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SuperSam (1)

Capítulo 1: Un Cambio Inesperado El verano había pasado volando, y el último año de preparatoria estaba por comenzar. Samuel, como siempre, se preparaba para enfrentarse a un nuevo ciclo escolar con la misma rutina de siempre: el anonimato entre la multitud y el ocasional empujón de algún deportista más interesado en burlarse que en aprender. Samuel no era el típico chico popular; más bien, era un observador en el gran teatro que era la vida estudiantil. Su mundo giraba en torno a los cómics, la tecnología, y las interminables discusiones sobre el último episodio de su serie favorita con su grupo de amigos. Todos en la escuela lo conocían como "el nerd" y, a pesar de su apariencia flacucha y su corte de cabello casi militar, no le molestaba demasiado. Estaba acostumbrado a pasar desapercibido, y eso le convenía. Una de las tantas cosas a las cuales Samuel solía escapar, era justamente el contacto con cualquier persona del sexo opuesto por voluntad propia, pareciera que las chicas le causaban una especie de miedo o ansiedad.  Sin embargo, todo cambió un día en el laboratorio de ciencias. Era una tarde calurosa, y la clase de química estaba más animada de lo usual. El profesor, un hombre de barba canosa y lentes gruesos, explicaba la importancia de las medidas de seguridad mientras realizaban un experimento con una mezcla de compuestos volátiles. Samuel, siempre curioso, estaba concentrado en sus notas cuando de repente, un fuerte estallido llenó el aire. La mezcla había reaccionado de forma inesperada, lanzando al aire un polvo brillante que cubrió a Samuel de pies a cabeza. Los estudiantes gritaron y se apartaron mientras el profesor, aturdido, intentaba controlar la situación. Al final, solo fue un susto, pero Samuel notó que algo extraño le pasaba: una ligera vibración recorría su piel, como si algo en su interior hubiera despertado. Al día siguiente, en clase de matemáticas, el profesor anunció los grupos de estudio para el próximo proyecto. Samuel fue emparejado con Ashley, la chica más popular de la escuela. Ashley era el tipo de chica que todos admiraban desde lejos: rubia, atlética, con unos ojos verdosos que brillaban como esmeraldas al sol. Sus pechos grandes y turgentes eran del tamaño de dos grandes melones, su culo también era enorme, una belleza en toda su expresión. Era una animadora destacada y la novia del capitán del equipo de fútbol. Para Samuel, trabajar con Ashley era más una tarea titánica que un privilegio. No es que ella fuera desagradable, pero su mundo parecía tan distante al de él que la simple idea de hablarle lo ponía nervioso. Sin embargo, cuando se sentaron juntos por primera vez en la biblioteca para estudiar, notó algo diferente en ella. —Hola, Samuel —dijo Ashley, sonriendo mientras se acomodaba en su asiento. Él la miró, confundido, esperando una burla oculta. Pero no había nada más que una genuina curiosidad en su mirada. —Hola, Ashley —respondió Samuel, intentando sonar casual. A medida que pasaban las horas, Samuel se dio cuenta de que Ashley estaba cada vez más atenta, inclinándose un poco más cerca de él, sus ojos siguiendo cada movimiento suyo. Había algo en su comportamiento que lo desconcertaba. Nunca antes había sentido que alguien, y mucho menos Ashley, pudiera estar interesada en lo que decía. Ashley, por su parte, no entendía por qué de repente se sentía atraída por él. Algo en su aroma, una calidez que no podía definir, la hacía querer permanecer a su lado. Cuando sus miradas se cruzaron, sintió un escalofrío que recorrió su espalda. El "nerd" de la escuela, de repente, le parecía… guapo. Las horas en la biblioteca pasaron rápidamente, entre risas y cálculos matemáticos. Ashley se sorprendió a sí misma sonriendo más de lo habitual, y su mirada se posaba en Samuel cada vez que él explicaba un concepto complicado con una claridad que la fascinaba. Samuel, a su vez, se sentía diferente; había una confianza renovada en su voz, un deseo de impresionar que nunca antes había experimentado. Al final de la sesión de estudio, Samuel se despidió de Ashley, aún perplejo por la extraña interacción. Mientras caminaba hacia su casa, reflexionaba sobre lo ocurrido. Había algo que había cambiado en él, algo que no podía entender. ¿Podría ser el accidente en el laboratorio? ¿Algo en aquel polvo brillante había alterado su presencia? Esa noche, antes de dormir, Samuel contempló su reflejo en el espejo. Sus pensamientos eran un torbellino, pero una cosa era clara: el mundo a su alrededor estaba cambiando, y él también. Mientras se deslizaba bajo las sábanas, una nueva sensación de confianza comenzó a florecer en su interior. Quizás, solo quizás, este año sería diferente. Durante las siguientes semanas, Samuel notó cambios sutiles a su alrededor. En la cafetería, las chicas que solían ignorarlo ahora le dirigían sonrisas tímidas. En los pasillos, las miradas que antes eran de burla ahora parecían contener un matiz de interés. Incluso sus amigos comenzaron a notar la atención que recibía, aunque ninguno lograba entender por qué. En clase de historia, al final de la semana, una de las compañeras de Ashley, Nicole, una chica conocida por ser reservada y poco dada a hablar con chicos como Samuel, se acercó a él al final de la clase. —Samuel, ¿te importaría ayudarme con el proyecto de historia? —preguntó, sus mejillas sonrojándose ligeramente. Samuel, sorprendido por la petición, asintió. —Claro, Nicole. ¿Cuándo te gustaría quedar para estudiar? —respondió él, tratando de no parecer demasiado sorprendido. Mientras acordaban una hora, Samuel no podía dejar de preguntarse qué estaba pasando. Antes, era impensable que alguien como Nicole o Ashley se interesara por él. Algo en él había cambiado, y aunque no entendía del todo por qué, empezaba a disfrutar la atención. A pesar de todo, había una parte de Samuel que se mantenía cautelosa. Sabía que el cambio había comenzado con el accidente en el laboratorio, pero no tenía idea de las implicaciones que esto podría tener a largo plazo. Decidió que era hora de investigar más sobre lo que había ocurrido aquel día. Esa noche, se sumergió en la búsqueda de información sobre los componentes del experimento que había explotado en el laboratorio. Buscó en internet, revisó libros de química en la biblioteca de su padre, un exprofesor universitario, y se hizo una lista de posibles efectos secundarios que podrían haber influido en su situación actual. Mientras pasaban las horas, una teoría comenzó a formarse en su mente: ¿y si el compuesto había alterado algo en su cuerpo, liberando feromonas que influían en las personas a su alrededor? La idea era descabellada, pero cuanto más lo pensaba, más sentido tenía. Quizás había descubierto, por accidente, una manera de ser más atractivo para los demás. Aunque la idea era emocionante, Samuel sabía que debía ser cuidadoso. No quería usar esta nueva habilidad de manera irresponsable. Al fin y al cabo, lo que realmente anhelaba era una conexión genuina, no solo la atención superficial que parecía estar recibiendo. Con un suspiro, cerró su laptop y se acostó en su cama, mirando al techo. La noche era silenciosa, pero su mente seguía activa, llena de posibilidades y preguntas sin respuesta. Mientras cerraba los ojos, una determinación se asentó en su interior: aprovecharía este año para entender qué le había pasado, y quizás, en el proceso, descubriría más sobre sí mismo y sobre el mundo que lo rodeaba. Durante el fin de semana, la curiosidad de Samuel creció. Quería entender más sobre sus nuevas habilidades y hasta dónde llegaban sus efectos. Aunque la atención que recibía de sus compañeras de clase era halagadora, sentía la necesidad de probar su teoría en un entorno diferente. El sábado por la tarde, Samuel decidió dar un paseo por el parque cercano a su casa. El sol estaba a punto de ocultarse y el aire estaba impregnado del aroma de las flores de verano. Era el lugar perfecto para observar y quizás, experimentar un poco con sus poderes recién descubiertos. Mientras caminaba por el sendero principal, se encontró con una chica que solía ver de vez en cuando en el parque. Era una vagabunda que siempre estaba en la misma banca, rodeada de una colección de bolsas y pertenencias. Su ropa estaba gastada, y su cabello castaño oscuro caía desordenadamente sobre sus hombros. Tenía una mirada pensativa y distante, como si el mundo a su alrededor no existiera. Samuel sintió una mezcla de nervios y emoción. Sabía que la situación era delicada, pero también era una oportunidad para probar su teoría en un entorno diferente. Se acercó a ella con cautela, intentando parecer amistoso y genuino. —Hola —dijo Samuel, deteniéndose a unos pasos de ella—. ¿Te importa si me siento aquí? La chica levantó la mirada, sorprendida de que alguien le hablara. Sus ojos, de un marrón profundo, se fijaron en los de Samuel con una mezcla de desconfianza y curiosidad. —Claro, si quieres —respondió ella finalmente, haciendo un gesto hacia el espacio vacío en la banca. Samuel se sentó y, después de un momento de silencio incómodo, comenzó a hablar. —Me llamo Samuel. Te he visto por aquí algunas veces. ¿Vives cerca? —preguntó, intentando iniciar una conversación. La chica lo observó por un momento antes de responder. —Soy Zoe. Y, bueno, no diría que vivo aquí, pero paso mucho tiempo en el parque —dijo, encogiéndose de hombros. A medida que conversaban, Samuel notó un cambio sutil en Zoe. Al principio, parecía retraída y poco interesada, pero a medida que pasaban los minutos, comenzó a mostrarse más abierta y relajada. De pronto Samuel decidió colocar su mano en la oreja de Zoe para retirar el cabello que la cubría, en ese instante Zoe sintió como que su cabeza se nublaba los pensamientos se perdían y se sentía como drogada, no podía decir que no a ninguna petición, sin saber por qué se empezaba a excitar y a mojar completamente, no podía dejar de pensar en Samuel, a pesar de no conocerlo sentía que lo amaba desde siempre, que siempre había sido su amor platónico.  Conforme la conversación avanzaba, Samuel decidió dar un paso más. —¿Te gustaría dar un paseo conmigo? El parque es hermoso en esta época del año —propuso, su voz calmada y confiada. Para su sorpresa, Zoe sonrió y asintió. —Sí, me encantaría —dijo con la mirada como si fuera zombi, levantándose de la banca, sin pensar en sus cosas ni nada, comenzó a seguir a Samuel, con cada movimiento más sentía su vagina húmeda.  Samuel caminaba tranquilamente junto a Zoe, disfrutando de la oscuridad que empezaba a caer en el parque. Zoe se encontraba en una especie de trance, sin prestar atención a lo que mencionaba Samuel, solo quería estar cercad de él, y sentía su vagina cada vez más caliente. De repente, Samuel decidió hacer una pregunta que hizo a Zoe detenerse en seco. -¿Alguna vez has hecho sexo oral con alguien?-, preguntó con un tono curioso; ella no era consiente de lo que estaban hablando, ni como había llegado a esa pregunta tan directa.  Zoe se quedó pensando por unos instantes antes de responder con un sonido débil. -N-n-no, nunca- estuvo al borde de decir, pero algo la  obligo a callar y dejar que Samuel supiera su respuesta por sí mismo. Sin saber por qué ella empujó lentamente a Samuel contra un árbol, se puso de rodillas y desabrocho el pantalón del chico para dejar su verga expuesta.   -¿Qué haces?-, preguntó con un tono débil, pero antes de que pudiera terminar la frase, la chica se acercó más a Samuel y comenzó a besar su piel, lamiendo cada centímetro. Su respiración era rápida y superficial, como si estuviera preparándose para algo grande. Sus ojos se encontraron con los de Samuel, que apenas podía creer lo que estaba sucediendo. Samuel cerró los ojos y permitió que Zoe continuara su trabajo. El toque de sus labios fue como una explosión de sensaciones. La lengua de la chica era áspera pero agradable, explorando cada centímetro de la verga de Samuel con habilidad.   La joven se movía de arriba a abajo, lamiendo y chupando la carne del chico con ansias. Cada movimiento era más intenso que el anterior, como si Zoe estuviera tratando de tragarse de un solo bocado profundo su verga.  Samuel estaba cerca del clímax, pero justo cuando eyaculo por primera vez, creía que iba a explotar, Zoe se detuvo bruscamente mientras succionaba cada gota de semen. La joven levantó la cabeza y miró directamente a Samuel con una sonrisa traviesa en sus labios Sin esperar más, Samuel le pidió que se quitara la ropa, y ella lo hizo sin pensarlo dos veces. Samuel apenas tenía tiempo para registrarse el momento cuando Zoe se acercaba a él nuevamente. Su mirada fija en sus ojos mientras comenzaba a quitarse la camiseta, la figura debajo de la ropa harapienta era de una chica muy delgada casi en los huesos que hacía notar todas sus costillas. Samuel apenas podía creer lo que pasaba. No entendía por qué tenía tanta influencia sobre la joven, pero no iba a dejar pasar la oportunidad. Así que dejó que Zoe continuara su trabajo mientras él cerraba los ojos y disfrutaba del momento. Pero justo cuando creía que podía llegar al clímax nuevamente, Zoe se detuvo bruscamente al escuchar una risa lejana. Samuel abrió los ojos para ver lo que pasaba, pero ya era demasiado tarde. El joven había notado a dos personas que se acercaban hacia ellos y comenzó a correr sin pensarlo, dejando medio desnuda detrás de sí a Zoe. Mientras corría se iba subiendo los pantalones, sin entender todo lo que había sucedido y porque ella había accedido sin apenas saber de la existencia de Samuel.  Samuel regresaba a casa, sus pensamientos eran un torbellino de ideas y preguntas. Sabía que el camino por delante sería complejo, pero también emocionante. Al fin y al cabo, estaba apenas comenzando a descubrir quién era realmente y el impacto que podía tener en el mundo que lo rodeaba.   Continuará…  Los siguientes capítulos de esta serie ya está disponible en Patreon. Aquí lo subiré quincenalmente. Pueden encontrar el link de mi Patreon en mi perfil.
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