Te cruzas en mi mente cual paloma que quiere volar. La carne se me pone de gallina, y presa estoy de tus ojos. Cada vez que recuerdo tu rostro, tu mirada, siento que muero, y por la garganta me cruza un lago fresco de sangre…..que me recorre el cuerpo en un instante. Tengo una herida aquí en el alma, que cruza de par en par mi cuerpo, y me arde al imaginar como serían tus besos, tus abrazos, tus palabras… vivo con agujas en las manos, con cuchillos en los dedos, con una corona de espinas negras en la cabeza…. ¡Te cruzas en mi mente, y yo imagino que vienes y me tomas, como si yo fuera de tu propiedad!!
…Y el dolor es cada vez mas fuerte al pensar que mi marido me espera en casa, y, sin embargo, te amo.

Mas entre nosotros y nuestras vidas hay un muro, de diferencias, de silencios, lleno de hortigas, de cal, de arena, de rosas y de tiempo, de golondrinas y madreselvas, de avecillas y de vidrios molidos acechantes, un muro enorme que nadie puede traspasar, y guardo en el pecho la llave que guarda este secreto: tu sabes que te amo, y yo sé que me amas, ambos lo sabemos, mas nadie puede saberlo…..

Y apreto entre mis manos esa carta, la estrujo entre mis dedos, y miro aquellas letras, la leo, la releo, y las repito en silencio para que ni mi boca sepa lo que yo te estoy queriendo. Ayer, en misa de Domingo, te ví y no pude evitarlo, mi atención se centró en ti. De reojo me mirabas, y silenciosamente cruzábamos aquellos deseos ocultos, en un lugar sagrado, fruto del mas ardiente amor que nadie ha sentido, y mi cuerpo ardía: tus ojos me quemaban tal como al morir me quemaré en los infiernos.
Cerré mis ojos: te ví frente a mí, acercando tu boca a la mía, y escondidos como dos ladrones mis labios robaron de tus labios de amapola ese beso de miel que me guardabas.

Hay que alegría!!! Pero a la vez que pena quererte así, como te quiero….