontré fue que eran ordenes de arriba.



Al salir del despacho pregunte si alguien había visto a Sergio o Anabel, contestándome que salieron ya hace un rato. Trate de contactar con ellos pero no hubo manera. Así que me fui del hotel. Me quede en una cafetería cercana, cuando recibo una llamada de Anabel, que me pregunta donde estoy, diciéndome que en un momento llegara.



Una vez que llega nos saludamos y ella me dice que ha habido un buen follón. Contándome que Alicia y no sabe el motivo, pero le conto a su marido que se había morreado contigo, pero que no pasó nada más, que fue por el alcohol. Por lo que Alonso se ha cogido un gran enfado y para que las cosas no fueran a más, Sergio decidió que mejor sería que me marchase. Que ya lo arreglaría, además Anabel me dijo que Sergio sabía la verdad de todo, porque ella se lo había contado.



En vista de lo sucedido, solo me quedo hacer mi maleta y volver a la península.


Datos del Relato
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