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Mi madre prefería que las vacaciones las pasáramos en familia, como todos los años. Pero yo llevaba buscando un trabajo para el verano. Me trato de convencer hasta ofreciéndome el dinero que podría ganar en el verano. Pero por una vez mi padre me dio la razón, pero lo que no me esperaba es que me consiguiera el un trabajo. Esa fue la sorpresa.
El hotel en cuestión estaba en Gran Canaria, concretamente en Maspalomas. El trabajo seria de monitor de ocio y tiempo libre. Pero como tenía el título de socorrista lo mismo me tocaba la piscina o algo así, esto lo imagine yo. Lo único que sabía que era un hotel de 5 estrellas. El sueldo no era muy grande que digamos, pero tanto la comida como el alojamiento lo tenía solucionado. Como el viaje de ida y el de vuelta.
Cuando subimos al avión, lo primero que se me vino a la cabeza, que sería una pesadilla de viaje seguro. Efectivamente cuando llegue a mi asiento, que es difícil de describirlo, porque más pequeño no podía ser. Y el espacio con los asientos de delante, era un espacio imposible para mis piernas.
Dos de las azafatas que por cierto estaban muy bien, se aguantaban la risa, ante mi situación. Una fila de tres asientos y yo junto a la ventanilla. Intentando sentarme de alguna manera. Pero que yo no encontraba la formula. Tal era mi apuro y mi situación, que una de ellas se compadeció de mí, me dijo que la acompañara y me indico un sitio junto a la puerta de emergencia, que aunque el asiento era igual de pequeño, por lo menos las piernas podría estirarlas.
Las di las gracias y durante el viaje, como se suele decir “tire la caña” con las dos. Ellas me seguían el rollo pero veía que poco había que hacer. Al final me dijeron que se volvían el mismo día en otro vuelo. De todas maneras quise intercambiar los números de teléfono, pero ellas no quisieron. Fue cuando me fije que llevaban anillos de casada.
Que lo mismo no lo estaban, pero los llevaban. Pero una de ellas me dijo que el mío si se los podía dar. Así lo hice. La verdad que con pocas esperanzas. En la conversación también salió al hotel que iba a trabajar yo y ellas me dijeron que eran muy bueno, con más extranjeros que españoles. Y pegado a una de las mayores playas nudistas.
Cuando llegamos a gran canaria, al salir me encontré con un hombre con el letrero del hotel, me acerque y me dijo que me esperase, cuando se acercaron 6 personas más. Que eran también gente que iba a trabajar en el mismo hotel. Nos montamos en una furgoneta grande y el mismo que nos recogió nos era el que conducía. Un hombre parco en palabras, porque o era sordo o un mal educado, porque pasaba de contestar a nada que se le preguntaba.
Llegamos a unos apartamentos y nos recibió un hombre mayor pero muy agradable. Nos dijo nuestros apartamentos y que cualquier duda le preguntásemos. A mí me toco en un apartamento con un chico bajito de unos 30 años y con una chica de unos 35. Muy guapa por cierto y con buen cuerpo.
Cuando llegamos era un salón con cocina americana, un solo baño y tres habitaciones. Hicimos un sorteo para el tema de las habitaciones. Desde la terraza del salón se veía el hotel, estaba a tiro de piedra. Eso era bueno porque no haría falta transporte. Nos pusimos a hablar para conocernos un poco, ya que hasta las cuatro de la tarde no teníamos que ir al hotel. Todos ellos ya habían trabajado en hostelería, el único que no lo hizo fui yo.
A las cuatro estábamos los 7 esperando al director. Apareció bastante más tarde. Nos reunió en una sala junto a una mujer de 1.70 más o menos aunque con los taconazos que llevaba parecía de 1.80, también estaban dos chicas jóvenes con uniforme del hotel. Él se presentó como el director, lo único que nos dijo es que no le diésemos problemas. Fueron sus únicas palabras y dijo que nos dejaba en manos de su segunda, Dña. Marta y se marchó.
Yo llevaba observándola todo el rato llevaba un traje falda-chaqueta, tendría más de 40 pero como máximo 45. Buenas tetas, y los tacones que llevaba realzaban sus dos piernas, que se las veía muy estilizadas, como el culo, que con esa falda ajustada se veía como un auténtico manjar. Me gustaba.
Una vez que salió el director, ella más que hablarnos, era como si nos estuviese regañando. Menuda dictadora. Yo trataba de preguntar una cosa, pero como veía que se marchaba, dije Marta por favor… ella se volvió como poseída, los ojos se le inyectaron de sangre, se le hincharon las venas del cuello y no exagero, me fusilaba con su mirada. ¡¡¿MARRRRTA?!! ¡¡DOÑA MARTA!! ULTIMA VEZ QUE OIGO A NADIE TUTEARME. Acto seguido se marchó también.
Me quede jodido, no me lo esperaba, pero ya empezaba a no gustarme el sitio y no llevaba 24 horas. Se nos acercaron las dos chicas y me dijeron a mí que como se me había ocurrido. Antes de poder contestar nos dijeron, el director es un tonto del culo, pero ella es una hija de puta, una tirana. Si le caes bien, vives de lujo, pero si la caes mal… bufff, ya lo veras, me dijeron a mí. También me entere que el marido era el jefe de recepción y que lo traía por la calle de la amargura. Que en público lo trataba como a una mierda. Que no se cortaba.
Yo dije que no lo entendía, que una tía así no le pasase nada y se lo permitiesen. Cuando me dijeron, que con la gente era extraordinaria, que era la que hacia funcionar el hotel, porque el director, la mitad del tiempo no estaba.
Una vez nos enseñaron todo, lo que más me llamo la atención es que allí casi todo el mundo se manejaba con tres o cuatro idiomas. Y lo comente, efectivamente era así. Me preguntaron por mis idiomas, cuando les dije que solo el inglés, todos se quedaron extrañados, porque principalmente en ese hotel eran alemanes, noruegos, holandeses y algún que otro español.
Terminamos regresamos a nuestros apartamentos, ya que hasta las siete de la mañana no entrabamos a trabajar, ya que nuestro horario era de 7 de la mañana a tres de la tarde. No me equivoque mucho con mis compañeros Jaime 30 años y Pepi de 32 a escasos días de cumplir 33. El aunque no lo dijo estaba claro que era gay y ella en octubre haría un año de casada.
Transcurrió una semana de trabajo, al principio me costó un poco, pero ya cogí el ritmo y me llevaba muy bien con todo mis compañeros. La única pega era que Dña. Marta me “machacaba” un poco y que no hacíamos 8 horas ni de coña, hacíamos un mínimo de diez.
Una mañana cuando llegamos Marta nos reunió a todos, para comunicarnos que al día siguiente llegaban los dos consejeros de la cadena, que no repetiría lo de todos los años y que nos informaran a los nuevos. Nos contaron que eran dos matrimonios muy estirados, que eran consejeros de la cadena y pasaban allí dos meses. Que las mujeres se quedaban algunas veces solas, porque de vez en cuando los maridos volaban a la península dos tres días. Pero que recordara que eran muy estirados tanto ellos, como ellas.
Al día siguiente, llegaron dos coches mercedes del hotel, que fuero a recoger a los dos matrimonios. En la puerta estaba el director y Marta, que llevaban ya un rato esperando. Cuando llegaron fueron hacia los coches y casi “babeando” venían con ellos al hall del hotel, cuando de pronto oigo que me llaman, una de las parejas es Anabel 38 y Sergio 62, la pareja que fuimos de camping con mis padres y más gente. Sergio me dio un abrazo y dos besos, fue muy efusivo y preguntándome que tal me trataban, yo un poco cortado, por los demás compañeros que había por allí y sabía que la noticia correría como la pólvora, me limite a decir que muy bien.
El director miraba con curiosidad, pero Marta con total sorpresa. Luego salude tal vez con un poco de frialdad o timidez a Anabel, que por su cara no esperaba verme allí. Sergio me presento a la otra pareja, Alonso de unos 55 años, en buena forma. Su mujer Alicia de cuarenta y bastantes pero sin llegar a los 50. Les dijo quién era yo y ellos conocían a mis padres, su saludo fue muy efusivo y dijeron que tenía que cenar con ellos. No dije nada simplemente menee la cabeza.
Note la mirada cortada de Anabel, que se había teñido el pelo de un moreno intenso. Que la sentaba mejor que el de color caoba. Lo que se me vino a la cabeza, era que me gustaría descubrir su color original.
Transcurrió otra semana y había dos alemanas, que nos entendíamos bastante bien en inglés, que aunque estaban con sus maridos, andaban todo el día tirándome los tejos. Yo me hacia el loco, pero he de decir que estaban de muy buen ver, las dos estarían entra los 35-42, una con tetas enormes y la otra normales, pero no pequeñas.
Alonso y Sergio, delante de sus mujeres, no hacían más que decirme que no las dejase escapar. Yo no respondía. Se fueron a bañar a la piscina las dos mujeres y Alonso. Quedándose conmigo Sergio, que me agarro del brazo y fuimos dentro de la cafetería del hotel. En ese momento paso Marta por allí, así que me dirigí a ella… Dña. Marta que si me puedo sentar un momento aquí que quieren hablar conmigo, ella toda azorada me dijo que por supuesto.
-Mira Carlos sigo con la misma idea. Por eso cuando tu padre comento lo de que querías trabajar en el verano, se me ocurrió esto.
-Me sabe mal por tu mujer, seguro que venía toda contenta y ahora se le ha cortado el rollo.
-Ya se le paso. Me dijo de todo, pero ya se le paso. Te preguntaras porque esa proposición…
-Yo no me hago preguntas sobre la vida de los demás. (Le corte)
-Repito te preguntaras por esa proposición. Por cosas que no vienen al caso, Anabel es la mujer más fogosa y caliente que jamás conocí. Una vez que se pone, es imparable, no tiene retorno. Yo ahora eso no lo puedo conseguir, no puedo darla todo lo que necesita. Ella nunca se ha quejado. Siempre me ha permitido fantasear en la intimidad con un tercero y cuando lo hago, es cuando más se pone, pero sin llegar a ser ella. Y me parece injusto. Por eso quiero tu ayuda.
-Mira Sergio, te seré sincero, más quisiera yo comerme ese bombonazo, pero está claro que ella no quiere. Yo ahí no puedo hacer nada.
-La noche que cenemos ponte junto a ella. Tantéala un poco. Acaríciala discretamente… inténtalo por lo menos.
-¿Cuáles son sus puntos débiles?
-Eso es lo bueno. Ella lo que más la pone es el morbo, preliminares, osadía, peligro. Porque hasta que no se pone a 1000 no hay nada que hacer. Y una vez puesta, te comprendería o asustarías.
-No te prometo nada pero… lo intentare, aunque lo veo difícil.
La cena seria al día siguiente. Lo tenía todo estudiado. Pero toda esto me dejo con un poco de intranquilidad. No sabía si era verdad todo lo que decía, si exageraba o me estaba metiendo en un avispero.
Al día siguiente realizaba mi trabajo con total normalidad, Marta esta amabilísima conmigo. Las alemanas iban a saco, a los maridos los veía muy pasotas. Me encontré con Anabel y Alicia. Anabel un poquito tensa conmigo, como avergonzada todavía por lo del coche. Alicia más simpática y tenía pinta de lanzadilla.
Por la noche ya estaba con ropa normal de calle esperándolos, mientras lo hacía, apareció Dña. Marta, que me dijo con mucha suavidad, que si mañana me venía bien, quería charlar un momento conmigo, la dije que por supuesto. Me sentía incómodo, esto de no controlar yo las cosas, no me hacía mucha ilusión. Primero bajaron los hombres, que vestían más o menos como yo. Al rato bajaron las mujeres, menudos dos pivones. Esa noche sería raro, que tanto hombres como mujeres no se voltearan a verlas. Llevaban prácticamente el mismo vestido, básicamente eran iguales uno en blanco el de Alicia y otro en negro el de Anabel. Las dos minifalda con escote y la espalda prácticamente al aire.
Todo fueron piropos por parte de los maridos. Como yo no dije nada, Alicia le dijo a Anabel a Carlos no le hemos gustado o somos demasiado mayores ya. La única salida que me quedo, fue decir que yo de mujeres casadas no opinaba. Todos se rieron, más tímidamente Anabel, que dijo que dejáramos el tema que al final me incomodaría. Pero seguro que lo dijo por ella. Cuando salimos Dña. Marta nos sonreía, preguntando si necesitaríamos los coches, le dijeron que no y nos dijo que pasáramos buena noche.
Al restaurante íbamos andando tranquilamente, dando un paseo. Delante iban ellas dos, que permitían una visión de sus culos con ese bamboleo que llevaban. Esto no me ponía más fáciles las cosas. Todo lo contrario me ponía más nervioso. Además era la primera vez que no iba nada convencido, ni un poco. Lo que me creaba una inseguridad tremenda.
Llegamos a un sitio, que tenía la pinta de estar destartalado, demasiado antiguo para mi gusto. Era un restaurante con baile. Me imaginaba un local de esos para gente ya bastante mayor. Cuando entramos era un lugar muy bien montado, todo parecía antiguo pero era todo nuevo. Lo habían decorado así a propósito. El diseño en plan antiguo, de hacía muchos años. Las mesas redondas con asientos de una sola pieza, asientos corridos, un poco más grandes que una media luna. De esos que si no te toca uno de los extremos, para salir se tiene que levantar como mínimo una persona.
Las dos mujeres se metieron primero, Alonso se quedó en un extremo al lado de su mujer Alicia. Yo estaba esperando que Sergio se sentara junto a su mujer, cuando me dijo que pasara yo, que a él le agobiaba estar encajonado. Tanto Anabel como yo le miramos, pero al final no me quedo más remedio.
Yo trataba de no rozar a Anabel, pero lo cierto es que estábamos demasiado apretados. Notaba como Sergio me empujaba poco a poco, de manera discreta. Llego un momento que mi pierna izquierda estaba totalmente pegada a la pierna derecha de Anabel. Estábamos los dos bastantes cortados. Pero reconozco que me estaba poniendo mucho esa situación. En otro momento estaría siendo más descarado.
La conversación principalmente era sobre anécdotas con mi padre. Algunas de ellas ya las había oído mil veces, pero con estos era la primera vez. Les seguía la corriente. Pero me di cuenta que tenía la misma cara de aburrimiento que las dos mujeres. En un momento dado no sé cómo pudo pasar, pero se me escapo algo parecido a un suspiro de resignación. Como diciendo vaya paliza nos están dando, ellas se partieron de risa y Anabel me dio en la mano, diciendo tranquilo esto es lo normal, se volvieron a reír las mujeres. Ese toque en mi mano, que entendí que no tenía ninguna doble intención, fue como si me activara, se quitó el aburrimiento que tenía. Este quería que sedujesen a su mujer, pues a por todas.
Ya habíamos terminado de cenar, estábamos con las copas, aunque yo no tomaba alcohol. En la pista baile, que era grande, empezó un espectáculo. Por lo que me comentaron hasta la una de la mañana había varias actuaciones. Y así fue. La verdad que no fueron una cosa del otro mundo. Anabel prácticamente no se movía, me imagino que para evitar en todo lo posible el contacto.
La última actuación parecía ser por lo que vi en un principio, que sería un striptease. No me equivoque en nada. Eran tres parejas, como nosotros estábamos en la primera fila de mesas, lo veríamos estupendamente. Las parejas eran jóvenes sobre los 25 años. Buenos cuerpos, bien cuidados.
Era lo mejor de la noche, música bien elegida. Buena actuación. Sin prisas. Muy morboso. Era la primera vez que veía un espectáculo así. Después de acabar con un desnudo integral, tanto las chicas como los chicos, pensé que se había terminado todo, pero que va, el espectáculo cambio. En un principio las tres chicas empezaron un espectáculo lésbico, en principio light, pero poco a poco fue subiendo de tono.
Yo en esos momentos estaba ya que no sabía dónde meterme, mi calentura era bestial. Mi corazón parecía que me saldría del pecho. Me daba la sensación de que mis latidos se oían. Luego entraron en acción los tres chico, que estaban ya totalmente empalmados. Sus pollas estaban bien de tamaño.
Miraba a las dos mujeres de reojo, no perdían detalle, cuando uno de los chicos se acercó mucho a la mesa, las dos se miraron, se sonrieron, pero tenían cara de excitación, o eso me lo pareció a mí. Por lo que decidí que era el momento de intentar algo. Las luces estaban todas apagadas solo están encendidas las de la pista. Lleve mi mano con cierto nerviosismo, pero a la vez muy decidido, a la pierna de Anabel.
Mientras lo hacía gire lo justo mi cabeza, para poder ver su reacción de reojo sin llamar la atención. Ella tenía sus manos una agarrando su copa y la otra encima de la mesa. Una vez que mi mano hizo contacto con su rodilla. Ella abrió los ojos bastantes. Alicia se dio cuenta y oí como se acercó a ella diciéndola, que el muchacho estaba bien armado, Anabel movió afirmativamente la cabeza.
No sé si por estar la pareja amiga y que no tener que dar explicaciones, ella no decía nada. Fui lentamente jugando con mis dedos sobre su pierna. Ella las cerro de forma automática. Pero eso no me hizo desistir. El espectáculo cada vez se ponía más caliente. Aunque poco caso le hacía ya, estaba pendiente de Anabel.
Aunque tuve que hacer un poco de fuerza, logre introducir mi mano entre sus piernas y poco a poco, fui subiéndola hasta llegar a sus braguitas. Seguía con las piernas apretadas y costaba. Hasta que logre con un dedo llegar bien. Con ese dedo estuve por encima de sus braguitas, justo en la zona de su clítoris.
Estaba ya a punto de desistir, porque no hizo ningún amago de que le gustase lo que estaba pasando, ni tampoco flojeo con sus piernas. Pero de pronto vi cómo se mordisqueaba muy discretamente los labios.
Insistí un poco más y note como aflojaba la fuerza que hacía con sus piernas. Ahora mi dedo llegaba con total facilidad. Aparte como pude sus braguitas y mi dedo ya jugaba con todo su coñito. Se giró un poco me miró fijamente a mis ojos de una forma muy intensa, volvió a mirar el espectáculo y sentí como abría perfectamente sus piernas. Con mucha suavidad y de una manera muy discreta la empecé a hacer una paja. Su cara era de excitación total. El resto no se daba cuenta de lo que pasaba, ni su marido que estaba embobado con el espectáculo.
Se empiezan a oír aplausos, el espectáculo había terminado. Yo saque mi mano y aplaudí un poco también. Volvieron las luces pero de una forma tenue. Las mujeres dijeron de ir al servicio. Nos fuimos a levanta Sergio y yo, cuando Alonso nos dijo que no hacía falta que el iría también al servicio.
Nada más quedarnos solos Sergio me dijo que ahora empezaría la gente a bailar, que la sacase y aprovechase para intentar algo. Yo decía que ya vería, que no la veía por la labor. No quise decirle nada, por si ella ahora se había arrepentido.
Antes de que llegasen empezó la música, empezaron con salsa. Yo aproveche y me fui a bailar. Vi como llegaba primero Alonso y luego ellas dos. No sé qué hablaron pero Sergio señalo con su dedo la pista. Yo me hacia el distraído. La primera que apareció fue Alicia, que se puso a bailar conmigo. Era muy marchosa y bailaba bien.
Me daban ganas de arrimarme bien a ella. Pero no fue necesario, ella se restregaba bien. Cuando mejor estaba poniéndose la cosa llego Anabel y nos pusimos los tres a bailar. Estuvimos un buen rato bailando los tres. Alicia seguía en plan descarada no se cortaba, pero Anabel no daba mucho juego. Una cosa estaba clara Alicia le gustaba provocar y calentar, no sabía hasta qué punto quería llevar su “juego”.
La música cambio por completo, empezó a sonar una música lenta, melódica. Varias parejas que había en la pista se abrazaron y se pusieron a bailar. Alicia fue la primera en salir de la pista en dirección a la mesa, pero cuando lo iba a hacer Anabel, la cogí de la mano, tire de ella la abrace y me puse a bailar.
Ella estuvo como dudosa, pero al final me acompaño en el baile. Estaba como un poco temblorosa. Yo la tenía agarrada por la cintura y ella no me abrazaba el cuello, sus manos estaban en mis hombros. No quería ir con prisas, lo que yo creo que la tranquilizo, según íbamos bailando, la notaba más tranquila.
Empezó a sonar otra canción y ella no hizo amago de irse, por lo que estaba a gusto. Según empezó a sonar la tercera que recuerdo que era Moon River, lo sé porque ella me dijo que esa canción la encantaba. La agarre bien de la cintura y la atraje hacia a mí, ella se quedó un poco inquieta, cuando noto que estábamos tan pegados. Pero al rato me agarro bien por el cuello. Nuestros roces ya no eran disimulados.
Mi erección era total, ella la notaba seguro. Y según pasa el tiempo se apretaba más a mí. Yo la decía suavemente al oído, desde lo bonita que era, a cuanto la deseaba. De cómo me tenía en esos momentos. Todo lo que la había deseado desde el camping. Ella no decía nada, pero notaba como se retorcía y se pegaba más a mí, según la hablaba. Una vez terminada esa canción dijo de ir a la mesa.
Cuando llegamos se levantó Alicia y dijo que ella también quería bailar, que estos son unos muermos, lo decía por los maridos. No pude decir nada. Nos fuimos a la pista. Quería terminar rápido para poder estar cerca de Anabel y que no se “enfriase”. Alicia sin pensárselo dos veces se pegó bien a mí. Volvió a crecer mi polla de forma descontrolada. Ella no se cortaba no era como Anabel, era muy descarada.
Note como me iba llevando con disimulo a la parte más alejada de la pista y la más oscura. Una vez que estábamos allí, hizo algo que no me esperaba, que fue tocarme por encima del pantalón. Me miro y sin dejar de tocarme, me pregunto si esto era por ella. Lógicamente dije que sí. Ella decía que tenía que ser una maravilla lo que tenía agarrado. Lo último que me dijo es que eso se lo tenía que “comer” ella, que quedaba mucho verano y cuando acabo la canción nos fuimos a la mesa.
La cara de Anabel era de una sonrisa forzada. Sergio me cedió el paso y quede nuevamente al lado de Anabel. No sabía qué hacer, estaba dudando hasta que note la pierna de ella rozándome. Rápidamente lleve mi mano con disimulo hacia sus pierna, ella las tenía abiertas y sin pensármelo la tenía arriba del todo. Sus braguitas estaban empapadas. Según la tocaba se le desencajaba la cara, aunque aguantaba el tipo.
Inesperadamente cerro las piernas, no lo llegue a entender, pensé que se había arrepentido. Le dijo a Sergio que tenía un dolor de cabeza tremendo y molestias en la tripa. Lo achaco a unos langostinos que tomamos. Todos dijimos que sería otra cosa porque todos nos encontrábamos bien. Miro con cara de pocos amigos y dijo, que daba igual lo que fuese que no se encontraba bien.
Yo sabía que era una excusa, estaba claro que se había arrepentido y era una forma de escapar de allí, de la situación creada. Por lo que decidimos irnos. Salimos primero Alicia su marido y yo. Anabel fue al servicio antes de salir y Sergio se quedó esperándola. La verdad que tardaron un poco. Una vez llegaron nos dirigimos al hotel que estaba cerca. Ellas como antes iban delante de nosotros.
Una vez llegamos Anabel se despidió y se fue directamente a la habitación. Yo me iba a marchar cuando dijeron de tomarnos algo en el bar del hotel. Una vez nos sentamos y pedimos, yo me fui a los servicios. Estaba pensando como marcharme ya mismo de allí. Al día siguiente tenía que madrugar para trabajar y para perder el tiempo mejor irse a dormir.
Estando en el servicio apareció Sergio, que me soltó de sopetón, que Anabel nos esperaba arriba, que estaba bien y lo único que la diéramos tiempo a darse una pequeña ducha. Me alegre nada más oír eso, así que veríamos como se daba la noche. Sali del servicio antes que Sergio y cuando llegue a la mesita. Quede frente a Alicia, que me miraba con total descaro. Jugaba con su lengua y el vaso. Lo único que me faltaba, tal como estaba yo ya.
Ya llego Sergio y se sentó también. Mientras ellos hablaban yo nada más pensaba en cómo empezar una vez que estuviéramos en la habitación. Yo no quería esperar más, estaba totalmente acelerado, por lo que decidí que se acababa la noche. Dije que mañana me tocaba madrugar que tenía que trabajar, me cortaron todos diciendo que eso no era problema, que me tomara el día libre, pero yo insistí en que no.
Sergio fue rápido, diciéndome bueno sube a mi habitación, que te de lo que me dio tu padre para ti. Que entre unas cosas y otras al final no me lo da. Yo respondí que no quería molestar a Anabel, él me dijo que no me preocupara que como era una suite no se enteraría. Nos levantamos todos y nos fuimos para el ascensor.
Alicia fue muy descarada me volvió a tocar en el ascensor, lo hizo muy disimuladamente moviendo un poco su mano hacia atrás hasta que me toco. Nosotros nos bajamos una planta antes que ellos, ya que la suite de ellos quedaba justo encima de la de Sergio y Anabel. Caminábamos los dos en silencio, mi cabeza solo trataba de idear como empezar.
Entramos en la habitación, había una gran sala, como el salón grande de una casa. En ese justo momento apareció Anabel. Llevaba puesta una camisola de seda, que le llegaba a tapar justo el culo y poco más. El silencio se rompió con la voz de Sergio, que le dijo que le pusiera una copa mientras iba al servicio.
En vez de ir hacia donde estaba la bebida, se acercó a mí y sin decir nada me empezó a besar, al principio muy suave, pero luego con desesperación. Al final tendría razón su marido, que sería una fiera.
En un abrir y cerrar de ojos, me había desabrochado el pantalón y tenía mi polla entre sus manos. Yo la desabroche la camisola, quedando al descubierto dos tetas preciosas, con sus pezones bien duros.
Vía aparecer a Sergio que se quedó de piedra, me imagino que no se esperaba ver a su mujer con las tetas al aire y con una polla entre sus manos. Seguro que creía que estaríamos hablando y que no sabríamos como empezar. Anabel se dio cuenta de que ya estaba allí, porque se giró sin soltar mi polla. Ella hablo por primera vez desde que entramos en la habitación, diciéndole a su marido… “Amor, ya he encontrado lo que deseabas que encontrara y mucho más de lo que esperábamos (enseñándole mi polla), por lo que he descubierto… uuufffffff, va a ser…”
Había cambiado totalmente, no era la mujer que yo había conocido, hasta el tono de su voz era distinto, se la veía decida, controlando los tiempos. Yo en vista de cómo iban desarrollándose las cosas, la quite la camisola, que cayó al suelo, quedándose totalmente desnuda.
Ella seguía bien agarrada a mi polla y nos dirigimos a uno de los sillones, el más grande. Ella dijo, ya no hay marcha atrás, esto es lo que querías y lo vas a tener. El seguía de pie, con los ojos bien abiertos, sin decir ni hacer nada, estaba como paralizado.
Mira Sergio, esto si es una polla y no la tuya, jamás la tuviste como la tiene el ahora, está ardiendo, mírala bien cornudo cabrón, ya que querías que me follaran, el estreno no podía ser con mejor polla. Ahora haz todo lo que yo diga o no veras nada, no quiero ni una protesta, siéntate ahí y mira, cerdo.
El sumisamente y sin decir nada se sentó en otro sillón pero muy cerca de nosotros, no se perdería nada. De él no me imaginaba eso. Ella ya dejo de hablar y me comía la polla golosamente y sin dejar de mirarme, la gustaba verme mientras lo hacía. No mintió su marido, era una mujer totalmente distinta, ardiente, caliente hasta el máximo.
Me tenía como loco, era distinta a las demás, su forma de actuar, de mirar, de hacer… si seguía así en cualquier momento podía llenarla la boca. Ella paro y me dijo no, no… primero me llenaras bien mi coñito, que esta hambriento y sediento desde hace mucho, ¿Verdad cabronazo?, pregunto a su marido. Este solo hizo un movimiento leve de asentimiento con su cabeza. La verdad que me empezaban a entrar dudas si él lo estaba disfrutando, esas dudas me hacían tener un poco de mal rollo. Pero ahora no me pensaba parar.
Ella se empezó a sentar encima de mi polla, según se iba ensartando, le decía al marido, ni en tus mejores tiempos me llenaste como me está empalando ahora, aaahhhhh, Sergio que caliente la tiene, me arde todo el coño por dentro, que bestia. El solo miraba, era como unaestatua, ninguna expresión en su cara.
Ella no paraba de moverse de subir y bajar, yo como siempre fui con un dedo hacia su culito, costaba metérselo. Ella mirándome con intensidad a los ojos, me dijo… follame bien, como nunca me han follado y lo tendrás para ti, estrenaras tú mi culito, ese será mi premio. Y se recostó hacia atrás, decía que así la sentía mejor, que la rozaba por sitios que nunca la habían rozado. Yo mientras la estimulaba el clítoris. Ella cada vez se la veía más caliente, me decía que se iba a correr que la llenara bien con mi semen.
Estábamos los dos tan descontrolados ya, que nos corrimos prácticamente a la vez, a ella le dieron como convulsiones, gritaba de una manera exagerada, no sé si para provocar a su marido. Aunque me parecía que le salía del alma. Se levantó, me dio la mano y dijo vamos a la cama.
Una vez en la cama y estando ella inundada de mi corrida. Porque además del calentón que llevaba, desde que llegue a Canarias no había follado. Ella me dijo que me tumbara a su lado y se dirigió al marido que estaba ya en la habitación, seguía inexpresivo y sin decir nada. Ahora pedazo de cornudo, limpia bien la polla de tu corneador y déjasela bien limpia, cuando termines con ella, me limpias mi coño y lo que chorrea por mis muslos.
El tímidamente y con cara de estar cortado, se acercó a mí, muy tímidamente me paso la lengua, fue rapidísimo. Ella se incorporó un poco, le agarro por el cuello y le empujo, maricón de mierda, límpiala bien, metiéndosela hasta la garganta prácticamente. La verdad que lo hizo varias veces y se me medio empalmo nuevamente. Yo alucinaba como había cambiado todo. Luego abrió bien sus piernas y dijo límpiame bien. Él lo hizo sin dudar le lamia los muslos y cuando fue a comerse su coño, dijo un momento. Túmbate, Sergio se tumbó, ella se sentó sobre su boca, uuuhhhmmmmmm eso si lo haces bien cabrón, no pares.
Yo estaba otra vez preparado, me puse de pie en la cama, para que ella me la pudiera mamar bien, no hizo falta decirla nada, se amorro bien a mi polla. No me pude aguantar y le dije… Sergio hay que ver que bien me come la polla y los huevos la puta de tu mujer. Ella me miro con ojos de satisfacción y con una sonrisa.
Ella le hizo quitarse y nos pusimos a hacer un perfecto 69, se movía como una culebrilla, mi lengua la “atacaba” por todos los sitios, paro de hacerme nada y nuevamente se puso a chillar, de una forma desesperada y apretando al máximo su coño contra mi boca.
Cambio de posición, se recostó sobre mi pecho, nos empezamos a besar, en un momento dado se para, se gira un poco y su marido está desnudo, paseándose de forma impulsiva. Ella le dice que deje de hacerlo, que se acerque y en la posición que estaba, boca abajo tumbada sobre mi pecho, le dijo ahora sí que vas a ser buen cornudo. Cómeme bien el culito, ensalívalo bien, que mi nuevo macho me lo va a romper.
El no estaba muy de acuerdo y ella secamente le respondió que no le estaba pidiendo permiso. Que si no quería verlo que se fuera, que a ella le daba igual. No quería verme disfrutar, pues ahora te jodes, te avise. El resignado ya del todo, metió sus morros en el culo de ella. No debía de hacerlo mal, todo lo contrario, la cara de ella era de gusto total. Mirándome a los ojos totalmente salida, me lo están preparando para ti y me beso profundamente, un beso muy caliente.
Al ratito ella me dijo, no esperemos más quiero que me encules con este rabo, lo decía agarrándomelo, lo quiero sentir todo dentro, como se va abriendo camino. Se puso a cuatro patas, la mande ponerse en la orilla de la cama, para poder estar yo de pie y hacérselo mejor.
La folle el coñito en esa posición. Mientras la preparaba el culo con mis dedos. Le dije a Sergio que buscara alguna crema de manos o algo similar. Él fue al baño y trajo una botellita de aceite de baño, de las que pone el hotel. Se lo metí prácticamente todo en su culo y el resto muy poquito en mi polla, que junto con sus líquidos, harían más fácil la penetración.
La coloque la polla en la entrada de su culito, la cabezota de mi polla costaría entrar, pero una vez que lo hiciera, seria coser y cantar. Ella aunque parecía muy decidida, se la veía un poco nerviosa, apretaba su culito, lo que hacía que costara un poco más. La acariciaba el culo con mucha suavidad para tranquilizarla, ella con voz tenue me decía que despacito.
Se iba relajando cada vez más, después de un buen rato, ya se lo estaba follando tranquilamente. Ella solo decía mira pedazo de cornudo, me están follando el culo que tanto deseaste míralo bien. Él se acercó y miraba alucinado, mientras se tocaba. Yo le dije a el que se metiera debajo de ella y le comiera bien el coñito, que le encantaría a los dos.
Él no se hizo de rogar. Ella al notar su lengua se movía mas, lo estaba pasando mejor. Se corrió con más fuerza que las veces anteriores. Se quedó como desmantelada. Al caer sobre la cama mi polla se salió del todo. Como la tenía manchada, me fui a ducharme. Ya estaba totalmente duchado y limpio, cuando oí cerrar la puerta, era Anabel.
Se metió conmigo en la ducha y quería que me corriera en su boca. Empezamos a toquetearnos, la di la vuelta, se apoyó en la barra de seguridad del baño y la empecé a follar en esa posición. Se volvió a correr me alago diciéndome que era una auténtica maravilla. Se agacho y me hizo una mamada de lujo, corriéndome en su boca de una manera brutal. Le dio hasta tos.
La próxima vez no se me escapara nada, que me pillo por sorpresa, no imagine una corrida así. Dije que me tendría que ir, que de verdad tenía que descansar y ella solo me dijo, que teníamos que repetir. Que si llega a saber esto, hubiéramos follado como locos en el camping.
Sali del baño y me despedí de Sergio, que fue muy amable en su despedida. Cuando me iba, pensaba que ya veríamos lo que pasaba una vez reposados los pensamientos.
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