Todos los mediodías llegando en punto sin faltarle ni un minuto más ni menos a mi queridísimo esposo qué viene desmandado conduciendo a alta velocidad en nuestro automóvil que escucho el frenazo que se da cuando parquea frente a nuestro garaje inclusive el portazo que cierra al instante mandándose y entrándose como el mismo rayo por la cocina en que se pega hasta choca conmigo en que me levanta la falda de cuero al clavarme como fuera un aguijón de una avispa en todo mi culo que lo tengo buenísimo, sabrosísimo, riquísimo, apetitosisimo, exquisitisima, deleitosisima, deliciosisimo, deseadísimo, calientísimo, fabulosisimo, incitadisimo, asimismo provocadisimo, también seducidisimo y por supuesto para rematar provocadisimo en que soy una mujer de unos contornos anatómicos de tamaño grande igualmente de figura tanto de cintura como de lo demás de cabello rojo vino y de tez blanca nórdica. En que mi queridísimo esposo no se aparta de mí por lo largo de dos horas el condenado se pone más intenso y más caliente de lo normal en que me pone su verga erecta hasta hinchadita, dura, gruesa, paradita, incluyéndose grandota en que me culea con todas sus ganas, fuerzas, ánimos, alientos, espectacularmente y sobretodo enajenado hasta ardiente por mí al besuquearme en mi nuca como hombros hasta ante brazos y cuello en que lo tengo constante y continuo en que parece se hubiera tomado varias dosis de Viagra de 50 y 100 miligramos al mismo tiempo en que su pinga no se detiene al estar clavadita en todo mi rabo al cogerme en que me mojo varias veces al chorrear bastantes jugos vaginales y para rematar al aumentarse la misma húmeda y para finalizar teniendo varios orgasmos múltiples uno tras otro que se viene al quedarse sudado con su cabeza apoyada en mi hombro que jadea y gime al decirme estuviste grandiosa coño ese culo tuyo me provoca comportarme así contigo tratando como mi perra cacera que la tengo para clavarme y devorarme hasta mi almuerzo servido todos los mediodías de la semana al salir volando de mi trabajo que está a pocas distancia en automóvil que me desmando hasta conduzco como el rayo al pegar unos frenazos que dejo marcas fresca de las mismas llantas a la entrada de nuestro garaje querida mía al besarme en la boca al subirse su pantalón que se me larga al instante cuando me volteo ya se ha ido al dejarme con la falda de cuero levantada y toda echa una porqueriza en que me voy a orinar y lavarme hasta refrescarme por tanto sexo que me ha dado este condenado de mi queridísimo esposo y mucho más siempre que viene almorzar.