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Tengo un perro con mucho caracter

~Por eso Eladio uno de mis ex novios, terminó conmigo, después de que insistió tanto en que hiciéramos un trío, con un amigo suyo. Yo ni tan siquiera tuve el valor de decirle que no, sino que por miedo a que se molestase conmigo, cuando llegó un sábado a eso de las doce de la noche, con unos cuantos tragos encima, acompañado de Efraín un amigo de nosotros a casa. Eladio propuso que no saliéramos y nos quedásemos bebiendo, yo como estaba por acostarme, únicamente andaba con mi bata de dormir, cuando le comenté que me pondría algo más encubridor, Eladio me dijo que no hacía falta.

Así que tal y como me encontraba me quedé con los dos en la sala, mi novio insistió en que yo también bebiera lago, y así lo hice, y ya a eso de la una y media de la madrugada, a Eladio y a su amigo, les dio por ponerse hablar de sexo. Fue cuando mi novio y nuestro amigo me preguntaron si alguna vez yo había tenido la fantasía de estar con dos hombres al mismo tiempo. A lo que le respondí que no, pero entre Eladio y Efraín insistieron tanto, diciéndome que esa era una de las fantasías normales que tenían muchas mujeres, finalmente por no parecer demasiado anticuada, les dije que sí.

Así que mientras yo terminaba de tomarme mi trago, Eladio me dijo que cumplirían mi fantasía, y frente a Efraín, sin más ni más me comenzó a besar y ha quitarme la bata, yo me quedé sin saber cómo responder, al tiempo que mi novio comenzó a besarme aparte de mi boca, en mis senos, vientre, entre mis piernas en fin por todas partes, frente a nuestro amigo, y haciéndole señas para que se uniera a nosotros, yo iba a decirle que no, pero Eladio me siguió diciendo que a él le gustaría que yo hiciera mis fantasías una realidad, así que cuando Efraín comenzó a tocarme también por todas partes, simplemente me dejé llevar por ellos. Al principio sentí sus caricias y dedos hasta dentro de mi vulva. Pero al poco rato a medida que los dos también se quitaron toda la ropa, yo comencé agarrar sus miembros.

Por lo que pase a ponerme a mamar sus respectivas vergas, después Eladio se concentró en mis nalgas, besándolas y acariciándolas hasta que finalmente me penetró por el culo, mientras que yo continuaba mamando el miembro de Efraín, y a los pocos segundos de haber comenzado Eladio a darme sabrosamente por el culo, yo comencé a mover mis caderas, fue cuando mi novio me ordenó que le abriese las piernas a Efraín. Así fue que terminé teniendo sexo, con mi novio y nuestro amigo esa noche. Pero al día siguiente, lo primero que me dijo Eladio, cuando los tres nos levantamos, fue que yo era una puta por haberme acostado con ellos dos, al mismo tiempo.


Después de que Eladio se marchó de casa, fue que conocí a Alfredo, quien siendo bien honrada le conté lo que me había sucedido con Eladio y nuestro amigo Efraín. Alfredo pareció no darle importancia a eso, y estuvo viviendo conmigo en mi casa, por casi un año entero, hasta que le dio por hacer una fiesta en casa, lo raro era que de momento me di cuenta de que estaba acompañada, por casi media docena de hombres, y que yo era la única mujer presente.

Alfredo después de que comenzamos a beber, de momento le dio por pedirme que mientras bailaba me quitase la ropa, como cuando él y yo estábamos a solas, y como yo tenía algunos tragos encima, realmente ni lo pensé, le hice caso, sin protestar por miedo que se enfadase conmigo y me abandonase. Esa noche participé de una tremenda orgía en contra de mi voluntad, únicamente porque Alfredo mi novio, así me lo exigió. Como yo fui bien sumisa y le hice caso, y como él me lo ordenó comencé a desnudarme, frente a todos los presentes, no me había terminado de quitar toda mi ropa intima, cuando Alfredo, y varios de sus amigos me saltaron encima, todos ellos hicieron conmigo lo que les dio su real gana, esa noche. Sin que yo tan siquiera me opusiera, por miedo a que Alfredo se molestase conmigo.

Alfredo al igual que Eladio, también me abandonó, llamándome puta. Lo que me dolió muchísimo, ya que todo lo que hice y dejé que me hicieran él y sus amigos, fue nada más por darle gusto a él.

Durante un tiempo estuve bastante deprimida, ni tan siquiera salía de casa, salvo que no fuera a mi trabajo. Una de mis amigas y compañera de trabajo, me recomendó que comprase una mascota, ya fuera un perro, un gato o cualquier otro animal que me gustase.

Así fue que haciéndole caso a mi amiga, pasé por una pequeña tienda que vendía animales, y tras estar casi una hora viendo a los animales, le pregunté al encargado de la tienda, por un bello y hermoso cachorro Rottweiler. El vendedor únicamente me dijo que el cachorro tenía mucho carácter, pero que si yo me mostraba fuerte, el animal sabría quien era la que mandaba realmente.

Al cachorro lo llamé Toro, ya que desde pequeño, tenía una gran fortaleza, pero también un fuerte carácter, con decirles que era él quien caminaba por donde le daba la gana cuando lo sacaba a pasear. Toro fue creciendo, y cada vez se ponía más fuerte, hermoso, grande, voluntarioso, he impresionante, tanto que cuando salía a la calle a pasear con él, ningún hombre se atrevía a decirme nada en lo absoluto.

Pasó el tiempo y más o menos casi un año y medio, desde que llegó Toro a casa, una noche después de darme un buen baño, me quedé únicamente con mi toalla puesta, en ocasiones, había visto como Toro se lamía su cosa, sin prestarle mucha atención. Pero esa noche, mientras me arreglaba las uñas, él comenzó a lamer su cosa. Y no sé por qué yo dejé de arreglarme las uñas y comencé a toquetear mi coño, recordando el tiempo que tenía que no me acostaba con nadie. Para los efectos sentía que me encontraba sola, y de una ligera caricia sobre mis labios vaginales, mi vulva y clítoris pasé a penetrarme yo misma con mis dedos. En el proceso la toalla se desató, por lo que me quedé completamente desnuda sobre el sofá en que me encontraba sentada arreglando mis uñas.

Hacía tanto tiempo que no sentía o hacía algo así, cerrando mis ojos, continué acariciando sabrosa y fuertemente toda mi vulva, incluso comencé a golpear ligeramente mi clítoris, hasta que ya no aguantando más me lo comencé apretar fuertemente con mis dedos índice y pulgar, mientras que con los dedos de mi otra mano, no dejaba de introducirlos dentro de mi mojada vagina.

Yo estaba tan y tan concentrada en lo que yo misma me estaba haciendo, que no me di cuenta de que Toro, mi perro, se había levantado del rincón, donde por lo general se echaba. No fue hasta que sentí su fuerte resoplido sobre mi vulva, que entre asustada y sorprendida abrí los ojos, y retiré ambas manos de mi vulva. Pensé en ordenarle que se retirase, pero apenas quité mis manos, vi y sentí su gruesa lengua sobre mi piel, lamiendo mi vulva.

Por un corto rato me quedé sin saber qué hacer, y a pesar de que la sensación fue tremendamente agradable, decidí darle un alto, ya que en mi vida, había ni tan siquiera pensado en que algo así pudiera sucederme. Pero apenas comencé a regañar a Toro, este se me quedó viendo de una manera tan fría, que lo cierto es que me dio mucho miedo, y me quedé en silencio, pero casi de inmediato comencé nuevamente a regañarlo, y su seco gruñido me hizo callar.

De inmediato me volví a quedar quieta y en silencio, al tiempo que Toro volvía a pasar su tosca lengua entre mis piernas. A pesar de miedo que sentí, al momento de escuchar su fuerte gruñido, cuando él continuó lamiendo mi vulva, el placer que me dio fue tal, que lo único que hice fue agarrarme con fuerza al sofá y dejar que mi perro continuase lamiéndome.

Hasta que un fuerte ladrido suyo, me sacó de concentración. Yo realmente ni idea tenía de lo que Toro quería, había retirado su cuerpo, yo pensé en ponerme de pie, y dirigirme al baño para lavarme, no bien había logrado ponerme de pie, cuando otro fuerte gruñido me paralizó nuevamente. De inmediato sentí el peso de su cuerpo sobre mi espalda, haciendo que me fuera hacía el frente, quedando arrodillada casi sobre el sofá.

Yo intenté ponerme de pie, pero fue inútil Toro se había colocado sobre mí, traté de levantar mi torso pero su peso me lo impedía. Al tiempo que él, volvía a emitir otro fuerte gruñido. De momento me di cuenta de que algo comenzaba a penetrar mi vulva, extremadamente asustada, no podía dar crédito a lo que me estaba sucediendo. Mi propio perro me estaba por violarme.

Aunque aterrada de miedo, sentí como su rosado caliente y duro miembro finalmente comenzó a penetrar mi mojada vulva. En cosa de fracciones de segundos, dejé de sentir miedo, y comencé a disfrutar de lo que tan sabrosamente, mi perro me estaba haciendo. Yo sin darme cuenta, comencé a mover mis caderas, buscando sentir un mayor placer.

Sus fuertes empujones y movimientos, hacían que mi coño recibiera todas y cada una de las penetraciones, cuando inesperadamente, comencé a sentir un mayor placer, era como si dentro de mi vagina se llenasen todos los espacios, y el sabroso calor de su miembro la inundase, haciendo que yo tuviera un tremendo orgasmo, como nunca antes lo había tenido.

Pero algo que ignoraba en esos momentos era que había quedado abotonada, el miembro de mi perro se había hinchado tanto dentro de mí, que al yo pensar que había terminado, y tratar de zafarme, me di cuenta de que habíamos quedado pegados, y cuando Toro se bajó, y su rabo quedó pegado a mis nalgas. Desnuda como me encontraba traté de moverme, escuché otro de sus estremecedores gruñidos, por lo que me quedé quieta, hasta que quizás pasaron unos treinta largos minutos.

Fue Toro quien finalmente retiró su miembro de mi cuerpo, pero de inmediato se dedicó a lamer mi vulva nuevamente, mientras que yo sin realmente saber que hacer, me quedé quieta, en cierta forma disfrutando de lo que mi perro me volvía hacer, hasta que terminó de limpiar todo el semen que había chorreado desde mi coño hasta mis muslos, después de lo cual regresó a su rincón favorito. Asustada, corrí a lavarme y desinfectarme. Después de haberme aseado lo suficiente, ya mucho más tranquila, me dediqué a buscar información en la internet.

Después de que leí varios artículos, entre ellos algunos relatos eróticos, entendí lo que había sucedido. Pensando que nunca más volvería a repetirse eso, ya que no pensaba volver a exponerme desnuda, ni toquetear mi coño, ante la presencia de mi perro, ya que pensé que el olor de mi vulva, seguramente fue lo que provocó que todo eso sucediera.

Pasaron unos cuantos días, cuando apenas regresé a casa, y comencé a desnudarme en mi habitación, noté que Toro me observaba desde fuera de mi habitación. Así que cerré la puerta, y cuando estuve lista para darme un baño, me envolví en una gran toalla, para encaminarme al baño. Pero el susto que me llevé apenas y abrí la puerta fue grande, Toro después de un par de fuertes ladridos, que me hicieron pegarme a la pared, mordió la toalla y sin mucho esfuerzo de su parte me la arrancó, dejándome completamente desnuda.

Casi de inmediato cuando traté de regresar a mi habitación, pero su fuerte gruñido al tiempo que me mostraba sus dientes, me hicieron desistir, quedándome de pie frente a él, mientras lentamente se me acercó, y colocó su morro entre mis piernas olisqueado y lamiendo mi coño. Yo casi de forma involuntaria, separé mis piernas y la gruesa y oscura lengua de mi perro llegó hasta lo más íntimo de mí ser.

Apenas me dio unas cuantas lamidas, el placer que sentí fue tal, que prácticamente perdí el equilibrio y caí al piso, en medio del pasillo, Toro sin mucho esfuerzo se me volvió a montar encima. Nuevamente sentí como su miembro penetraba mi coño, y disfrute de todas y cada una de los fuertes golpes que le daba a mi coño, hasta que nuevamente esa otra intensa sensación de que llenaba todos los espacios dentro de mí, se hizo presente, al tiempo que disfrutaba de un bestial orgasmo, nuevamente.


Mientras esperaba que su miembro volviera a su tamaño normal, pensé, que sin querer me había convertido en la perra de mi perro. Pero a diferencia de la primera ocasión lo había disfrutado mucho más sin temor alguno. Cuando él finalmente se retiró, entré al baño, y mientras me daba una caliente ducha, hasta llegué a pensar en deshacerme de Toro.

Pasaron un par de semanas, y como Toro no había vuelto a gruñirme ni a ladrarme, me quedé tranquila, pero una noche mientras me encontraba dormida, sentí su rugosa lengua entre mis piernas. Supe de inmediato que me volvería a montar, así que retiré la sabana y toda mi ropa de dormir lentamente, ante su mirada, me tiré al piso abriendo mis piernas, para que él siguiera lamiéndome el coño.

Lo que hizo por un corto rato, tras lo cual procedió nuevamente a montarme como si yo fuera una verdadera perra en celo. Aunque la idea de sacar a Toro de casa, volvió a rondarme la mente, en esos momentos, lo cierto es que no lo he vuelto a pensar. Ya estoy tan acostumbrada a los antojos de Toro, que regularmente en casa ando completamente desnuda, si tengo una bata de baño cerca de la puerta de casa, por si alguien toca. Pero ante la más pequeña insinuación me tiro al piso, para dejar que mi perro me vuelva a penetrar.

En ocasiones nos ponemos a jugar, y un día en que los dos estábamos tirados sobre la alfombra de la sala, comencé a toquetear sus bolas y verga, al tiempo que también le hacía cosquillas sobre su barriga. Fue cuando no sé por qué, pero se me antojó ponerme a mamar su verga, lo que hice tranquilamente, hasta que mi boca se llenó de su semen. La que me tragué completamente.

Hoy en día aun continuó teniendo en casa a Toro, pero como no se lo puedo decir a nadie, opté por escribir.

Datos del Relato
  • Categoría: Varios
  • Media: 1
  • Votos: 1
  • Envios: 0
  • Lecturas: 2019
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
sandra
invitado-sandra 13-02-2015 17:47:34

ok que rico relato , gozala yo cogido con mi perro por dos anos , y es lo mejor

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