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Una nueva partida se está preparando mientras Unai llena el culo a Nadia
Me encontraba sola, sentada en el banco de una plaza repasando mentalmente todo lo que había ocurrido en mi vida en estos últimos días, una mujer pasó caminando a pocos metros de mí y me miró sin borrar la sonrisa que llevaba dibujada en su rostro. En ese momento fui consciente que esta mujer no tenía ni la menor idea de lo que yo estaba pensando ni se imaginaba siquiera lo que había ocurrido aquel sábado de lluvia con mi familia, ni ella ni nadie nos había visto desnudos, borrachos y excitados, para el mundo seguíamos siendo una familia común y corriente pero yo me estimulaba cada vez que recordaba aquel juego o las consecuencias del mismo. Muchas veces pensé en lo mal que estaba todo esto, sabía que era una completa locura pero mi cuerpo me pedía más. Aproveché este momento a solas para decidirme, si seguía adelante con todo esto podía perjudicar a mi familia para siempre, tal vez lo mejor era dejarlo todo así como estaba y esperar que el tiempo borrara nuestra memoria, pero no podía negar que esto dejaría huellas imborrables. No importaba cuánto tiempo pasara yo recordaría toda mi vida la vez que tuve sexo con mi hermano y sobre todo la cara de alivio de Unai al descargar su esperma en mi coño, también podía afirmar que me había acostado con mi madre y lo que ocurrió con mi hermana tras la noche de borrachera ya se había quedado grabado en mi mente y debía lidiar con todos esos sentimientos. A ratos me daban ganas de llorar por haberme permitido hacer semejantes cosas y afirmaba que ya no lo haría nunca más, pero había momentos en que mi libido se apoderaba de mí y buscaba convencerme que todo era tan excitante que merecía la pena repetirlo….Me quedé unos minutos observando a los peatones en la plaza preguntándome cuántos de ellos habían tenido relaciones sexuales con su hermano o hermana o les habían practicado sexo oral a algunos de sus padres… cuantos habían practicado incesto o al menos pensado en ello. Llegué a dos conclusiones, la primera… muy pocos o tal vez ninguna de todos ellos había hecho algo semejante. La segunda… mi entrepierna se humedecía de sólo recordar lo ocurrido. No podía quedarme toda la vida allí, tenía que volver a mi casa con una decisión tomada, mi madre me había dicho que organizaría otro juego si todos estaban de acuerdo, esperaba no se arrepintiera y sobre todas las cosas, esperaba no arrepentirme yo.
Llegué a mi casa alrededor de las siete de la tarde y enfilé directamente hacia mi cuarto para dejar mi bolso con carpetas de la facultad, encontré a Mayra leyendo un libro acostada en su cama, mi mirada se centró en sus blancas y desnudas piernas, la muchachita sólo llevaba puesto una diminuta braguita y una camiseta tan ceñida que le marcaba los pezones. -¿En qué estuviste pensando? Le pregunté nada más ver la mancha de humedad en la tela de su ropa interior. -¿Por qué lo dices? Dijo bajando el libro y mirándome con sus expresivos ojos… no le respondí, me limité a señalar su entrepierna. -¡Ah!, no me había dado cuenta, será incontinencia. -Eso no me la creo, tú estás excitada, le dije mientras me quitaba el pantalón… me sonrió libidinosamente. -¿Y qué hay si lo estoy? ¿Piensas hacer algo al respecto? -No, sólo preguntaba por curiosidad, me quité el sujetador sin sacarme la camiseta, si los pequeños pechos de Mayra se marcaban, los míos directamente deformaban la tela por completo. -¿No habrás vuelto a liarte con el tío? -¿Eh? ¿Qué cosas? Intentó disimular la sorpresa. -Vamos Mayra, no me trates de estúpida. Me imagino que habrá pasado algo con el tío después del jueguecito de póker, estaba segura que era así pero preferí dejarlo como una mera suposición. No pasó nada… nada fuera de lo normal. Además ¿por qué lo mencionas a él? -Porque sé lo mucho que le quieres, vosotros siempre habéis sido muy amigos. -Es porque me da mucha pena, el tío paso por muchas cosas malas y no se las merece, es un buen hombre. La vida fue muy injusta con él, además, siempre me hace reír. Él me aconsejó sobre mi primera vez con un hombre. -¿Le contaste lo de tu profesor en el gimnasio? Me senté en mi cama sin dejar de mirarla. -No, le hice preguntas muy generales, sobre si dolía mucho o si era correcto hacerlo con un hombre mayor. Él me incentivó a hacerlo sin saber que yo lo haría. Él no sabía que yo ya tenía a alguien en mente. Creo que en algún momento se generó la ilusión que me iba a acostar con él. ¿De verdad crees eso? -En ese momento no lo creí, pero luego tras lo que pasó el sábado pasado sé que es así, llámalo “intuición femenina” y me dio pena haberlo ilusionado de esa forma. -Por eso se la chupaste…en el juego. -Sí, yo creo que se puso muy contento con eso, volvió a sonreír con una picardía que parecía impropia de su personalidad. -¿Y a ti te gustó? -Fue un juego, nada más… y ya se terminó todo eso. -Sí, es cierto, yo también hice cosas que no repetiría, mentí. -Pero hay otras que sí, ella me miró intrigada pero no se animó a preguntar más nada, volvió la vista a su libro. Me tendí en mi cama y me quedé mirando el techo durante unos segundos intentando mantener la mente en blanco pero me resultaba completamente imposible, mi cabeza se llenó de imágenes sexuales, de aromas corporales y hasta mi cuerpo parecía recordar el contacto directo con otra persona. Me arriesgué y fui hacia adelante como los caballos de carrera. Metí la mano dentro de mis bragas y comencé a acariciar mi húmeda vagina. Apenas rocé el clítoris sentí un destello de placer que me hizo jadear, seguí tocándome lentamente como si quisiera acostumbrar mi rajita para lo que vendría después. Noté que mi hermanita me miraba de reojo pero no le di importancia, continué tocándome como si estuviera sola en mi cuarto, mis dedos se llenaron del viscoso fluido que manaba de mi cavidad femenina. -¿Qué haces Nadia? Preguntó colocando el libro sobre su pecho.
-¿A ti qué te parece que hago? Para dar más énfasis a mis acciones, me quité las bragas mostrando mi lampiña y sonrosada almejita e inmediatamente introduje un dedo y comencé a sacarlo y meterlo rápidamente, la temperatura en mi cuerpo se elevó en cuestión de pocos segundos. Mayra me observó durante unos instantes, procuré no fijarme mucho en ella pero supe que estaba sonriendo. No pasó mucho tiempo hasta que ella también se despojó de su ropa interior y me acompañó en la sesión de masturbación. Nuestros delicados gemidos formaron un lujurioso coro y el ruido que producían nuestros dedos al meterse o frotar las vaginas se hizo cada vez más intenso. Presioné mi clítoris y mi mente dibujó imágenes sexuales que incluían a los miembros más cercanos de mi familia, incluso llegué a fantasear con la verga de mi tío Rosendo, el cual me atraía menos que el de mi padre o el de Unai, pero debía admitir que me provocaba en gran medida, supuse que mi hermanita estaba fantaseando con lo mismo, me gustó verla sacudiéndose en la cama mostrándome qué tan fogosa era cuando se masturbaba. Llegué a un rico orgasmo mirándola, me toqué intensamente durante unos segundos y cuando todo mi cuerpo comenzó a relajarse reduje la intensidad de mis dedos. Mayra no dejaba de tocarse. -¿Te falta mucho? Pregunté tras lamer el viscoso líquido de mis dedos. -Un poco, arqueó su espalda elevando su suave monte de Venus hasta lo más alto y agitó furiosamente su clítoris. -¿Quieres que te ayude? -Si te apetece… ni siquiera me miró, siguió concentrada en su tarea. Me levanté y me acerqué hasta su cama ágilmente, me tendí sobre ella y coloqué la cabeza entre las delgadas piernas de mi hermana menor, su vagina estaba casi tan mojada como aquella vez que jugamos al póker y su dulce aroma me atrajo. No la hice esperar más, me acerqué y di la primera lamida, le quería mostrar lo decidida que estaba y comencé a lamer rápidamente su clítoris con la punta de la lengua. Con esto también le demostraba que lo ocurrido en el sábado de borrachera no había sido sólo por culpa del alcohol. Me había dado cuenta de lo hermoso y adictivo que podía ser el sexo y sabía que podía disfrutarlo tanto con hombres como mujeres, aunque sean miembros de mi propia familia. Pasé varios segundos dando lengüetazos y sorbiendo sus jugos comiéndome su coñito como si de una rodaja de melón… hasta que llegó eso que Mayra tanto ansiaba, su cuerpo se retorció en un orgasmo, intentó disminuir el ruido de sus gemidos poniéndose la almohada en la cara pero yo me mantuve firme succionando su clítoris hasta que estuve segura de haberla dejado satisfecha.
-¿Ahora sí me vas a contar lo que pasó con el tío? Le pregunté acostándome a su lado y acomodándole el cabello que se le había quedado pegado en la cara por el sudor. -Ya me parecía que tú no estabas tan preocupada por lo del jueguecito. -En un momento lo estuve pero cada vez me cuesta más no pensar de forma favorable en todo esto, ¿tú no sentiste que la cabeza te dio un giro completo? ¿No ves las cosas de otra manera? -Sí, me sigue pareciendo raro todo esto pero me gusta… y al tío también. Sí pasó algo con él, no te conté porque pensé que te ibas a enojar. -Me alegra que no me hayas contado a la primera, eso quiere decir que eres reservada. -Sabes muy bien que lo soy, nunca cuento nada a nadie a no ser que sea necesario hacerlo, pero con mi hermanita ya tengo mucha confianza… no dejo que me coma el coñito cualquiera si no es en total confidencia, me sonrió y me dio un beso en la mejilla. La verdad es que estaba excitada porque hace un rato se… se la chupé al tío, sus mejillas se pusieron aún más rojas como por arte de magia… -Y estaba pensando en hacerme una paja justo cuando llegaste. -Que quede algo en claro Mayra, puedes tocarte cuando quieras, aunque yo esté aquí, a mí no me va a molestar… si es que a ti tampoco te molesta si yo quiero hacerlo. -Trato hecho… ¿Y van a haber más ayuditas como esta? -Veremos… le sonreí- depende de lo bien que te portes. -¿Qué dice el tío de tus “favores”? -Le gustan. Siempre me dice que lo hago muy bien. -¿Te ha follado ya? -No… eso no. Solamente lo hice con la boca. -¿Y no le importa que seas su sobrina…? Aunque… si me pongo en su lugar… yo estaría muy feliz que una chiquilla tan linda como tú me la chupe cuando quiero. Eres el premio gordo para él. Todo en ti le debe causar morbo, tu edad, tus tetitas, tu cara de niña…, acaricié sus pezones por arriba de la tela. -Tus piernas, tu coñito impúber, pasé los dedos por su vagina que aún correaba. -Y debe fantasear día y noche con este culito, metí la mano más abajo hasta que la punta de mis dedos tocó el cerrado ano de mi hermanita. -¡Eres el sueño de todo hombre maduro! -¿De verdad piensas eso? -Mayra, si tú no lo piensas así también es porque eres muy ingenua. Es obvio que eres hermosa y él tiene casi cuarenta años y no es ningún adonis espectacular… guapote y resultón sí pero nada para tirar cohetes excepto por esa verga preciosa, corta pero muy gorda que es lo realmente da placer, ¿cuántos hombres de su edad tienen una sobrinita tan atractiva como tú? Volvió a sonreír. -Sí lo pensé pero no quería creérmelo. -Está bien, algo de humildad no te va a hacer nada mal. ¿Te puedo confesar algo yo también? -Lo que quieras. -Me muero de ganas de jugar otra vez al Strip póker. -¡Yo igual! En mi opinión, la última vez cortamos demasiado pronto…
Lo dijo muy convencida y decidida, parecía que ya tenía un candidato a favor… -Justo cuando la cosa se estaba poniendo interesante… pero no creo que podamos jugar otra vez, mamá y papá no van a querer. -No estés tan segura… nosotras dos queremos, el tío seguramente se va a poner de nuestra parte sólo para tener la chance de asomarse a tu culito y Unai… bueno ya sabes cómo es él… se follaría a todo lo que lleve faldas incluso una mesa de camilla. -Es un pajero… va a querer seguro. Me sorprendió lo grande que la tiene. -A mí también. -Y me calentó a mí también. Aunque sea un animalito, hay que admitir que tiene su encanto, es tan bruto que te provoca. -Sí es como follar con un hombre de las cavernas ya te digo. -¿Y papá y mamá qué pensarán? Porque si ellos no quieren, no vamos a poder. -No te olvides que mamá fue la que organizó todo, no tiene autoridad moral para oponerse. -Es cierto, pero no se lo pienso decir de esa forma. -No te preocupes, ya se lo dije yo. -Eso quiere decir…-Quiere decir que sólo tengo que saber si papá va a estar de acuerdo. -A él lo vi muy raro durante estos días, no habla con nadie. Con suerte saluda. -Sí, a mí me dio la misma impresión, tal vez le afectó un poco todo esto. -También te mira mucho. -¿Qué? ¿Cómo que me mira? -¿No te diste cuenta? Cada vez que le pasas cerca se queda embobado mirándote, especialmente las tetas y el culo, para colmo a ti todo te salta como si te propusieras romper la ropa. -Hey, no tengo la culpa de tenerlas grandes, además tú a veces usas pantalones tan ajustados que el culo se te marca como si no tuvieras nada puesto. -¿Celosa? -No, para nada. Yo también tengo lo mío, di unas palmadas a mi culo desnuda. -Yo creo que si hablas con papá deberías hacerlo con un buen escote, ahí vas a comprobar lo que yo te digo… y si no lo convencéis con eso, entonces no lo convencéis con nada. -Puede ser, pero no le tengo tanta confianza como para hablarle directamente de eso, además él es como Unai, un tipo bastante básico, pero con la gran diferencia que es un hombre maduro y más sensato… pero si llego a tener la oportunidad de hablarle, voy a tener en cuenta tu consejo.
Al día siguiente llegué a mi casa más temprano, me encontré con que ya todos habían regresado de sus respectivos trabajos y cada uno intentaba ocupar un sector de la casa para sus propias actividades, pero era inevitable cruzarse y verse todo el tiempo por lo que no tuve ni un segundo a solas con mi padre, él estaba mirando la tele junto a mi hermano, como era habitual en ellos la programación se centraba más que nada en programas deportivos, los cuales me interesaban muy poco, me senté a la derecha de papá sólo para esperar una buena oportunidad para hablarle pero Unai no se movió de su sitio y ya estaba comenzando a aburrirme. Decidí ayudar a mamá con algunos quehaceres domésticos y con escoba en mano comencé a barrer el piso. Cuando llegué a la zona de los sillones en los que estaban sentados dos de los hombres de la casa mi padre levantó sus pies sin que yo tuviera que pedírselo y me permitió limpiar el piso cuando llegué hasta donde estaba mi hermano me percaté que tenía las piernas estiradas los pies sobre un pequeño banquito de madera. -Permiso Unai, tengo que pasar, no me contestó. -Unai, muévete que estoy barriendo, ni siquiera se giró para verme. -¡Unai! le di un leve golpe con la escoba en una rodilla, lo cual lo hizo despertarse de sus ensoñaciones. -Te dije que te muevas, estoy barriendo. -¿No puedes hacerlo en otro momento? me preguntó con el ceño fruncido. -Es solamente un segundo, no te cuesta nada. -Pero… -No jodas Unai, ya sabes que estoy muy enojada contigo, así que mejor no me presiones, su oscura piel se puso repentinamente pálida y abrió mucho los ojos. -¿Enojada por qué? preguntó papá con su característica voz grave. -Él sabe muy bien por qué, dije manteniendo mi postura de bruja con escoba. -¿Qué pasó? volvió a preguntar dirigiéndose a Unai. -Es que… ayer me pidió que ponga ropa en la lavadora pero no lo hice, eso era cierto pero la verdad es que no me había enojado, sabía muy bien que no lo haría y que al final terminaría haciéndolo yo misma pero decidí seguirle la corriente. Es que nunca haces nada, ¿tanto te cuesta levantar los pies un segundo? Ni siquiera te estoy pidiendo que barras tú. -No es mala idea, intervino mi mamá que se estaba secando las manos con un trapo. Por no haber hecho lo que te pidieron ayer, ahora podrías barrer el piso, tu hermana lo hace sin que se lo pidamos. De muy mala gana y sin protestar Unai tomó la escoba y se alejó de nosotros arrastrándola toscamente por el suelo, sonreí al verlo reaccionar como a un niño pequeño al cual castigan sus padres y en cuanto vi que se dirigía a los dormitorios, lo seguí. Lo encontré barriendo su cuarto el cual tenía tanta tierra que se podría sembrar césped en él, o al menos eso es lo que siempre le decía mamá. -Hiciste bien, le dije con voz suave, ya sin rencor. -Sé barrer, tampoco soy tan inútil. -No me refería a eso, tonto. Digo que hiciste bien en no decir por qué estoy enojada contigo, se puso nervioso y bajó la mirada como si estuviera concentrado en las partículas de polvo que flotaban a pocos centímetros del suelo. -¿Y qué iba a decir? -Pudiste decir la verdad, tal vez se hubieran enojado conmigo también, cerré la puerta y apoyé mi espalda contra ella para que nadie nos escuchara. -Pero me alegra saber que puedes guardar un secreto. Para que no te sientas mal te puedo decir que no estoy enojada contigo por lo que pasó, el enojo en realidad fue conmigo misma, por permitir que eso pase. -A mí me gustó que haya pasado, dijo con una voz casi inaudible. Pero eso no quiere decir que vaya a contárselo a alguien. Antes de nada eres mi hermana y la familia es sagrada.
-¿De verdad te gustó? No esperaba respuesta. -¿Todavía tienes el video? Contestó que sí. -¿Volviste a verlo? -Un par de veces. -¿Y… te hiciste una buna paja viéndolo? Tragué saliva, hablar con mi hermano tan abiertamente sobre este tema me ponía nerviosa y cachonda a la vez. -Puedes contármelo… si quieres. -Sí, lo hice, movía la escoba de un lado a otro pero en realidad ya no estaba barriendo. -Yo también lo hice, confesé. Pensando en lo que pasó…, me miró intrigado. -¿Qué? ¿Piensas que las mujeres nos masturbemos? Tal vez no lo hagamos tan frecuentemente como los hombres… pero lo hacemos. -Eso quiere decir… que te gustó lo que pasó. -Un poco… fue muy raro. ¿Sabías que nunca nadie se había corrido dentro de mí sin condón…? Y tú me lo hiciste dos veces, cabronazo… ¡Tu esperma espeso siempre será el primero que tuve dentro de mi útero!, noté que la verga se le estaba poniendo dura debajo del pantalón, mi corazón latía como el de un colibrí, me acerqué lentamente a él. -¡¿Qué te parece?! Fue muy loco… sentir cómo me llenabas de polla… y de leche. Dicen que los hombres son más gráficos que las mujeres, que se excitan con lo que ven… y nosotras nos excitamos con lo que sentimos, pero yo te veo la verga dura y me caliento como una perra, estiré la mano y me aferré a su duro bulto. -Ahora sé que puedo confiar en ti, le dije presionando su cipote con mis dedos. -Que no vas a contar nada a nadie. -No pienso contar nada. Espero que no cuentes a nadie lo que pasó en el juego de póker… lo hombres sois muy dados a alardear de vuestros éxitos sexuales ¡De ti me fio! Se limitó a negar y afirmar con la cabeza entre mis palabras, mientras yo seguía masajeando su falo estirando y recogiendo el prepucio, un cipote que se estaba poniendo cada vez más rígido. -Tampoco cuentes lo que hicimos después aquí mismo y como me llenaste el coño y el culo a base de pollazos, aliviando tu leche espesa, introduje la mano en su pantalón y la suave y tibia piel de su polla me provocó todavía más. -Y espero que nunca me eches en cara esto, por más enojado que estés conmigo, porque ahí sí que te la corto, saqué su verga del pantalón y le susurré al oído… ¡Quiero que me llenes de leche otra vez! Tengo ganas de vaciar tus huevos y dejarlos bien secos. Me ponía a mil hablar de esa forma y más hacerlo con mi hermano, me sentía poderosa al ver cómo el rabo se le endurecía cada vez más al escucharme.
No esperé más tiempo, me puse de rodillas ante él y me tragué la mitad de su verga para llenarla de saliva, dejándola en mi boca durante unos segundos. No sabía qué me provocaba más, el sexo oral o que se tratara de mi hermano, lo que sí podía decir es que me estaba mojando cada vez más. -Papá y mamá están afuera, me recordó con la voz entrecortada. -Eso lo hace más interesante, tuve que sacar el falo de mi boca para contestar pero de inmediato volví a tragarlo. Sabía que ni mi cuerpo ni me mente se conformaría con una simple chupada y como el tiempo estaba en nuestra contra, decidí acelerar las cosas, me tendí en la cama dejando mis piernas colgando del borde y desabroché mi pantalón jean, lo bajé casi hasta las rodillas junto con mis braguitas… y levanté las piernas, mi hermano se apresuró a sostenerlas y pude poner los talones sobre sus hombros, aunque no podía ver bien su cara sabía que él tenía la mirada clavada en mi almejita que ahora debía estar hinchada y apretada entre mis piernas y seguramente daría señales de estar muy mojada porque así la sentía yo. Él intentó clavarme su gruesa verga de una vez pero no sólo no consiguió meter más que la punta sino que también me hizo doler un poco. -¡Espera Unai, todavía no se me dilatado bien! Le dije con tono autoritario pero sin levantar la voz. -Frótala por afuera un ratito, entre mis labios y pajéame el clítoris con tu gordo capullo... -¿Cómo por afuera? -¿Acaso tengo que enseñarte todo? Me esforcé por agarrar su miembro con la punta de mis dedos y lo encajé en la canaleta que formaban mis labios vaginales, le indiqué que debía moverse de atrás para adelante pero sin meterla, el roce de ese tronco de carne contra mi clítoris me agradó tanto que tuve que esforzarme para contener un gemido. Él recorrió toda mi entrepierna y en varias ocasiones la punta de su verga rozó contra mi ano produciéndome un agradable cosquilleo, le dije que eso me gustaba y él lo repitió varias veces haciendo que mi temperatura se elevara rápidamente. -¡¡ Ahora sí métemela!! ¡Fóllate a tu hermana! Le dije después de unos segundos. -¡¡ Hasta el fondo!! La adrenalina me invadía y la excitación aumentó considerablemente en cuanto sentí ese duro mástil enterrándose en mi estuche apretado, invadiéndolo y ensanchándolo. Mantuve la calma tanto como pude y me dediqué a disfrutar de esa maravillosa sensación teniendo siempre presente que esa no era cualquier verga sino que se trataba de la de mi hermano. El vaivén comenzó lento pero no se detuvo, supuse que él intentaba que el badajo no abandonara aquel nido que lo acogía, luego comenzó a clavarme con mayor intensidad y yo apreté y estrujé las sábanas manteniendo mis ojos cerrados e intentando no jadear muy fuerte. Me dejé follar duro por unos minutos hasta que me decidí a dar un paso más adelante el mundo del sexo incestuoso. Le pedí a Unai que se aparte y así mismo como estaba, con el pantalón por las rodillas, me puse a cuatro patas sobre la cama, dejando mi culito apuntando directamente hacia él. Me llené dos dedos con saliva y humedecí mi ano. -Hazme lo mismo que le hiciste a mamá, esto me provocaba mucho porque recordaba claramente como él la había metido por el culo de Vicky y cuánto ella había disfrutado. -¡Quiero sentir lo mismo! -¿Estás segura? La vez anterior te dolió y te enojaste. -Me enojé porque lo hiciste sin permiso, ahora te lo doy. ¡Apúrate, antes que venga alguien! Apuntó su arma punzante contra mi agujerito más sensible y prohibido, aun su glande bien lubricado gracias a mis jugos vaginales no sabía si esto iba a ser suficiente. Le estaba dando permiso a mi odiado hermano que me desvirgara el culo.
Por más fuerza que él hizo esta vez no logró introducirla, supuse que tal vez se debía a mi propio miedo, no me importaba que me doliera pero mi inconsciente debía opinar de otra forma y mantendría mis músculos contraídos. Justo en ese instante vi un bote de gel para el cabello sobre la mesa de luz de Unai. -¿Eso es sin alcohol? Le pregunté. -Creo que sí, comprendió a lo que yo me refería y lo buscó de inmediato. Corroboré que el gel no contenía alcohol ya que así lo indicaba claramente la etiqueta en la parte frontal, me llené los dedos con abundante gel transparente y luego lo unté sobre el pollón de Unai hasta dejarlo completamente cubierto con una fina capa viscosa, él volvió a posicionarse detrás de mí y sin hacerme esperar volvió al ataqué. La diferencia fue muy evidente, el glande orondo y duro abrió mi ano y comenzó a introducirse como si nadie se atreviera a detenerlo. -Así… ay así… se me está abriendo, lo decía porque no podía creerlo. Presionó con fuerza hacia adentro logrando enterrarlo aún más, pero supe que eso era apenas la mitad de la longitud total de su miembro, él comenzó a bambolearse a ritmo lento, el dolor era agudo pero se confundía con el placer, debía admitir que se sentía mucho mejor que aquella primera vez en la que me la metió de improviso. La lubricación era de gran ayuda y hacía que el miembro se deslizara con mayor facilidad sin lastimarme. -Más adentro Unai, ¡¡Métela toda, hasta los huevos!! Le dije tras apretar los dientes y resoplar tal y como había visto a mi madre hacerlo aquella noche de Strip póker. -No entra más. -Entonces dame… dame más fuerte. Él cumplió con mis órdenes, aceleró su vaivén y el recorrido del tallo en mi interior se hizo mucho más evidente, me daba la impresión de sentirlo en lo más hondo de mis entrañas pero por otra parte sabía que aún podía excavar más profundo, como si se tratase de un martillo pilón, cada embestida lograba socavar un poco más y adentrarse en la oscuridad, mi culito me ardía pero el placer partía de la boca de mi estómago y se dispersaba hacia todo mi cuerpo. -¡Unai! ¿Estás ahí? Era la voz de papá al otro lado de la puerta. -Sí papá ¿qué pasa? Respondió mi hermano intentando no evidenciar su agitada respiración. -¿Has visto a Nadia? En ese momento me asusté, no supe cómo reaccionaría mi padre si llegaba a vernos en esta situación, una cosa era hacerlo en un juego que presumía de inocente y otra muy distinta era estar follando descaradamente a cualquier hora del día y dándome por el culo. -No… hace rato que no la veo, resultaba obvio para mí que él se esforzaba por respirar con normalidad y esperaba que Pepe no lo notara. -¿Para qué la necesitas? -Para nada, si la ves avísale que dentro de un rato vamos a cenar. -¿No es muy temprano para cenar? -Bueno… dentro de un rato largo, pero tu madre me dijo que os avise… ya sabes cómo es ella, supe que todo esto era treta de mi madre, seguramente ella sospechaba que yo estaba en el cuarto de Unai haciendo esto y ahora debería estar regocijándose al saber que nos estaba poniendo en una situación de lo más incómoda. -Solamente eso, si la ves avísale. -Está bien, tomó aire por la nariz. -Si la veo le digo. -¿No vas a ver el partido? Volvió a preguntar.
La tensión se estaba haciendo tan grande que mi calentura se disparó por los aires, comencé a mover mi culo para todos lados sintiendo cómo esa dura verga me desvirgaba el culo, me hubiera gustado que mi padre viera esto pero me aterraba que él se enfadara por lo que me vi obligada a morder una almohada para no gritar. Unai comprendió lo que yo buscaba y forzó la penetración haciendo que, por fin, la enorme estaca se clavara en mi culito hasta los huevos. Casi arranco un pedazo de almohada y creí que los ojos se me saldrían al sentirla tan adentro, mi hermano se apresuró a hablar para opacar mis gemidos… -No tengo ganas de verlo, es un partido bastante aburrido, no juega nadie importante. -Sí, tienes razón. Bueno, nos vemos más tarde, dijo mi padre, si estaba intentando escuchar detrás de la puerta ya se había quedado sin excusas para permanecer allí y no tuvo más remedio que marcharse. Unai no se detuvo ni por un segundo manteniendo toda su rigidez, y mi culito supo agradecérselo, fue evidente que la dilatación aumentó y que ahora su miembro se deslizaba con mayor facilidad, el problema fue que el dolor también se incrementó, le di varios puñetazos al colchón sin dejar de morder la almohada, podía sentir las gotitas de sudor bajando por mi frente y mis mejillas y el vergazo entrando y saliendo cada vez más deprisa. -¿Te duele mucho Nadia? -Tú sigue cabrón… me dolía la mandíbula de tanto morder e intentaba recuperar el aliento. -A mamá también le dolió pero no paraste. Creo que el recuerdo de esa escena lo incentivó porque empezó a embestirme con furia, no podía creer que mi culito estuviera recibiendo semejante castigo y tampoco podía creer que me gustara tanto, ahora entendía por qué Vicky no lo detuvo, yo tampoco lo hubiera hecho, una vez que una se acostumbraba al grosor, el dolor parecía menguar y el placer se tornaba más intenso. Sus muslos chocaban contra mis grandes nalgas produciendo un inconfundible chasquido, esperaba que nadie pudiera oírlo desde afuera porque no quería que él se detuviera, me estaba partiendo al medio y yo ya no necesitaba morder nada. Cerré los ojos y apoyé un lado de mi cara en la almohada y me dediqué a disfrutar.
Poco a poco todo se hacía más suave, la verga se deslizaba con mayor facilidad en mi interior y mi las raíces de mi cabello estaban empapadas de sudor. Entré en un trance sexual, un nirvana que no parecía tener principio ni fin. Dejé que Unai hiciera todo el trabajo y que se deleitara con mi culito, seguramente él lo estaba disfrutando tanto como yo o más porque no hay nada como joder a su hermana mayor partiéndole el culo. A ratos miraba el reloj de su mesita, y podía ver el paso del tiempo, cinco minutos, diez minutos y mi culito seguía recibiendo y aguantando estoicamente dilatándose y amoldándose a ese grueso y tieso pedazo de carne. -Ay hermanito, qué aguante tienes, me vas a matar, le dije jadeando como una puta en celo. Me lo vas a dejar todo abierto… ¡¿Cuándo piensas correrte CABRÓN…?! Era más una expresión de deseo más que una afirmación. -Me encanta tu culo Nadia. -¿Te gusta mucho? -Sí, lo tienes hermoso, no pierdo ocasión de mirártelo. -Ahora estás haciendo más que mirar, me lo estás rompiendo, cada palabra que salía de mi boca encendía una pequeña llama de lujuria en mi psiquis. -No quiero que termines, seguí dándome sin parar. Él parecía un burro en celo, no dejaba de bombear ni por un segundo aunque a veces reducía el ritmo hasta un lento vaivén para recuperar el aliento, agradecí que estuviera en excelente estado físico, esto le permitía retomar el frenético ritmo con el que martillaba algún punto imaginario en lo profundo de mi culito. Supe que ya habían pasado más de veinte minutos desde que comenzó a metérmela por culo, sodomizándome brutalmente. El pecho se me llenaba de mariposas al pensar cómo me quedaría el ojete después de tan intenso tratamiento, esperaba que el próximo anal de mi vida fuera menos doloroso y más placentero pero nunca olvidaría que el primero en explorarlo había sido mi hermano. El fin llegó como le llega a todas las cosas buenas, el torrente de leche me inundó. -Ay si… lléname… lléname de leche calentita, le rogué moviendo mi culo, mientras me masturbaba en una posición sumamente incómoda pero no quería moverme ni un milímetro. El macho cabrío en el que Unai se había convertido me estaba dando uno de los mayores momentos de placer de mi vida, me estaba tratando como a su PUTA PERSONAL y ya no podía pensar en la vergüenza que me provocaba sentirme sometida por él, todo lo contrario, eso me calentaba aún más, él siempre había sido más fuerte que yo y yo me le había resistido durante años y ahora estaba entregada a él para que me hiciera todo lo que quisiera, me había hecho suya, me había llenado con su esperma por mis dos agujeritos y había dejado una huella imborrable en mi memoria. Entre embestidas y descargas de leche él me sujetó por el pelo, no sabía si podía recordar lo mucho que yo detestaba esto pero sorprendentemente en ese momento no me molestó, tiró mi cabeza hacia atrás y siguió ensartándome con furia, mientras percibía latir su verga en mis entrañas soltando lechazos. -¡¡Ay sí!! Dije con voz ronca. ¡¡Hazme tuya Unai!! Era mi inconsciente el que hablaba porque no recordaba haber formulado ninguna de esas frases. ¡Dámela toda! Podía sentir espasmos en mi vagina, me había invadido un orgasmo mientras mis dedos presionaban y frotaban el clítoris. ¡Joder nene, me has partido por la mitad! Dejo de tirar de mi cabello y me agarró de los hombros con ambas manos… tiró con tanta fuerza que me obligó a levantarme y pegar mi espalda a su pecho, luego me obligó a girar la cabeza hacia un lado y casi un segundo después estampó su boca contra la mía. No vi venir eso, no lo esperaba en absoluto, una cosa era entregarme sexualmente a él pero consideraba un beso algo más sentimental. No tuve fuerzas ni ánimo para oponerme, dejé que su lengua invadiera mi boca mientras aún sentía su verga bien enterrada en mi culo y mi coñito salpicando jugo sin parar. Sus labios eran gruesos y estaban secos pero cuando mi saliva los humedeció los encontré increíblemente varoniles, me conmovió y me calentó a la vez, supe que ya era yo quien buscaba su boca y disfrutaba entrelazando mi lengua a la suya.
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Cuando me soltó caí como un saco de patatas, mi cuerpo parecía haber perdido los huesos, sacó la verga de mi culo y junté energías de no sé dónde, moví las piernas intentando quitarme el pantalón del todo y por suerte él comprendió mi gesto y me ayudó a sacarlos, ya desnuda de la cintura para abajo me tendí boca arriba en la cama, separé las piernas y comencé a masturbarme como loca, sacudiendo mi cuerpo para todos lados y sintiendo como el semen se escapaba de mi culito para caer lentamente sobre las sábanas. Me calentaba mucho que mi hermano me viera masturbándome, seguramente había fantaseado con eso muchas veces porque me miraba con una sonrisa de satisfacción en el rostro. Tuve un segundo orgasmo, no fue tan intenso como el primero pero sí fue uno de los que más disfruté en mi vida, últimamente cada uno de mis orgasmos era especial y agradecía enormemente a quien corresponda por eso, en este caso, a mi hermano. Me llevó varios segundo serenarme. Estaba agotada, había tenido un largo día de actividades y mi cuerpo no estaba preparado para una sesión de sexo tan intensa. Adormilada me acomodé en la cama y noté que mi hermano se acostaba junto a mí, aunque no lo vi porque ya tenía los ojos cerrados. Quedamos frente a frente, lo supe porque sentí su respiración muy cerca de mi boca, me abrazó envolviéndome con sus gruesos brazos como si yo fuera su novia y volvió a besarme en la boca, esta vez ni siquiera reaccioné, lo dejé hacer lo que quisiera, yo era peso muerto, pero estaba muy feliz y por extraño que lo parezca, el hombre que me hacía feliz era el que más conflictos me generaba, pero no diría nada al respecto, mantendría todo como una típica tarde noche de sexo y descontrol.
CONTINÚA...
Este es mi correo... trovo_decimo@hotmail.com por si deseas contactar conmigo, sugerirme o contarme alguna de tus fantasias que leeré encantado. ¡Muchas gracias!
invitado-Daniel 21-02-2019 03:14:54
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Me a gustado desde la primera parte asta la cuatro y esperando la próxima es uno de los mejores que 3 pedido