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Categoría: Confesiones

Te atreves a probar?

Ema estudia enfermería en su tercer año, es una muy buena estudiante de 21 años. Nunca ha tenido novio, dice que no le gusta el compromiso, que prefiere probar, sentir y dejarse querer por quien se le plazca sin darle explicaciones a nadie. 

A sus cortos 21 años ya había cogido con unos cuantos chicos de su clase y dos chicas. Su primera vez fue a los 14 en la cama de sus padres con un primo mayor que ella. Esa experiencia la marcó por siempre y fue gracias a eso que vive su sexualidad tan plena, sabe lo que le gusta y no duda en hacerlo saber. Pedro que ya tenía experiencia, la sedujo a tal punto que Ema le suplicó que lo hicieran. La besó y la tomó en brazos, ella enroscó sus piernas alrededor de él y la llevó al cuarto de sus tíos. Ema aun llevaba su uniforme del colegio. Pedro sacó su pene y le mostró como se masturbaba, ella lo miraba atenta recostada en la cama, flectó sus rodillas dejándole ver sus calzones, abría y cerraba las piernas para sentir el roce de su ropa en su coño... todos sabemos cómo terminó eso.

Era una tarde de día viernes cuando Ema decidió su siguiente locura. Quería experimentar nuevas sensaciones. Se puso una blusa blanca y una faldita sin ropa interior, subió a su auto y se fue a la playa. Aparcada mirando el mar buscó a su primera víctima.

- Hey tu! Hola

- Hola - respondió un chico en bañador acercándose al auto para escucharla mejor.

- Estaba esperando a una amiga, pero se está tardando mucho y estoy un poco aburrida - comenzó a desabrochar un botón de su blusa

- A bueno, tal vez tu amiga no tarde mucho más

- Quería hacerte una pregunta - se desabrochó el segundo y tercer botón de la blusa haciendo un lado para mostrarle una teta - crees que debería abrochar mi blusa o dejarla así?

El muchacho miró para todos lados nervioso y sorprendido, dudo un momento y respondió

- Yo creo que deberías abrocharla y no hacer esas cosas. Disculpa, pero esto no es correcto - se apartó del auto y se fue.

Ema riendo abrochó su blusa y esperó paciente por un siguiente candidato. Repitió la maniobra un par de veces sin éxito para sus plantes, hasta que llegó Pablo.

... 

- Yo creo que deberías de desabrochar el próximo botón y dejarme ver tu otra teta.

- Ok - Ema desabrochó casi toda la blusa y dejó a la vista sus dos tetas, las tomó por debajo para soltarlas y hacerlas rebotar.

A Pablo ya se le notaba la erección bajo su bañador apretado. Intentó taparlo con la toalla para que el resto de la gente no pudiera verlo.

- Puedo subir a tu auto? - Preguntó Pablo sin despegar su mirada de las tetas de Ema.

- No, dame tu mano. - Ema condujo la mano de Pablo a una de sus tetas e hizo q la acariciara, dejándolo que erectara su pezón.

- Uy que rico, déjame subir a tu auto, mira cómo me tienes- . Apartó la toalla para dejar ver el bulto que ya se le escapaba por una pierna del bañador.

Ema al verlo mordió sus labios, inclinó un poco el asiento hacia atrás, abrió sus piernas, se lamió sus dedos y los llevó a su vagina. - Pellízcamelo suave, no dejes de acariciarlo - Pablo seguía acariciando las tetas que tan gentilmente Ema le ofreció - Déjame verlo, saca la cabeza para verlo. - Pablo con la otra mano soltó la toalla, miró hacia todos lados asegurándose de no ser descubierto, se agarró el pene lo sacó completamente y lo acercó a la ventana del auto.

- Ven sube 

Pablo no perdió tiempo, rodeo el auto y subió por el copiloto, tenía un pene enorme, erecto, duro y dejaba caer una lagrimita. Ema subió los vidrios polarizados para más privacidad. 

- Mastúrbate para mí - Ema se levantó la falda y le dejó ver toda su concha muy bien depilada y húmeda, al tiempo que la recorría con sus dedos, del clítoris a la vagina, de vez en vez introducía sus dedos para dejar escapar un gemido

Pablo veía este espectáculo y recorría su pene de abajo arriba, suave, no muy rápido, con su otra mano acompañaba el movimiento de la mano de Ema, lamiendo sus dedos para probarla. 

- Ay me vengo, me vengo. - Gritó Ema, retorciéndose de placer, en ese momento Pablo la agarró y la puso sobre su pija, la penetró con fuerza. Ema perdió el aliento y volvió a gritar tomando el control de la cabalgada, sus tetas rebotaban en la cara de Pablo que abría la boca y sacaba la lengua para coincidir con sus pezones. 

Mientras Ema subía y bajaba, se besaban para contener los gritos de placer. Pablo soltó su leche dentro de ella, se recostó en sus tetas y exhaló. Ema que aún seguía gozando le dijo:

- Dame un poco más que ya me corro otra vez, muérdeme las tetas, méteme un dedo en el culo, dame rico. - Pablo obedeció y la hizo temblar de placer.

- Te dejo, mi novia me debe estar buscando.

Ema le agarró el pene y le dijo:

- Dile a tu novia que te cuide más, mañana tal vez vuelva a perderte. Le cerro el ojo llevándose un dedo a su boca.
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