Estábamos en la cama, nos estábamos desperezando, despertando poco a poco, ella ya salió de la cama dando tumbos para llegar al baño y volver a retozar un poco más en la cama. Domingo sin planes urgentes, sin idea de qué hacer. Una mañana sin planes puede ser un excelente momento para añadir un plan sugerente mútuamente consentido. Cuando volvió pensé que sería un excelente momento para aligerarme yo también de líquidos. Volví a la cama, me acerqué cuidadosamente, le dí un beso en la mejilla.

- Buenos días corazón...

- Mm..

Me pareció oir entre algo un poco incomprensible la palabra café.

- Y digo yo, no falta la palabra mágica para estos casos...?...

- Mmmmmmm...

- Vale aceptamos pulpo como animal de compañía.

El café listo, aparece mi bella reina. Servía más el olor para despertarla que el que la llamara con más o menos suavidad. El café como le gustaba, un croissant y un zumo de naranja esperaban como parte de su ritual matutino. LLegaba con su albornoz, algo un poco inusual, pero pronto llegaría una dulce sorpresa para mí.

- Hola guapetón. Gracias.

- No hay de qué guapetona.

LLevábamos unos años casados y todavía me excitaba Sandra por la mañana. Ese movimiento de cadera, los pelos morenos, y los senos que se insinuaban en el albornoz. Yo estaba de pie apunto de sentarme cuando la  mujer más bonito del mundo se me acercó, se quedó parada delante de mí, esos ojos de complicidad me miraron fijamente y el primer y fantástico regalo del día llegó en forma de un buen beso, mientras me sujetaba la cabeza. Primero notaba cómo sus carnosos labios apretaban los míos, luego cambio de orientación la cara y a continuación, abrió la boca y una deliciosa y carnosa lengua me hacía cosquillas en el paladar a la vez que abríamos nuestras bocas para entregarnos placenteramente. Mientras su mano merodeaba a mi entrepierna.

- Morcillosa, bien.. bien... todavia excito a mi marido por la mañana. Ah! se me ha olvidado el por favor esta mañana.... Acepta usted pagos en especie señor?

- Por supuesto mi dueña...

- Es que quiero ducharme y quiero compañía, pero de la buena...

Para ir aderezando la mañana, el albornoz se le cayó, me quitó la camiseta, levantó la rodilla para sugerentemente primero palpar mi entrepierna. Yo estaba más que listo.

- Señora que sepa usted que está cada día más buena, más sexy y que me la voy a comer toda entera..

- Por favor hágame los honores, que ya llevo mucho tiempo esperando.

Nos salió espontáneamente como una maravillosa coreografía. Cogí a Sandra por las caderas hacia mía, al mismo tiempo que ella saltaba hacía mí, abrió sus piernas y estaba estupéndamente acoplada. Mi falo erguido, aprentado a ratos contra su pubis, a ratos contra su abdomen. Sus piernas firmemente alrededor de mi cadera. Fuimos dando un paseo mientras nos besábamos cada vez con más voluptuosidad y yo no podía resistirme a chupar, besar y lamer los senos y los preciosos senos de Sandra. Sus gemidos  y el que apretara sus piernas aún más me pusieron aún más a tono....

Nos paramos un momento en el retrete. Menos mal que la tapa estaba bajada.. Me senté, creo que ya estábamos listos... Sandra tomaba la iniciativa lo cual aprecié muy mucho.. De hecho en momentos íntimos afloraba la seguridad que había conseguido que adquiririera en sí misma, en su belleza, en su físico.

- Necesito servirme si no le molesta señor.

- Estoy aquí para ser su fuente de placer señora....

Los dos nos reímos, nos besamos, nos abrazamos. A continuación Sandra se separó, busco el ingrediente que estaba listo y lo dirigió al punto de encuentro. La vagina estaba lo suficientemente mojada. Se levantó, se ajustó y fui entrando lenta y suavemente en ella. Empezaría a mover la cadera como sólo ella sabía, juguetear para que mi falo entrase y saliese de ella y de vez en cuando arremetía y conseguía que penetrase a fondo....

La mañana parecía que se la dedicaríamos al placer recíproco y mútuo al gozo y a la lujuría...

Qué mejor plan para el domingo por la mañana