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Me dirigía al salón de clases, cuando el profe-prever me detuvo.
- Señorita Vargas, ¿cómo esta? Salió corriendo del salón como espanda. -
Estaba parada en frente de mi profesor, note como recorría cada parte de mi cuerpo, agache mi cabeza y clave la mirada al piso, dejando que me inspeccionara a su gusto.
- Perdón profesor, tuve que ir urgente al baño, pero estoy bien. - Dije con vos entrecortada.
- Bueno, estaba preocupado. Por cierto, veo que te cambiaste, esta te queda mejor. Yo diría que la pollera podría ir mas arriba. –
Acto reflejo tomé el borde de la falda y le hice dos dobles levantándola un poco más. Lo miré y vi su acara de aprobación.
- Ahora ve y disfruta el recreo que es un magnifico día. – Lo dijo señalando el patio.
Tome dirección a los canteros pegado a uno de los muros laterales, suelo sentarme allí recostando mi espalda contra los fríos ladrillos y escuchando música. Me senté, subí mis pies dentro del cantero me recosté y cerré los ojos dejándome llevar por esa música deprimente, intentando olvidar todo.
Estaba con una de mis piernas totalmente estirada dentro del cantero y la otra flexionada, con una pollera que no me tapaba ni el muslo. Cuando abrí los ojos estaban dos niños deleitándose con mi entrepierna, me sentí tan sucia que no pude contener una lagrima. Era solo el inicio.
Segunda hora, inglés, una profesora mala, nunca la entendíamos, ni ella misma, siempre estaba cambiando todos los ejercicios. Me la llevaba… Sentí vibrar el móvil.
En esta clase tu prenda es que vallas al escritorio de la profe, te tires y doble una de tus rodillas, quédate en esa pose hasta que te termine de explicar tienes el primer medio modulo para lograrlo, sino jugaremos en el recreo. Sabre si no lo cumples.
Mire mis apuntes, todas mis notas se me cruzaban, en mi cabeza estaba ese WhatsApp. Sin embargo, no tenía las fuerzas para cumplí… el tiempo paso…
Por ser desobediente tendrás tu castigo, sal ultima al recreo.
Sonó la campana que daba inicio al segundo recreo, los chicos salen corriendo, como cuando se abre el corral a los caballos salvajes. Las chicas plástico del salón todas coquetas, caminabas como por una alfombra roja. Al final todos salieron, esperé unos minutos y salí; no sabia que esperar, por mis venas corría el miedo y la desesperanza, quería correr y esconderme bajo mis mantas, como cuando era niña y me escondía de los monstruos.
Llegue al patio, todos reían, miraban sorprendidos hacia el mástil de la bandera. Dirigí mi vista y vi colgado allá arriba a mi corpiño, ese que me saqué en el recreo anterior. Cuando estaba por volver al salón mi móvil vibro.
EL juego del recreo es encontrar quien no lleva sostén, el premio es el pack de la chica y un video masturbándose diciendo el nombre del ganador. Ahora tu trabajo es pasearte por todo el patio en este recreo y en la hora de clase hacer el pack y el video en el baño de hombres, si no lo haces ya sabes que pasara. Ahora ve y disfruta del recreo.
Entre a caminar, con la vista baja y la música a todo volumen, mis manos pegadas al costado cuerpo, dejando mis pechos sin tapar, a ver quien descubría que el sostén que acababan de bajar es mío.
Mientras caminaba pensaba en como me metí en eso, en como dejé que me controlara ese amo-sádico. Lo más raro es como todo eso me estaba excitando y enganchado, aunque me sentía llena de vergüenza, sucia y con ganas de desapareces. En eso sonó el timbre para entrar a clase.
La segunda parte, ve al baño de hombres sácate 10 fotos desnudas y al final el video masturbándote hasta correrte, antes de empezar a filmar di: “Para el Samurái Recargado por encontrarme”, corre no querrás que alguien te encuentre.
Pedí permiso para ir al baño, tuve que fingir para que me dejen.
Llegue al baño, por suerte no había nadie, me desnude. Empecé a tomar algunas fotos en frente del espejo de frente, de costado, de mi culo. Abrí mi vagina y tomé otra, continúe hasta las 10 fotos. Fui a uno de los váteres, me senté en el inodoro, encendí la cámara y enfocando mi rostro dije: “Para el Samurái Recargado por encontrarme” lo más sensual que pude, mientras chupaba dos dedos, después los llevé a mi concha siguiéndome con mi celu. Me empecé a masturbar. Como lo hacíamos en línea, gemía lo suficientemente fuerte para que se me escuche. A veces tomaba un plano desde abajo de abajo, dejando ver mi cara llena de excitación. Se escuchaba el chas, chas característico de los dedos humedeciéndose con los fluidos de mi vagina. No aguante mucho, todo lo vivido en el día me tenia super cachonda.
Justo en ese momento entro un pendejo. Fue hasta donde estaba guiado por los gemidos, me miro con grandes ojos y la boca llena de baba, no podía creer lo que estaba contemplando… Acabe y para acabar el video, miré a ese chico y dije: “Espero lo hayas disfrutado Samurái Recargado”.
Corte, me puse la pollera y la remera mientras miraba este intruso, o era yo la intrusa desnuda en el baño de chicos. Y me fui al salón. Ahí mande las fotos y el video.
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