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El chantaje del albañil me hizo ver la puta en que me había convertido
Pensé que la nueva partida de póker se realizaría el sábado siguiente, una vez que yo le diera la confirmación a mi madre que todos deseaban jugar. Me sentía viviendo un sueño irreal pero este sueño se disipó un poco cuando llegó el fin de semana y no había nada organizado, aguardé ansiosa hasta la noche del sábado pero mi madre actuaba con una normalidad tal que me hizo sospechar que no habría juegos en esa velada. Me animé a preguntarle por qué motivo no había organizado nada y me respondió que tanto ella como mi hermana estaban con el período y no podían jugar en ese estado, comprendí al instante, yo tampoco jugaría al Strip póker si tuviera que estar usando una compresa higiénica o un tampón. Ellas solían tener el período muy sincronizado y regular, en cambio el mío era completamente irregular y me dio un buen susto en más de una ocasión que se demoró. No dejé que este altercado me arruinara la algarabía, sabía que el próximo fin de semana jugaríamos, sólo debía ser paciente, pero esto no era una tarea tan fácil como yo imaginaba. Me di cuenta que me excitaba mucho, prácticamente todos los días, algo atípico en mí pero culpaba de eso a la gran cantidad de actividad sexual de los últimos días. Intenté concentrarme en mis estudios pero me era jodidamente imposible mantener la concentración durante más de media hora, siempre se me venía a la mente alguno de los momentos sexuales vividos con algún miembro de mi familia, una vez más llegué a temer que me estaba volviendo loca y algo debía admitir, todo lo que pasó fue una gran locura. Llegué a tal punto en el que me paseaba en ropa interior por la casa sólo para sentirme observada y deseada, casi todos mantenían una actitud pasiva ante mis arrebatos de exhibicionismo, solamente Unai aprovechaba para tocarme un poco cuando nadie nos veía pero yo nunca permitía que los toqueteos fueran demasiado lejos. En cuando veía que a él se le empalmaba la verga, me alejaba dejándole con las ganas, él no se enfadaba porque sabía que todo era parte del juego.
Una mañana asistí por error a la facultad, por culpa de estar tan distraída pensando en sexo fui a una clase que había sido suspendida con una semana de antelación y lo recordé en el mismo momento en que entré al aula y la vi completamente vacía. Me reí de mí misma por ser tan estúpida y me fui a caminar sin rumbo porque no quería volver a mi casa, ya que no había nadie allí y no tenía ganas de pasarme toda la mañana sola y encerrada. Por mera casualidad me topé con la furgoneta de mi padre estacionada en la calle, miré tres veces el número de la matrícula hasta que estuve segura que era su vehículo, él no debería andar muy lejos. Inspeccioné la zona y en pocos segundos noté un edificio en construcción a menos de cuarenta metros de mi posición, mi padre debería estar ahí, decidí hacerle una visita sorpresa. En cuanto me acerqué a la obra vi algunos rostros desconocidos y por la forma en que estos hombres me miraron estuve a punto de dar media vuelta y marcharme pero justo cuando estaba por hacerlo divisé la cabeza de mi padre a lo lejos, sonreí y me acerqué, él parecía estar hablando con dos de sus subordinados, les hacía señas con las manos y parecía estar un tanto molesto por algún motivo pero su expresión huraña se borró en cuanto me vio caminando hacia él, me sonrió y se acercó a saludarme. Nadia, ¿Qué haces aquí? -Vine a visitarte, lo que pasó es que suspendieron una clase en la facultad y yo me había olvidado. No sabía que estabas trabajando tan cerca. Empezamos hace un par de días. -¿Y Unai dónde está? No veía a mi hermano por ninguna parte.
-Él está trabajando en otro edificio, está contento porque lo dejé a cargo de la obra, de todas formas es algo sencillo pero me pareció bien que empiece a tomar responsabilidades, al parecer mi padre notó la mirada libidinosa de alguno de los albañiles. -¿Qué te parece si vamos a un lugar más tranquilo? -Está bien, no quiero molestar, ya me voy. -No hace falta que te vayas, además tengo un rato libre, es lo bueno de ser el jefe. Lo seguí hasta lo que parecía ser un apartamento a medio construir, supuse que algún día ese sitio sería muy bonito pero ahora tenía las paredes sin revestir y sólo contaba con una mesa en la que mi padre había colocado los planos. -¿Esta es tu nueva oficina? -De momento, sí. Pero en cuanto tengan que empezar a revestirla voy a tener que buscar otra, lo bueno es que es que tengo de dónde elegir. -Qué bonito debe ser construir un edificio y después saber que la gente va a vivir en algo que tú hiciste. -Este no es el único que estamos construyendo, me señaló una ventana por la que se veía buena parte de la ciudad. -¿Ves aquel edificio que es solamente un armazón? Ese lo está construyendo uno de mis socios, me acerqué a la ventana y él se puso de pie detrás de mí. -Más allá está la obra en la que está trabajando Unai, pero no se ve. Me sorprendió ver a mi padre tan comunicativo, me di cuenta que ésta era la primera vez que hablábamos desde que yo se la había chupado en su furgoneta, tal vez eso sirvió para romper el hielo en nuestra relación y tomar más confianza con el otro. -No sólo tenemos edificios, sino también algunas obras menores en casas de familia, me tomó por los hombros y sentí su bulto apoyándose contra mi culo, me divirtió mucho que se comportara así conmigo. -Tengo otro socio que se encarga de obras en oficinas y locales comerciales.
Me importaba poco lo que me decía y seguramente a él también, lo que me provocaba era saber que papá se estaba excitando, moví un poco mi cadera para que mi culo rozara contra su bulto y supe que se le estaba poniendo dura. Él continuaba hablándome pero yo no prestaba la más mínima atención a sus palabras. El sentir el calor de su cuerpo y la rigidez de su sexo me hicieron excitar en gran medida. Supuse que esta vez no era necesario andarme con rodeos, hice un simple análisis, él estaba caliente y yo también, no necesité nada más. Giré y me puse en cuclillas tan rápido que él se sobresaltó, bajé el cierre de su pantalón y admiré con deseo lo que salía de él, su gran miembro no estaba completamente erecto pero yo me encargaría de remediar eso, parte de mí sabía que debía esperar a que se celebrara el juego de póker pero por el otro lado no podía esperar, necesitaba darle una nueva probada a ese suculento pedazo de carne. Me tragué el glande y en cuanto lo tuve dentro de la boca cerré mis ojos como si estuviera deleitándome con algo muy sabroso que llevaba mucho tiempo sin probar, él dejó de hablar pero al acariciar mi cabeza me indicó que le agradaba lo que yo estaba haciendo, supe que esto podía pasar entre nosotros si es que no se hablaba al respecto, si actuábamos como si nada ocurriera y eso hice, me limité a mamarle la verga en silencio, pero pocos segundos más tarde un ruidito rompió un poco con la magia del momento, se trataba de su teléfono móvil. En cuanto atendió la llamada supe que del otro lado del auricular se encontraba Unai y aparentemente tenía problemas, mi padre le habló a través del alta voz, por lo cual procuré no hacer demasiados ruidos mientras daba lamidas y chupones a esa gran verga oscura. -¿Cómo pasó eso? Preguntó mi padre indignado mientras yo seguía cabeceando de atrás hacia adelante. Ajá… ¿y no pudiste arreglarlo? Lamí todo su tronco con lujuria y pasión. -Ahora no puedo…mi hermano jamás adivinaría lo que ocurría allí pero el saber que estaba escuchando me calentaba aún más.
-Bueno, bueno…tranquilo, ya voy para allá, no toques nada, cortó la llamada y nos miramos a los ojos, fue la primera vez que nos miramos directamente y eso me excitó más, era como si se cortara esa capa invisible que separaba a un padre y una hija de dos amantes, sin dejar de mirarlo a los ojos me tragué su verga todo lo que pude, muy lentamente, manteniendo una actitud totalmente provocativa. Él se quedó mirando boquiabierto durante unos instantes y después dijo… -Me tengo que ir Nadia, tu hermano rompió algo y si no lo arreglamos hoy mismo se nos va a venir una bien grande. “¿Tan grande como la tuya?” pensé -¿Quieres que te lleve a casa? -No te preocupes papá, le dije con la boca chorreando saliva mientras lo masturbaba con una mano, esta situación era tremendamente excitante para mí. -Yo me puedo ir solita, encárgate de eso rápido antes que Unai la vuelva a cargar, ya sabes cómo es. -Sí, tienes razón. Bueno, lamento irme pero no tengo otra alternativa, guardó su gran pollón como pudo dentro del pantalón y se encorvó un poco para que no se le notara tanto la erección. -Nos vemos esta noche en casa cariño, me dio un beso en la mejilla en cuanto me puse de pie y salió de la improvisada oficina. Me quedé parada en el mismo sitio, sabía que debía tener el coñito mojado pero aquí no podía hacer nada para remediarlo, debía volver a mi casa, allí podría masturbarme tranquilamente. Sólo esperaba que la humedad de mi sexo no se filtrara a través de mi delgada ropa interior y que llegara a traspasar la fina tela de mis leggins. No suelo usar este tipo de ropa tan ajustada, pero si lo hago utilizo blusas lo suficientemente largas como para cubrir mi culo, aunque dudaba que este largo llegara a cubrir también mi parte delantera. Estaba dispuesta a irme cuando la puerta de la improvisada oficina se abrió y un hombre desaliñado entró, reconocí en él a uno de los trabajadores con los que mi padre estaba discutiendo cuando llegué. -¿No eres un poquito joven para ser la mujer de Pepe? Dijo este extraño sujeto.
¿Cómo? -Debes ser la amante, dijo con una libidinosa sonrisa en su grotesca cara -¿Tú sabes que Pepe está casado? -¿Y eso qué tiene que ver? Estaba confundida y asustada… por instinto me moví hacia un lado hasta que mi cadera chocó contra el ángulo de la mesa que servía a mi padre como escritorio. -Lo que pasa es lo siguiente, el hombre era un poco más alto que yo, de espalda ancha, delgado y brazos largos, vi que llevaba un teléfono móvil bastante moderno en su mano derecha… Cuando estuvo más cerca noté que en la pantalla se estaba reproduciendo un video, abrí la boca por el espanto en cuanto me vi a mi misma chupándole la verga a papá. -Resulta que Pepe está “felizmente casado” hasta tiene hijos… ¿qué pensaría su familia si se enteraran que anda con una zorrilla como tú? Esto no podía estar pasándome a mí, este tipo tenían un video demasiado comprometedor y ni siquiera sabía cómo se las habían ingeniado para filmarlo, pero eso no importaba ahora, no podía permitir que le mostraran ese video a alguien, sería cuestión de tiempo que alguien me reconociera, tenía un solo punto a mi favor, él no sabía que yo era la hija de Pepe y debía mantener esa información oculta. -Lo que yo haga con Pepe no es asunto que te incumbe, dije cruzando los brazos frente a mi pecho…, debía actuar como si yo fuera su amante. Tal vez a mí no me importe, pero a su familia seguro que sí le interesa. Especialmente a su esposa. -¿Y qué van a hacer? Mandarle el video a la esposa… haz lo que quieras, a mí eso no me importa, mentí como si se tratara de una partida de póker. -Podría subir el video a internet y que lo vea quien le importe. Podría hacerlo ahora mismo si quisiera. -¡No! Mi torpe actitud y mi expresión de pánico me delataron. -Ves que sí te importa chiquita… ¿qué pensarán tus padres cuando sepan que andas haciéndole mamadas a un hombre casado que te dobla en edad? ¡Podría ser tu padre! -Pero no lo es, volví a mostrarme enfadada y él seguía acercándose a mí como un león ante una cebra. -No seas tan hijo de puta, borra el video y deja de molestarme, hasta yo noté el titubeo en mi voz. -Eso sería injusto, dijo el tipo ya a pocos pasos de mi posición. -Porque a Pepe se la chupa una rica putita… ¿Y yo qué? ¿Ni siquiera puedo quedarme con el video? Ahora tengo una ventaja y no tengo ganas de perderla sin llevarme nada a cambio. -Eres un hijo de puta, eso es chantaje, retrocedí un paso y mi culo chocó contra la mesa que estaba detrás de mí, ésta golpeó contra la pared indicándome que no podría retroceder más. -Tómalo como tú quieras, nena. Me importa un carajo, la actitud del hombre cambió totalmente, pasó de ser falsamente amistoso a ser verdaderamente hostil. Quiero algo a cambio. -¿Algo como qué? Pregunté asustada. -Como pasar un buen ratito contigo, parecido al que pasaste con Pepe. -Sería una violación…, busqué todo argumento que estuviera a mi favor. -No, violación no, se defendió.
-Es un intercambio, yo te hago el favor de borrar el video y tú me haces algunos favorcitos a mí… me parece lo más justo. Se ve que te gusta hacerlos… se te nota en la carita de chupadora de pollas que tienes, sonrió bajando el cierre de su pantalón. -Podemos empezar cuando tú quieras, mientras antes, mejor. Llegó hasta donde estaba yo, quedó tan cerca de mí que temía tocar su polla por error, por lo que me quedé estática con las manos apoyadas en la mesa. Me temblaba todo el cuerpo y ni siquiera podía asegurar si esta reacción era producto del miedo, de la bronca… o de algún otro sentimiento que no quería admitir. Podía sentir su olor a hombre, no era a suciedad, lo cual me resultaba raro, tal vez el hombre aún no había comenzado con el trabajo pesado del día, hasta olía a perfume, esto aumentaba su masculinidad. Aparté la cara hacia un costado y quedé mirando fijamente el piso, con el ceño fruncido, él acarició mi cabello con delicadeza, recorriendo uno a uno los mechones que colgaban a los lados de mi cara. Mientras más tiraba mi torso hacia atrás, más se acercaba mi cadera a él. Sentía la dura mesa cruzar a lo ancho mi culo por la mitad. -Dale chiquita, me dijo con voz calmada… -Cuanto más rápido….Terminemos, más rápido vas a poder irte a tu casa… tus papis deben estar muy preocupados por ti, tal vez imaginan que su bonita nena está en el colegio, como buena niña… si supieran las cosas que haces… -Lo que yo haga con mi vida no es asunto tuyo, le dije apartando su mano de un golpe. -Es cierto, lo que hagas con tu vida me importa poco, lo que sí me importa es lo que vas a hacer ahora mismo, diciendo esto aferró su verga con una de sus recias manos, lo sacudió un poco y pude sentir cómo el glande rozaba mi entrepierna de abajo hacia arriba. -Admite que te gusta, golfilla, tal vez él no notaba que la expresión de mi rostro era de asco total…, un vértigo incontenible se apoderó de la boca de mi estómago. -Tú estás más caliente que yo, eso se te nota. -No, por favor, no me molestes más, mientras hablaba podía sentir perfectamente la presión de su miembro, aún flácido pero endureciéndose poco a poco, al deslizarse contra la división de mi vagina. -No seas tan terca, nena. Se nota que estas cosas te gustan, es sólo cuestión de un ratito. Si me haces acabar, me voy. ¿Me echas una manita…? Intentó hacerse el simpático sonriendo. A continuación agarró mi mano derecha y la guio hasta su rabo. La aparté rápidamente pero ya me había quedado esa gomosa sensación en la yema de los dedos, él sostuvo mi muñeca con fuerza y me obligó a tocar una vez más ese miembro viril en endurecimiento fatuo que ya apuntaba firmemente hacia adelante. -Dale nena, con la manita me basta, no seas así…Mordí mis labios y evalué la situación. Este tipo no me dejaría marchar y tenía en su poder algo que podría arruinar por completo a mi familia y acababa de ofrecer una buena oferta, sólo debía tocársela un rato para que toda esta pesadilla terminara, el hombre quedara satisfecho y yo liberada de todo ese malentendido.
Tomé una decisión y cerré mi mano alrededor de su dura polla, nada que ver con las de mi familia… más fina y menos larga. Él se hizo un poco para atrás, dándome algo de espacio sabiendo que yo iba a cooperar en cierta medida. Inicié un desganado movimiento, como si lo estuviera masturbando, procuraba no hacer contacto visual con él. -Así no vamos a terminar nunca, corazón, me dijo con su falsa simpatía, acto seguido me empujó hacia abajo desde los hombros con tanta fuerza que tuve que ponerme de rodillas ante él. -¡¡Ponte cómoda y hazlo con ganas!! Su verga quedó a medio palmo de mi cara, justo al lado de mi mejilla derecha, mantuve la calma y retomé el movimiento de mi mano, estiré el prepucio hacia la punta y luego lo hice en el sentido contrario, me resultaba imposible no mirarlo, esa imagen fálica tan explícita me atraía como un imán. -Si no me la mojas un poquito, me duele, me dijo acariciando mi cabeza. Sabía muy bien que un cipote no lubricaba prácticamente nada de forma natural y que los hombres debían ayudarse de saliva para masturbarse. En contra de mi voluntad deposité un poco de mi propia saliva en la punta de los dedos de mi mano izquierda y con esta humedecí el glande y la base del mismo. -Así me gusta más, tienes unas manitas muy bonitas. No sólo movía mi mano de atrás hacia adelante sino que a la vez la hacía girar alrededor del duro miembro enroscándolo. Él se bajó el pantalón mostrándome sus escabrosos testículos uno más alto otro, no sé por qué motivo lo hice, pero sin que me lo pidiera agarré la bolsa escrotal con mi mano izquierda y comencé a masajearla con la curiosidad de una niña inocente. Combiné las dos acciones durante unos cuantos segundos, el tipo parecía estar disfrutándolo. Cuando noté que necesitaba más lubricación, volví a mojar mis dedos y unté su pene con mi saliva. Esta vez aceleré el movimiento. -¡Eso! ¡Con ganas chiquita! No sabía por qué, pero sus palabras me incentivaban a esforzarme más. Presioné con un poco más de fuerza sus pelotas que se pusieron duras al tiempo que lo masturbé con más energía, allí fue cuando cometí un acto fallido. Sin darme cuenta acerqué mi boca al glande y lo chupé, fue sólo un segundo, pero obviamente él lo noto. ¡Epa! ¿Te gusta?! ¡¿Está rica?! Se rio.
-Cállate, le contesté secamente. Sí que te gusta… a las nenitas como tú les encanta la verga. No le respondí pero podía sentir el sabor amargo del sexo masculino en mis papilas gustativas, sus efluvios llegaban por oleadas…esto aumentó notoriamente mi excitación, no dejé de masturbarlo ni por un segundo, poco tiempo después di un nuevo chupón a la punta de su verga. Luego otro más. Sacudí mi mano tan rápido como pude y no aguanté más. Abrí la boca y me la tragué tanto como pude, la dejé dentro, la envolví con mi lengua. Allí comencé con mi magia, moví mi cabeza de atrás para adelante repetidas veces procurando que la picha no se saliera completo, el tipo me ayudó con esto agarrándome de la coronilla con una mano. Conseguí tragarla completa hasta que su vello púbico me hizo cosquilla en los labios…, no debía de medir más de 15 cm y era fácil de colar en mi boca, cosas más grandes ya habían entrado hasta el galillo ahogándome. Podía sentir el glande casi contra mi garganta. -¡Qué buenas mamadas haces, nenita! Con razón a Pepe le gustas tanto. Aceleré mi movimiento tanto como el cuello me lo permitía, me esforzaba por no lastimarlo con mis dientes, no podía creerlo, de verdad estaba interesada en proporcionarle una experiencia placentera a este tipo que estuvo amenazándome pocos minutos antes. Me dejó chupársela durante unos minutos y luego me hizo poner de pie agarrándome por las axilas. A continuación me hizo dar media vuelta y se aferró con fuerza a mis tetas, hincándome el culo con su verga. -Me encantan estas tetas, nunca había agarrado unas tan grandes, se frotó contra mi retaguardia con tanta fuerza que pude sentir los labios de mi vagina abriéndose… ¿Lo hacemos más interesante? -No, no me la vas a meter, le dije de inmediato. -Nadie habló de meterla… sólo dije hacerlo más interesante. -¿De qué forma? Ya vas a ver.
Apartó las pocas cosas que había sobre la mesa y luego me obligó a acostarme de espalda sobre ella. Levantó mis piernas en el aire con tanta facilidad que me sorprendió. El hombre era delgado pero tenía bastante fuerza, su cuerpo era pura fibra en toda su extensión. Su siguiente acto fue subir la falda junto con la bajada de mis bragas dejándolas en mis rodillas. Mi culo y mi coñito habían quedado desnudos. Me asusté cuando sentí su capullo apoyarse justo en la división de mi chochito anhelante… -Tranquila chiquita, te dije que no te la iba a meter. Al decir esto comenzó a mover su cadera de atrás hacia adelante, frotando su duro falo a lo largo de mi húmedo conejito. Cada vez que pasaba sobre mi clítoris yo me estremecería. Este extraño masaje se extendió a una zona más íntima, la punta de su verga comenzó a hacerme cosquillas en el culo. Por la posición en la que estaba mis nalgas habían quedado muy abiertas, esto le permitía deslizar su masculinidad por mi ano y luego subir hasta mi vagina. Presionó cada vez más en ambos lugares, lo que más me preocupaba era cuando presionaba contra mi culo ya que no lo hacía con el largo del tronco como en la vagina sino que utilizaba la punta de su glande. Con la presión ejercida yo sentía mi culito dilatándose, él debió notar esto ya que lo repetía con mucha frecuencia. A estas alturas yo ya tenía una excitación considerable e incontrolable. No me importaba quién fuera este sujeto, sólo podía pensar en lo mucho que me calentaban sus roces. En una ocasión ejerció más presión de lo debido contra el agujerito de mi culo y tuve que soltar un grito cuando su glande completo me penetró, no fue un grito precisamente de dolor, sorpresa y gozo tal vez. -Nenita cómo come este culito, pero prometí no metértela.
Retiró la verga y volvió a friccionarla entre los gruesos labios de mi coño, el cual ya estaba totalmente empapado. Sentí un par de veces la punta amenazando con entrar por la bocana, pero las dos veces retrocedió de inmediato. Luego regresó a mi culito, frotó por fuera y ¡ZAZ! Otra vez adentro. Ups, perdón, dijo riéndose mientras yo soltaba otro gemido. Cuando volvió a frotarse contra mi clítoris no pude reprimir mis jadeos, con esto sólo empeoraba las cosas, él sabía que yo me estaba calentando cada vez más. Estuvo haciendo eso durante un buen rato, dos veces más me clavó el glande dentro del culo y las dos veces sentí un placer inmenso. Luego colocó el estoque en la entrada de mi coñito y lo dejó quieto allí. -¿Qué hacemos golfilla? Me preguntó… guardé silencio. -Dime… ¿qué hacemos? Titubeé, dudé y luché contra mis instintos, pero finalmente fui derrotada. ¡METELA! -¿Cómo? No te escuché bien ¡MÉTEMELA TODA! Cerré los ojos y aguardé. -¿Así? Comenzó a penetrarme tan lentamente que me puso nerviosa. -No, métela toda de una vez, le pedí. -Como gustes…
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Me clavó con tanta fuerza que me vi obligada a aferrarme a los bordes de la mesa para no azotarme la cabeza contra la pared. Solté un enérgico y placentero gemido y el bombeo comenzó de forma inmediata. Rápido, parejo, sin detenerse ni un segundo, me estaba follando y yo como puta que era, lo estaba disfrutando al máximo. Entre jadeos y gemidos lo incentivaba, le pedía que me la metiera más fuerte y le decía lo mucho que me gustaba. Supe que se había corrido dentro de mí cuando el torrente lechoso golpeó contra algún rincón sensible en el interior de cavidad vaginal pero a pesar de esto siguió metiéndomela con fuerza, supe que él estaba tan caliente que no permitiría que una simple eyaculación le pusiera punto final a este increíble momento. Poco después la sacó toda y esto me desagradó un poco ya que yo quería seguir teniéndola dentro, pero me hizo ver que le había sacado por una buena causa cuando la apoyó en la puerta de mi culito. -¿Y aquí qué hacemos? Preguntó una vez más. -Sí, también… la quiero toda adentro. Fuerte. Estaba descontrolada y él seguramente estaba viviendo la mayor de sus fantasías eróticas, follarse a una rica putilla a la que ni siquiera conocía y que ésta le pidiera desesperadamente que la penetrara por todos los agujeritos. El placer anal era muy diferente, pero no menos agradable. La verga entró completa. Tras un ratito de estar entrando y saliendo por secciones, disfruté todo el proceso, no sólo la penetración completa, cada vez que retrocedió, cada vez que avanzó, deliré de placer. El Hijo de puta a pesar de haberse corrido, mantenía una erección pertinaz, la polla estaba dura y muy rígida como si nada hubiese ocurrido.
-¡Dame, dame! Le supliqué. Empezó a darme con tanta fuerza que sus muslos comenzaron a chocar estrepitosamente contra mis nalgas, tuve que controlar el volumen de mis gemidos ya que no quería que nadie nos escuchara. Me sentía la mujer más zorra y depravada del mundo, le estaba entregando mi culo a un completo desconocido y en lugar de sentirme culpable, me excité tanto que acabé corriéndome. De pronto, la puerta de la improvisada oficina se abrió con un ruido estrepitoso y todo se fue a la mierda. El albañil que estaba gozando plenamente de mi cuerpo se sobresaltó tanto que al darse vuelta casi me hace caer de la mesa. Pude ver un iracundo pero conocido rostro detrás de él. Las venas del cuello de mi padre parecían a punto de estallar. Su pesado puño derecho se estrelló de lleno en la mandíbula de su empleado con tanta fuerza que lo hizo trastabillar y caer. -¡Hijo de puta, te voy a reventar! Su voz sonó como el rugido de un león. -¡No para! Le grité -¡Pará, cálmate, por favor! Intenté ponerme de pie pero demoré demasiado tiempo en hacerlo, mi padre propinó otro golpe en la parte posterior de la cabeza del albañil. -¡Para, parapap… Estuve a punto de decirle “papá” pero me contuve a tiempo, el haber dicho eso hubiera supuesto nuestra ruina. -¡…para por favor! Acomodé mi calzado y mi ropa interior lo mejor que pude para cubrir mi húmeda intimidad, vi que el teléfono móvil del hombre delgado estaba en el piso, me apresuré a recogerlo mientras veía como él intentaba esquivar la lluvia de puñetazos que caía sobre su cara. Los intentos que hacía por atajarse con las manos eran en vano, mi padre siempre encontraba un hueco por donde hacer entrar sus golpes. -Basta, por favor, le dije poniéndole una mano en el pecho, esto lo hizo detenerse en seco. -Ya le has pegado… si le sigues pegando lo vas a matar. Tranquilízate, estaba tan nerviosa que no sabía cómo conseguía gesticular las palabras. Él inhaló una buena cantidad de aire, aún podía ver el odio y la furia en su rostro. -Sube a la furgoneta. -Pero… -Sube te digo… y no hables… Obedecí asustada, mientras salía de la oficina miré una vez más hacia atrás, pude ver que el albañil tenía la cara hinchada y toda manchada de sangre, su picha se había reducido considerablemente. Me atemorizó mucho verlo en ese estado porque no sabía que podía pasarme a mí…, todo se podía complicar con denuncias y salir a la luz todo para destruir mi familia.
De camino hacia la furgoneta me encontré con un cimiento recién relleno de hormigón, arrojé el móvil allí dentro viendo cómo se hundía en la viscosidad del concreto, respiré tranquila con la esperanza que nadie lo encontraría, al menos utilizable. Una vez sentada en la furgoneta aguardé durante un corto período de tiempo, mi padre se había lavado las manos y caminaba dando pasos pesados y rabiosos. Subió al vehículo y azotó la puerta estrepitosamente, lo puso en marcha y aceleró tan repentinamente que me asusté porque creí que íbamos a chocar contra el coche que estaba estacionado delante de nosotros, pero lo esquivamos de milagro. Por la ruta que tomó supe que nos dirigíamos hacia nuestra casa. -¡Papá, perdón…! Le dije totalmente apenada por lo que había hecho. -¡No tuve otra alternativa! Te juro que yo no quería…, ni yo creía en mis propias mentiras. -¡Perdón! No sabía qué otra cosa decirle pero él se mantuvo como una estatua, con la mirada fija en el camino, la mandíbula tensa y sin decir una sola palabra. -Si no lo hubiera hecho… estuve a punto de contarle lo ocurrido pero imaginé que eso empeoraría las cosas. -Por favor papá, háblame…nada, sólo silencio y la furgoneta viajando a toda velocidad. En cuanto me di cuenta ya nos estábamos deteniendo frente a la puerta de mi casa. -Bájate, me dijo voz fría sin siquiera mirarme. -Pero papá… por favor… no fue mi culpa… perdóname, tuve que esforzarme para no llorar. –Bájate, repitió en el mismo tono de voz. Supe que cualquier esfuerzo sería inútil, obedecí una vez más y me bajé de la furgoneta, corrí hasta la puerta de mi casa y entré.
*****
Apenada y humillada caminé hasta mi cuarto con la esperanza de encontrarlo vacío y tirarme a llorar a la cama. Las lágrimas ya luchaban por salir pero no quería que nadie me viera en este estado. Por desgracia mi cuarto ya estaba ocupado por otra inquilina quien estaba sentada en su cama leyendo apuntes de estudio. -Hola dulzura, saludé a Mayra intentando que mi voz no se quebrara. -Hola, la forma en que me saludó me pareció más hostil de lo normal. -¿Pasa algo? Pregunté mientras dejaba el bolso sobre mi cama. -No te hagas la tonta, Nadia. -¿Qué, por qué lo dices? Pregunté espantada, no había forma que ella se hubiera enterado tan rápido de lo que ocurrió con los empleados de papá. -¿Qué pasa contigo? Me miró con los ojos inyectados de ira arrojando sobre el colchón lo que estaba leyendo. -Primero me preguntas si me pasa algo con el tío Rosendo, me haces decirte un montón de cosas que no se las diría a nadie y después te lo follas. -¿Eh? No encontré palabras para responder. -Eres una puta, Nadia. ¡Eso es lo que eres! Y el tío es un cabrón… primero me dice que me quiere a mí y se va a atrás del primer culo que encuentra, la pequeña estaba llorando de rabia. -Perdón Mayra… no imaginé que lo apreciaras tanto… yo… no… -¿Me vas a decir que no te lo follaste? Te vi Nadia, te vi y tú sabías que yo estaba enojada y ni siquiera fuiste capaz de preguntarme qué pasaba, ahora que lo recordaba, la muchachita había actuado de forma extraña durante los últimos días, pero supuse que se debía a sus frecuentes cambios de ánimo. -Te juro que no sabía… por favor, perdóname. -¡Si sabías! Yo te lo conté, pero a tú te importa todo una mierda, con tal que te la metan, eso me hizo recordar mucho las palabras de papá, en ese momento me quebré. -Pues sí, lo único que me importa es follar… iros todos a la mierda, salí del cuarto con los ojos llorosos. Me dirigí directamente hacia el baño, abrí la ducha y comencé a desvestirme. Cuando me quité las bragas tuve la prueba irrefutable que mi hermana y mi padre tenía razón. Entre mi vagina y la tela de mi ropa interior un líquido espeso formaba unos hilos viscosos, automáticamente toqué mi entrepierna y vi que ese líquido era de un tono blancuzco, eso era el semen del tipo que me había follado, del cual yo ni siquiera sabía el nombre. ¡Un completo desconocido! ¿Cómo pude ser tan puta? Me odié a mí misma como nunca había odiado a nadie. Me metí bajo la ducha, me senté en el piso y comencé a llorar. Me sentía la peor basura del mundo y sentí mucha pena por haber arruinado las ilusiones de mi hermanita y por haber desilusionado a mi padre… todo por no saber mantener las piernas cerradas.
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Tras la discusión con Mayra y mi padre, pasé a ser un zombi, un espectro de lo que alguna vez fue Nadia. Durante dos días deambulé por la casa sin hablar con nadie. Aquellos con los que había discutido no hacían más que mirarme con odio y colaborar a mi mutismo al no dirigirme la palabra. Las veces en las que había peleado con mi hermanita podía contarlas con los dedos de una mano y habían quedado olvidadas en el pasado. Sin duda éste era el peor conflicto que habíamos tenido. Mi tío Rosendo intentó ser simpático conmigo en un par de ocasiones en las que estuvimos a solas mirando la tele en la sala, supuse que sólo pretendía llevarme a su cama, no podía culparlo por eso, yo era una puta que se dejaba follar fácil por cualquiera y era lógico que él me viera de esa forma. Rechacé sus propuestas con indirectas, supuse que eso me daría un par de días más de ventaja. Las madres siempre saben cuándo sus hijos se sienten mal por algo, por eso no pude quedarme callada con ella. Tuve que inventarle una historia muy convincente en la que le contaba lo mal que me había ido con aquel chico que me invitó a tomar una cerveza. Ella no sabía que esa había sido la primera y la última vez que lo vi, por lo que me sirvió de base perfecta para mis mentiras. Ella me aconsejó como buena madre, me abrazó y me besó en la frente, comenzaba a ser una gran embustera para arrimar la sardina a mi ascua.
Allí me sentí asqueada, ¿cómo podía ser que llegara a tener relaciones sexuales con la mujer que me brindaba todo su afecto de madre? En lugar de confortarme, todos sus mimos me hicieron sentir peor, aunque pude disimularlo poniendo la mejor de mis sonrisas y decirle que la amaba con todo el corazón, como una niña normal ama su madre. Necesitaba volver a sentirme normal, aunque sea por un rato. Pasaron cuatro días desde el conflicto y me di cuenta que, a pesar de mi deplorable estado de ánimo, había momentos en los que me excitaba. Especialmente en aquellos momentos en los que tenía que soportar algún pellizco en la culo por parte de mi tío o que él mismo me abrazara de forma más “cálida” de lo normal. También mi hermano, Unai, se empecinaba en arrimarme cada vez que tenía la oportunidad. Me enojaba mucho con él pero luego recordaba que la culpa era mía y no me quedaba más alternativa que soportarlo, así sus toqueteos se tornaran más intensos. Este era el precio que debía pagar por mis malas decisiones, me había transformado en una muñequita sexual, la putita de todos. En una ocasión tuve que ser más directa con mi tío Rosendo y rechazar la invitación que me hizo, si por invitación entendemos el acto de interceptarme en el baño apenas yo había terminado de ducharme y comenzar a acariciar mis nalgas, obligarme a hacer lo mismo con su cipote y recibir algunos de sus gruesos dedos dentro de mi vagina. Me excité y fue justamente eso lo que me enfadó tanto, no merecía sentirme así de bien y mucho menos con mi tío, ya que sólo arruinaría más mi relación con Mayra. Tuve que apartarlo con un empujón y justo antes de salir del baño lo escuché diciéndome… -¿Qué te pasa nena, estás perturbada? Sí lo estaba, pero no le respondí. Este pequeño evento cambió la actitud de mi tío, se sumó a la guerra muda que estaba batallando con Mayra y mi padre. Ya tenía tres miembros de mi familia odiándome y no podía culpar a ninguno de ellos. Cuando Unai volvió a su jueguecito que consistía en toquetearme cada vez que tenía alguna oportunidad, empleé el mismo método, lo aparté, pero intenté ser un poco más suave.
-¿Por qué no vas a molestar a otra? Le pregunté tras quitar su mano de mi entrepierna mientras yo intentaba mirar alguna película en la TV ya que no quería estar en mi cuarto con Mayra. -¿A quién quieres que moleste?
-No sé… pero no me jodas todo el tiempo a mí, le voy a contar a mamá, él pensó que lo decía en broma. ¿Quieres que vaya a molestar a mamá? -Haz lo que quieras. -¿Eso te calentaría? -No. Posiblemente me reiría si ella te da un guantazo. -Veremos qué me da…Diciendo esto se puso de pie y se dirigió hacia la cocina. Su intrépida forma de actuar me quitó momentáneamente de mi letargo fantasmal. Lo seguí, guardando las distancias. Mi madre se encontraba preparando la cena utilizando la isla que estaba en el centro de la cocina, algo que había hecho instalar años atrás cuando lo vio en un programa de cocina. Llevaba puesto un desgastado pantalón de malla gris que marcaba mucho su trasero. Ella estaba de espaldas a la puerta de entrada de la cocina, que es donde me quedé yo. Vi cómo Unai se le acercaba como un gran felino se acerca a una gacela, luego se movió rápido y los dedos de su mano izquierda se hundieron en la gran raja entre las nalgas de mi madre, ésta se sobresaltó pero en cuanto la cara de Unai apareció sobre su hombro, comenzó a sonreír. ¿Por qué esto no me resultaba raro? Vicky no le dio ningún cachetazo, sino que hizo todo lo contrario, permitió que su hijo le tocara desde el culo toda la zona de su carnosa vagina por encima del pantalón y lo recompensó soltando el cuchillo con el cual estaba cocinando y poniéndolo sobre el bulto de mi hermano. Él miró hacia donde yo me encontraba expectante y me sonrió, metió la mano dentro del pantalón de mi madre y no tuve que ver lo que ocurría en detalle para saber que estaba metiéndole al menos un dedo en la chocho de su madre con el pleno beneplácito de la fémina. Ella suspiró y cerró los ojos, presionando más el recio cipote de su hijo. La escena no duró mucho más que eso, Unai dejó en paz a su progenitora sólo para regodearse ante mí. Guardé silencio hasta que llegamos al pasillo que unía nuestros dormitorios.
-¿A ti te parece que está bien hacer eso? Le pregunté. -Si a ella le gusta… ¿por qué no? -Porque está mal. Es tu madre. -Y tú eres mi hermana, me tomó con fuerza del brazo y me obligó a entrar a su cuarto. Y bien que te gusta… ¡Qué más da quien seamos! Solo disfrutamos de las cosas de la vida sin hacer daño a nadie… -No Unai, para un poquito. No tengo ganas, me quejé mientras él intentaba besarme y sus indiscretas manos buscaban mi entrepierna. -¿Estás segura que no quieres o solamente te gusta hacerte la difícil? Introdujo su mano dentro de las bragas que tenía puestas y sentí la áspera yema de sus dedos raspando mi clítoris. -¡Estás más mojada que mamá! no quería admitir que sus incansables toqueteos y el ver esa escenita con mi madre, me habían calentado. -Basta Unai, en serio… si te digo que no, es no. Apenas terminé de hablar su lengua entró en mi boca sin pedir permiso, casi al mismo tiempo uno de sus dedos hizo lo mismo en la de mi vagina encontrando el hueco. Podía sentir su duro bulto apoyado contra uno de mis muslos. Me empujó hacia atrás hasta que juntos caímos en la cama. Estaba muy excitada ¡Joder lo salida que estaba últimamente! Era una perra en celo esperando a un macho para follarme.
No había remedio para mí, no era más que una puta que se mojaba ante la primera provocación, aunque ésta viniera por parte de mi propio hermano. -¡Ay Unai! Está bien, cedí. -Pero apúrate y échamelo rápido antes de que me arrepienta. No había motivos para negarme, él necesitaba una vagina para descargar sus pesados cojones y aparentemente por la mía entraba cualquiera. ¿Por qué no iba a permitírselo una vez más? Giré sobre mí misma dándole las espalda, bajé mis bragas hasta que mis nalgas quedaron al aire y me coloqué de rodillas en la cama, incliné mi cuerpo hacia adelante hasta que pude apoyar mi cara en el colchón con mis tetas posadas también, utilicé mis manos para abrir mi culo y aguardé. Apenas un segundo más tarde sentí su dura verga entrando en mi húmedo y hambriento conejo pelado. Logró una penetración completa en pocos intentos calando un poco más a cada envión, suspiré de gusto y mi cuerpo se llenó de una lujuriosa tibieza. Unai se tendió sobre mí y comenzó a montarme como si fuéramos perros en celo. Me odiaba a mí misma y me decía que no debía disfrutarlo, debía dejar que él aligerara el mogollón de esperma contenido en sus huevos sin gozar de mi parte, pero no podía. Cada vez que me invadía me hacía gemir, cada vez que su verga se arrastraba hacia afuera me hacía desear que entrara otra vez. Quería decirle cosas sucias, quería pedirle que se follara a nuestra madre delante de mí y que luego me la metiera hasta llenarme con su cálido y espeso semen…, pero me abstuve. No quería que mi madre se transformara en la esclava sexual del gañán de su hijo, esa carga debía llevarla yo, por permitir que todo esto sucediera… por estar tan salida y haberme convertido en una Puta esclava de mis orgasmos. Por unos instantes logré llevar mi mente a otra parte, aunque podía sentir algo clavándose en mi vagina ya no era realmente consciente, ese que me la estaba metiendo podía ser cualquiera. Un completo desconocido, daba igual. Pero el muy desgraciado tuvo que hablar y hacerme volver a la realidad. -¿Te gusta, Nadia? -¿Eh? Jadeé. -Sí… sí me gusta, respondí de forma automática siendo traicionada por mi subconsciente. -¡Cada vez lo haces mejor! Eso era cierto, se movía con más decisión, su polla ya no se salía, como ocurría a veces y bombeaba con tanta rapidez que me sorprendía que no se agitara... controlaba sus embates con tanta precisión que yo creo podría durar horas fornicando sin correrse ni bajarle la dureza de su erección. Se estaba convirtiendo en un semental muy experimentado.
-Aprendí a hacerlo contigo. -Sí, lo sé, sabía que yo era la única mujer con la que este animalito tenía relaciones sexuales, además de aquella vez que le dio a mi madre por el culo. -¿Qué fue todo eso con mamá… por qué dejó que la tocaras? Sabía la respuesta pero quería hablar de algo que me hiciera olvidar lo que estábamos haciendo. -Es un jueguecito que tenemos desde hace tiempo, yo la toco y ella a mí… pero ninguno de los dos dice nada… pero no te pongas celosa hermanita. Yo te amo a ti y a nadie más. ¿Qué? -Sí… a nadie más. -¿Qué tú qué? -¿Estás sorda? Dije que te amo, se inclinó más hacia adelante y me besó en el cuello. -No Unai, sal de mí, intenté zafarme pero no pude, su verga seguía entrando una y otra vez en mi coñito y yo estaba peligrosamente cerca del orgasmo. -No quiero Unai… ¿cómo vas a decirme una cosa así? Soy tu hermana. -Pero no eres como cualquier hermana, no todas las hermanas se acuestan con su hermano… a mí no puedes mentirme, Nadia. Te conozco. Sé que tú sientes lo mismo por mí. Sus palabras me asqueaban, no podía creer que mi propio hermano estuviera confesándome su amor. ¡Unai enamorado de mí, su hermana! Joder qué había hecho mal… -¡No, basta! Sal te dije… no quiero… no quiero. -Bueno, bueno… tampoco es para que te pongas a llorar, ni siquiera supe cuándo comenzaron a brotar mis lágrimas. -Por favor, sal… ¡Déjame…! Le dije completamente desconsolada. Un ratito más… y ya termino… ¡No tonto, sal YA!, comencé a empujar hacia atrás apoyando los brazos en el colchón, por suerte él retrocedió, de lo contrario me hubiera sido imposible ponerme de pie.
-¿Qué te pasa Nadia? Me miró y yo solo podía ver su dura y blanca verga apuntando hacia mí, empapada por mis jugos vaginales. -Eres mi hermano… ¿cómo me dices eso? ¿Estás loco? Hablé sin poder levantar la vista, no podía tolerar el contacto visual con él. -¿Yo estoy loco? Pero si tú… yo nunca… esto lo hicimos porque tú querías… -¡Tú me insististe! -¿Tanto te molesta que te diga que te quiero? La única vez en mi vida que te lo digo y te pones así. ¿Qué te pasa? Podemos follar sin recato alguno corriéndome dentro de ti…, pero resulta que dos hermanos no se pueden querer… -No me dijiste que me quieres… me dijiste que me amas, que es bastante diferente. -¿Y qué pasa si es así? -No soy tu mujer Unai, soy tu hermana… no puedes enamorarte de mí. -Es muy tarde para que digas eso… estoy por ti mucho antes de verte desnuda en el famoso Strip póker. -¡No, cállate! Lo empujé sin llegar a moverlo más de quince centímetros, acomodé mis bragas a mi entrepierna y salí corriendo de su cuarto directamente hasta el mío. Me tiré a la cama, a llorar. Mayra estaba en su cama, como casi siempre, pude escuchar que el televisor estaba encendido, lo cual me venía bien ya que opacaría un poco el ruido de mi llanto. Aparentemente a mi hermanita le preocupó poco mi estado ya que ni siquiera me preguntó qué me pasaba, continuó mirando la tele como si yo no estuviera allí y su total indiferencia fue como un puñal para mí. -Perdón, le dije sin dejar de llorar. La espié por arriba de mi brazo, el cual estaba usando como almohada. Ella ni siquiera giró su cabeza pero pude ver una lágrima cayendo de su ojo. Mi familia se había arruinado por mi culpa y por culpa de un maldito juego de cartas.
CONTINÚA...
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