TORO BRACHO 4
Unos días después de la visita al bar de Ciriaco, el cual yo no conocía. Toro Bracho cayó enfermo. Me había estado cogiendo todos los días que permanecíamos en la estancia. Era un bacanal de sexo despiadado. Debíamos cuidarnos de igual manera de ser vistos por la gente que trabajaba en la casa. Aunque nos habíamos ingeniado muy bien de ocultarnos lo más posible, en realidad, nunca sabré si lo logramos, y ahora viéndolo en retrospectiva no me importa en lo más mínimo.
Conocí a un macho que andaba casi todo el día con el garrote duro y parado, buscando penetrarme a las más minina ocasión y por supuesto yo que no me resistía para nada. Me había convertido en una verdadera puta, una perra caliente a cada segundo, insaciable.
Pero aquella mañana Toro Bracho se había sentido mal. Con escalofríos y una alta temperatura. A media mañana llame al servicio de emergencias, que vinieron al rato, lo inyectaron, le dejaron unos medicamentos a comprar, reposo absoluto, que posiblemente era un virus y que tal vez podía ser contagioso. Había que esperar y ver como se desarrollaba aquel primer síntoma. La cuestión que el brioso macho cogedor estaba tirado en la cama hecho un trapo.
Estuve con él toda la tarde cuidándolo, al anochecer empezaba a mejorar bastante. Sudaba y dormía mucho. En un momento de claridad hablamos. Le comente que tenía que ir hasta el pueblo a buscar unos remedios en la farmacia del pueblo antes de que cerrara. El me dijo porque no enviaba a Tucho el chofer oficial, le dije que no, que mejor lo hacía yo para que no le vendieran cualquier cosa. Que no se preocupara que Tucho me llevaría y no habría problemas. Luego se volvió a dormir plácidamente, ya respirando mejor y con la fiebre bajando.
Tucho puso en marcha el auto, le dije que me esperara un momento. En ese momento, antes de salir, se encendió en mi interior una llamita de deseo, de curiosidad, de calentura in crescendo. Tras un paso breve por el baño, me subí al auto que tenía preparado Tucho y partimos al pueblo.
Fuimos casi en silencio, llegamos rápido, no andaba nadie por la ruta y ya había caído la noche. En las calles del pueblo todo era silencio, algún que otro perro andaba por las solitarias veredas. El auto se detuvo en la farmacia, baje rápidamente y pude comprar los remedios que habían encargado los de emergencias. Subí otra vez al auto y nuevamente la llamita de calentura me atravesó el cerebro y el cuerpo. Cuando pasábamos frente al bar de Ciriaco le ordene a Tucho que se detuviera. Le di algunas indicaciones, le solicite que se marchara que en algún momento regresaría, que a Toro Bracho le diera los remedios tal cual le había dicho yo. Tucho me escuchaba seriamente y así se marchó.
La luz del bar estaba casi en penumbras, ya no había nadie en el lugar y observe que Ciriaco estaba levantado las sillas. Me acerque a la puerta y golpee suavemente. Cuando Ciriaco me vio, no se sorprendió, al menos eso me pareció. Abrió con una ancha sonrisa en sus labios gruesos.
__Muchachito como estas, pero pasa pasa que está realmente frio…__ se corrió de la puerta y realmente me pareció un hombre grande, y elegante a la vez, con una sonrisa picara, dientes lindos, una nariz chata.
__¿Quieres algo de beber o de comer?
__Podría ser un café
__Si claro
__Siéntate chiquillo… te ves muy lindo sabes no__ me halago y mi sexualidad afloro y me sentí realmente una putona. Desapareció unos momentos. El corazón me latía enloquecido. Sabía que algo ocurriría, sabía que Ciriaco entendía porque estaba ahí.
Ciriaco apareció con el café. Se había quitado el delantal a rayas que llevaba puesto. Avanzaba con su rostro iluminado, el pantalón suelto, cómodo. Me acercó el café a la mesa donde estaba sentado y el se sentó a mi lado.
__¿Y cómo es que estas sin Toro?
__Esta enfermo
__¿No digas?¿algo grave?
__No, no, creo que no, no te alarmes Ciriaco, es solo un poco de fiebre, le acabo de mandar con el chofer los remedios, con eso, mañana o a más tardar pasado va a andar otra vez hecho un toro…
__Me dejas más tranquilo es un gran muchacho, tremendo…__dice y se sonríe para si
__¿Que sucede?
__Nada, nada chiquillo, recuerdo, tu hombre es bastante sensual
__¿Mi hombre?
__Claro chiquillo, no me engañas, ustedes tienen una relación, no lo puedes negar, y la verdad es que no los cuestiono, tu eres muy bello, un chiquillo que cualquiera quisiera conocer…__ dijo en un tono totalmente febril, mis sienes golpeaban de calentura.
__¿Tú dices Ciriaco?
__Pero claro mírate, te has visto, eres una belleza, tu rostro, esos labios, ese cuerpecito…ahhh, no sabes como estoy, muy duro ¿quieres sentir? ¿quieres tocar?__ dijo mientras me miraba a los ojos mientras yo sorbía un trago de café delicioso y caliente, tan caliente como Ciriaco y yo.
Alargue mi mano por debajo de la mesa y fui directo a la entrepierna de aquel hombre que estaba alzado. Y estaba duro, un garrote de dimensiones se pavoneaba en medio de las piernas de Ciriaco. Rocoso. Entrecerraba los ojos aquel hombre caliente, tanto como yo, mi culo latía deseando ya aquel pedazo. Anhelándolo. Los suspiros de Ciriaco aumentaban en volumen, intensidad, apretaba mi mano contra su garrote. Busque el elástico, porque era un pantalón con elástico, bien cómodo, y practico. La verga apareció, no tenia ropa interior. Salto quedando libre y se dejo ver hermosa, con las venas marcadas, ya babeando. Imponiendo su presencia y caí a sus pies de rodillas. Abrí grande mi boca y trague, los gemidos de Ciriaco retumbaron en el salón, y apretó mi cabeza contra si, y se aferro a mis cabellos, era una putita desquiciada, tragando, babeando. La saliva de mi boca chorreaba en aquel garrote bello y caliente, me sacaba de quicio.
__Realmente eres un nene muy bueno, ohhh si cariño, abre tu boquita y traga, ahhh, Toro Bracho sabe con quién esta, ahhh, si, come, come mi verga, es toda tuya, ahhh, maravillosa nene, tus labios aprietan tan bien, ohhh…__ Los huevos de Ciriaco se aplastaban contra la silla en que estaba sentado, eran gordos, con pelos, y yo pase mi lengua saboreando aquellas bolas encantadoras. Mi culo se abría cada vez más. Se dilataba de solo pensar en que aquel macho me cogiera. Pronto el pantalón de Ciriaco quedo tirado en el piso, con mis manos alcanzaba a acariciar sus pezones y el lamia y chupaba mis dedos, Ciriaco los llenaba de saliva, un dedo, dos dedos, y con eso yo me los metía en mi culo, jugando con mi anillo para que se abriera. Mi pija estaba saltando loca mientras quitaba mi pantalón. El frio golpeó mis nalgas pero no importaba nada. Masajeaba el machete de Ciriaco que gemía tirando su cuello hacía atrás, dedicándose a gozar. Mis dedos entraban por mi culo, dilatándolo, masajeándolo, estirando mi túnel, preparándolo para recibir el garrote de Ciriaco.
Me puse de pie, y me senté a horcajadas, apoyando mis pies en el suelo. Nos besamos apasionadamente. El se aferro a mis nalgas, las abría, las sobó. Las amasaba de manera delicada. Marcando sus gruesos dedos en mi piel sensible, caliente, trémula y apasionada. El placer me ganaba totalmente, quería su machete clavado en mí. Así que fui sentándome despacio, en ese tronco maravilloso. Él lo guiaba y se fue enterrando, entre sollozos de placer y lujuria, palabras tiernas, besos cortos, lenguas que pasaban de aquí para allá. Los jadeos eran de tenor grandilocuente. El pedazo se hundió definitivamente en mis carnes, latía dentro de mí. Mis lloriqueos eran ahogados, entrecortados, la lujuria se desataba en mi cuerpo. El dejaba que yo me moviera, Ciriaco permanecía quieto, abriendo mis nalgas, para que el perno entrara y saliera cómodamente. Pellizcaba mis pezones porque ya había quitado mi ropa de arriba también y estaba desnudo por completo, sentado en su virilidad que se inflamaba más y más, hinchándose, engordando dentro de mi culo cada vez mas goloso.
Cuando Ciriaco se vació dentro de mí por vez primera, yo también largue mi semen sobre su cuerpo, quede sentado un buen rato con el machete clavado en mí hasta que se desinflo y salió con ríos de leche. Los besos fueron interminables. Luego me llevo a su cama. Y me cogió durante toda la noche. Regrese a la estancia cuando el sol salía en el horizonte. Nadie me vio.-