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TARDE SOLA
Buscaba en aquella tarde de primavera, en las calles desiertas, en la parte más desolada de aquel barrio, buscaba algún perrito que anduviera solitario y con ganas como yo. No estaba al borde de la desesperación como podrí llegar a pensarse, pero tal vez, muy cercano a ello.
Me gusta acostarme con perros y si son de la calle mejor. Siempre, lo primero que hago es bañarlos bien, antes, de darles de comer, atenderlos si tienen sed, para finalmente acostarme con ellos y darles placer y que me den placer.
Seguía husmeando. Oteando para aquí y para allá. Veía algunos perritos, pero eran por demás de pequeños. De pronto en el fragor y la soledad de la tarde lo vi. Estaba echado a lo largo de su cuerpo. Era de un color indefinidamente gris con manchitas pequeñas negras. Un pelo corto descuidado, pero se lo veía bien alimentado. Su capuchón en reposo era cosa seria. Enseguida me enloquecí y mi conchita empezó a chorrear jugos.
Caliente, lo llame. El levantó su cabezota , era parecido a un labrador, era una cruza con algún otro, porque no conozco labradores de color gris. Una lengua larga y roja, babeante, me la imagine en medio de mis piernas desnudas.
Me acerqué mirando a todas partes, moví mis dedos y los llame
__¡Hola precioso…como estas, amorcito!!__ movió su cola intrigado.
__¡Ohh que lindo bebe eres, ese color que tienes, y esas pelotas enormes!!__ dije bajando un poco la voz, aunque nadie iba a escucharme por aquellos lados. Nadie andaba en la calle, ni en las veredas desérticas.
__¿Quieres venir con mami?¿quieres venir a gozar un poco?__ movía la cola intensamente, me acerque in poco mas y agachándome le acaricie la cabezota. Mis dedos le descargaron todo mi erotismo. Además abrí las piernas y de mi vestido largo salía el aroma de mi almeja húmeda, desnuda y cachonda. Seguramente mis aromas llegaban a sus narices mojadas, se puso de pie.
Paso su cabezota por mi cuerpo en lamas a esta altura. Seguía mirando para todos lados, y me puse de pie. El empezó a seguirme como hipnotizado, levantando la pata en el camino cada tantos metros para largar su pis a chorros. Marcando el camino para regresar luego, supuse, porque hacían todos lo mismo. No perdía el ritmo, igualmente no estábamos lejos de casa.
Entramos, el se me venía encima, restregando su cabezota en mi vestido. Olfateando mi calentura, yo estaba ardiendo. Sabiendo lo que vendría.
__¡Vamos a bañarnos amorcito…la pasaras muy bien…te lo prometo cariñito!!__ le decía yo mientras acariciaba sus orejas y su cabeza grande y fuerte. El acercaba su hocico a mi entrepierna queriendo levantar el vestido o meterse debajo de la falda.
Fuimos al baño. Entramos y me senté al borde de la bañera. El fue como loco a lamer mi chochita jugosa y sudorosa, altamente caliente y jugosa. Yo reía caliente y jugando con el animal.
Me metí dentro de la bañera y el me siguió. Entonces así como estaba abrí la ducha y el agua comenzó a caer, el se queso escapar de allí, por supuesto no estaba acostumbrado esos menesteres del baño.
Así que tome la decisión de amarrarlo. Estaba preparada, así que busqué en el pequeño armario que tenía dentro del baño y con la correa lo sujete, mientras el champú corría por su cuerpo entre caliente y a disgusto.
Seguía lamiendo mi conchita cuando los cuerpos enredados lo permitían. Le gustaba lo que hacía. La espuma resbalaba por su enorme corpachón y de paso le manoteaba su capuchón duro y a punto de salir, aunque jugando lo dejaba cuando intentaba crecer demasiado. Lo tenía en estado constante de excitación.
Me fui desnudando y de paso también me bañaba junto con él. El metía lengua en mi culito, en mi almeja, en los muslos y las tetas. Era un desaforado. Ya tenía un orgasmo tras otro, muy caliente y entregada a las caricias de aquel semental amante perruno.
Lo lleve luego de secarnos un rato a mi cama como hacía con todos mis amantes, eso me encantaba, tenía un sabor especial, para la puta que hay dentro de mi.
Me tire en ella y él me siguió, sacudiendo todavía su enorme cuerpo. No dejaba de meter su nariz y su larga lengua babosa en todos mis genitales, yo gemía de placer y ricura.
Masajeaba su capuchón, y ya se veía una tremenda vergaza de aquel bello animal. Buscaba que me pusiera en cuatro, de pronto me agarraba una pierna y hacía los movimientos de coito, rápidas embestidas, veloces, sacando cada vez más e su estuche el poderosos pedazo de carne que me mostraría tarde o temprano.
__¡Ohh papito estas muy caliente…ohhh déjame que mami te acaricie, si, quieres, mi bebe, ohhh que lindo eres!!__ le decía en tanto le daba ahora besitos en su trompa y me lamía toda la cara, cruzando con su lengua de aquí para allá.
En unos rápidos movimientos en que no pude mas con su calentura y con la mía, apropiándome definitivamente de su pedazo cada vez mas gordo y largo, masturbándolo sacó al fin todo el pedazo chorreando de sus jugos todas las sábanas y parte de mis manos, ya que me aferraba a el con las dos manos, me tire debajo de su estomago, el aun parado sobre la cama, y metí ese semejante pedazo a mi boca y lo disfrute de manera brutal y salvaje. Comiéndolo de manera definitiva y hambrienta, mientras tragaba sus interminables jugos.
Un vez que hice esto, noté con mucho agrado que el animal no desinflaba su pedazo tremendo y grande, casi arrastraba el suelo,, nunca había tenido una carne de perro de ese tamaño inusual.
Hice unas maniobras y pude acostar al perro, parecía ser que estaba acostumbrado a esas gimnasias, entonces sin decir agua va me monté cabalgando a aquel hermoso semental perruno. Su lengua larga reposaba a un costado de su boca, mientras los latidos de su corazón galopaban junto con mi tremenda calentura. Subía y bajaba gozando como una putita de aquel animal encantador. Metía un dedo en mi ojete y luego de la calentura metía dos y después sin demasiados preámbulos solo lloriqueando y orgasmando por espacios de diez segundos, tal vez un poco más, enterré aquel falo de can en mi cola humeante, abierta, dispuesta, a recibir ese pedazo animal.
Me acercaba a su hocico húmedo y pasaba mi lengua sobre la suya, mezclando las babas y las salivas, sintiendo como su candente hierro se hundía en mis intestinos en llamas. Su pedazo no se ablandaba, al contrario parecía que segundo a segundo cobraba nueva vida y seguía duro como estaca.
__¡Ahhh, no sabes lo feliz que me haces…ohhh nene lindo de mami…te gusta coger mujeres perras y putas como yo, siii, bebe, si, mami te dará lo que quieras, siii ohhh, sigue largando tu lechita dentro de mami!!__ así jugué con aquel amante feroz durante varios días, hasta que un día de esos se fue de la casa.
Siempre lo extrañó. No he conseguido hasta ahora un amante tan ardiente como aquel, era insaciable, ese día primero que lo encontré en las calles estuvimos amándonos hasta la madrugada, tuve que sacarlo de la habitación para poder dormir un rato ya que no me dejaba, quería cogerme todo el tiempo.-
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