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Categoría: Confesiones

Sueño de Amor

Aun hoy; cuando pasaron los años recuerdo aquellas mujeres extraordinarias que irrumpieron en mi vida, que me forjaron, me despojaron de celos, de envidias, de maldad. Aquellas que con paciencia y amor me hicieron comprender la igualdad entre el hombre y la mujer. Aquellas que marcaron a fuego la felicidad, el dolor, la sensibilidad, la soledad, la muerte del amor de tanto usarlo. Para todas ellas y para millones de mujeres quiero contarles una historia. Una historia simplemente de AMOR.

Una noche estaba sentado en la terraza del penthouse en la marina de Aventura en Miami, mirando las luces de los barcos que pasaban a corta distancia y la entrada y salida de costosos automóviles del enorme Condominio que cruzando ese brazo del mar se levantaba frente al nuestro. Todo estaba en calma y en silencio, una brisa suave movía como acariciando las flores de los canteros. La luna parecía estar casi al alcance de la mano y su luz iluminaba todo. Tenia los audífonos puestos escuchando las canciones de Rocío Jurado. Sin embargo no estaba bien, me encontraba decaído, escuchando con tristeza la música y las letras de las canciones que parecían haber sido escritos para mí, que me traían tantos y dolorosos recuerdos. A la vez estaba extrañamente inquieto. Los temas fueron pasando hasta que en un momento las lagrimas comenzaron a rodar por mis mejillas hasta convertirse en un prolongado llanto. Y así, de pronto una poderosa fuerza se instalo en mi corazón, en un fenómeno inexplicable que me llevo en el tiempo frente la computadora, mirando profundamente la pantalla tratando de entender los misterios que contiene. Todo es silencio. Acaso solo roto por el leve sonido de los ventiladores de la PC. Con una expresión de tranquilidad, de saber que estoy buscando mis dedos comienzan a moverse sobre el teclado. Primero entrando a un buscador y luego a una pagina que había hecho años atrás y que nunca fue borrada. ¿Cómo recordaba el alias y el pasword? Automáticamente entre al Correo donde una luz colorada titilaba señalando un mensaje. Lo abro y leo:
“ Acabo de leer el hermoso poema que me has enviado y realmente quiero
agradecerte por hacer que a través de ti pueda exteriorizar de mejor
Manera lo que siento.
A pesar de que no me conoces ni yo a ti, creo que con tus experiencias
conoces a la mujer en su forma pura, natural, lo que hace que muchas
Como yo consideren lo mismo de tu lectura. Me encantaría encontrarme contigo, tus palabras son
Cautivantes y se han convertido en una especie de afición. Mañana voy a estar en Ocean Drive en el Café Milano a las 20 horas exactamente en la mesa 9. Espero verte. Besos”
...
Y al despuntar el día,
En medio de una dicha casi amarga
Por el poco tiempo transcurrido
Y el paso veloz de aquellas horas.

Fui tuya anoche, me dijiste
Mas allá del silencio y la penumbra
Me sentí como nunca, y tome tu aliento
Lejos de viejos temores infundados.

Me empape con tu cuerpo
Y estuve sola anoche,
Y en medio del tumulto
Me atraparon tus caricias.

Y me envolvió tu aroma...
Y fui tan libre, libre
Como aquella paloma
Que en el campo anida.

Y te entregue mi vida,
Y me quede desnuda
Y te conté mis dudas,
Mis miedos, mi osadía.

Si, fui yo misma anoche
Sin sombras, ni palabras
Pequeña y entregada
Buscando tu morada.

Y cobijaste mi angustia
Y fui yo misma anoche,
Tan mustia y aterida
Como el invierno frío.

Y me dormí en tus brazos
Soñando con juegos infantiles
Sin olvidar que tu me distes
Una noche de amor en libertad.
07-03-98

Un escalofrío recorrió mi cuerpo, me quede absorto sintiendo una angustia que hacia mucho tiempo no sentía. Viejos fantasmas olvidados volvieron a mi mente, misterios de otros tiempos que siempre me acecharon. Situaciones extrañas, únicas, anuncios prematuros de hechos que están por suceder.
¿Cómo pude recordar aquella pagina olvidada de la Web? Si hacia escasas horas que había llegado del Brasil, y estaba ansioso por caminar las playas de Miami, tomar un café en Coral Gable, pasear por Coconout grove, ver a mis amigos.
Habían pasado justamente cuatro años desde aquella invitación que nunca había leído. Cada palabra que dice se empieza a dibujar en mi mente buscando una explicación. ¡Cómo llega esa poesía a sus manos si la escribí en el 99!
Las horas pasan y mi inquietud aumenta, no puedo borrar aquellas palabras, y me afano inútilmente por recordar las fechas. El aire de la noche llena mis pulmones y la fragancia de las flores la terraza.
Un aletear de alas me vuelven a la realidad y veo posarse sobre la baranda a una gaviota blanca que se queda mirándome fijamente. Una atracción que nunca podré explicar y un deseo que se abre paso en mi mente con fuerza, me impulsan a cerrar la casa. Bajar ansioso a planta baja buscando mi coche y salir rumbo a Miami South.
Llego al café y Alejandro el dueño se acerca y me dice; Marcos tiene la mesa 9 reservada. Le pregunto ¿No puede ser porque acabo de llegar del Brasil? Me mira, se encoge de hombros y se retira hasta el fondo del café mientras se da vuelta cada tanto para mirarme. Me siento en la mesa sin dejar de saludar a los incontables amigos.
De pronto una mujer se para delante y me extiende la mano diciéndome ¡ Hola Marcos! ¿Cómo estas? Te espere mucho tiempo porque quería conocerte. Se sentó con una seguridad y un aplomo que denunciaba su carácter y una tremenda personalidad. No salía de mi asombro, no alcanzaba articular palabra alguna. Solo el contemplarla dañaba mis ojos su hermosura, su cuerpo apenas oculto tras una traje de seda gris perla, dejaban ver sus formas esculturales. Pero sus ojos me atraían por la intensidad de su mirada y sus labios perfectos se movían al compás de cada palabra como la danza de las olas en el mar. No escuchaba nada, absorto seguía los movimientos de sus manos que como por arte de magia desaparecían en el aire, para volver aparecer frente a mis ojos como si quisieran acariciar mi rostro.
¡Ella quería escucharme, conocerme! Así me vi envuelto en el relato de mi vida que jamás había contado. Desfilaron mis luchas por la libertad, por los humildes, por los pobres más pobres. Por mis sueños de igualdad de credos, de razas y religión. Preguntándole o preguntándome ¿Por qué aun estoy vivo y mis compañeros muertos? Ella tomo mis manos con las suyas y mirándome fijamente dijo: ¡Marcos! La sencillez de tu carisma, la humanidad que guardas y el dolor de los necesitados hicieron de ti un hombre al cual mujeres extraordinarias te dejaron sus experiencias para que sepas como es el amor, lo que significa en la vida de las personas, en la caridad y el perdón y en respetar nuestros sueños, que son los sueños de todas las mujeres de este mundo.
Todo en ella emanaba una aureola de enorme bondad, confiada de sí misma y una enorme autoridad. Yo estaba perplejo, sin pronunciar palabra alguna. Soltó mis manos, se levanto, me dijo su nombre ¡Salome! Y se fue...
Paso el tiempo y no podía borrar de mi mente los recuerdos de aquella noche. Noches enteras me quedaba en la terraza esperando ver a la gaviota o tratando de recordar su rostro que parecía esfumarse de tanto en tanto. Me acostumbre a vivir en soledad. Deje que ella entrara a mi vida y se instalara en mi corazón para calmar al menos los recuerdos de aquella mujer que había perturbado mi alma para siempre.
Salía muy poco de casa, pero a veces solía ir a comer al restaurante Carpaccio en Bal Harbour. Una noche me senté como de costumbre mirando a la avenida Collins, contemplando las enormes palmeras que dejaban caer sus ramas como racimos y las blancas flores al pie de cada una de ellas que eran regadas por el agua que se deslizaba desde una fuente iluminada a giorno, una música romántica se dejaba oír pese al sonido del trafico de la avenida.
¡Hola Marcos!
Me sobresalte ¡Hola! Alcance a balbucear.
No se como, pero ella me había encontrado, estaba frente a mí que desconcertado no alcanzaba a explicarme como me hallo después de tantos meses y como sabia que estaría en ese restaurante. Una mirada de tranquilidad se hallaba en sus ojos pero con cierta picardía. Una tranquilidad que rayaba en la arrogancia. Se notaba segura de sí misma, invulnerable. Nos miramos por mas de 5 minutos sin pronunciar palabra alguna. No era una mirada de desafío ni mucho menos de pasión, era una mirada entre dos personas que al parecer tenían años conociéndose y se reencontraban nuevamente.
De pronto, dijo ¿cómo estas? -aun sorprendido le digo - bien ¿y vos?- Me respondió; tomando esta linda oportunidad para conocerte, para conocer mas de ti... . ¿Sabes? Me resulta muy difícil encontrarme contigo, requiere un gran esfuerzo, pero ya paso. Y con un chasquido de los dedos llamo al mozo que presuroso llego para atenderla... ¡Traiga una botella de agua mineral sin gas para el señor y para mi una copa de vino Borgoña al natural! Al retirarse el mozo me dice, lo aclaro así porque los americanos le echan hielo al vino. ¿Cómo sabia lo que acostumbro a tomar?... Sonreí y nos pusimos a conversar sobre lugares y tierras lejanas que ambos conocíamos. El mozo le sirvió el vaso de vino y a mí el agua en un vaso cargado de hielo. Su boca se deslizaba sobre el borde de la copa sensualmente mientras me miraba fijamente. Su mirada con un leve destello en los ojos seguía escrutando mi rostro, como queriendo entrar en mis entrañas mientras conversaba. Sus labios jugaban a veces en su boca detrás de una sonrisa y otras de una inmensa ternura que me llenaba el alma
Conversábamos sobre mi vida pero no sobre la suya. Sabia que una mujer cuando no habla de su vida es porque esta tratando de encontrar la manera de saber en quien confiar, son muy reservadas. Las horas fueron pasando veloces sin darnos cuenta mientras nuestras miradas se confundían en sus destellos, con ese brillo de la paz y la armonía por estar juntos. Hablamos hasta el cansancio de mí, de política, de metafísica, de la vida después de la vida. Combinando nuestros puntos en común de aquellos que nos separaba y de los que nos unía. De cómo había sido hasta ese día mi vida. Fue una noche inolvidable, de un encuentro de dos seres que se complementaban, sabiendo que todo lo que hablaba era captado por ella.
Ella sin más, me toma de la barbilla, subió mi rostro al nivel del suyo y dijo - Corazón ¡No bajes la mirada! Así no puedo ver tus ojos que me enloquecen y sonriéndome con la seguridad que siempre notaba en ella comento - ¡Sabes, siempre te he amado! No me preguntes nada ni te preocupes, todo esta bien
Entonces tome su rostro entre mis manos y lentamente bese esos labios y mi lengua busco la suya. Su boca se abrió mágicamente y el destello de sus dientes brilló entre la penumbra, bese sus ojos, su frente sus orejas sus mejillas y baje hasta su cuello. Sentí su aroma, el perfume de mujer, de Reina y de Diosa. Su perfume me embriagaba, sentía sus labios sobre los míos. Su ternura era inmensa. Nuestros labios se acariciaban. Jamás había besado así y nunca sentí tantas ansias y tanto amor mirándome.
La abracé, sin necesidad de ser un abrazo erótico, sensual o carnal. Para eso habría tiempo, solo esta primera oportunidad tenia la necesidad imperiosa de sentir su aroma, su piel y su calor. Nos abrazamos, nos dejamos sentir, pose mi mano sobre su muslo derecho. Era la forma de decirle que era suyo, era la forma de indicarle que era feliz. Al sentir el contacto de mi mano se estremeció, volvió a mirarme profundamente a los ojos y me dijo: ¡Perdóname! Pero no puede ser... se levanto y se fue.
Pasaron mas de 2 meses sin verla, me estaba muriendo, estaba desesperado. Una noche sonó el teléfono muy tarde. Era ella que me invitaba la noche siguiente a cenar en el hotel Intercontinental en el centro de la ciudad y a orillas del mar. ¡ Cómo palpitaba mi corazón! Me imaginaba tantas cosas y a la vez tenia tanto miedo. ¿Por qué esa llamada sin ninguna explicación? ¿Qué misterio había en su vida?
Al llegar a lo mas alto del puente donde se divisa el perfil de la ciudad y se ve el hotel iluminado con las banderas de todos los países sacudidas por el viento, una repentina paz se apodero de mí. Una sensación de confianza en Dios, Él era el dueño de mi destino y este estaba en sus manos. Al caminar hacia ella contemplaba aquel rostro que estaba grabado en mi alma, nuestras miradas se encontraron y naturalmente como si nos hubiéramos visto horas antes murmure ¡Hola! No contesto, solo me miraba, cenamos casi sin hablarnos, solo mirándonos, yo pensaba bien cada palabra antes de decirla por temor a incomodarla. Ella seguía mirándome fijamente hasta que sus labios se abrieron para decir ¿Marcos, mi vida? Me has hecho mucha falta, todo este tiempo lo pase pensando en ti. No te olvido ni un instante, pero estoy muy confundida y no quiero herir a nadie... Sus palabras trasuntaban una enorme tristeza que unido al brillo de sus ojos dejaban caer las perlas que brotaban de ellos.
¡ No puedo verte mas! Estas causando un daño profundo en mi. No supe controlarme y te alojaste para siempre en mi vida. Discúlpame pero no puedo contarte más. Tomo mi rostro nuevamente entre sus manos y dijo. ¡Te amo! No puedes saber como te amo, pero si puedes entender esto. ¡ Soy tuya para siempre, pero no hoy, ni mañana! ¡Vamos! Sonríe que quiero llevarme esa sonrisa que me cautivo y no digas nada. No puedo escucharte, me estoy haciendo mucho daño. Mis ojos no alcanzaban a verla en su totalidad porque las lagrimas se me escapaban furtivamente. Solo sentí un suave beso sobre mis mejillas y el calor de sus manos dejándome una caricia. La vi marcharse sin volverse, la vi hermosa como en todos los sueños de los que aman. Vi sus cabellos al viento y como se volvían las flores a su paso saludándola, las palmeras se inclinaban y la luna por un instante dejo caer un rayo de su luz para alumbrarle el camino del adiós.
Estaba aturdido, confundido pero no dolorido. Algo en mi interior me decía ¡espera, espera!
El mozo me trae la cuenta, una copa de champagne invitación de la casa y observando mi llanto dice ¿Perdón señor? Su mujer es como un sueño de hermosa y se nota claramente que esta perdidamente enamorada de Vd.
¡Es muy afortunado!
Subí a mi coche pensando en las palabras del mozo como deseando que fueran verdad. Pero estaba destrozado, mi corazón parecía que iba a dejar de palpitar en cualquier instante, las lagrimas corrían por mi rostro sin contención y unos leves gemidos escapaban de mi boca. Quería gritar, gritar con toda el alma ¡NOOOOOO! ¡NOOOOO!
¡Mi Dios porque, porque!
Al pasar el puente y bajando hacia el boulevard me detuve frente a la Iglesia de San Patricio, que estaba abierta.
Todo era quietud y silencio, las velas ardían sobre el altar iluminando las estatuas que formaban mil figuras. En el centro esta Jesús crucificado. Me arrodille y recé, hable con Él y poco a poco un sopor me fue invadiendo. No sé cuanto tiempo transcurrió, las 11 campanadas de la iglesia anunciando la hora me hicieron reaccionar. El deseo de estar en casa me llevo rápidamente hasta el auto. Esos pocos kilómetros despejaron mi mente, estaba en paz.
Al llegar, luego de estacionar camine hasta el ascensor y al bajar frente al penthouse y levantar la vista... allí estaba sentada en el umbral de la puerta con sus piernas cruzadas, que al verme rápidamente se levanto para arrojarse en mis brazos y decirme ¡No puedo mas! ¡Soy tuya, tuya para siempre desde hoy! La bese y con el pie cerré la puerta de calle. No podía dejar de mirarla. No hacían falta las palabras, nuestras miradas lo decían todo mientras el equipo de música se había encendido automáticamente, y mi canción preferida “Quiero morir junto a ti” de Nana Mouskouri comenzó a sonar. Ella escucha el sonido y tomándome de la mano lentamente me llevo frente al equipo escuchando la canción. La tome de la cintura por detrás y le dije ¡Si, es cierto quiero morir junto a ti! Acaricie su cuello con mis labios mientras mis manos acariciaban sus pechos. Ella se volvió para con pequeños besos humedecer mi boca. Mordí sus labios tiernamente y bese posteriormente sus orejas y su cuello. No habría los ojos, solo se limitaba a sentir como mi boca la recorría. Mis dedos acostumbrados y prácticos le quitaron el vestido para poco a poco desnudarla completamente. Su rosada lengua humedecía sus labios y su respiración se había entrecortado, leves gemidos salían de su boca cuando mis manos se cerraron sobre sus pechos. Sus pezones estaban totalmente duros indicándome el deseo que la abrazaba.
Su vientre blanco se podía notar con fantástica hermosura. Mi boca buscaba como un niño sus pechos y podía sentir la tibieza de su estomago, los movimientos palpitantes de su vientre y la sangre correr por sus venas. Con una mano acariciaba mi espalda y con la otra peinaba mis cabellos con furia al sentir mis labios en el vientre.
Aun guardo en la memoria su espléndida figura, mientras mis labios viajaban hacia su vientre perfecto, con un ombligo soñado, una piel como una rosa blanca hasta llegar a su entrepierna y dejar mi aliento caliente en ella. La reacción de sus muslos fue erizarse, abriéndose totalmente cual flor prohibida brindándome sus húmedos labios y su clítoris. Con los cuales jugué por largo rato con mis dedos y mi lengua. Que hermosa es la vagina de la mujer que amas, que gozo es ver la satisfacción en su cara, la sonrisa picara y los gestos de su boca. Sus ojos se abrían y cerraban prisioneros de la pasión que la abrazaba mientras se acariciaba dulcemente su vagina. La abrazo por atrás y la empiezo a besar por la nuca, bajando lentamente por la espalda hasta llegar a sus nalgas, las muerdo, las beso, las acaricio. Ella solo me deja hacer. Me doy vuelta y frente a frente la beso, ignorando sus senos que tanto necesitaban mi boca, la beso de la cabeza a los pies, no deje un solo centímetro sin besarla, al quitarle los zapatos beso también la planta del pie y el talón. Sentía que desfallecía con cada caricia y que iba llegando esa sensación tan placentera que solo las mujeres pueden transmitir antes del orgasmo. Cuando llego lo recibí con mi boca en su entrepierna, gozando sus flujos que con inmenso amor me regalaba como una ofrenda a los dioses. Sigo otra vez mordiendo sus pechos desafiantes que se muestran tentadores a mi boca, sintiendo tiernamente como sus pezones respondían poniéndose aun más duros. Continuo bajando pero con pequeños mordiscos hasta el ombligo y volvía a subir a sus senos, no quería bajar aun sabiendo que esperaba totalmente excitada. Gemía de placer y mi verga estaba a punto de estallar, tampoco me importaba si mis vecinos escuchaban. Solo sentía como agarraba mi nuca y apretaba mi cara para que no sacara mi lengua de su vagina, sentía las convulsiones, sentía sus gemidos y frases entrecortadas ¡Me muero, me muero! Hazme nacer por favor. ¡Toma mi sangre, bebe de ella!
¡Y bebí otra vez. En aquel momento me hubiera bastado contemplarla durante toda una eternidad. La deseaba enormemente, pero la visión de su cuerpo desnudo no me provocaba el mismo sentimiento ni urgencia en satisfacer mi apetito, sino una ternura en la que el acto sexual solo era, debía ser, la culminación de la entrega del uno y del otro, y ella se ofrecía enteramente.
Aparte mi boca y me levante, la coloque sobre su espalda y sin dejar de verla, la penetre con lentos movimientos de cintura. Sus piernas se abrieron como una flor y sus caderas rápidamente bajaron para acoplarse a mi abdomen y pegar mi cuerpo al de ella. Me arqueaba para besar sus pechos, con mi mano derecha tomaba su cabello y con pasión tiraba de él haciendo que su cuello se estiraba para poder besarla.
Luego di vuelta su cuerpo y la coloque boca abajo. Bese su espalda, su cintura, con mis labios y con mi lengua. Con mi boca y mis dientes entre en sus glúteos enloquecido de todo lo que estaba haciendo y más aun cuando al levantar el rostro vi una sonrisa de satisfacción. La tome por la cintura, levante sus caderas para poder penetrarla mejor y comencé a subir y bajarla sintiendo como corrían por mis piernas sus flujos que a raudales se deslizaban sobre las sabanas. Los dos gemíamos de placer, mis ojos perdían de a ratos la visión sintiendo un estremecimiento que recorría por todo el cuerpo, erizando mis cabellos haciendo palpitar mi corazón en forma acelerada. Su mano derecha se posaba sobre mis glúteos para hacer mayor presión en la penetración. En algunos momentos se levantaba sobre sus brazos, para luego caer sobre la cama. La ultima vez se separó de mí y mirándome con pasión me hizo acostar sobre mi espalda, para luego colocar sus piernas a mis costados y lentamente comenzar a bajar mientras con su mano dirigía el pene hasta penetrarla. Deje que ella mi hiciera el amor, con sus movimientos, con su pasión, con su piel húmeda, con sus cabellos cayéndole sobre su cara, con sus labios siempre húmedos, con sus pezones rígidos, con su cintura loca... con su amor. Con mis manos solo atinaba acariciar sus pechos, apretarlos, tratando de morderlos. Con un grito y una pasión arrolladora arañando mis espaldas, arrancándome la piel, se estremeció y como el cauce del rió que busca la mar su orgasmo se desato incontenible.
El cansancio cayo sobre mi. Realmente no sé si por cansancio o por intensidad, pero nuestras respiraciones estaban totalmente aceleradas, nuestros cuerpos no se movían. Tal fue la explosión que estábamos totalmente abatidos, sin tocarnos, sin movernos, sin reaccionar. La acosté de lado en la cama. El hilo de sudor en su espalda era mucho más intenso y se podía apreciar en sus nalgas y sus brazos. Yo estaba totalmente bañado, y gruesas gotas rodaban por mi espalda deslizándose hasta mis glúteos. En ese momento pude apreciar lo hermoso de su cuerpo. Y lo aprecie por la paz del amor..., bajo la tranquilidad del infinito, bajo la tranquilidad de mi propia serenidad. Apoye mi cabeza sobre mi brazo derecho para observar su bello rostro, su sonrisa placida, sus ojos adormitados mientras caía en un profundo sueño. Solo recuerdo que coloque mi mano sobre su hombro y bese sus cabellos. Ella no respondió pues del cansancio también se había dormido
A levantarme, ella ya no estaba. Se había marchado
No me despertó, ni se despidió, solo dejó un pañuelo de seda azul con la fragancia de su aroma y su perfume, eso fue todo lo que quedo de ella... y nada más.
No la deje ir, solo se marcho. Pero me dejo lo mejor de ella, es decir todo, aunque no estuviera a mi lado... Solo se marcha sabiendo que había comprendido mi filosofía amarla mientras este a mi lado, solo amarla y apreciar toda su esencia para nunca olvidarla, aunque se marche de mi lado si ella lo desea.
Me levanto y me encamino a la cocina buscando que comer, al levantar los ojos veo la hora en el reloj de pared 11.40 PM ¡No puede ser! ¡Algo anda mal!
Salgo a la terraza y la luna brillaba en lo alto; perplejo, atontado, me quedo arrodillado sobre las baldosas musitando ¡No puede ser! ¡No puede ser!..
¡Marcos, Marcos! La voz del vecino mientras tocaba el timbre de calle me sacaron como de un sueño. ¡Hola Carlos! ¿Qué deseas?
-Nada, hace unos minutos te vi llegar cuando estacionaba mi auto y quiero avisarte que dejaste las luces encendidas. Mañana no lo podrías hacer arrancar.
-¿No puedes haberme visto porque hace horas que estoy en casa?
¡Vamos Marcos! Serán mas o menos 15 minutos, el tiempo que me llevo llegar al departamento, dejar mis cosas y avisarte...
¡De todas maneras gracias Carlos, sos muy amable. Adiós
Camino lentamente contemplando las flores, respirando profundamente el aire con olor a mar, me acerco a la baranda y me apoyo en ella mirando en el horizonte las luces de los enormes trasatlánticos seguramente rumbo a las islas.
No puedo comprender, es un sueño me repito una y mil veces. ¡Aun tengo tengo su pañuelo sobre la cama!
Entro deprisa al dormitorio y no hay nada mas que las sabanas dobladas en perfecto orden, como si nadie hubiera dormido en ella.
¡¡No fue un sueño, no fue un sueño! Desde el otro cuarto el equipo se había puesto en marcha y hacia escuchar mi canción favorita "Quiero morir junto a ti"
mateo colon jueves, 28 de agosto de 2003
Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
  • Media: 5.07
  • Votos: 46
  • Envios: 8
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
drakko E.F.
invitado-drakko E.F. 23-09-2003 00:00:00

hey dude, si tienes madera en relatar el plaser con estilo y sublimines, anadiendole un cierto toque de amor a esa pasion para todas las mujeres hermosas, malbadas etc; pero que queremos y deseamos. sigue asi...

Rubia
invitado-Rubia 31-08-2003 00:00:00

He seguido tus relatos y me encanta la forma tan sublime que tienes para describir el sexo con amor, eso es lo que hace perfecto tu relato.

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