~~Ximena la miró con
expresión de temor, luego me miró a mí y volvió
a mirarla a ella. ¿Por qué lo preguntas?
Cuando le dije a Néstor si te dejaba coger con Jorge, percibí
que se excitaba con la idea. Ahora siento lo mismo contigo.
Ximena se quedó callada. ¿Qué sentís ahora?
– le pregunté yo. Que se excita cuando la toco –
dijo Valeria y comenzó a subir con su mano por el brazo de Ximena,
llegando hasta su hombro, acariciándolo con la punta de los dedos.
Fue evidente que la respiración de Ximena se agitó.
Los dedos de la robot se deslizaron del cuello hacia abajo, comenzando
a tocar un pecho de mi novia, acariciándolo apenas, hasta alcanzar
el pezón. En ese instante, Ximena dejó escapar un suspiro
con los ojos entrecerrados, y arqueó levemente el pecho hacia
arriba, como buscando que el contacto no cesara. El contacto no solo
no cesó, sino que se hizo más intenso, la mano de Valeria
siguió acariciando los pechos desnudos de mi novia, mientras
que acercaba sus labios a los de ella. Jorge tenía la mirada
fija en la mujer y la máquina que estaban a punto de besarse,
mientras se acariciaba la verga, que nuevamente empezaba a crecer y
endurecerse. Mientras tanto yo, sin poder creer lo que veía,
también llevé mi mano a la verga y la encontré
dura, la excitación de mi novia y otra mujer, aunque fuera una
máquina, besándose, era alucinante.
Ximena la vio acercarse con una expresión de susto en su rostro,
pero cuando la boca de Valeria estaba a dos o tres centímetros
de los suyos, cerró sus ojos y entreabrió los labios,
entregándose al beso inminente.
Valeria no desaprovechó esa entrega y la besó, con suavidad,
mordiéndola con los labios y pasando una mano por la nuca de
ella, mientras que con la otra mano le acariciaba los senos.
Ximena, respondiendo a sus besos, comenzó también a acariciar
los senos de Valeria.
Segundos después, la robot se acostó sobre ella, apretándose
entre sí las tetas de ambas, mientras que sus piernas se entrelazaban.
Como si nos hubiéramos puesto de acuerdo, Jorge y yo nos levantamos,
Jorge sentándose en el borde de la cama, sobre la parte de los
pies, y yo en el piso, al costado, dejándoles toda la cama para
ellas.
Valeria se desprendió del abrazo y comenzó a besar el
cuello de Ximena, bajando por el pecho y metiéndose como si fueran
golosinas, los pezones de mi novia en la boca, chupándolos con
deleite. Ximena disfrutaba con gemidos de excitación de las caricias
de la robot, acariciando a su vez los cabellos de ella. Poco a poco
Valeria fue bajando por el vientre de Ximena, acercándose a su
pubis, con dos dedos separó los labios y con la boca a dos centímetros
miró hacia Jorge, comprobando el embeleso con que las miraba,
luego a mí, viendo la excitación que yo tenía y
finalmente se quedó mirando a Ximena. Ella estaba de ojos cerrados,
pero al sentir que nada más ocurría, los abrió
y miró hacia abajo, en donde Valeria esperaba. ¿qué?
Ambas se miraron intensamente, pero Valeria seguía separando
los labios vaginales con los dedos, con su boca a escasos tres centímetros
de ellos, sin hacer nada por acercarse, que era lo que todos esperábamos.
Ximena levantó sus caderas para entrar en contacto con Valeria,
pero ésta retrocedió, alejándose. Finalmente, mi
novia se dejó caer nuevamente, mientras Valeria le sonreía,
siempre cerca de su concha, pero sin tocarla.
Por fin Ximena pareció entender lo que esperaba Valeria y le
dijo en un susurro, al tiempo que ponía una mano en su cabeza
y la empujaba hacia su cuerpo.
– ¡Chupámela! Esta fue la señal y Valeria
comenzó a lamer el clítoris hinchado de ella, los labios
abiertos, intentando meter su lengua dentro de la concha, apretando
el clítoris con sus labios.
Ximena no resistió casi nada esos embates y en pocos segundos
estaba llegando a un impresionante orgasmo, acabando ruidosamente con
la chupada de la robot, que sin embargo no se detuvo y siguió
lamiendo su vagina, mientras que con sus manos la sostenía de
las nalgas metiendo los dedos entre ellas y tocando suavemente el culo
de Ximena.
El orgasmo que tuvo tan rápidamente fue casi de inmediato seguido
por otro, lo que me dejó asombrado, porque Ximena conmigo acababa
cuando se la chupaba, pero sólo después de varios minutos
de hacérselo.
Las manos de Valeria seguían acariciando el culo y las tetas
de Ximena, hasta que su boca se separó de la concha y comenzó
a subir, besando el cuerpo que todavía se estremecía.
Así llegó a sus tetas, las que comenzó a chuparlas
con pasión, acariciando los pezones, metiéndoselos en
la boca, lo que hacia que Ximena siguiese gimiendo de placer.
Luego sus labios siguieron camino hacia arriba, hasta que sus bocas
se volvieron a juntar, comiéndose literalmente los labios una
a la otra. En mi vida había visto dos bocas besarse con tal pasión,
en tanto que sus tetas se habían juntado nuevamente, pero ahora
Valeria tomaba las suyas y frotaba sus pezones contra los de Ximena.
Después de un par de minutos en esta tarea, Valeria se dejó
caer al costado de mi novia, a su izquierda, acostándose boca
arriba, mientras respiraba agitada.
Ambas se miraron, Valeria sonriendo, Ximena excitada y con expresión
de asombro en su rostro.
¿Te gustó? – le preguntó la robot. Maravilloso
– respondió Ximena. Todavía no terminó. No
creo que pueda hacer nada más. Todavía te falta hacer
algo – insistió Valeria. ¿Qué cosa me falta?
Valeria flexionó la pierna izquierda, levantando la rodilla y
abriéndola un poco, mostrando su concha apenas cubierta por una
pelusa, mientras se la acariciaba con una mano.
Ximena miró hacia allí y luego volvió sus ojos
al rostro de Valeria. ¿Querés que yo. ? – Ximena
dejó inconclusa la pregunta. A ellos les encantaría –
respondió señalándonos a Jorge y a mí que
nos estábamos masturbando lentamente – Pero tú eres
quien tiene que querer hacerlo.
Ximena miró a Jorge, quien demostraba a las claras su deseo,
luego a mí, que tampoco ocultaba mi excitación por esa
situación. Finalmente volvió la mirada a Valeria. ¿A
ti te gustaría que yo. ? – volvió a dejar inconclusa
su pregunta, ahora con una mirada caliente. Me gustaría. sólo
si a ti te gustase hacerlo – dijo Valeria, pasándose la
lengua por los labios.
Ximena no le respondió. Se acercó a ella y lentamente
la comenzó a besar en los labios, luego bajó a sus tetas,
chupando los pezones con evidente placer, arrancándole gemidos
a Valeria. Después de un par de minutos, su lengua y sus labios
siguieron el viaje por el cuerpo de la robot, hasta que llegó
a la concha, abierta y húmeda que la esperaba.
La lengua de Ximena comenzó a pasar por los labios vaginales,
a lamer el clítoris, acariciar las nalgas de Valeria que, máquina
o no, comenzó a gemir de placer.
Ver a mi novia chupándole la concha a otra mujer, aunque fuera
una máquina, me calentó de una manera increíble.
Mi verga ya estaba totalmente parada de nuevo y deseaba clavársela
a alguna de ellas nuevamente.
Ximena estaba con la cara enterrada entre las piernas de Valeria, arrodillada,
con la cola en alto. Jorge, que evidentemente tampoco aguantaba más
la calentura, se acercó al rostro de Valeria con su verga endurecida,
apoyándola en los labios. Ella abrió la boca y se la dejó
meter toda.
Yo decidí hacer lo mismo y también le acerqué la
verga a la boca. Ella la tomó con una mano, soltó de su
boca a Jorge y se metió la mía, sosteniendo la de Jorge
con la mano. Me chupaba un poco a mi y un poco a Jorge, lo que nos daba
un morbo espectacular, mientras que a nosotros no nos daban los ojos
para verla a ella que nos chupaba y a Ximena chupándole la concha.
Luego de que Valeria pareció llegar a otro orgasmo, nos soltó
a ambos y dirigiéndose a mí, me dijo sonriendo maliciosamente
– Tu novia está en la misma posición que estaba
yo cuando nos sorprendió. En cuatro patitas. ofreciéndose.
– y me la volvió a chupar.
Yo entendí el mensaje y cuando me la soltó, me fui a poner
a espaldas de mi novia, que dándose cuenta de lo que pasaba,
separó un poco las piernas para dejarme lugar. Primero me arrodillé
a los pies de la cama y le empecé a chupar la concha que se me
ofrecía. Luego me paré y apoyando la dura cabeza de mi
verga, se le metí de un golpe. Se escuchó un gemido ahogado
de placer, y comencé a entrar y salir de su vagina.
Valeria le seguía chupando la verga a Jorge, hasta que la soltó
y se movió a un costado, haciendo que él ocupase su lugar,
por lo que Ximena dejó de chuparla a ella para encontrarse que
tenía la verga de Jorge a centímetros de su boca, mientras
que yo le seguía dando desde atrás.
Mi novia miró hacia mí, como pidiendo permiso. Yo, mientras
seguía serruchándola muy despacio, para no acabarme tan
pronto, apenas atiné a decir:
Si quieres. hazlo.
Y por segunda vez vi a mi novia meterse la verga de mi mejor amigo en
la boca, mientras su concha recibía la mía.
Valeria quedó a un lado, masturbándose ahora, lo que nos
daba una sensación increíble de morbo y excitación.
A pesar de mi posición, veía claramente como Ximena se
tragaba prácticamente toda la verga de Jorge, mientras que con
una mano lo masturbaba. Estuvimos varios minutos así, ella de
rodillas, recibiendo mi verga por su concha desde atrás y la
de Jorge en la boca. En determinado momento, Jorge empezó a dar
muestras de que estaba por acabar, y le avisó para que lo soltara. ¡Voy
a acabar, Ximena. Voy a acabar! Pero ella no lo soltó. Siguió
chupando hasta que vi que Jorge se sacudía y gemía de
placer. Por lo que ella me dijo después, Jorge le largó
dos chorros de leche en la boca, pero por los movimientos de él
al acabar, se le salió la verga de la boca y un tercer chorro
le cayó en la cara, justo en el labio superior, dejándole
un bigotito de leche.
Esa imagen resultó demasiado fuerte para mí y sentí
que acababa, llegando al orgasmo dentro de su concha, mientras que ella
gritaba acabando también en su enésimo orgasmo.
Jorge se dejó caer en la cama, Ximena también cayó
a un costado, y yo, que apenas me podía sostener en pie, me acosté
sobre ella. Valeria mientras tanto, también se recostó
en la cama. Estábamos todos agotados de esa maratón de
sexo. Valeria se levantó y juntando toda su ropa y la de Jorge
le dijo:
Señor Jorge, ¿nos retiramos?.
Jorge se levantó y juntos salieron de mi dormitorio, mientras
que con mi novia nos empezábamos a besar suavemente.