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Una nueva partida con mi tía y su hijo
Permanecí de pie frente a toda mi familia tal y como Dios me trajo al mundo, completamente desnuda. Les di unos segundos para que pudieran admirarme, mi madre sonreía pero a la vez evaluaba la situación, lo supe porque era la única que en lugar de mirarme, miraba la cara de los demás. Mi primo Ariel dio un apretón a su rabo por encima de la tela del bóxer ¿qué fantasías locas recorrerían su cabeza? Por lo que había aprendido de los hombres en estos últimos días, sabía que muchos sólo pensaban en sexo al ver una mujer desnuda, aunque ésta fuera de su propia familia, no sé a cuántos hombres en el mundo le ocurriría esto, pero a muchos de los que yo conocía, si les pasaba. Tomé asiento, mi tía estaba mortificada, al estar directamente frente a mí podía ver claramente todo, sus ojos no sólo se detenían en mi vaginita sino que también se deslizaban un poco hacia mi izquierda para fijarse en el grotesco bulto de su propio hijo. A la derecha de Analía se encontraba Unai, cuando ella reparó en él apartó su mano por acto reflejo, como si hubiera tocado algo que no debía, a pesar de estar lejos de aquello de lo que huía. Mi hermano también exhibía una muy marcada erección. Por mi parte puedo decir que me sentía tremendamente estimulada y excitada al hallarme una vez más desnuda frente a todos, especialmente frente a aquellos que nunca habían admirado los rincones ocultos de mi anatomía. -Bueno, ¿seguimos? Preguntó mi padre con una naturalidad tal que mi tía se quedó mirándole como si él se hubiera fugado de un manicomio. ¿Pensáis seguir? Preguntó ella ¿Y si Nadia pierde, cómo va a pagar? -Ya veremos… la próxima vez si podría ser dinero, dijo mi hermanita, supe que sólo estaba ganando tiempo. -Pero… pero… ¿se piensan quedar en bolas? Analía estaba desorientada. -Nadie dijo eso, habló mi madre. Para desnudarse hay que perder, si no quieres hacerlo, entonces más te vale que juegues bien.
-Yo sé jugar, pero tengo mala suerte. La verdad es que había perdido varias manos a propósito, pero en la última, contra mi primo, perdí de forma justa, ya que creí que me alzaría con la victoria y que él debería despojarse de su camiseta y su bóxer. Para intranquilidad de mi tía, el juego continuó y el resto de los participantes estaban muy animados, yo inclusive. Había dejado de lado las diferencias que tenía con algunos de ellos, mi padre me miraba poco, mi tío parecía haber sufrido un ataque de amnesia y me observaba como si fuera la primera vez que me veía desnuda. La única reacción leve de hostilidad que detecté fue en Mayra, cada vez que giraba mi cabeza hacia mi derecha me encontraba con el ceño fruncido de la pequeña que mantenía estoicamente su guerra muda en mi contra. La ropa se fue reduciendo para todos mientras las cartas eran repartidas y mezcladas una y otra vez. Mayra llegó a quedar tan sólo en ropa interior, para el agrado de muchos, papá tuvo que desvestirse hasta quedar tan sólo con su bóxer, mi tía seguía siendo una jugadora cobarde pero por confiarse en un par de manos, tuvo que quedarse en sujetador. Sus senos eran casi más grandes como los míos casi a los de mamá, pero no se traslucían ni un poco, además todavía conservaba su pantalón.
La pequeña Mayra salió victoriosa en una ronda en la que se enfrentó hasta el final a mi hermano y a mi mamá. Impuso la pena máxima para Unai ya que él sólo tenía puesto su bóxer, con Vicky fue más piadosa y sólo le pidió que se despojara de su sujetador. ¿Hace falta aclarar de qué forma miró Ariel las grandes tetas de su tía? El muchacho estaba tan excitado que podía verse cómo gotitas de líquido pre-seminal asaltaban su glande humedeciendo la tela de su ropa interior. Cuando le llegó el turno a Unai éste se puso de pie prácticamente en su lugar, sólo apartó un poco la silla hacia atrás. Tomó un largo sorbo de lo que fuera que estaba tomando y de un tirón se desnudó. Mi tía quedó anonadada al ver semejante verga aparecer frente a sus ojos a tan poca distancia, abrió tanto la boca que podría habérsela tragado completa, por suerte para ella Unai no estaba tan cerca.
-¡Opa, qué bicho tienes ahí, nene! Exclamó la mujer sin salir de su asombro. –A los nenes ya les ha crecido hace rato, acotó mi madre sonriendo y admirando a sus anchas orgullosa de duro cipote de su querido hijo, supuse que estaría fantaseando con él. -¡Se nota! Hay que reconocer que salió bien equipado. -Es de familia, aseguró mi primo para no quedarse atrás. -De mí familia, la aclaración vino por parte de mi padre quien sonreía orgulloso, ya podía ver un leve asomo de erección entre sus piernas. Los Rodríguez padecemos de súper- dotación genital… al que menos le crece sobre los 20 cm. -Señora, por su cara diría que es la primera vez que ve un salami de esos, me sorprendió que mi tío Rosendo hiciera bromas a costa de mi tía ya que ellos se conocían poco. -Ah no, no es el primero que veo… ni el más grande… créame, ella era orgullosa, aunque toda esta situación la pusiera nerviosa, no permitiría que nadie pasase por encima de ella, además aprovechó para dar un leve vistazo al bulto que sobresalía del calzoncillo de Rosendo. -Seré curiosa… ¿cuál de todas las presentes te provocó esa erección? La pregunta de Analía era sumamente maliciosa ya que casi todas las presentes teníamos algún parentesco con ese atractivo personaje que era mi tío. La única que no tenía ningún vínculo sanguíneo con él era ella misma y aún conservaba buena parte de su ropa. Si a mi tío se le había parado había sido producto de ver a sus sobrinitas o a su propia hermana con poca o nada de ropa. Su pregunta fue tan buena que sin saberlo aludió a todos los presentes. Unai y Ariel no podrían explicar su erección sin hacer referencia a un familiar, a lo sumo Ariel tendría el beneficio que sólo éramos sus primas y que mamá era una tía política y no había vínculo sanguíneo directo. Mi tío carburó y puso en marcha su motor cerebral intentando encontrar una buena respuesta. -Me atrapó señora… usted tiene razón en algo. Sigue siendo la morenaza más hermosa del lugar, de sólo verla se me despierta el potrillo y le dan ganas de salir a galopar. Procure no cruzarse en su camino porque no sé hasta dónde podrá usted aguantar y sepa que soy un hombre que no se cansa al cabalgar. Rosendo aún conservaba parte de la sangre del jinete andaluz y le encantaba demostrarlo poniéndose a largar. Mayra estalló en risas, papá la siguió y luego todos nos reímos…, nadie creyó en su respuesta pero mi tía se ruborizó y sonrió como adolescente en su primera cita. Le había gustado recibir ese cumplido tan cachondo y original por parte de mi tío. Sin que nadie tuviera tiempo a decir más, fue el mismo Rosendo quien comenzó a repartir las cartas. Creo que muchos en la mesa esperaban que Unai y yo perdiéramos una vez más, sólo para ver de qué forma pagaríamos, tal vez hasta mi tía sentía curiosidad por esto. Eso ya no puedo afirmarlo, de lo que sí estaba segura es que la mujer miraba el pollón de su sobrino de 22 años con poco disimulo cada vez que podía hacerlo…
…No la culpaba por eso, era inevitable no mirar las partes privadas de todos al menos una vez, pero su fijación principal era con el muchacho. Las primeras tres cartas de la mesa fueron muy buenas y daban la posibilidad de formar juegos competitivos, pero había una sola cosa que estaba a mi favor, yo podía formar un póker de ases, casi escupo el corazón de la emoción al ver esas cartas y procuré que nadie pudiera espiarlas, para distraerme miré la entrepierna de mi primo, algo dentro de su bóxer convulsionaba como si quisiera escapar y si todo salía bien, yo le haría el favor de liberar su bestia. Una particularidad de Ariel es que iba hasta el final sólo si tenía buenas cartas, mi tía hacía lo mismo pero ella prefería que sean cartas inmejorables. Evalué la situación y todos parecían entusiasmados por lo que habían recibido. Al dar la vuelta las dos cartas restantes Rosendo y Unai abandonaron, pero todo el resto siguió en juego. Como era de esperar, nadie pudo superar mi póker de ases, hasta me pareció escuchar un leve insulto por parte de mi hermana, me apenaba que la chiquilla siguiera tan enojada conmigo. La que menos tuvo que pagar fue Analía, pero al quitarse el pantalón lo hizo con una vergüenza tal que hubiera jurado que no tenía bragas, pero sí las tenía y allí comprendí su actitud. La morena de amplias caderas tenía puesto lo que llamamos comúnmente “hilo dental”, lo peor es que era amarillo y eso lo hacía resaltar mucho. El triangulito apenas cubría su depilada intimidad, por un momento creí que sus piernas estarían algo deformadas, pero no, sus prominentes curvas eran lisas y bien definidas, más de uno de los presentes casi pierde los ojos al verla, en especial los hombres, inclusive su propio hijo. Lo único que se me hizo raro fue que el sujetador que llevaba no parecía encajar con las braguitas tanga y supuse que su idea original había sido salir sin sostén, pero como sus pezones se habrán notado, se cubrió los pechos con el primer sujetador que encontró, algo que yo misma había hecho muchas veces porque en ningún momento pensé que tuviera que desnudarme frente a alguien.
-Pretende usted matarme de un infarto, señora, dijo mi tío con una erección más fuerte entre sus piernas. Todo esto me pone muy nerviosa, ¿no os parece que podríamos dejarlo así? Preguntó ella mientras se sentaba. -¿Dejarlo justo cuando se pone interesante? Ni loco, aseveró mi primo. -¿Te parece interesante ver a tu madre en bragas casi inexistentes? Lo retó ella con el ceño fruncido. -¿Quién hablo de ti? Mamá, ya te he visto en ropa interior mil veces cuando te arreglas en tu cuarto, he incluso en pelotas bastantes cuanto te vas a bañar y fuera de la ducha, esto sonrojó a mi tía. Me sé tu cuerpo de la a, a la z… a quien quiero ver sin ropa es a la tía, le guiñó un ojo a mi madre y ésta sonrió. -Entonces habrá que hacerle el favor al chico. -Pero Victoria… -Tranquilízate un poco Analía, esto es un juego… diviértete que no te va a hacer nada mal, le dijo mi madre mientras se ponía de pie. Ella estaba tan cerca de Ariel que él pudo ver perfectamente los rugosos y carnosos labios vaginales de mi madre, por lo libidinosa de su sonrisa imaginé que ya estaba fantaseando con lamerlos… o incluso algo mejor. Luego llegó su turno de desnudarse, lo hizo rápido, sin preámbulos, como si estuviera deseando mostrarnos su cimbel, el cual me dejó húmedamente sorprendida, no era tan largo como el de Unai, pero si más que de Rosendo…, lo más llamativo era lo recio que era alcanzando una gran anchura en su cepa, de donde le colgaban los típico cojones enormes que caracterizan a los machos de la familia Rodríguez. Doblé mis rodillas hacia adentro como apretando mi vagina y sentí un leve cosquilleo. Él sonreía altanero y cuando se sentó me preguntó… -¿Te gusta, prima? -He visto mejores, respondí simulando poco entusiasmo. -¿Seguimos? -No, todavía falto yo, dijo Mayra con enojo, había olvidado por completo a la pequeña muchachita y esto solo empeoraba mi situación con ella. -Perdón. -Decir perdón a cada rato no cambia nada, la mayoría habrá pensado que su comentario aludía a una típica discusión entre hermanas pero mi madre y yo sabíamos perfectamente a qué se refería.
La hermosa chiquilla se puso de pie y se quitó las braguitas con desgana, como si no le afectara en absoluto que todos pudiéramos ver su depilada y pequeña vaginita rosada, pero tras desnudarse hizo algo que le permitió a los presentes admirar los rincones más ocultos de su anatomía. -No dejéis toda la ropa tirada en cualquier parte, que estemos jugando no quiere decir que tengamos que ser unos mugrientos. Al decir eso se inclinó hacia adelante mostrándonos sus nalgas, éstas se abrieron y nos permitieron ver el agujerito que se asomaba entre sus tiernos labios vaginales y un culito muy apretado. Comenzó a recoger la ropa que estaba tirada en el piso, prenda por prenda. No sé cómo hizo mi primo para contenerse, pero él miró a Mayra con unas ganas tremendas de atravesarla con su fiero badajo, lo puedo deducir por la forma en que agarró su polla haciendo bajar y subir su prepucio ostensiblemente. Mi hermana era inteligente, estaba llamando la atención a su manera, pero yo tampoco era tan estúpida, sabía muy bien que si la ayudaba a recoger la ropa ella lo tomaría como una competencia directa, por lo que decidí quedarme en mi sitio. Mamá y mi tía fueron las únicas que la ayudaron a juntar todo y a dejarlo apilado en un sillón. Retomamos el juego y tuvimos una ronda de lo más interesante. Llegué a quedar mano a mano contra mi tía, tras abandonar todos. En la mesa se podían ver tres dieces y por el entusiasmo de mi tía deduje ella tendría otro, tal vez la pobre ingenua creyó que con eso formaría póker de dieces, pero no recordaba que debía utilizar si o si las dos cartas que tenía en la mano, es decir, su segunda carta anularía dicho póker. En cambio yo tenía dos caballos. Las reinas eran una de las cartas más altas de la baraja y con ellas podía formar un buen full, utilizando los dieces sobre la mesa, por lo que decidí doblar la apuesta, para desnudar a mi tía de una vez por todas. Mi sorpresa fue enorme cuando ella mostró sus cartas, las cuales me llevaron a una derrota apabullante, maldije el haber tomado tanto vino espumante…Me estaba nublando mi capacidad para deducir, o tal vez se debió a mi entusiasmo por ganar lo que me impidió evaluar la situación a fondo.
Tal como lo predije ella tenía otro 10 en su mano pero acompañando a éste, tenía un Rey, esta carta sumada a otra igual sobre la mesa formaba un full de Dieces y Reyes, el cual aniquilaba mi juego. El 10 en su mano sólo descartaba uno de los que había en la mesa, pero no le impedía formar una gran combinación. Ella se rio de mí, la mujer era competitiva y siempre creía tener la razón, esto era una inyección a su ego, pero lo que mi tía no sabía es que, en este caso, la victoria podía ser mucho peor que la derrota. -Está bien, dije aceptando mi mala suerte. ¿Qué tengo que hacer para pagar? Acúrdate del doblé de la apuesta, así que tiene que ser algo fuerte, sonreí con una malicia que, por milagro, hasta hizo sonreír a Mayra, ella supo cuál fue mi intención. -No sé… ¿no habíamos dicho que pagarías con dinero? -Lamentablemente no tengo más dinero que el que me dan mis padres… lo cual ahora mismo es cero. Me lo gasté todo, era mentira, tenía unos pequeños ahorros guardados y mi madre lo sabía, pero decidió no exponerme. -¿Entonces qué hago? Mi tía miró a su alrededor intentando encontrar un aliado. -Podrías imponerle algún desafío, sugirió mi madre. -Algo que la haga avergonzar, se lo merece, por haber doblado la apuesta.- ¿Avergonzar… de qué forma? -Ay Analía, no sé, mi madre simuló estar perdiendo la paciencia con ella. Ponte creativa, piensa algo. Esto me fascinaba, no había pensado en que mi tía podría llegar a ser la encargada de imponer el primer desafío de la noche y ella desconocía nuestras intenciones con este juego. -No se me ocurre nada ¿Vosotros ya habéis jugado antes a esto? Esa pregunta cayó como una bomba en el centro de la mesa, la única que se atrevió a responder fue la más pequeña. -Sí, ya lo jugamos, Mayra fría y directa. -¿Y qué hacíais en estos casos? ¿Qué tipo de desafíos usabais? -No sería justo que te lo dijéramos porque es parte del juego inventarlos, aseguró la chiquita. Vi que mi padre sonreía orgulloso de la niña tan inteligente que tenía como hija. -Pero te voy a dar una pista, los desafíos suelen ser vergonzosos en carácter sexual.-Ah bueno, este juego sí que me gusta, dijo mi primo riéndose por la emoción. -¿Cómo no me habéis invitado antes a jugar? -Yo no voy a hacer eso. -Vamos Analía, no seas tan amarga, me sorprendió que mi padre le hablara de esa forma a su hermana. Siempre fuiste muy liberal con respecto al sexo…, perdonar lo que voy a decir, pero cuando ella estaba embarazada nos pasamos más de dos meses buscando al padre de Ariel… y no fue porque el tipo se escondiera, sino porque no sabíamos cuál de todos podía ser, mi primo asintió ya que seguramente conocía esa historia, para mí era toda una revelación.
-Sí, recuerdo el lío que se armó, continuó mi madre. Llegué a contar más de diez candidatos… todos con pocos días de diferencia. Si hoy se escandalizan que una chica sea algo promiscua, imagínense lo que habrá sido hace veinte años… pero fuimos considerados con Analía y mantuvimos todo el asunto en el mayor de los secretos…, para que sus padres no se enteraran. -Pero Ariel es de piel morena ¿no era más fácil buscar solamente a los morenos que estuvieron con la tía? Preguntó mi hermano creyendo que su planteo era inteligente, pero mi hermana se dio una fuerte palmada en la frente indicándole contrario. -So tonto Unai, le dijo. El chico no había nacido ¿cómo iban a saber si era de piel tan morena? -Ah… tenéis razón, todos nos reímos a costa suya ¿Y cómo supisteis quién era el padre? -Tuvimos que analizarlo bien con el pediatra para calcular el día exacto en el que quedé embarazada, dijo mi tía avergonzada. -Lo cual no resolvió nada, agregó papá. Sólo redujo la lista a cuatro hombres. -¿Cuatro? Señora, usted habrá pasado unos días muy divertidos en sus tiempos, dijo mi tío sorprendido ¡Qué pena me da no haberla conocido en aquellos días! -En ese entonces era joven y cometía muchas locuras. -¿Los cuatro al mismo tiempo tía? Esta vez debía darle crédito a mi hermano, hizo la pregunta que yo estuve a punto de hacer.
-No quiero hablar de eso, agachó la cabeza. -Entonces ya sé qué desafío te voy a poner cuando pierdas –aseguró Mayra. -Para eso tengo que perder al menos tres veces más. -Entonces más te vale que juegues bien, la malicia de mi hermanita era aterradora y enternecedora a la vez, algo que sólo ella podía lograr. Ahora ponle el desafío a Nadia antes que nos quedemos dormidos… ah y no le hagas confesar nada porque ya sabemos todos las andanzas de la putita esta, me señaló con la cabeza. No pude determinar si lo de “putita” lo dijo en broma o con la intención de herirme, esta chica hablaba poco pero sabía elegir muy bien sus palabras. Me lo tomé con calma y me limité a sonreír mientras mi tía estaba siendo agobiada por las dudas. Tenía a siete miembros de su familia desnudos o semidesnudos a la expectativa, mirándola fijamente. Cuando todos creímos que la mujer se iba a acobardar, ésta se puso de pie y se acercó a mi madre. Le dijo algo al oído, Vicky asintió con la cabeza y luego ella también se paró, juntas se dirigieron hacia el pasillo donde estaban las habitaciones. La intriga de los jugadores aumentó, especialmente la mía, ya que todo esto tenía que ver con el castigo que debía cumplir y no tenía idea de lo que pudiera estar tramando Analía. Las dos mujeres regresaron, mi madre marchaba altanera en toda su desnudez brindándonos una vista muy erótica y sensual, mi tía traía consigo un bote de lubricante, al que yo conocía muy bien, y un objeto de plástico color piel, no tuve que observarlo mucho para darme cuenta que era el consolador especial de mamá. -¿De dónde salió eso? Pregunté. -Lo tenía guardado, respondió mi madre. Y tu tía me lo pidió. -¿Y cómo sabía la tía que tú tenías eso guardado? -Porque yo se lo regalé por si algún día mi hermano fallaba…, respondió Analía. -Sí, fue un regalo de cumpleaños, pero no he tenidos necesidad de darle mucho uso… gracias a que tu padre se mantiene en forma…, papá sonrió orgulloso. No te ofendas Analía, aprecio tu regalo pero es la verdad. -Al contrario Victoria, que me digas que no lo necesitas es la mejor noticia que podías darme, eso quiere decir que mi hermanito te atiende muy bien dándote lo tuyo. – Y lo de otras, apuntilló mi tío Rosendo. -Más que bien, agregó mamá.
-Bueno, vosotros me pedisteis que me ponga picante con el desafío. Mi idea era pedirle a Nadia que use esto de la forma tradicional… -Eso sería un tanto aburrido, dijo mi hermana. -Por lo visto sí lo sería… para vosotros. No entiendo hasta qué punto se permite llegar con estos susodichos desafíos… pero tampoco soy una vieja sonsa… para mí bastaba con la forma tradicional, pero tú hiciste un comentario hace un rato sobre tu culo… así que veremos qué tan capacitada estás para eso, colocó el consolador y el lubricante sobre la mesa. -Así me gusta más, Mayra parecía estar divirtiéndose a costa mía. ¡Qué buena idea tía…! Y yo que pensaba que nos ibas a arruinar el juego. -Me estoy esforzando mucho por no hacerlo, convengamos que a mí todo esto me parece demasiado. -Que te parezca lo que quieras… lo importante es seguir jugando, la pequeña estaba tan decidida como lo había estado yo en el pasado.
-Está bien, Analía rezongó ¿Lo vas a hacer en el baño o en tu cuarto? Me preguntó empujando el pene de juguete hacia mí. -¡Hey no! Eso no vale, para mi sorpresa la queja vino por parte de Ariel, quien nunca había jugado a este juego. -Yo quiero ver cómo lo hace. -Tiene razón, dijo mamá. La idea del juego y de los desafío es avergonzar al otro… si Nadia lo hace sola en su cuarto no sólo nadie puede comprobar que lo hizo, sino que tampoco se sentiría avergonzada… al fin y al cabo todos nos tocamos cuando nadie nos ve, la lógica de mi madre era directa pero precisa. -Entonces… ¿lo va a hacer delante de todos? Los ojos de mi tía se abrieron tanto que parecía una lechuza. -No dije eso… -aclaró mi madre- ella puede negarse a hacerlo… pero estaría perdiendo el juego y debería irse. ¿Lo vas a hacer, Nadia? -Claro que sí, no voy a perder el juego al primer desafío…, con esto marcábamos las reglas a mi tía, para que ella tuviera verdadera consciencia de las mismas. - Unai, ayúdame con ese sillón.
Junto con mi hermano arrastramos uno de los sillones individuales de la sala para dejarlo cerca de la mesa, justo detrás de Vicky y frente a mi tío Rosendo. Recliné un poco el respaldar del sillón hacia atrás para que fuera más cómodo. Unai volvió a su lugar y yo comencé a untar el frío líquido lubricante entre mis nalgas, era cierto, sí me daba un poco de vergüenza, pero más que nada por mi primo, él me miraba como si yo fuera su futura víctima para un crimen sexual. Aparté cualquier pensamiento desalentador de mi mente y me concentré en lo que mi madre había dicho, debía demostrarle a los demás que estaba dispuesta a sentirme bien y a disfrutar de este juego tanto como me fuera posible. Me coloqué de rodillas sobre el sillón apuntando mi culo hacia el público, es seguro que podían ver no sólo el ojal de mi culo sino también toda la raja de mi vagina, que debía mostrarse un poquito más entreabierta. Giré mi cabeza sobre mi hombro derecho y miré a mi tía, ella estaba realmente sorprendida por mi actitud. Apunté el consolador hacia mi ano y presioné. El esfuerzo fue en vano, no logré que entrara ni un poquito, todos aguardaban en silencio, expectantes… y yo no podía hacer lo que me proponía y sabía cuál era la razón, estaba nerviosa. Mi ano se contraía impidiendo la entrada de cualquier objeto, ya que no me sentía cómoda al ser la única que actuaba de esa manera mientras el resto se limitaba a mirarme, así hubiera hecho otras cosas mucho peores frente a mi familia, lo hice porque los vi a ellos actuando de la misma forma, pero esta vez me tocaba a mí romper el hielo… y de qué forma.
-¿Alguno me puede echar una mano? Así no puedo, no sé por qué, pero al hacer esa pregunta recordé repentinamente que le estaba pidiendo a mi familia un voluntario para penetrarme analmente. -Yo te ayudo, dijo Unai poniéndose de pie. -No, tú me va a lastimar, tiene que ser una mujer… alguien que entienda lo que se siente. -Te ayudo yo, dijo mi mamá, Unai se quejó pero ella lo mandó a sentarse otra vez. Vicky se acercó a mí y tomó el consolador con una mano… -¿Te pasa algo Nadia? Me susurró al oído. -Estoy algo nerviosa… a la tía no le gusta nada todo esto… y Ariel me mira raro… -Tu hermano te mira de la misma forma de siempre, mientras hablaba frotaba la punta del consolador contra mi culo. -La última vez tú fuiste la que protestó hasta el cansancio… como está haciendo Analía ¿piensas hacer lo mismo otra vez? -No, te prometo que no… es sólo que… -¿Qué? -Que me falta algún estímulo… algo que me haga animarme a más… algo que me lleve a hacer locuras sin pensar en las consecuencias… y sola no puedo. Además sigo pensando que Mayra me odia… eso también me pone mal. Seguramente todos en la mesa observaban la escena sin entender nada, fijándose más que nada en mi culito, que se negaba a recibir ese cipote de juguete.
-Mayra, ¿puedes venir un momentito? Preguntó mi madre levantando la voz. No escuché ninguna respuesta pero con sólo mirar de reojo pude ver que mi hermanita se acercó hasta nosotras sin chistar, permanecí con las piernas separadas y el culo levantado mientras abrazaba el respaldar del sillón, Mayra se colocó frente a mi madre, procurando no obstruir la vista. -Tu hermanita necesita algo de ayuda, le dijo Vicky ¿Estarías dispuesta a echarle una mano? Quedarías exenta de pagar la próxima vez que pierdas. -Está bien, supe que al aplicar las reglas del juego había logrado convencer a la pequeña. -¿Qué tengo que hacer? -Lo que quieras… sólo tienes que ayudarla a estimularse un poquito… es muy difícil meter algo por atrás si su chochito no se siente lo suficientemente estimulado. En ese momento sentí una mano rozando mi vagina con tanta delicadeza que sentí el primer rayito de verdadera excitación física desde que me la había metido mi hermano en la cocina. Giré la cabeza para encontrarme con los ojazos de Mayra mirándome fijamente, no pude leer nada en ellos. Sus pequeños deditos recorrieron mi conejito con toda la intención de calentarme, iban a esos puntos más sensibles de la anatomía femenina sin dudarlo ni por un segundo. Detrás de mi hermana estaba Ariel, con la pija en la mano, masturbándose lentamente.
Unai hacía lo mismo a su lado y los ojos de mi tía parecían no creer lo que veían, iban desde la escena entre madre e hijas en el sillón hasta la verga de su sobrino, una y otra vez. Mientras Mayra me masturbaba, haciéndolo plenamente, metiendo y sacando dos dedos de mi coñito cerrado y prieto, noté que las inquietas manos de mi tía se movían, una se posó con disimulo en su entrepierna, hundiendo un poco su transparente ropa interior justo en la zona de su clítoris, la otra mano parecía tener mente propia, se estaba acercando lentamente hacia la verga de Unai, no como si quisiera agarrarla, sino como si intentara rozarla casualmente con el dorso. Sus ojos estaban fijos en el falo de mi hermano, quien ni siquiera miraba a su tía y no dejaba de subir y bajar su prepucio con descaro. Esto era justamente lo que necesitaba, sentía que el monstruo sexual que dormía en mi interior, se estaba despertando. Mi hermana se veía obligada a ayudarme ya que ella no solía ir en contra de su madre y no importaba si la chica me odiaba, sus dedos estaban haciendo un trabajo estupendo entrando en mi coñito y moviéndose para todos lados en mi interior. Miré a Vicky, ella aguardaba acariciando mi ano con la punta del consolador, asentí con la cabeza indicándole que ya podía seguir adelante. Ella no me hizo esperar, de inmediato sentí la presión, era muy similar a recibir dentro el nabo de mi hermano, así que sabía que podía soportarlo. Una sonrisa se dibujó en mi rostro al imaginar qué pensaría mi tía si supiera que mi hermano y mi tío fueron los que me dieron por atrás… a su sobrinita ya le habían dando por el culo a base de buenos pollazos. Mientras mi mente divagaba sentía esa polla de juguete entrando más y más, mi esfínter ya estaba relajado, giré la cabeza hacia el otro lado y una vez más me crucé con los ojos de mi hermanita que me miraban fijamente, esta vez me pareció notar un gesto de respeto hacia mí en su rostro, le sonreí e inmediatamente ella aceleró el ritmo con el cual frotaba mi clítoris con la punta de sus dedos. Mamá fue sumamente cuidadosa, mientras más me clavaba más placer sentía y en ningún momento me dolió, hizo retroceder y avanzar el consolador varias veces. - ¿Tiene que entrar todo? Preguntó mi primo cortando el silencio que acompañaba a mis jadeos. -Sí, todo, le respondió mi hermano. Me apresuré a ver qué pasaba con él, seguía pajeándose sin disimulo y dos deditos en la base de la entrepierna de mi tía presionaban con fuerza y se movían lentamente en círculos, la muy puta estaba excitada, lo que más llamó mi atención fue su mano derecha, la cual estaba posada sobre la pierna de Unai a tan solo un par de centímetros de su verga. Un dolor agudo e inesperado me hizo chillar de dolor y cerrar los ojos.
-¿Te duele, Nadia? Preguntó mi madre deteniendo la penetración anal. -Un poquito, pero no importa, de nuevo ese mismo dolor agudo localizado en una parte muy sensible de mi anatomía. -Puedes seguir sin miedo, le aseguré. El dolor no me lo estaba causando el consolador, sino los dedos de Mayra, al presionar con fuerza mi clítoris, la pequeña estaba recordándome que aún mantenía la bandera de guerra bien levantada. La miré con el ceño fruncido y una vez más me hizo chillar de dolor, en sus ojos centelleaba la furia. -Ya falta poquito, dijo mi mamá haciendo retroceder el dildo y volviendo a enterrarlo entero de una sola vez, el placer que sentí fue inmenso pero quedó un poco disipado por un nuevo apretón contra mi clítoris. –Bueno, con eso es suficiente, Vicky tiró del consolador y lo sacó de mi culo, por la forma abrupta en la que puso final a la prueba imaginé que ella también notó el jueguecito de Mayra. -Eso fue increíble, dijo mi primo. - Mira cómo le ha quedado… Seguramente estaba mirando mi ano dilatado, una imagen demasiado fuerte como para compartirla con mi familia, hasta llegué a sentirme una puta cochina, pero tampoco debía preocuparme por eso… ¡Ya todos sabían que era una soberana PUTA!, ocultarlo sólo empeoraría mi situación. Debía actuar con naturalidad, no decaer, estar por encima de ellos y mantener mi estado de ánimo de la mejor forma posible. Di media vuelta y les sonreí. Mi tía ya había alejado su mano curiosa de la pierna de Unai y nos miraba a todos con enorme desaprobación, en cambio el resto sonreía de la misma forma en la que yo lo hacía, hasta Mayra se mostraba simpática, como si fuera la bella asistente de un mago. -A mí me pareció demasiado, se quejó mi tía.
- Analía, la que propuso la prueba fuiste tú, le reprochó papá. -Pero no pensé que tuviera que hacerlo frente a todos… de esa forma. -Es la gracia del juego, tía, le dijo Mayra. -Humillar a los que pierden. -¿Pero a qué coste? -Al que esté dispuesto a aceptar la persona que recibe el desafío, esta vez habló mamá. No es un juego para miedosos, al que no le gusta… se puede retirar. -A mí no me gusta, me parece demasiado, la mujer continuaba con la misma actitud, a pesar que momentos atrás intentó mostrarse como una mujer superada y de mente abierta. -Tía, yo pensaba igual que tú la primera vez que jugué a esto, me quejé todo el tiempo, le comenté. - Pero después me di cuenta que mamá tiene razón, al que no le gusta el juego, se puede retirar. Así de simple. ¿Qué haces, te quedas a jugar una ronda más? Puede que los próximos desafíos no sean como éste…, en eso tenía razón, pero en el sentido contrario al que ella imaginaba. -Está bien… juguemos una más, no le gustaba tener que ceder pero tampoco tenía muchas opciones. Pasé caminando por al lado de mi primo, él me miraba anonadado, como si yo fuera una sirena emergiendo del mar, caminé de forma altanera y mi hermana desfiló detrás de mí, acaparando buena cantidad de miradas. El dolor de mi zona genital ya se había esfumado por completo y sólo quedaba la placentera sensación de dilatación anal que me había otorgado el dildo y el inmenso morbo que palpitaba en mi pecho. Sentía como si estuviera jugando a esto por primera vez, ya que ahora mi actitud era completamente diferente. Estaba dispuesta a todo y lo iba a demostrar. Mientras jugábamos me fijé en la entrepierna de mi tía, la cual estaba completamente mojada, no podía culparla, yo había pasado por lo mismo. Recordaba ese cruce de sentimientos, el saber que todo lo que hacíamos estaba mal, pero a la vez encontrarlo extrañamente excitante.
Carta para aquí, carta para allá y el juego se puso tenso, todos pensaban en ganar… o tal vez en perder, ya que algunos desafíos, a pesar de ser humillantes, podían ser muy excitantes. Mi padre se mantuvo en juego hasta la última fase sólo por estar distraído, sorpresivamente, se alzó con la victoria derrotando a su hermana, a su sobrino y a su esposa. Analía tuvo que pagar su deuda quitándose la última prenda de vestir, lo hizo rápido y sin gracia, pero mi tío Rosendo la aplaudió y luego dijo “Qué hermosa perla trae esa almeja” refiriéndose al abultado clítoris de mi tía, a lo que ella contestó “Se ve mejor cuando se abre, pero no es tan fácil abrirla, se requiere habilidad” allí supe que entre esos dos había algo especial, como si estuviéramos en una reunión de amigos y uno intentara ligar con otro. Esto dio tiempo a mi padre a pensar en el desafío, no tuvo que devanarse mucho los sesos, le bastó con ver la rigidez del miembro de Ariel y la forma en la que éste miraba a su tía, sospechando que algo bueno venía. -Vicky, creo que tu sobrino necesita algo de atención, le dijo con naturalidad.- ¿Por qué no le enseñas lo que esa boquita puede hacer? Le guiñó un ojo y todos comprendimos a qué se refería. -Pepe ¿no será mucho? Una vez más mi tía provocó varios ceños fruncidos. - Es la tía y… -Tía política, le recordó mi padre. No hay ningún vínculo sanguíneo entre ellos… no empieces a ser la amargada de siempre, Analía. Papá podía ser muy cortante si se lo proponía. -No soy amargada, es sólo que… Se quedó muda cuando vio a mi madre arrodillándose debajo de la mesa y sin perder tiempo le daba una larga lamida al tronco de Ariel, él volvió a abrir sus ojos al máximo evidenciando que nunca había imaginado que esa noche su bella tía Victoria le chuparía la verga. -Cronometra cinco minutos, Nada, me ordenó mi padre. A ver si el pendejo puede aguantar tanto. -Sí que aguanto, lo desafió él. -Si no aguantas, te doy el desafío por perdido y vas a tener que hacer otra cosa.
Mi madre fue suave con el muchacho, supe de inmediato que su idea no era hacerlo acabar ya que sus besos, lamidas y chupones eran suaves y sensuales, como si se tratara de una actriz de cine porno. Si ella hubiera querido llevar a mi primo al límite, lo hubiera logrado en menos de tres minutos, de eso estoy segura ya que el chico tenía una calentura que le hacía hervir los huevos. Me causaba mucha gracia la expresión en el rostro de mi tía al ver con sus propios ojos cómo le hacían una mamada a su querido hijito, supuse que lo que más le impresionaba era la forma en la que mi madre se estaba tragando esa verga, si bien mantenía un ritmo lento, la hundía completa dentro de su boca e iniciaba un movimiento constante. Los ojos de Ariel giraban hacia todas partes, a veces se fijaban en la boca y en las tetas de Vicky, otras veces viajaban hasta las mías o se perdían en mi entrepierna, le permití que mirara a gusto, separándolas un poco. Intentaba mirar a mi hermana pero esta vez era yo quien cubría casi toda su visión, luego saltaban hasta la anotomía de su propia madre, me pregunté qué estaría pensando cuando veía esa concha de labios gruesos que brillaban por la acumulación de jugos. Estaba segura que mi madre disfrutaba mucho el cumplir con ese desafío, había mirado con deseo la verga de su sobrino en más de una ocasión y ahora tenía la excusa perfecta para chuparla a gusto delante de todos sin que nadie pudiera quejarse… bueno, casi nadie… -Esto es muy fuerte para mí… ya no estamos hablando de sexo, lo estamos haciendo. Ni siquiera tuve que girar la cabeza para saber que la voz provino de mi tía pero de todas formas la miré, estaba sentada algo más lejos de la mesa, como si quisiera huir de nosotros, pero sus manos estaban inquietas, una acariciaba su muslo derecho y la otra rascaba disimuladamente su pezón izquierdo, además tenía las piernas bastante separadas, tanto que las rodillas casi tocaban a mi papá, por un lado, y a Unai por el otro. Nadie le respondió y Vicky no detuvo su sensual felación.
-No es más que una chupadita, señora, le dijo mi tío. -¿Me va a decir que nunca hizo una? -No dije eso… pero nunca me atrevería a hacerlo delante de mi familia… -Mentira, intervino mi padre mientras mi madre subía y bajaba la cabeza a un ritmo casi hipnótico. Yo te vi al menos tres veces haciéndolo… y ninguna de las tres fue con el mismo tipo. - ¿Acaso me andabas espiando? La furia en la voz de mi tía se incrementaba con cada palabra que decía. -¿Espiando? No, para nada… ¿me vas a decir que aquella vez que se la chupaste a ese amigo de papá… no me acuerdo el nombre… creo que era Aníbal… no te diste cuenta que yo estaba ahí? Hasta Victoria te vio… -Eso no cuenta, yo era muy chica para ese entonces… -Tenías la misma edad que tiene Ariel ahora, controlé el cronómetro, mi madre podía seguir chupando esa verga a gusto durante tres minutos más. -Provocaste al tipo hasta que no aguantó y apenas papá y mamá se fueron a dormir se la chupaste en el salón, Vicky y yo estábamos pelando la pava con nuestros besos en porche de entrada y tú lo sabías, es más… tú nos veías claramente, así como nosotros te veíamos a ti… y ahora te me vienes a hacer la pudorosa porque le están haciendo una mamada a tu hijo… por un juego, Ariel sonrió como si le estuviera diciendo a mi padre que él era su nuevo ídolo... o tal vez disfrutaba saber que su madre no era una mujer correcta y que pudieran desautorizarla fácilmente. La mamada terminó al mismo instante en el que sonó la alarma del cronómetro, mi primo se quejó y le pidió a su tía que siguiera durante un rato más pero ella, secándose la boca con una servilleta de papel, le dijo que iba en contra de las reglas del juego, me reí porque sabía que esas reglas podían ser sumamente flexibles en ciertas ocasiones, pero ella se estaba mostrando rígida con él. -Ya no quiero seguir jugando a esto, volvió a quejarse mi tía. - Ariel, vístete nos vamos a casa. -¡No! –Se quejó el muchacho. - Si quieres vete tú, yo de aquí no me voy ni loco. -Loco es lo que te están haciendo… - Analía –intervino mi madre- no te olvides que nadie está obligando a nadie a jugar, cualquiera es libre de retirarse en el momento que le plazca, si tú quieres irte, puedes hacerlo… pero Ariel es mayorcito, con 20 años ya puede tomar decisiones por su cuenta.
Mi tía se quedó boquiabierta… -Ni siquiera yo puedo prohibirle a Mayra que juegue, la pequeña sonrió con ternura. A pesar que ella es la más chiquita de todos, confío en su criterio. -No te ofendas Victoria, pero la única persona que tiene autoridad sobre mi hijo, soy yo y si yo… -Me estás cansando, hermana, le dijo mi padre con voz grave. - No me importa lo que tengas para decir, o te vas o te quedas… elige ahora, supe que mi padre, a pesar de ser un hombre callado y bondadoso, tenía un carácter especial cuando se trataba de su hermana. -¡Unai! Reparte las cartas… si ella no quiere seguir jugando, que las deje sobre la mesa y que se vaya. No supe si mi padre mencionó a Unai a propósito o si sólo fue porque era la persona que tenía frente a él, pero esto hizo que mi tía girara una vez más la vista hacia el rígido falo pertinaz de su sobrino, esto la hizo titubear. Cuando las cartas estuvieron sobre la mesa, ella las tomó y continuó jugando en silencio, dando pequeños sorbos a lo que tenía dentro del vaso. Recordé que la primera vez que jugué a esto, al principio me avergonzaba mucho el estar completamente desnuda frente a mi familia…, pero en el caso de mi tía, esto no parecía ser importante. Estaba sentada de forma relajada, con las piernas abiertas, enseñándonos su muy húmeda intimidad, casi como si quisiera que la miraran… estaba sobrexcitada y se negaba a reconocerlo.
CONTINÚA...
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