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La partida se desmadra
Podía ver el conejo desatendido de mi madre goteando como un grifo desajustado, mientras la verga se deslizaba hacia el interior de su culo con enorme facilidad. ¿Qué le estaba pasando ahora? Supuse que la calentura le estaba haciendo olvidar quién se la estaba metiendo, así como yo ni siquiera pensaba en los problemas morales que provocaba que sea mi tío el que me estaba colando un dedo por atrás. Ahora me hacía una leve idea de lo que podía estar sintiendo mi madre, era un dolor dulce al notar la expansión de mi ano con el grueso dedo de mi tío. Rosendo aprovechó que ya me tenía dispuesta para usar su otra mano en mi coñito. Me masturbaba por los dos agujeritos con gran maestría y mi clítoris se ponía feliz al sentir esas rápidas sacudidas que hacían saltar mis fluidos para todos lados… que te toque un macho no es lo mismo que hacerlo tú misma, la excitación se multiplica por cien. Él tenía la impagable oportunidad de toquetear a su sobrina a discreción sin miedo a que alguien le recriminara algo, tenía la total licencia de corso para deleitarse y gozarme. Sentí un segundo dedito en mi culito, éste me dolió más pero también aumentó el placer. Tuve que reprimir un gemido. Los movió en mi interior brindándome sensaciones que nunca había experimentado. Estaba muy excitada. Mi hermano seguía dándole por el culo a su madre y ésta gemía suavemente. En ese momento mi tío se puso de pie y me aferró por la cintura, yo tenía la mente divagando por otros lados así casi ni noté cómo me inclinaba hacia adelante y me arrimaba su tiesa dura verga por la vagina. Apenas sentí su glande entrando franqueando mis labios vaginales, empujé hacia atrás con mi culo para que se metiera entera…Y noté como de pronto me entró ensanchando la boca de mi conejo…, no me dolió, solo fue una sensación extasiante al verme partida en dos con ese cipote de grosor inmenso ¡Imaginen verse perforada por una bote de Coca-Cola! Pues así lo sentí yo. Era como si mi tío hubiese adivinado la necesidad imperiosa de mi cuerpo y lo presto de mi coño en recibir al macho, al fin y al cabo ya me estrenó Unai en su corrida vaginal, que más podría pasarme, los bichitos espermáticos de mi hermano iban camino a mi matriz sin remedio, una mayor cantidad de leche no cambiaría eso, pero sí me daría mayor placer y calmaría mi urgente necesidad de ser follada, tan estimulada como constaba. Nunca me había sentido tan promiscua en mi vida ¿qué me estaba pasando? Una vez leí que si un grupo de personas comete malos actos es muy probable que el resto los siga, las personas se dejan influenciar por las acciones. Yo estaba viendo a mi hermano follándose a mi madre sin compasión alguna, y me servía de excusa perfecta para dejar que mi tío me la metiera.
La caló entera sin comedimiento alguno. Rosendo me asió con fuerza las tetas mientras comenzaba a bombearme la vaginita. Mi padre no se percató de lo que estábamos haciendo ya que nos daba la espalda y miraba fijamente a su hijo y esposa sin soltarse el cimbel a modo de cetro. Miré a Mayra y me sorprendí cuando nuestros ojos se encontraron, parecía enfadada conmigo, había dejado de masturbarse, supuse que para ella esto ya había llegado demasiado lejos, decidí mirar hacia otro lado para que no me carcomiera la culpa. Cuando horas antes me puse la tanga para salir de fiesta, deseé que alguien me follara esa misma noche, aunque no lo hubiera admitido abiertamente, pero nunca imaginé que ese alguien podría llegar a ser mi hermano en primer acto y después mi tío es este segundo, pero allí estaba, recibiendo toda su verga en mi interior y totalmente entregada a él. En ese momento vi algo que me sorprendió muchísimo. El conejo de mi madre se estaba llenando de un líquido blanco. Primero pensé que mi hermano ya había acabado pero no era así, ese líquido blanco definitivamente salía del interior de su coño, primero fue un poco y luego vi una cantidad mayor fluyendo desde el agujero. Yo había leído sobre eso en alguna parte, al parecer había mujeres que eran capaces de expulsar un líquido muy similar al semen y del mismo color, pero sin espermatozoides. Nunca creí que lo vería en vivo alguna vez. El espeso fluido blanco chorreó de forma continua hacia afuera durante unos segundos formando un hilo que cayó sobre la colchoneta fucsia. Esto era demasiado para mi frágil y excitada mente, me incliné hacia adelante aferrándome al respaldo de la silla que había dejado mi madre y me dediqué a disfrutar de la follada que me estaba regalando mi tío. Podía sentir la cabeza de su verga rozando las paredes internas de mi cavidad vaginal mientras grandes cantidades de flujo manaban hacia afuera lubricándole el badajo a fin de facilitarle la inmersión de tal volumen de carne endurecida. De pronto la verga en mi coñito se salió, pensé que había sido un accidente pero enseguida la sentí contra mi culito. No sabía qué hacer. Ahí me di cuenta que mi tío sólo se la había lubricado, él quería entrar por atrás. Recordé que si estaba tensa me dolería más, intenté relajarme, de todas formas, si me dolía, podría detener todo. Él me inclinó más hacia adelante y comencé a masturbarme castigando duramente mi clítoris, completamente fuera de mí. El glande comenzó a frotarse contra mi entrada posterior. Cuando ya estaba totalmente dispuesta y entregada, él se apartó y escuché que regresaba a su silla, no entendía nada.
En ese momento vi que mi hermano le estaba sacando la verga del culo a mi madre, ella se quedó tendida en la misma posición con su ano colorado y abierto. Su vagina seguía impregnada de esa especie de cremita blanca, a los pocos segundos su culo expulsó un poco de semen bien cargado que fluyó hasta su chocho entreabierto de labios colgones, seguido por otra cantidad igual. ¿De dónde sacaba tanta leche mi hermano? Sus huevos eran muy grandes y esa debía de ser una razón lógica… ¡¡Tal vez hacía mucho que no descargaba!! Pues entonces no quiero ni pensar los de papá, esos huevos si son dos bolas de derribo inmensas que deben ser dos fábricas lecheras. Regresé a mi asiento antes que alguien notara lo que había pasado con mi tío, aunque el ceño fruncido de Mayra hizo que me sintiera culpable. Tenía toda la sensación que le estábamos produciendo un daño psicológico irreparable a la pequeña. Mi madre se puso de pie con dificultad y nos sonrió tímidamente, era raro que ella actuara así, normalmente era muy segura de sí misma. Se fue caminando casi como un pato hasta el baño más cercano, pobre, debía dolerle mucho el ojete después de semejante empernada. Pensé que todo el juego se había ido al carajo, que ya a nadie le importaría seguir con las cartas pero vi que mi padre ya las estaba repartiendo otra vez. ¿De verdad pensaban seguir jugando? La única explicación que encontraba es que las cartas servían de excusa para realizar morbosas actuaciones y hasta yo misma estaba interesada en participar en algunas… en verdad solo mi hermano tenía razones para estar satisfecho en esos instantes del juego, pero creo que mi hermano también era interesado en continuar, a pesar que su bonita pija había quedado muerta. Mi tío hablaba de lo bueno que estaba el vino, la charla en la mesa era totalmente ajena a lo ocurrido como si follar en familia fuera una labor cotidiana que realizábamos cada semana y nada tuviese que ver con los valores. La negación era el tema más recurrente para la conversación. Esta jornada había pasado de inocentes jueguitos sexuales a sexo duro y explícito, y sin no nos cuidábamos, de allí salíamos preñadas las tres hembras sin saber quién de los tres machos había preñado a qué hembra. De haber sabido que llegaríamos tan lejos me hubiera negado desde el principio, pero ahora era muy tarde, ya estaba dentro del laberinto y no podía salir. Mi madre regresó, se la veía un poco más fresca, al parecer se había dado una ducha rápida ya que llevaba el pelo mojado en las puntas y traía consigo una toalla blanca con la que aún se secaba el cuerpo. En la siguiente tanda de cartas mi hermanita quedó en último lugar y la victoriosa fue mi madre, con un full bastante bueno. Ella cambiaba de posición a cada rato en la silla, debía dolerle bastante lo que Unai le hizo en su ojal, pero ahora teníamos otra cosa en mente.
¿Qué desafío le daría a su hija más pequeña? Mayra parecía un hermoso tomate. Estaba toda sofocada con los ojos bien abiertos a la expectativa, se veía una niña preciosa. Me daban ganas de pellizcarle los cachetes… y los pezones también, ¿por qué no? Nuevamente vi a Victoria dudar, ella no podía ser cruel con la más dulce y tierna de sus hijas, no me producía ningún tipo de celos esa diferencia de trato, yo hubiera obrado de la misma forma al tratarse de Mayra, yo soy más provocadora y conmigo se tiene menos miramientos en castigarme porque saben que me sé revelar contra las imposiciones. -Tienes que tocársela a tu tío Rosendo, dijo mi madre tras pensar unos instantes…, mi tío pareció alegrarse con la idea que su rica sobrinita le haría una paja, pero la jovencita no estaba para nada feliz. Tras meditar unos segundos y de hacer mala cara, acercó un poco su silla a la de mi tío y extendió la mano tímidamente mientras ese erecto miembro la esperaba. Titubeó unos instantes y cuando creí que al final lo haría se levantó de la silla y se fue corriendo hacia el pasillo que daba a las habitaciones. Todos nos quedamos boquiabiertos, pobrecita Mayra, la habíamos llevado a un punto de quiebre con nuestros desubicados juegos. De inmediato la seguí, para ver cómo estaba y mi madre me acompañó. La encontramos tirada boca abajo en su cama, llorando. La pena y la culpa me invadieron, me sentía una estúpida por haber permitido que todos esos juegos llegaran tan lejos y más por no haberle preguntado a mi hermanita cómo se sentía. Mi madre la consoló y logró que nos mirara. Allí quedaron las dos, tan desnudas como yo, sentadas en la cama. La pequeña se quitaba las lágrimas de la mejilla con el dorso de la mano. -Cuéntame qué te pasa cariño, le rogó mi madre. -Está todo bien Mayra, puedes decir lo que sientes, le dije intentando tranquilizarla. -Es que… es que, comenzó diciendo entre llantos. -Me tratan como a una niñata, con mi madre nos miramos anonadadas, no era eso lo que esperábamos escuchar y no estábamos seguras de lo que significaba. -¿Por qué lo dices nena? Preguntó Vicky. -Porque a todos os dais desafíos interesantes, ahí estaba el problema, habíamos llegado muy lejos. -Y a mí me ponéis puras naderías, me quedé con los ojos como platos. -A ella le han llenado el coñito de leche y nadie dijo nada, me señaló acusadoramente con el índice. -A ti te han roto el culo llenándolo también de lefa y está todo bien. Nunca la habíamos escuchado hablar de esa manera, estaba indignada y enfadada. -Y cuando me toca a mí me piden que solamente se la menee al tío, como si yo fuera una nena estúpida que no sabe hacer otra cosa... soy ya una mujer y puedo hacer cosas más fuertes… ¡Mi coño puede aguantar una buena polla!
Madre mía, la chica se enojaba porque le parecía poca cosa que la manden a pajear al tío. Pero en algo tenía razón, nuestras pruebas estuvieron muy cargadas de sexo duro e inmisericorde, en ese momento caí en la cuenta que sólo la habíamos mandado a “tocar” o a bailar, sí parecía un tanto sonso tras las cosas que habían ocurrido. Ahora recordaba su baile con mi hermano, él la esquivaba y ella misma buscaba el roce. Hasta estuvo a punto de lograr una penetración anal. De hecho, en parte lo logró. Meter ese glande en un culito tan chiquito, sin gel lubricante, no era tarea fácil. Unai también le veía igual que nosotros, como si la chica fuera de porcelana y pudiera romperse si no se la trataba con delicadeza. -Perdón hija, no lo había visto de esa forma. No te enojes con nosotros, es que tú eres la más chiquita y nos cuesta verte como una mujer, más que nada en temas sexuales. -Pero ya soy una mujer, se quejó. -Y sexualmente activa, a mi madre se le desfiguró la cara por segunda vez en la noche, mi expresión no era muy distinta a la suya. -¿Y se puede saber con quién has estado? Le preguntó. -Eso no os importa. -Me importa, porque soy tu madre, se lo dijo dulcemente. Mayra meditó unos segundos. -Estuve con el profesor del gimnasio, una vez más casi nos da un infarto sincronizado a mi madre y a mí. Mi hermanita concurría a un gimnasio a pocas calles de casa donde utilizaba los típicos aparatos para ejercitarse, no necesitaba mejorar su forma pero ella disfrutaba de la actividad física. El susodicho profesor era un tipo grandote que debía medir casi 1,90 metros y contaba con alrededor de los 35 años. Un hombre demasiado grande, en todo sentido, para ella. -¿¡Qué!? ¡Degenerado de mierda, lo voy a matar! Mi madre pocas veces reaccionaba así. -¡No mamá! No te metas, él no es ningún degenerado, yo lo busqué. Además fue algo de unos días nada más, ya se fue a trabajar a otro gimnasio y no lo veo más. -¿Pero esto cuándo pasó? Pregunté intrigada…, mi hermana ya estaba a pocos meses de 19 años, pero igual la veía muy chiquita para incurrir en el sexo con hombres maduros. -No fue hace mucho, unos dos meses. -¿Pero cómo fue que llegasteis a eso? ¿Dónde lo hicisteis…? Ahora lo que más nos importaba era saber qué había ocurrido. -Ya te dije, yo lo provoqué… hasta que un día no se aguantó más, y bueno… me folló, lo decía con una naturalidad tremenda, me imaginaba a mi hermanita, tan bajita y menudita siendo desvirgada por un tipo tan grandote, no podía imaginarme qué caras pondría ella mientras se la estaban clavando, yo la veía tan dulce y tímida que no podía concebir lo que me decía, pero al verla desnuda podía entender el increíble atractivo que tenía su cuerpo, al hombre le habrá costado enormemente resistirse a sus encantos…
-La primera vez fue en el gimnasio, cuando no había nadie y las otras veces fuimos a un hostal. ¡Yo no había pisado un hostal en mi vida y a la golfilla ya se la habían follado en uno! Me di cuenta que fallé como hermana, compartíamos la misma habitación y ni siquiera sabía en qué andaba ella. Mi madre estaba pálida. Pensé que le daría un cachetazo a Mayra, pero me sorprendió una vez más. -¿Lo disfrutaste? Le preguntó con voz calmada. -Sí, mucho. Él nunca hizo nada que yo no quisiera, me pidió algunas cosas y cuando le dije que no, no volvió a insistir. -¿Cosas como qué? Esta vez fui yo quien preguntó. -Me quería dar por el culo, por ejemplo, señaló su respingado traserito. -Pero le dije que no. -Ah bueno, al menos sé que sigues virgen por un agujerito, acotó mi madre. “No tan virgen” pensaba yo recordando cómo se había metido el glande de mi hermano. -Bueno Mayra, te vuelvo a pedir disculpas, hicimos mal en tratarte de esa forma, tienes el mismo derecho a “jugar” al mismo nivel que todos nosotros. ¿De verdad veía todo como un simple juego? -Está bien, pero prometerme que me vais a tomar en serio de ahora en adelante. Se lo prometimos y regresamos a la sala donde los tres hombres hablaban de quién sabe qué cosas, pensé que los encontraría con las astas flácidas pero no, sólo la de mi hermano descansaba en su posición natural después de dos corridas era evidente, pero las otras dos continuaban apuntando hacia arriba, erectas, dura y tiesas totalmente desafiantes. ¿Qué pasó? Preguntó mi padre cuando nos vio. -Mayra se estaba haciendo pis, fue hasta el baño, dijo mi madre para no explicar lo que sucedió realmente. -Sí, no sé por qué me siguieron, acotó la pequeña. -¿Y por qué habéis tardado tanto? Quiso saber mi hermano cuando estábamos por sentarnos. -Porque estábamos viendo quién meaba más lejos, le contesté dándole un golpe en la cabeza y los demás comenzaron a reírse. Bueno, sigamos, mi madre seguía llenando su vaso con vino. -Pero quiero cambiar un poco el desafío. Mejor, dijo mi tío. -Porque ya me está por explotar. -¿De verdad? Le preguntó su hermana. Sí, uno no es de piedra. En cualquier momento tendré que dejar salir toda esta leche que me hierve en los huevos, noté una sonrisa picarona en los labios de mi madre. –Entonces cambiaremos el desafío es… miró fijamente a mi hermana manteniendo media sonrisa en sus labios. -Mayra se tiene que tragar toda la leche de Rosendo, los tres hombres voltearon al unísono para mirarla. -¿No será mucho, hermana? Mi tío parecía preocupado pero excitado a la vez…, su verga daba leves espasmos sacudiéndose. -No sé, que eso lo decida Mayra ¿Te animas? miró a mi hermanita como diciéndole “Tú querías que te tomáramos en serio”. Las mejillas de la pequeña se sonrojaron una vez más, al parecer esto era producto de la calentura y no de la vergüenza, nosotros habíamos interpretado mal el mensaje.
Finalmente se puso de pie sin decir nada, automáticamente mi tío se levantó con un saltito, parecía muy entusiasmado y no paraba de escanear con la mirada ese cuerpito de mujer. Hasta yo me sentía extrañamente provocada al verla así. La muchachita se puso de rodillas ante el gran falo venoso firmemente empotrado en la entrepierna de mi tío… el cual quedó apuntando a su dulce carita. Era una prenda sin límite de tiempo, terminaría una vez ella hubiera tragado todo el engrudo hasta la última gota que saliese de sus bolas. A mí me daba un poco de asco meterme una polla en la boca, nunca sabía la higiene que procuraba el chico… por ahí expelía sus meadas y los chorros de lefa con cada paja que se daban, eso sin contar si había estado en el interior del coño o culo de alguna, por eso jamás me animé a chuparle la verga a ninguno de mis amantes…, mucho menos a tragarme su leche, pero esta noche había experimentado muchos cambios permanentes en mi vida sexual ¡Ya veía el sexo y el placer de una forma muy diferente! Y la línea roja de mamar una polla dejó de ser roja para convertirse en verde..., en adelante el sexo oral estaría incluido en mi menú de cada día. Mi tío comenzó a masturbarse frente a su sobrinita, me impactó un poco esa imagen, era un tanto perversa y sexy a la vez. Mayra lo miraba con sus ojazos bien abiertos y aguardaba con su boquita preparada. Todos guardábamos silencio, lo único que podía escuchar era el chasqueo de la verga de mi tío y la de Unai también, el chaval se estaba dando duro a medio metro de mí, pero su pija se sacudía como el cuello de una gallina sin llegar a ponerse duro, decidí ayudarlo un poco con esta tarea y extendí mi mano hacia él para acariciársela suavemente, él apartó sus torpes dedos y me dejó trabajar, no era experta en la materia pero había provocado más de una erección en mi vida y tenía cierta idea de cómo hacerlo, he de confesar que ya no me repelía tanto mi hermano, es más me atraía como una mosca a la miel al ver el gran badajo y lo potente de su virilidad. Mi hermana comenzó a hacerla la mamada soñada por todos los machos presentes allí, pero solo era mi tío el afortunado en disfrutarla. La niña se aferraba a succionar con destreza al cabeza puntiaguda de Rosendo, una daga perfecta para la penetración que iba ensanchado a medida que calaba más y más. Mayra solo se dedicó a chupar la mitad de los 17 cm de tallo y con una mano sobar casi sin querer las gónadas del varón. La comilona resultaba apacible, pero de vez en cuando cambiaba de tercio y le lamía desde las pelotas al glande y de nuevo la mamaba a conciencia. Mi tío quizás era más del gusto que se recreara en sus cojones, pero ella no quería desperdiciar el instante en que eyaculara y así perder parte del contenido seminal. Mi tío se agitó, y mi hermana lo observó, y así mirándolo se envalentó aumentando el ritmo…, Rosendo no aguantó más de los cinco minutos después de la prolongada excitación del largo juego y se corrió. El primer chorro de semen dirigido hacia la boquita de mi hermana llegó cuando nadie lo esperaba, pensé que eso asustaría a Mayra pero ella estaba lista y lo recibió directamente en su garganta.
Se acercó hasta que el glande quedó apoyado en su labio inferior y las descargas siguieron con largos y pesados chorretones, podía ver que la leche era muy blanca y espesa, más aún que la de mi hermano, semejante a leche condensada ¡Ahí debía de haber una ingente cantidad de esperma por lo denso del color blanco! La escena me excitó tanto que comencé a masturbarme con la mano izquierda, cosa que rara vez hacía, intenté igualar la velocidad de movimiento en ambas manos mientras continuaba estimulando la dura verga de Unai, éste ya estaba ganando rigidez por segundos. Mayra se metió todo el glande en la boca y comenzó a chuparlo a la vez que tragaba toda la leche que le habían dado, la niña parecía disfrutar a pleno de la ingesta de tanta lefa cargada de testosterona. Mi tío la agarró suavemente de la cabeza y la dejó chupar tranquila. Me preguntaba si él alguna vez había fantaseado con que mi hermana le haga una felación, porque se le veía muy entusiasmado. Ella cerró los ojos y tragó una buena porción de esa verga. Mi hermano posó su mano izquierda tímidamente sobre mi pierna, no tenía tiempo para que él tomara coraje, le agarré la mano y la guie hasta mi chochito mojado como nunca lo estuvo… me metió los dedos de una forma tosca que me hacía doler un poco, pero también me daba mucho placer. La pequeña le estaba mamando la verga a su tío y a pesar que la prueba ya había sido superada, no parecía que fuera a soltarlo… el macho tampoco repelía el ataque incisivo de la pequeña. Escuché cómo le daba fuertes chupones en la punta cuando lo sacaba de su boca, procurándole una exhaustiva limpieza de rabo. “¡Me preguntaba dónde había aprendido a chupar pollas así!”, aunque me daba una idea. Por fin se detuvo y todos la aplaudimos, eso sirvió para terminar disimuladamente los toqueteos entre mi hermano y yo. En ese momento me pregunté qué pasaría muchos días después de esto. ¿Mi hermano y yo volveríamos a tocarnos de esa forma, me metería su verga otra vez o le dejaría que me follase hasta acabar llena de leche de nuevo…? ¿Mayra le chuparía algún día la verga a su tío o su padre? No podía responder a todas estas preguntas pero un intenso calor me recorrió el cuerpo… ¡¿Mi padre y mi hermano me follarían a dúo?!
Era increíble, en pocos segundos ya estábamos los seis sentados otra vez repartiendo esas cartas que decidían nuestra suerte sexual, uno pensaría que a esas alturas nadie le daba importancia al póker, pero lo cierto es que nos interesaba más que nunca, nos esforzábamos por ganar… o perder. Sabía que la estrategia de todos sería más o menos la misma, si las cartas parecían buenas entonces intentábamos conservar las mejores, pero si en general eran malas, eran las peores las que quedaban en nuestras manos, así lo hice esta vez y me dio un buen resultado… quedarse con una mano mediocre era quedar fuera de gozar. Perdí. La ganadora fue mi hermanita y esperaba que ella me diera algún desafío interesante. -Tienes que chupar dos vergas a la vez, me dijo levantando dos dedos. -Tienes que hacer que se corra al menos a uno antes que terminen los cinco minutos. -Yo no estoy para otra ronda, acotó mi tío. -Así que tendrán que ser Unai y Pepe los afortunados. Yo le di el visto bueno, mi pensamiento se había hecho realidad… -Me parece bien, dije con una sonrisa, estaba tan cachonda que ya no me importaba nada, quería verga y tendría dos aunque solo fuera mamarlas. En cuanto me puse de pie me pareció buena idea ponerme de rodillas sobre la colchoneta, así al menos evitaría estar sobre el frío y duro suelo. Mi cabeza se meneaba de un lado a otro como si fuera un velero meciéndose con el viento, aunque lo que producía el movimiento, en este caso, era el alcohol. Dos grandes falos masculinos quedaron ante mis ojos a pocos centímetros de ellos. Una sonrisa de borracha lujuriosa se dibujó en mi rostro y aferré con cada mano esas vergas, me calentó mucho sentirlas tan duras. Decidí comenzar por la de mi hermano ya que aún no la había probado, al menos no con la boca. Le di un lengüetazo al glande y luego me lo tragué, estaba completamente desinhibida, me sentía una PUTA y lo estaba disfrutando, no era sólo por el tamaño de esos miembros sino porque éstos pertenecían a mi hermano y a mi padre, lo cual me producía un morbo extra. El tiempo pasaba notando crecer y endurecerse el falo de Unai dentro de mi boca, al rato ya estaba mamando la verga de mi padre, ésta era más grande y me daba más trabajo pero aprendía a meterla en mi boca y darle unas buenas lamidas pese al dolorcillo de comisuras que me producía el exceso de diámetro del mostrenco paterno. Sacudí mi cabeza de atrás hacia adelante con fuerza llenando todo su tronco con mi saliva y luego, con un rápido movimiento, pasé a chupar la de mi hermano. Esta no sería la primera en eyacular después de haberlo hecho en dos ocasiones esa noche, así que me centré en la de papá, pero mi padre era un puro semental que aguantaba estoicamente, por eso sus huevos eran mi objetivo. Sólo lo había visto en películas porno y no podía creer que lo estuviera viviendo en carne propia y que además lo estuviera disfrutando tanto.
Estos hombres se acordarían toda su vida de mi mamada, puse mucho esfuerzo cada vez que tuve una verga dentro de mi boca, incluso lamí esos ciclópeos testículos con devoción y contundencia si eran de mi padre, en ese momento pensaba en la follada que me dio mi tío Rosendo y en cómo se percibí el rabo de Unai cuando lo tuve dentro de mi coño, más justo cuando eyaculaba sus impertinentes lechazos en mi útero. Quería que me follaran esos tres pollones, mis prejuicios sobre el sexo con familiares se habían desmoronado por completo diluyendo mi concepto de INCESTO, como algo macabro y tabú. Me encontraba chupando intensamente el cimbel exorbitante de papá con sabor ligeramente diferente al de su hijo. El gran falo de papá lo sentí más predispuesto al desove, como así ocurrió... unos segundos más lamiendo su tronco venoso, para centrarme en chupar cerrado su glande y fue cuando sentí algo tibio y espeso que inundaba mi boca, había logrado hacerlo acabar y me sentí orgullosa y estupendamente bien. ¡Con mi boquita fui capaz de provocarle un orgasmo a mi padre! No abrí la boca en ningún momento, si Mayra pudo tragar todo el semen de mi tío sin quejarse, yo también podía hacerlo con el de papá, pero me resultaba difícil porque esa mole de carne no dejaba de expulsar leche y yo no podía tragar tan deprisa, el líquido blanquecino comenzó a brotar hacia afuera por la comisura de mis labios, el sabor me agradó mucho y sentía que me estaba llenando el estómago con el esperma de mi propio padre. En un momento me ahogué y tuve que sacar el badajo de mi boca salpicando leche y saliva, de todas formas los tres integrantes de la mesa aplaudieron porque yo había logrado el objetivo. ¡Joder aquella eyaculación no era normal! Para un caballo sí, pero para un hombre es demasiado. Me puse de pie con la boca y las tetas salpicadas de lefa muy blanca y casi al instante sentí los dedos de mi hermano hurgando en mi coñito…no le di importancia y dejé que me los metiera mientras yo simulaba estar limpiándome con el dorso de mi mano, lo que en realidad hacía era lamer lo que recolectaba. Unai se colocó a mi espalda acariciándome en son de beneplácito por mi éxito, pero era algo más…con un suave empujón me obligó a inclinarme hacia adelante, hasta ese momento estaba todo bien, cuando sentí su dura verga restregándose contra mi húmedo conejito hambriento… no dije nada pero de pronto la sentí en el agujerito de mi culo ser horadado. Cuando mi tío hizo lo mismo no me molestó, porque no tenía nada en contra de él, pero ahora que lo hacía mi hermano se me dio por recordar mi orgullo, ya le había entregado el coño… no le entregaría también el culo al gañan de Unai por muy buena polla que tuviese. -¡No sal! Me quejé…, él intentó penetrarme y comenzó a dolerme el culo… -¡No pará, me vas a joder, sal! Unai, no molestes a tu hermana, lo retó mi madre. -Solamente estoy jugando, se defendió. -Entonces vuelve a la mesa, porque el juego es aquí, esta vez fue mi padre el que hizo valer su autoridad…, Unai me soltó de mala gana. -Creo que ya es hora de ir a dormir, dijo Victoria -Además ya se terminó el vino. -Si se terminó el vino yo me voy a dormir, mi tío apoyaba la moción. -Pero yo quiero seguir jugando, fui yo quien habló. -Ya es tarde Nadia, otro día lo seguimos.
Intenté convencerlos que reanudemos el juego, incluso Unai se puso a mi favor pero no hubo caso, los adultos habían tomado una decisión y ésta era irrevocable, ellos no tenía las ganas de los jóvenes y ya se habían corrido todos o recibido su dosis de semen. Resignados abandonamos la mesa dejando todo tal y como había quedado con la promesa de limpiar cuando nos levantáramos, fue un tanto extraño que cada uno caminara desnudo hasta su cuarto ante la vista de toda la familia, pero en ese momento lo que menos sorprendía era la desnudez. Antes de acostarme suelo hacerme una limpieza de boca esmerada con enjuagué bucal inclusive y abundante agua, pero esa noche había una excepción… quería irme a dormir con el sabor de la polla de mi padre. Cuando me acosté me moví inquieta, me sentía cansada y mareada pero no podía relajarme, aún estaba cachonda, quité la sábana que me cubría y abrí las piernas, comencé a masturbarme con los ojos cerrados, impulsada por la lujuria que residía en mí, me importaba muy poco que Mayra estuviera mirando. Me sobresalté al sentir un movimiento extraño en mi cama, al abrir los ojos vi que mi hermanita se había sentado a pocos centímetros de mí. -¿Quieres que te ayude? Me dijo casi susurrando. -Sí, ven. ¿Qué decía, estaba invitando a mi hermana a que me hiciera una paja? Ni yo lo podía creer pero necesitaba que alguien me diera placer y ella era la persona que tenía más cerca. Se acostó a mi lado y casi al instante sentí sus pequeños dedos jugueteando con mi clítoris. Esto era mucho mejor que tocarse sola. Supuse que yo debía devolverle el favor, si ella no estuviera tan excitada como yo, jamás hubiera propuesto tal cosa. Me agradó sentir su húmeda y suave rajita entre los dedos, ésta era más pequeña que la mía pero también más abultada en la zona del monte de Venus. No pasó mucho tiempo hasta que comenzamos a meternos los dedos mutuamente, ella lo hacía muy bien y yo quería demostrarle que también tenía mucha experiencia en masturbación. -¿Quieres que te lo chupe? me preguntó tras unos segundos…, su cálida vocecita me hacía perder la razón. -No sé… no hace falta que hagas eso… -Si tú me lo pides, yo lo hago. -No te lo voy a pedir, continué moviendo los dedos en su sexo. -Como quieras, ya sabes, si quieres pídemelo.
-No me pidas permiso porque no sé qué contestarte. Haz lo que tú quieras. Ok. Se quedó en su lugar pero no dejó de meterme los dedos, mi respiración se estaba agitando y en ese momento nos llegó un inconfundible ruido desde el cuarto contiguo, eran los gemidos de mi madre, éstos no se comedían en lo más mínimo… ¡Nunca la había escuchado follando así tan perra! No es que fueran muy finas, eran paredes de calidad… -¿Le estará dando por el culo? Preguntó Mayra sin dejar de masturbarme. -Seguramente, después de lo que hizo Unai, papá no se iba a quedar con las ganas teniendo el camino abierto… -Dime la verdad Nadia, ¿te gustó cuando Unai te la metió? -Al principio no, pero después me gustó mucho, nos quedamos en silencio durante un rato mientras movíamos nuestros dedos y escuchábamos los gemidos del varón y la hembra apareándose como animales, no parecían que fuesen ruidos sexuales producidos por nuestros padres. -Me gustan tus tetas, me dijo. Ni siquiera tuve tiempo a contestarle algo, en ese preciso instante pegó su boca a mi pezón izquierdo y comenzó a succionarlo con ganas. Metí dos dedos bien dentro de su vagina y los moví para indicarle que me gustaba lo que estaba haciendo. Mi calentura iba en aumento constante mientras ella pasaba su lengüita por mis pechos. -Mayra… -¿Si? -¡Chúpamelo! ¡Chúpame el coño, nena! No esperó ni un segundo a pesar que aun rezumaba algo de semen de Unai, se deslizó hacia abajo con un rápido movimiento mientras yo separaba más mis piernas, sentí un beso justo contra mi clítoris y me estremecí tanto que mi espalda se arqueó y tuve que aferrarme con fuerza a las sábanas. Solté un grito de placer que fue opacado por otro de mi madre. Me habían hecho sexo oral en algunas ocasiones pero nunca lo hizo una mujer, tenía que admitir que Mayra tenía talento, me la estaba comiendo intensamente y seguramente se estaba tragando todo el jugo que salía de mi vagina. Cuando fui consciente que estaba teniendo sexo con mi hermana el morbo me hizo estallar en un orgasmo, la pequeña recibió en la cara todo lo que saltó del coñito y no dejó de lamer y chupar ni por un instante. -Date la vuelta, le dije entre jadeos. Ella giró su cuerpo rápidamente y se colocó encima de mí. Su coñito rosado quedó abierto a pocos centímetros de mis ojos, no la hice esperar, abrí la boca y comencé a chupárselo. Estaba delicioso, muy cargada de flujos y morbo… mucho morbo. Pensé que cuando estuviera casada dentro de muchos años aún recordaría la noche en que tuve sexo con mi propia hermanita. Tras unos pocos segundos sentí un chorro constante de líquido fluyendo desde el agujerito de su vagina hacia mi boca, me pegué a él y comencé a succionar intensamente sus chorros. Sentí que me chupaba el clítoris hasta casi arrancarlo y eso me llevó a un segundo orgasmo. Nos llevó un buen rato calmarnos y sólo dejé de lamerle la rajita cuando supe que ambas estábamos completamente satisfechas. -Esto fue intenso, le dije mientras nos sentábamos en la cama. -Siento que cumplí un sueño. -¿Cómo es eso? -Sí Nadia, no es la primera vez que fantaseo con mamarte el coño. ¿Nunca te ha pasado a ti? -La verdad que no… pero no te pongas mal, es que nunca me sentí atraída por otra mujer… hasta hoy. -Eso vale mucho para mí… a mi gustan por igual los hombres como la mujeres, con ambos sexo disfruto. Son diferentes formas pero igual de intensas, se abalanzó sobre mí y me dio un corto beso en la boca… -Bueno, vamos a dormir a mi cama, ésta quedó toda mojada. Es cierto. Anda a acuéstate, yo voy al baño y vuelvo. Tanto sexo y alcohol me produjo unas increíbles ganas de orinar. Fue un alivio el poder hacerlo, tan solo sentarme comenzó a salir un grueso chorro que me daba placer hacerlo, casi un orgasmo percibía en mi coñito. En cuanto salí del baño para regresar a mi cuarto vi a mi tío Rosendo saliendo del dormitorio de mis padres, él pasó caminando a pocos metros de mí pero no me vio. Me acosté junto a Mayra y abracé su menudo cuerpecito. Pensé en lo que había visto, si mi madre estuvo follando frenéticamente y mi tío también estaba en ese cuarto es sólo podía significar una cosa. Tuvieron un trío. No podía imaginarme a mamá con dos hombres a la vez. ¡¿La habrían penetrado los dos al mismo tiempo?! Seguramente así fue, eso explicaría a qué se debían sus desesperados gritos de placer, le habían metido dos vergas a un tiempo y eso debe ser escandalosamente placentero, teniendo en cuanta el tamaño de los miembros viriles que se gasta los gachones. Me costaba creer que mi familia hubiera cambiado tanto en una sola noche de juegos y eso me hacía sentir rara. No por lo que había pasado, sino por lo me había perdido hasta el día de hoy…
CONTINÚA...
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