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Categoría: Confesiones

Te invito al hotel

Te invito al hotel. La mesa está servida, cocaína y vodka. Sueños lujuriosos y el anhelo perenne de tu sonrisa. Te quiero con el vestido corto y la imaginación larga. Libre y libertaria, poderosa, única, tú. Fuente de los deseos, musa de mis onanismos involuntarios. Te quiero con uno de tus collares negros, con ropa interior de encaje, con lentes. Luego te propongo el inevitable choque de los cuerpos, los cigarros consumidos, las gargantas secas, el yin y el yang mezclados en un mismo beso. Las manos juntas. La reconstrucción y destrucción de nuestras almas tristes; el erotismo del abandono. Y hacer contigo lo que hacían los catrines con las encopetadas cuando las recogían de un cabaret en los 80´s. Beber de tus labios el aguamiel, de tu cuello la redención. Sé del pecado y del perdón, de la mañana que hace espirales en mis manos, del pensarte como te pienso; sobre mí, a mi lado. Madre, dadora de vida, con tus labios de humedad solar. Por bellezas como tú cantaron todos los poetas y pintaron todos los artistas.

Te invito, con discreción y con magia. A perdernos en laberintos voluptuosos, en semiósferas de goce, en intemperantes crucigramas. Inhala, bebe, bésame. Y que nuestro beso sea como un ejército de lunas, como el rocío de las mañanas en los árboles, como la visión de los adivinos. Ven, déjame lamer tus pezones, besar tu ombligo, morder tu cintura. Mete mi sexo a tu boca, déjame cerrar los ojos para contemplarte así, tus labios expertos, tu lengua traviesa, subes y bajas, volteas a verme con unos ojos tiernos y perversos al mismo tiempo. Con mi glande acaricias tus pezones duros. La tengo dura y gruesa dentro de tu boca, palpitante. Te invito a que me montes, levantando tu vestido, bajando tus calzones, móntame, por favor, mientras fumas un cigarro, mientras bebes e inhalas. Te invito, a pesar de que eres de otro y soy de otra, a probar el pecado, a incendiar nuestras almas, a sembrar besos y cosechar caricias, a jugar, a apostarnos, a portarnos mal, a recordar el olvido.

Te invito al hotel esta noche y todos los días. Te quiero con lentes, mordiendo los labios, encima de mí, gimiendo, marcando el ritmo. Atraerte de las nalgas, contemplar tus senos. Venirme en tus lentes o dentro de ti. Llenarte de semen cada rincón y volver a empezar. Besar tus piernas, tus pies, Justo ahora me deleito en pensarte así, en imaginarte y sentirte. Te quiero elegante y disoluta, en vestido corto con florecitas, si quieres con huaraches. Alma mía, patria mía, tu espíritu, tu cuerpo; ensueños cruzados; esta mañana, después de soñarte, pienso en todo eso.

Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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