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TOCATTA A CUATRO MANOS

"Regresé a casa como estaba programado, solo que las cosas fueron un poco distintas"

 

Comenzaré diciendo que somos músicos, yo baterista y mi esposa tecladista. Hace unos meses hemos comenzado unos ensambles con dos amigos más, un bajista y un guitarrista quien además es nuestro director musical y uno de nuestros mejores amigos hace años.

Por compromisos ya adquiridos tuve que salir de viaje. No era la primera vez. En otras ocasiones yo salía de la ciudad y ellos trabajaban en las bases armónicas y los arreglos respectivos, para que a mi llegada amarráramos el ensamble.

Al vivir en una zona residencial fue necesario aislar el estudio para que el sonido no molestara a los vecinos, por lo que al entrar a casa no se escucha lo que ocurre en el estudio y viceversa. Comúnmente, al entrar al estudio están peleando por qué tipo de acorde es el más adecuado y no notan mi presencia hasta que estoy dentro del estudio. Esta última ocasión regresé a casa como estaba programado, solo que las cosas fueron un poco distintas.

Esta vez, al entrar al estudio, el estaba de pie junto al piano como en otras ocasiones para mostrarle a mi esposa la figura melódica que deseaba, pero ahora estaba con el pantalón abajo y mi esposa mamando su miembro sentada al piano.

Un escalofrío me recorrió de la cabeza a los pies. De inmediato sentí como si mi cabeza quisiera explotar, pero al escuchar los gemidos de mi esposa al saborear aquel miembro y el cómo lo sorbía con ansias, comencé a excitarme. Ellos no se habían dado cuenta que había llegado, cerré la puerta y entonces él dio un salto hacia atrás tratando de levantarse el pantalón pero mi esposa con una sonrisa maliciosa solo me preguntó ¿Sigues siendo compartido? Se levantó y desabrochándose el pantalón se sentó sobre el escritorio. Con una mezcla de coraje y excitación la tomé de los muslos y la hice recostarse levantando sus piernas hasta su pecho, y sin quitarle el pantalón descubrí su zona vaginal totalmente depilada y la lengüeteé de la base al clítoris tocando en ocasiones su ano, lo que le producía ligeros espasmos. Centré mis lengua y boca en su clítoris y labios, mientras con una mano magreaba una de sus tetas (34C por cierto) y con la otra le introducía tres dedos a su ya empapada vagina.

Nuestro amigo se había quedado de pie, con el pantalón a medio muslo sin saber qué hacer y solo tomándose el miembro semi-flácido y viendo como le arrancaba un orgasmo en medio de gemidos y gritos con el oral y la masturbación que le daba. Pero no se fue, esperaba poder gozar de ella también.

Al arrancarle dicho orgasmo me levanté, me quité la ropa por completo y le saqué por completo el pantalón con el bikini, ella se incorporó y se sacó la playera y el sostén. Me paré a un lado del escritorio y ella comenzó a mamarme, me volteé y le dije a mi amigo “¿Qué esperas? Necesita otra lengua en esa entrada caliente; no saques tu boca de ahí hasta que le regales otro orgasmo”. No necesitó ninguna otra palabra de inmediato terminó de sacarse la ropa y se dirigió a la pelvis de mi mujer que ya lo esperaba con las pierna abiertas.

Hacía más de un año desde la última vez que realizamos un trío y no habíamos tocado el tema. Yo había cumplido mis fantasías (tríos HMH, MHM y un intercambio swinger, así que había dejado el tema de lado, pero por lo visto ella no).

Nuestro amigo repasaba una y otra vez la vagina de mi mujer de arriba abajo, introducía su lengua, apretaba y mordisqueaba su clítoris, succionaba y daba pequeños jalones a los labios vaginales mientras manoseaba las nalgas y muslos de mi mujer, lo que ella disfrutaba y agradecía con la boca llena de mi miembro al grado de sentirse tan excitada que no le importó que me corriera dentro de ella, lo que no es muy común que acepte. Yo disfrutaba de la mamada y de la escena completa y apretaba y magreaba sus tetazas agachándome en algunas ocasiones a lamérselas. Siempre he disfrutado imaginar, ver y compartir a mi esposa con otro hombre. Su rostro al estar siendo dominada se transforma al de una puta de película porno que enciende cada vez más la pasión de quienes estamos con ella en el momento.

Una vez que volvió a estremecerse con su segundo orgasmo, se mantuvo recostada, me miró como pidiendo mi aprobación, yo asentí y ella se incorporó, tomó de la cara a nuestro amigo y lo puso de pie. Aún sentada en el escritorio se inclinó para mamarlo de nuevo sujetándolo de las nalgas y rodeándolo con sus piernas. En realidad el no necesitaba ya de mucha provocación ya que su miembro ya comenzaba a verter gotas de liquido seminal que encanta a mi esposa. Una vez que lo sintió de su agrado se levantó y jalándolo de las nalgas hacia si, lo invitó a penetrarla. El solo me vio como esperando autorización y yo para confirmarle mi aprobación me senté detrás de ella, la tomé de los senos para acariciarla y besarle el cuello y fue entonces que él se decidió a disfrutar de mi mujer.

Ambos estaban más que lubricados así que desde el principio ambos recibieron lo que gustaban, él una mujer viciosa de sexo y ella un falo desconocido de un conocido, que tal vez era lo único que nos faltaba.

Conforme yo la acariciaba y escuchaba sus leves gemidos de placer mi miembro fue retomando rigidez que mi esposa al notarlo colaboró acariciándome con una mano mientras seguía siendo cogida por el músico amigo. En cierto momento, ella le pidió que se recostara en la alfombra y volteando me beso y me dijo te has ganado tu premio por compartido. Bajó del escritorio y montó a nuestro compañero dejándose ir hacia adelante ofreciéndole sus grandes, redondos y aun muy bien puestos pechos en su boca, dejándome a mí una vista espectacular de la montada y sobretodo (lo que es mi regalo especial) su ano levantado y dispuesto para mí.

Primero me arrodillé tras ella y le lamí el ano en forma circular de manera de relajar sus músculos hasta permitir el acceso de mi lengua y posteriormente de mi dedo medio que estando inmerso hasta la mitad mantuve quieto para que ella siguiera aflojando el orificio. Con mi otra mano sobaba y apretaba sus nalgas. Comencé a mover de nuevo el dedo lentamente hasta que ella inició sus movimientos de cabalgadura a nuestro amigo; así ella disfrutaba del miembro de él en su concha y de mi dedo en su ano hasta el momento en que ya relajada me pidió que la cogiera pues estaba ya lista y deseosa de dos vergas a la vez. Me coloqué el condón y me introduje en ella hasta la mitad que es donde mi verga se pone más gruesa. Ella soltó un ligero grito pero me replicó “¡No te detengas, la quiero toda ya!”. Nuestro amigo estaba incrédulo de verla y escucharla, jamás pensó la clase de puta que tenía en casa, lo cual le causó una calentura tal que también comenzó a cogerla con rapidez y yo con el miembro hasta los huevos en su ano daba pequeños empellones pero con gran fuerza ya que así es como ella mas disfruta (las delicadezas no son para la cama, dice).

Como yo ya me había venido con la mamada previa mi amigo se vino antes que yo en esa doble cogida, así que se lo sacó y ella lo masturbó hasta que solo quedaron gotas en la punta de su pene que muy acomedidamente ella limpió a chupetazos, mamadas y lengüetazos. Lo desmontó y pidió su juguete (un vibrador de silicón de tres velocidades que regularmente nos acompaña en la cama). Salí de ella, fui por el juguete, mientras mi amigo le mamaba la concha de nuevo para mantenerla caliente y al regresar, se acostó boca arriba, le levanté las piernas y le pedí a mi amigo que se las sujetara, le introduje el vibrador en la vagina para lubricarlo con sus jugos y después la penetré con él en el ano. Una vez que ella estaba gimiendo de gozo me acomodé sobre ella y la cogí de nuevo por concha. Una vez más nuestro amigo se calentó y le acercó su miembro a la cara y ella lo mamaba por lapsos ya que era mucho el gozo que estaba recibiendo en sus otros dos agujeros.

Hay un punto en el cual uno llega a sentir la vibración del juguete en el miembro cuando estás en esa posición, lo que a mí me lleva a tener orgasmos más intensos y darle empujones mas bruscos a mi mujer. Ella ya había logrado otros orgasmos más pero yo continué penetrándola hasta que logré venirme con la fuerza que me quedaba dentro de ella.

Nos quedamos retozando en la alfombra no se cuanto tiempo, hasta que nuestro guitarrista amigo decidió retirarse agradecido de la experiencia. Obviamente no lo acompañamos a la puerta, preferimos una vez recuperados, coger una vez más estando ella en 4, penetrándola por la vagina con el vibrador estimulando su clítoris hasta que sus espasmos indicaron un nuevo orgasmo y provocaron mi última corrida de la tarde.

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